¿Deberían los antitranspirantes llevar etiquetas de advertencia?
Las propuestas políticas para etiquetar o prohibir los productos que contienen sales de aluminio han despertado nuevamente el debate sobre si es seguro o no usar desodorantes antitranspirantes. ¿Por qué está alarmada la gente? ¿Qué dice la ciencia al respecto?
Lisa Mazzone, diputada del Partido Ecologista Suizo, pidió el pasado mes de mayo a la cámara que considere los riesgos que conlleva el uso de sales de aluminio en los antitranspirantes y analice las investigaciones, para que los productos incorporen etiquetas que advierten del peligro de las sales de aluminio o prohibir su uso.
En su intervención ante el Parlamento, Mazzone dijo que para demostrar una relación de causa-efecto entre el uso de las sales de aluminio y el cáncer de mama sería necesaria una investigación epidemiológica a largo plazo que incluya una muestra grande de mujeres. Hacer esto podría llevar 20 años.
No obstante, instó a los políticos a actuar ahora.
Para Mazzone, “en caso de duda, el principio de precaución debe tener prioridad para poder garantizar la salud y la seguridad de la población”.
La llamada de atención de Mazzone tiene su origen en un estudio que el profesor honorífico de la Universidad de Ginebra y oncólogo en la Clínica Grangettes, André-Pascal Sappino, realizó en 2016. Esta investigación, publicada en el ‘International Journal of Cancer’, demostró en ratones que el tejido mamario expuesto al cloruro de aluminio, inyectado nuevamente en las cobayas, desarrolla tumores.
“Nuestros análisis aportan evidencia experimental de que las sales de aluminio podrían ser carcinógenos ambientales de la mama”, escribieron los autores.
Aunque para los críticos el estudio no demuestra una relación de causa-efecto entre el uso habitual de desodorante y el cáncer de mama en humanos, los resultados acapararon titulares internacionales. Y el miedo al peligro de utilizar antitranspirantes y otros productos que contienen aluminio fue noticia.
Aluminio en todas partes
Después del oxígeno y del silicio, el aluminio es el tercer elemento más abundante en la tierra. En cantidades bajas no es tóxico para los seres humanos. Sin embargo, exponerse a niveles muy altos, como ocurre con las personas que trabajan en entornos de polvo o humos de aluminio, causa problemas respiratorios y neurológicos.
Compuestos como el cloruro de aluminio, clorhidrato de aluminio compuesto y circonio de aluminio compuesto, ingredientes comunes en los desodorantes, forman una barrera física que “tapona” temporalmente los conductos sudoríparos, reduciendo la humedad y el crecimiento bacteriano.
La mayor parte de los argumentos que defienden el uso de las sales de aluminio apuntan a que hay poca evidencia de que la piel absorbe una cantidad importante de aluminio, y cualquier cantidad que se absorbe es sensiblemente menor a la que todos los días introducimos al cuerpo a través de alimentos, agua, suelo y aire. Según los centros para el control de las enfermedades de Estados Unidos, una persona adulta estadounidense ingiere de media al día entre 7 y 9 mg de aluminio solo a través de los alimentos.
Miedo al cáncer
Una de las preocupaciones más frecuentes –y que parece apoyada por la investigación de Sappino– es que las sales de aluminio se asimilan a través de la piel de la axila, y pueden provocar que el tumor crezca en el tejido mamario cercano.
Sappino cree que el aumento significativo de los índices de cáncer de mama en los últimos doce años (sobre todo en mujeres en torno a 30-40 años) puede atribuirse, al menos de manera parcial, al rasurado de las axilas –que puede irritar o dañar la piel– y la posterior aplicación de antitranspirantes.
Pero, según la Sociedad Americana del Cáncer, la relación inicial entre el desodorante y el cáncer de mama se remonta a un email anónimo, que circuló en los años 90 y afirmaba que los desodorantes causan cáncer de mama al filtrarse toxinas en los ganglios linfáticos próximos.
La Sociedad Americana del CáncerEnlace externo rechaza estas afirmaciones. Y, a la hora de hacerlo, cita un estudio epidemiológico de 2002 que comparó a 813 mujeres con cáncer de mama con 793 mujeres sin la enfermedad. La investigación demostró que “no hay relación entre el riesgo de cáncer de mama y el uso de antitranspirantes, el uso de desodorantes o rasurado de las axilas”.
Aluminio y alzhéimer
Otra enfermedad grave que surge a menudo en los debates sobre los peligros de utilizar las sales de aluminio es el alzhéimer. Las alarmas se encendieron por primera vez en los años 60 y 70, después de que en el transcurso de algunas investigaciones se percibieran mayores cantidades de aluminio en el cerebro de pacientes con demencia.
Pero la postura oficial de la asociación sobre el alzhéimer es que la investigación científica no apoya la idea de que las fuentes “cotidianas” de aluminio –incluye desodorantes, papel de aluminio y cazuelas y sartenes– aumenten el riesgo de padecer la enfermedad.
Vacunas
Las sales de aluminio se utilizan también a menudo, en cantidades pequeñas, en ciertas vacunas como coadyuvantes (elementos que se añaden para que aumente la eficacia de la vacuna y que provocan una respuesta más fuerte del sistema inmunológico del paciente). Aun así, parece que la reciente preocupación pública –sin respaldo científico– sobre el uso del mercurio (otro aditivo de las vacunas) como causa del autismo ha dejado en un segundo plano la preocupación por el uso del aluminio en las vacunas.
Sin embargo, los niveles de aluminio en las vacunas son muy bajos y tienen un férreo control. Y, según la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados UnidosEnlace externo, cuentan con el respaldo de 60 años de experiencia segura. De hecho, solo en casos contados están relacionadas con reacciones adversas.
Eliminación de toxinas
Otra preocupación común, que relaciona los antitranspirantes y las enfermedades en las personas, es la idea de que “taponar” los conductos de transpiración con sales de aluminio impide al cuerpo expulsar las toxinas. Si bien es cierto que el sudor de la axila puede eliminar algunos elementos de los que nuestro organismo necesita deshacerse, la realidad es que la mayor parte de las toxinas se eliminan por los riñones.
Etiquetado a debate
Normativa vigente en Suiza
En Suiza el uso de las sales de aluminio en desodorantes, dentífricos y cosméticos está regulado por la Ley Federal sobre Alimentos y Objetos ComunesEnlace externo. Según la Oficina Federal de Seguridad Alimentaria y VeterinariaEnlace externo, en 2014 la Comisión Europea hizo un estudio y concluyó que no hay evidencia de que los productos de higiene personal que contienen sales de aluminio aumenten el riesgo de cáncer o enfermedad de Alzheimer. Dijo también que los datos son todavía insuficientes para afirmar con certeza que estos compuestos son al cien por cien seguros.
La Oficina de Seguridad Alimentaria, por lo tanto, “sigue de cerca el progreso de las investigaciones sobre las posibles restricciones en el uso del aluminio y, de acuerdo con la UE, examina posibles medidas”. Su recomendación oficial es que evitemos aplicar desodorantes con aluminio en la piel irritada, dañada o recién rasurada.
La conclusión es que no hay consenso científico sobre que las sales de aluminio causen ninguna de las enfermedades citadas. Pero, como revela el estudio de Sappino, la investigación es contradictoria y varía mucho en función del tamaño de la muestra, métodos de control e incluso sujetos analizados: seres humanos y animales.
Como señaló Mazzone, la única manera de establecer de manera definitiva la seguridad o el riesgo es invertir grandes cantidades de tiempo y dinero en estudios epidemiológicos a largo plazo y con seres humanos. Una cuestión que es costosa y lleva mucho tiempo; por lo que algunos, como Mazzone, razonan que deben tomarse precauciones: prohibir su uso o colocar en los productos etiquetas que adviertan de los potenciales riesgos que conlleva utilizar sales de aluminio.
Se puede argumentar que exigir una etiqueta de advertencia preventiva podría ser excesivo o alarmista. Aunque algunos fabricantes ya han detectado en esto una nueva oportunidad de marketing; y, ahora que los consumidores buscan productos que se anuncian como más “naturales”, están lanzándose a una campaña de etiquetado sin aluminio.
En 2014 la Oficina de Protección al Consumidor de la Suiza francófona, la FRC, realizó un estudio sobre los desodorantes sin aluminioEnlace externo vendidos en siete de los supermercados y farmacias más populares del país. Se detectó que la etiqueta “sin aluminio” es un elemento de venta clave y que aparecía en casi el 25% de los desodorantes.
“No sé si es importante dejar de comercializar desodorantes que contengan aluminio, pero es bueno mirar más en profundidad y hablar de ello”, dijo a swissinfo.ch Joy Demeulemeester, jefe del equipo de políticas de salud de la FRC.
“Un consumidor tiene que considerar muchas cosas. Y si hay algo peligroso o sospechoso, le resulta más fácil si no está en el mercado. Al Estado y al mercado les corresponde, en primer lugar, ocuparse de nuestra salud” añadió.
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Se buscan súperpolicías farmacéuticos
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¿Tiene usted experiencia en la lucha contra el cibercrimen, el extremismo, la extorsión, el chantaje y los sobornos? Si su respuesta es afirmativa, la industria farmacéutica estaría interesada en su currículum.
Pero las empresas farmacéuticas no solo buscan especialistas en seguridad cibernética. En realidad, les interesa cualquier empleado que pueda ayudarles a luchar contra el flagelo de la falsificación de medicamentos. El gigante farmacéutico suizo Novartis, por ejemplo, busca analistas en inteligencia en China para trabajar en su Oficina Regional en Seguridad Global, donde los candidatos deben “investigar delitos farmacéuticos y crear las condiciones para detectar y presentar ante la justicia a los falsificadores y comerciantes ilegales de medicamentos”.
Otros titanes farmacéuticos suizos, como Roche, también están al acecho de este tipo de delitos y ofrecen plazas para investigadores y gestores de investigaciones internas, que “dirigirán y realizarán investigaciones forenses y sobre fraudes”.
Tanto Novartis como Roche declinaron hablar con swissinfo.ch sobre su estrategia y operaciones para abatir la falsificación de sus productos esgrimiendo razones de seguridad. Sin embargo, las ofertas de trabajo son una clara evidencia del problema que enfrentan estos corporativos y una confesión tácita de que no creen que se resuelva en el corto plazo. El Instituto de la Seguridad Farmacéutica, con sede en Estados Unidos, cuya misión es compilar delitos reportados por las compañías farmacéuticas, policías, ministerios de salud y medios de comunicación, afirma que estos delitos han crecido un 25% en 2015 con respecto al año previo.
“Hemos visto una mejora en los resultados de las autoridades policiales durante los últimos años gracias al entrenamiento que han recibido y a las campañas que han realizado para concienciar a la población”, explica a swissinfo.ch Thomas Kubic, presidente y director general del Pharmaceutical Security Institute. “Pero el hecho de que las medicinas sean tan rentables, fáciles de transportar y que el riesgo de que sean detectadas sea mínimo, las hace atractivas para los falsificadores”.
De acuerdo con Kubic, las organizaciones delictivas se han vuelto cada vez más eficaces en trasladar medicamentos falsos de un país al otro. Un buen ejemplo de ello fue la incautación en Israel, en 2016, del fármaco llamado Harvoni, utilizado para tratar la hepatitis C. Se cree que las píldoras que fueron decomisadas provenían de India y fueron importadas a través de una compañía comercializadora de origen suizo, según el Instituto Suizo de los Productos Terapéuticos (swissmedic), que regula el mercado de los medicamentos. Mientras un tratamiento con Harvoni en Suiza tiene un coste promedio de 50 000 francos, la versión india llamada Sovaldi, vale entre 500 y 700 francos. La pronunciada diferencia de precios, sumada a la desesperación que viven muchos pacientes que no son reembolsados por sus seguros, hace que muchos enfermos se sientan tentados a comprar productos que a menudo son falsificados.
Sin embargo, la mayoría de los productos falsos no son medicamentos costosos como el Harvoni, sino medicinas asequibles que pueden encontrarse en cualquier mercado, como la aspirina.
“En estos casos, las ganancias son marginales, pero hay ganancias porque es muy grande el número de pacientes que consume estos medicamentos”, explica Kubic.
El especialista considera que los adulteradores se enfocan sobre todo en medicinas cuya eficacia no puede ser identificada de inmediato, como las vacunas. Y cita que una investigación realizada en Indonesia reveló que una empresa falsificó vacunas para niños desde el año 2003. Este suceso obligó a las autoridades sanitarias del país a iniciar un amplio programa de inoculación entre todos los infantes que habían sido inadecuadamente protegidos contra enfermedades básicas propias de los primeros años de vida.
Combatiendo al enemigoIdentificador único, freno a falsificaciones
La Unión Europea (UE) emitió en octubre de 2015 un reglamento, complementado con una directiva del Parlamento Europeo, que establece nuevas reglas para los envases de los medicamentos con objeto de evitar su falsificación.
Se intenta que a partir del 2019 toda medicina europea pueda ser rastreada desde el inicio de la cadena de suministro hasta su llegada a manos del cliente. Esto supone que deben ser rastreables durante todo el tiempo que estén en tránsito y/o a la venta en farmacias (u otras vías de distribución).
Además, los fármacos con mayor riesgo de falsificación deben ser verificados por los mayoristas en cada paso de la cadena de suministro.
Para lograrlo, cada empaque llevará un identificador único (una secuencia de caracteres) que deberá coincidir con la que tendrá un sistema automatizado de repositorios que operará en la UE.
Si el medicamento carece de identificador único, no puede venderse. Y si el medicamento está destinado a comercializarse fuera de la UE, el identificador único del envase se desactivará en el sistema de repositorios. Por tanto, si aparece otro medicamento con esta referencia única, es falso. El sistema inicial se irá perfeccionando sobre la marcha.La industria farmacéutica es la primera interesada en atajar las versiones falsas de sus medicamentos. Según un informe de la Oficina de la Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), las empresas farmacéuticas pierden anualmente 10 000 millones de euros por la comercialización de productos falsos en la UE. Este monto equivale al 4,4% de las ventas totales de la región, lo que incentiva a las empresas a invertir en la adopción de medidas para evitar que esto siga reproduciéndose.
En 2013, un grupo de 29 empresas aportó 4,5 millones de euros para apoyar los trabajos de Interpol para combatir los delitos farmacéuticos en los tres años siguientes. La industria ha incorporado también innovaciones tecnológicas que le permiten rastrear mejor sus productos y trazar la ruta de sus desplazamientos con objeto de proteger su cadena de suministros. Esto ayuda a evitar que los clientes sean timados. Son medidas que pronto serán obligatorias en Europa. La Directiva sobre Falsificación de Medicinas de la UE, que entrará en vigor el 9 de febrero de 2019, exige que todas las empresas que venden medicamentos en la UE incorporen elementos de seguridad en su proceso de empaquetado a partir de un identificador único. El objetivo es homologar los estándares en toda la región. El Gobierno suizo ha iniciado un proceso para modificar la legislación vigente con el fin de que sea vinculante el etiquetado de seguridad en los empaques de las medicinas. El Ministerio suizo del Interior estima en al menos 20 000 los envíos de fármacos falsos que se producen cada año en el país.
“Ninguna herramienta individual puede resolver el problema. Se necesita una suma de elementos, como la verificación de productos, un marco regulatorio más contundente, leyes disuasivas y mayor conciencia del problema en la población”, señala Cyntia Genolet, de la Federación Internacional de Asociaciones y Empresas de Manufacturas Farmacéuticas (IFPMA).
Genolet añade que frenar la falsificación no es trabajo exclusivo de las empresas farmacéuticas, sino un problema que también debe ser abordado por las autoridades y tratado como un “delito contra los pacientes”.
“En algunos países, aunque los falsificadores sean atrapados, pagan multas muy pequeñas o pasan poco tiempo en la cárcel. Se les aplican penas que no guardan proporción con el daño que hacen a los pacientes y a sus familias”, denuncia.
La Convención Medicrime, que entró en vigor en 2016, promete avances en este sentido. Se trata del primer instrumento de derecho penal internacional que obliga a los países signatarios a tipificar como delito la fabricación, el suministro y el tráfico de medicinas falsificadas. Un total de 27 países han firmado hasta ahora la convención y nueve naciones que los ratificaron en sus legislativos. Suiza es uno de los países firmantes y espera que prospere la ratificación parlamentaria este año. Pero se requiere la participación de muchas más naciones, ya que es el único camino eficaz para luchar contra un delito que no conoce fronteras.
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Los hospitales suizos observan un aumento de las mujeres que se someten a pruebas para saber si poseen una mutación genética que las predispone a contraer cáncer de seno o de ovarios.
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Médicos suizos exploran nuevas vías para la identificación temprana de tumores.
La mamografía es hoy la principal herramienta de detección precoz del cáncer de seno. Médicos suizos exploran nuevas vías para la identificación temprana de tumores. Una de ellas es el baño de ultrasonido, que permite obtener resultados parecidos, pero sin radiación ni compresión.
“Puede hacer todo lo que usted desee, solo evite retirar su seno del agua”, dice Serafino Forte a una de sus pacientes en el centro de cuidado de la mama del Hospital Universitario de Basilea. Está acostada bocabajo sobre una camilla que tiene un agujero a la altura del pecho. El seno derecho de la paciente pende sumergido en la palangana que está justo debajo. Una serie de sensores ultrasónicos rodean el tejido mamario enviando señales a un ordenador.
La entrevistada -de 50 años- omite su nombre, pero bromea sobre el estudio que se le está practicando, al calificarlo de “casi un tratamiento de spa”, si lo compara con la mamografía a la que se sometió por primera vez hace muy poco. La mamografía rutinaria puede ser muy dolorosa, porque el seno es comprimido firmemente entre dos paneles diseñados para capturar una imagen en rayos X. Cuanto más intensa la presión, más alta será la nitidez de los resultados.
“Tras la mamografía pensé: ‘Dios mío, ¿acaso no existe un método un poco más cómodo? Entonces vi el anuncio de este estudio y despertó mi curiosidad’”, relata a swissinfo.ch. “Es mucho más agradable. Se realiza en una posición más relajada y no se siente nada, excepto el contacto con el agua. Es una sensación parecida a la que uno tiene en la bañera cuando mueve la mano bajo el agua”.
En este estudio tampoco existe ningún tipo de radiación. Uno de los inconvenientes, sin embargo, es que se trata de un proceso es lento. Se requieren nueve minutos para analizar cada seno. Las mamografías son mucho más rápidas.
El nombre formal de este baño de ultrasonido es tomografía ultrasónica multimodal (MUT en inglés) y el prototipo que hay en Basilea es único en el mundo. La idea original de su creación pertenece a Vasilis Marmarelis, un profesor de ingeniería biomédica de la Universidad de California del Sur, quien decidió desarrollarla motivado por experiencias que había vivido su esposa.
Por el momento, los médicos en Basilea han utilizado el prototipo MUT en la exploración de más de 50 mujeres. La meta es evaluar al menos 280 pacientes antes de redactar un informe con conclusiones sobre el estudio. El único requisito que se pide a las participantes es que se hayan practicado una mamografía –o un tipo de imagen médica similar– recientemente. Dado que esta tecnología aún está en fase de prueba, no está claro que sus resultados tengan el mismo nivel de precisión que el de una mamografía convencional.
“Todas las pacientes que se han examinado hasta ahora se han sentido muy cómodas. Y algunas de las que tienen perfil de alto riesgo se han inscrito incluso a un seguimiento de un año”, señala a swissinfo.ch Forte.
En Suiza, cada año unas 5.400 mujeres son diagnosticadas con cáncer de mama y 1.400 mueren por esta causa.
En junio de 2013, Suiza decidió poner en marcha una estrategia de detección de cáncer de mama con cobertura nacional y garantía de máxima calidad en los estudios aplicados. La acción responde al creciente debate en el país sobre la efectividad de este tipo de exploraciones diagnósticas.
Indirectamente, esta nueva política está motivando la exploración y desarrollo de otro tipo de alternativas de detección precoz del cáncer.
Una es la prometedora tomosíntesis, tecnología también basada en los rayos X, pero más sofisticada que una mamografía tradicional. Esta tecnología practicada de forma regular en Noruega y aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA) ya está disponible en Basilea.
“La mejor opción, a mi juicio, es la tomosíntesis. Es el desarrollo del futuro”, estima Sophie Dellas, jefa de diagnóstico de seno en el Hospital Universitario de Basilea. Este método de detección es capaz de capturar imágenes de tejido mamario en porciones de un milímetro y, después, vía el uso de un algoritmo, convertirlas en imágenes muy parecidas a las que se obtienen en la mamografía convencional.
“La exploración puede realizarse rápidamente y con elevado nivel de sensibilidad y especificidad”, refiere Dellas haciendo referencia a la experiencia de Noruega, donde se ha aplicado la tomosíntesis a más de 10.000 mujeres, incluidas algunas con senos grandes, un tipo de mama que es más difícil de examinar por su densidad.
“Hubo menos falsos positivos”, asegura la especialista. En otras palabras, el índice de fiabilidad es más alto. Con esta técnica existen menos casos de quistes o masas fibrosas que parecían malignas inicialmente y que luego resultaron ser benignas.
“El único problema con la tomosíntesis es que su interpretación toma más tiempo (que la de una mamografía)”, añade Dellas. Y este estudio también requiere el uso de radiación y compresión del seno, dos inconvenientes que no existen en el baño de ultrasonido MUT.
Una vida salvada
Julia* tenía 61 años en 2010, cuando le fue practicada una mamografía rutinaria en Zúrich. Un estudio exploratorio que había realizado varias veces en una década. En esta ocasión, el radiólogo encontró algo sospechoso.
“La mamografía no era muy clara. No había un tumor perceptible, solo cierta calcificación”, recuerda Julia. El ginecólogo ordenó que se le realizaran además dos tipos de biopsia diferentes. También pidió una resonancia magnética, estudios que conjuntamente le permitieron concluir que era necesaria una masectomía.
“No me habría enterado(del cáncer) de no haberme realizado la mamografía. Todo el proceso, desde el diagnóstico hasta el final del tratamiento, duró unas cuantas semanas. Me sentí muy feliz por haber recibido toda esa asesoría y tratamientos médicos. La sanidad suiza es maravillosa”, asegura la paciente británica.
Su caso ilustra la importancia de someterse a estudios de detección periódica como la mamografía, que la Liga Suiza contra el Cáncer y la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideran el mejor medio para detectar un cáncer en fase temprana.
* nombre ficticio
Aún falta tiempo
Sin embargo, la tecnología MUT aún tiene mucho probar.
“Se requerirá mucho trabajo para demostrar que es tan buena o mejor que una mamografía”, afirma Dellas, destacando la necesidad de que exista posteriormente una versión más moderna (una versión modo-B) capaz de combinar dos tipos de ondas de ultrasonido para obtener un análisis tridimensional.
Y mientras esto sucede, la mamografía sigue siendo la principal herramienta de detección oportuna del cáncer que existe.
“Sería muy bueno contar con otra alternativa. Eso estamos intentando en la actualidad. Pero por el momento aún no estamos listos para examinar y diagnosticar con alguna otra tecnología”, refiere Dellas.
Mamografía a debate
En muchos lugares de Suiza, las mujeres de entre 50 y 70 años son exhortadas a practicarse una mamografía cada dos años. En junio de 2013 entró en vigor una estrategia nacional para la detección precoz del cáncer a través de la aplicación de estudios de la más alta calidad.
Sin embargo, en febrero de 2014 el Consejo Médico Suizo llamó a reducir el número de mamografías realizadas en Suiza bajo el argumento de que este tipo de diagnósticos periódicos tienen más desventajas que ventajas para las pacientes y solo son capaces de salvar a una o dos mujeres de cada mil.
El Consejo refiere que la tasa de mortalidad de cáncer de mama puede ser reducida solo ligeramente vía estos estudios de detección temprana. Pero este efecto deseable se ve empañado por una serie de efectos negativos que produce. Se registran resultados erróneos en alrededor de 100 de cada 1000 mujeres evaluadas y la relación costo/efectividad es “desfavorable”.
Una visión que critican la Liga Suiza contra el Cáncer y especialistas como la jefa de diagnóstico de seno en el Hospital Universitario de Basilea, Sophie Dellas, quien considera que la interpretación de las estadísticas siempre es delicada.
Si se analiza el número de vidas salvadas, obtener un resultado de una entre mil será considerado un dato muy positivo en EEUU o Alemania, pero insuficiente en países como Suiza, dice. Y Dellas destaca que el Consejo Médico Suizo deja fuera de su informe el tema de los años de vida que puede ganar una paciente que ha recibido un diagnóstico y un tratamiento médico (aunque finalmente muera a causa del cáncer original).
La existencia de falsos positivos –debido a la angustia que generan en las pacientes y el elevado costo financiero que implican los estudios periódicos– son dos críticas más que hace el Consejo a las mamografías regulares. De acuerdo con Dellas, los falsos positivos son simplemente inherentes a todo estudio de exploración diagnóstica.
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