¿Por qué no hay una Sanna Marin suiza?
Nunca una madre con hijos pequeños ha logrado entrar en el Gobierno suizo. El papel tradicional de la mujer es solo una de las razones que lo explican. Otra es la tan alabada cultura política.
En noviembre de 2022, los medios de comunicación suizos tematizaron la posibilidad de que la próxima consejera federal pudiera ser una madre. Algunos medios expresaron el deseo de que una Sanna Marin suiza entrara en el Consejo Federal. La primera ministra finlandesa es joven y un modelo para los socialdemócratas. El copresidente socialista la describió como una “de las políticas más inspiradoras de nuestros tiemposEnlace externo”. Marin es madre de una pequeña hija.
La opinión publicada en los medios suizos se centró casi exclusivamente en este aspecto cuando informaba sobre la búsqueda de un candidato o una candidata entre las filas de los socialdemócratas. Los rotativos de Tamedia titulaban: “Una consejera federal con hijos pequeños, ¿esto realmente sería posible en Suiza?”. También los diarios de CH Media pusieron el foco en este aspecto, cuando opinaban, por ejemplo, que la edad de la nueva consejera federal no importaba. En su editorial, el redactor jefe de este medio reconoció que la gran pregunta era: “Pero ¿qué pasa si la mejor tiene hijos pequeños?”
Este artículo y otras contribuciones parecidas llegaron a la misma conclusión poco sorprendente: una consejera federal con hijos pequeños sería posible; o mejor dicho: hubiera sido posible.
Las democracias de todo el mundo están en crisis. Desde hace unos 15 años, existe una tendencia hacia el autoritarismo y las dictaduras.
Suiza, en cambio, es un remanso de estabilidad. Casi todos los partidos se sientan juntos en el gobierno, nunca hay elecciones anticipadas y, sin embargo, los ciudadanos con derecho a voto pueden votar sobre distintas cuestiones en iniciativas y referendos con más frecuencia que en cualquier otro país del mundo.
Pero la historia de la democracia suiza es también una historia sobre a quién se permite opinar y a quién no. Cuando se fundó el Estado federal en 1848, solo el 23% de la población tenía derecho a voto, y durante más tiempo en su historia, la democracia suiza excluyó a la mitad de la población: las mujeres solo han tenido derechos políticos durante unos 50 años. Sin embargo, hoy en día, muchos suizos siguen sin poder expresar su opinión.
Quién puede opinar y quién no es políticamente controvertido. Hasta ahora, la clara mayoría de la población suiza siempre ha rechazado una ampliación de los derechos políticos, por ejemplo, a los extranjeros asentados. Como la política y abogada del Partido UDC (Unión Democrática de Centro) Demi Hablützel, que escribe en su artículo de opinión: «Los derechos políticos no son una herramienta para la inclusión».
Pero las democracias tienen que enfrentarse una y otra vez a la delicada cuestión de quién puede opinar y hasta qué punto. Especialmente cuando la democracia liberal ya no es la norma mundial indiscutible, los Estados democráticos deben estar a la altura de sus propias expectativas.
Por eso SWI swissinfo.ch dedica esta serie a la inclusión política. Examinamos los debates y discusiones sobre quién tiene voz en Suiza y en qué medida. Hablamos con expertos. Presentamos a personas y movimientos que trabajan por la plena inclusión política de diversas minorías y personas marginadas en Suiza.
Por cierto, los suizos residentes en el extranjero también estuvieron excluidos durante mucho tiempo: solo se les permitió votar a partir de 1992.
Pues, a diferencia de la vecina Italia, donde una alianza derechista consiguió colocar a la “joven madre” Giorgia Meloni en la cúspide del gobierno, ninguna candidata joven con hijos logró ser nombrada oficialmente candidata en Berna.
En las primarias internas del Partido Socialista (PS), la “única madre joven” (NZZ am Sonntag) que se presentó fue la consejera de Estado bernesa Evi Allemann, después de que aparecieran en la opinión pública los nombres de muchas otras candidatas. La política ejecutiva de 44 años tiene dos hijos en edad escolar.
Después de transcurrido ya algún tiempo, nos hubiese gustado preguntarle a Allemann cómo percibió el debate en vísperas de las elecciones. Pero a nuestra consulta, uno de sus altos funcionarios nos dio una negativa, contestando que la cuestión de cómo los “medios de comunicación tematizan la conciliación familiar y laboral en el contexto de las candidaturas para cargos políticos merece, sin lugar a dudas, un debate, pero que tendrían que ser, en primer lugar, los periodistas quienes se lo deberían plantear.” Presumimos que con ello quiso decir que son los propios medios que han creado este debate.
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¿Hasta qué punto debe respaldarse la presencia de las mujeres en la política? Hay división de opinión
Para Isabelle Stadelmann-Steffen, la cuestión de si una “madre joven” puede ser consejera federal o no, es sencillamente “la pregunta equivocada”. La profesora de Política Comparada en la Universidad de Berna aduce una serie de factores que deciden si una política o un político es elegido al Consejo Federal: por ejemplo, el lugar de residencia, el partido o la edad. “No hay ningún motivo para pensar que una joven madre no pueda cumplir estos criterios del mismo modo que mujeres sin hijos u hombres.” En su opinión, habría que plantearse la pregunta de otra manera: “Bien preguntamos: ¿por qué los medios de comunicación le dan tanta importancia al tema de los hijos cuando se presentan mujeres jóvenes a un cargo, pero aparentemente no, cuando se trata de hombres jóvenes?; o bien: ¿se puede, de manera general e independientemente del sexo, conciliar el cargo de consejero federal con la familia?”
La responsabilidad por el cuidado de los hijos no es ningún tema cuando son hombres quienes se postulan para un cargo. El hecho de que el consejero federal Alain Berset tuviera tres hijos pequeños cuando se presentó a las elecciones hace diez años, no provocó ningún debate sobre sus cualidades como padre ni sobre su idoneidad para el cargo.
Normas tradicionales de género
“En definitiva, las normas tradicionales de género juegan un papel todavía más importante en Suiza que en otros países europeos”, afirma Stadelmann-Steffen en alusión al caso de Finlandia, donde gobierna la joven Sanna Marin. En su opinión, se trata de normas calificadas como “buenas” que “apoyan la tradicional división del trabajo entre hombres y mujeres”. Si bien es cierto que este tipo de modelo en su forma pura ha ido perdiendo terreno, sigue determinando el concepto social sobre lo que se considera como “normal”, dice. “Y lo que no es «normal», se suele resaltar con frecuencia en situaciones parecidas a las elecciones al Consejo Federal.” Stadelmann-Steffen recuerda que en Suiza las mujeres siguen siendo poco numerosas “en otros puestos directivos similares”.
Este hecho se explica también por el “lugar todavía atrasado” que Suiza ocupa en diversos campos “en comparación con otros países europeos”. Stadelmann-Steffen alude, en particular, al cuidado de niños y al permiso paternal. Además, el régimen político suizo “pone, posiblemente, aún más trabas a las mujeres que otros sistemas”, añade.
Sin embargo, a pesar de todo ello, Stadelmann-Steffen no ve ninguna razón por la que una joven mujer, con o sin hijos, no pueda conseguir entrar en el gobierno. La profesora menciona la elección de la ultraderechista jefa de gobierno en Italia que “apenas tiene encaje en nuestro esquema de expectativas”: “Italia no pertenece a los países que calificaríamos de particularmente progresivos en relación con una división igualitaria del trabajo, y la coalición de gobierno de Meloni aún menos.”
Para Stadelmann-Steffen, el tamaño del Gobierno suizo, pequeño en comparación internacional, es otra explicación. En la mayoría de los países, la cifra de ministerios alcanza los dos decimales. Meloni nombró a casi 30 ministros y ministras, mientras que en Suiza, desde el año 1848, solo son siete los ministros que conforman el gobierno, a pesar de los desafíos cada vez más globales y complejos. “Esto quiere decir que las tareas se reparten sobre un número reducido de personas”, recalca Stadelmann-Steffen. El jefe o la jefa de un departamento federal suizo tiene que ocuparse de distintas tareas, de manera que la misma persona puede ser responsable para ámbitos tan dispares como medio ambiente, transportes, energía y medios de comunicación. Para Stadelmann-Steffen, la disparidad de materias de las que tiene que ocuparse el titular de un cargo ministerial en Suiza “exige que se invierta mucho tiempo, y también supone un desafío mental”.
El consejero federal que tuvo diez hijos
El sistema político suizo hace que el cargo ministerial sea especialmente exigente, cuando en otros países son los partidos o las coaliciones los que se ponen de acuerdo sobre un programa que luego pretenden implementar, explica la profesora. En Suiza, en cambio, existe una “coalición sobredimensionada” que, “en sentido estricto”, no persigue un “programa de gobierno”; esta cultura de la democracia de concordancia exige muchísimo a los ministros y ministras “durante el ejercicio de sus funciones”, de manera que el trabajo de coordinación y negociación es especialmente grande, señala Stadelmann-Steffen, y añade: “Ciertamente, ello tiene la ventaja de que, en el mejor de los casos, se llegue finalmente a una decisión ampliamente apoyada, pero también es un modo de proceder que cuesta mucho tiempo.”
El consejero federal católico-conservador Philipp Etter gobernó durante casi una generación, de 1934 a 1959. Etter era padre de diez hijos, pero de su educación se ocupaba su esposa. Decía que era ella la que “realmente gobernaba”. En 1959, Etter se opuso al voto femenino. Las mujeres en Suiza obtuvieron el derecho de sufragio activo y pasivo en 1971. Ninguna de las diez consejeras federales que hasta hoy han ocupado el cargo tuvo hijos pequeños mientras ejercía sus funciones.
Adaptado del alemán por Antonio Suárez Varela
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