De Túnez a Ginebra: aprender un oficio por la vía difícil
Es difícil imaginar que un exnadador de élite nacido en Túnez realice prácticas en una piscina ginebrina, pero es un caso real. Actualmente trabaja y estudia para convertirse en entrenador de natación gracias a un acuerdo bilateral único en su tipo, pero reservado a una minoría.
El rostro de Seifeddine Ben Taleb, practicante en Ginebra, se ilumina cuando habla de natación y de la posibilidad teórica que existe de que enseñando esta disciplina algún día se convierta en el entrenador olímpico del equipo nacional tunecino.
Taleb reside en Suiza desde 2010, año en el que concluyó la maestría en Educación Física. Le encantaría quedarse a vivir en Suiza, pero conoce las limitaciones legales que supone. Tendrá que conformarse pues con ser practicante y ganar con ello una experiencia profesional que le será de gran valor en su vida laboral futura en su país natal.
«[Escuché] que existía la posibilidad de vivir en Suiza y beneficiarse de un sistema que me permite ganar cierta experiencia antes de regresar a Túnez y aspirar a un mejor empleo”, dice a swissinfo.ch. “[Los empresarios] sentirán más respeto por mi experiencia profesional y por el título que he obtenido en el extranjero”.
Este programa está en marcha desde agosto de 2014 como parte de un ambicioso acuerdo de inmigración entre Suiza y TúnezEnlace externo, que incluye además compromisos en materia de asilo (ver recuadro) y 150 plazas para que ciudadanos del país magrebí realicen prácticas en Suiza, lo que les conferirá una experiencia internacional que se llevarán a casa. Para optar a una, los interesados deben contar previamente con un título universitario u oficio.
El esquema, no obstante, conlleva un problema: son pocos los empleadores suizos que aceptan a este tipo de practicantes.
Apoyo limitado
La Secretaría de Estado de Migración (SEM) es la responsable de supervisar los trámites migratorios previos a las prácticas. «Normalmente, los alumnos se ocuparán de obtener los puestos de trabajo y nuestra oficina es responsable de facilitarles la entrada a Suiza para su posterior estancia”, explica Gregoire Crettaz, de la SEM. «El problema es encontrar puestos de trabajo disponibles, está siendo difícil identificar oportunidades para los jóvenes tunecinos interesados en trabajar en Suiza”.
“Nuestra influencia sobre el sector privado es limitada, los patrones tienen que estar convencidos de crear posiciones laborales para ellos y no tenemos ninguna influencia en este ámbito”, dice Crettaz.
Taleb cree que pudo beneficiarse de este programa porque ya vivía en Suiza y se desempeñaba en el campo de la natación. Esta oportunidad era ideal para él, pero considera que otros tunecinos han conseguido una plaza porque están dispuestos, por ejemplo, a aceptar horarios irregulares que no son atractivos para los suizos.
Al mismo tiempo, comprende que no es fácil para un empresario suizo adentrarse en terreno desconocido y contratar a practicantes de Túnez, en lugar de suizos.
“Pienso que es difícil para los empleadores helvéticos confiar en un extranjero, y un año y medio no es tiempo suficiente. Los empresarios saben que te formarán para que luego simplemente te vayas (ya que no tienes derecho a quedarte después en este empleo)”, dice.
Participación Suiza
Crettaz sabe que se requiere un gran esfuerzo para que este proyecto sea exitoso. El acuerdo de prácticas con Túnez es el primero que Suiza tiene con un país del mundo árabe. Se trata de un pacto de gran importancia para las relaciones bilaterales, especialmente en el tema de la migración. Con este pacto, se ha trascendido el mandato tradicional, al abrir la posibilidad de que la diáspora tunecina obtenga espacios laborales y de formación (temporales) en Suiza.
«Normalmente no intervenimos, pero queremos que esto sea un éxito”, afirma.
Según Crettaz, tras las protestas de la Primavera Árabe de 2011 que pusieron fin a dos décadas de gobierno del presidente Ben Ali, creció la demanda de ayuda económica de países como Túnez hacia naciones como Suiza. La agitación política también generó más solicitudes de asilo de tunecinos deseosos de establecerse en Suiza u otros países europeos.
Crettaz afirma que otros países del mundo árabe y de África que enfrentan desafíos similares podrían ser considerados para acuerdos semejantes. “Tenemos este acuerdo con Túnez y estos países se acercan con la misma petición de que sus trabajadores tengan acceso a Suiza”.
La SEM observará la experiencia con Túnez para asegurar que sea exitosa “y que pueden materializarse quizás acuerdos de este tipo con otros países”, agrega.
Fuentes para realizar prácticas
La Oficina de Migración de la Embajada de Suiza en Túnez y la Comunidad de Tunecinos Residentes en SuizaEnlace externo (CTRS), que atiende los temas relevantes para la diáspora tunecina, trabajan con empleadores y asociaciones industriales de los sectores alimentario y agrícola suizos para que sepan que tienen la oportunidad de emplear a tunecinos gracias a este acuerdo.
Pero aún hay mucho trabajo por hacer. Monika Schatzmann, de Agrimpuls, asociación encargada de colocar practicantes suizos y de otras nacionalidades en granjas en el extranjero, confirma que actualmente la asociación no tiene ni busca plazas para practicantes tunecinos en Suiza. La mayoría de los extranjeros que solicitan su intermediación vienen de Europa del Este, concretamente de países como Ucrania, Rumanía y Hungría.
Para los practicantes de Túnez el comercio minorista es siempre un sector interesante. Los patrones de este sector, sin embargo, a menudo prefieren contratar egresados del sistema educativo suizo. El sector hotelero es el que más personas de «terceros países» –no miembros de la Unión Europea o la EFTA– suele emplear. Aun así, Corinne Seiler, de Hotelleriesuisse, confirma a swissinfo.ch que el año pasado extendieron solo entre seis y ocho permisos de este tipo a ciudadanos de países extracomunitarios.
Los practicantes de países terceros representan menos del 1% de los 1 926 graduados de hostelería que aprobaron su examen final el año pasado y materializaron prácticas en hoteles.
Construyendo redes
Las oportunidades son escasas, y Crettaz considera que las mejores que ofrece el acuerdo de prácticas entre Túnez y Suiza se concentran en dos frentes: los tunecinos que ya radican en Suiza y están inmersos en la actividad económica, que podrían interesarse en contratar a compatriotas; y las empresas suizas que realizan negocios con Túnez.
Crettaz asegura que pronto habrá varias iniciativas en marcha, ya que la Cámara de Comercio Suiza-Túnez, la Fundación Suiza de Cooperación para el Desarrollo Técnica (SwisscontactEnlace externo) y el Gobierno tunecino trabajan conjuntamente en identificar oportunidades para los practicantes tunecinos.
A juicio de Taleb, el programa sería más exitoso si un mayor número de estudiantes tunecinos que, como él, ya viven en Suiza fueran informados en las universidades sobre las ventajas del programa. Y estima también que debe ampliarse el periodo que se les permite quedarse en Suiza a los practicantes.
“Entendemos bien las leyes helvéticas”, dice con naturalidad, “no tenemos derecho a trabajar una vez que concluimos nuestros estudios. Es muy bueno poder beneficiarnos con estas prácticas, pero después de año y medio, está claro que deberemos regresar a Túnez”.
Traducción del inglés: Andrea Ornelas
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