«Promover la democracia desde Suiza es promover una narrativa positiva»
Suiza tiene el mandato constitucional de promover la democracia en todo el mundo. Simon Geissbühler, del Ministerio de Asuntos Exteriores, habla sobre los desafíos en un momento de retroceso democrático global.
La semana pasada, la organización intergubernamental IDEA publicó su revisión anualEnlace externo, mostrando su preocupación por los avances autocráticos en el mundo. Al mismo tiempo se publicó en Suiza la semana pasada un nuevo libro con el título «Democracia y Promoción de la Democracia en un Mundo Fracturado», editado por Simon Geissbühler, jefe de la División de Paz y Derechos Humanos del Ministerio de Asuntos Exteriores suizo.
SWI swissinfo.ch habló con Geissbühler en el lanzamiento del libroEnlace externo en Berna.
SWI: La democracia en todo el mundo ha estado pasando por tiempos difíciles durante años. ¿Es seguro decir que lo mismo ocurre con la promoción de la democracia?
Simon Geissbühler: Bueno, el hecho de que ahora haya un retroceso en muchas democracias también es una oportunidad para los esfuerzos de apoyo a la democracia. Pero el enfoque debe adaptarse; no se trata de intentar llevar la democracia a países no democráticos. El apoyo a través de la cooperación para el desarrollo o las misiones electorales continúa, pero un nuevo enfoque sería la idea de fomentar la «resiliencia democrática»: es decir, apoyar a las democracias existentes que están bajo presión externa o interna.
Tomemos a Ucrania como ejemplo: ¿cómo se puede ayudar a Ucrania en un momento tan complicado, como se pueden mantener elementos democráticos como la libertad de expresión, la participación y una sociedad civil activa? La tendencia durante una guerra es, obviamente, replegarse y centralizarse, pero es importante tratar de asegurar que el progreso democrático y el de la sociedad civil no desaparezca.
SWI: ¿Cómo pueden competir las políticas de promoción de la democracia con las campañas masivas de desinformación antidemocrática provenientes de estados como Rusia?
S.G.: Dentro de Rusia en sí, hay muy poco que podamos hacer, porque el espacio está muy cerrado. En cuanto a los esfuerzos para socavar la democracia en el extranjero, esto también es difícil, ya que no estamos acostumbrados entrometernos. Como dije, se trata más de apoyar a las democracias que están bajo presión. El apoyo económico y la ayuda al desarrollo son importantes aquí, ya que, para ser creíbles, estos países tienen que cumplir con las expectativas de sus habitantes.
Para Suiza, además de promover la idea de la resiliencia democrática, el objetivo en los próximos años será también impulsar más una narrativa positiva y hablar más enérgicamente sobre los aspectos positivos de la democracia, en un momento en que incluso dentro de las democracias está de moda hablar mal de ellas. También queremos adoptar un enfoque basado en la asociación en lugar de la predicación, y aprender de otros países en lugar de simplemente enseñarles lo que sabemos.
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SWI: ¿Hay esperanza para los esfuerzos de apoyo a la democracia?
S.G.: El enfoque principal de la promoción de la democracia a principios de la década de 1990 y 2000, en Europa Central y del Este, es de alguna manera un relato de éxito. Hay algunos problemas en algunos estados, pero incluso un país como Ucrania, que no es perfecto, ha experimentado transferencias de poder, una sociedad civil vibrante y una prensa libre. Tal vez la democracia hubiera ocurrido de todos modos en esta región, porque estos países estaban en una buena posición para hacer la transición, pero en cualquier caso se trata de un éxito.
SWI: Han pasado más de una década desde que la Primavera Árabe generó esperanzas de una ola de democratización en el Medio Oriente y el Norte de África. ¿Qué pasó?
S.G.: Al principio, los movimientos de la Primavera Árabe fueron provocados no desde el exterior, sino desde el interior, lo cual es un elemento clave para el desarrollo democrático: tiene que ser autóctono, no impuesto. El desencadenante interno que inició la Primavera Árabe también subrayó el profundo deseo de democracia en todo el mundo, incluso si no se etiqueta como tal, y más bien se manifiesta como un deseo de participación, rendición de cuentas y libertades básicas.
En cuanto a por qué fallaron, no puedo decir mucho como diplomático suizo. Algunos dicen que [las democracias occidentales] no fuimos coherentes en nuestra respuesta; apoyamos los cambios, pero quizás no tanto como lo podríamos haber hecho. Pero, en última instancia, al igual que la Primavera Árabe se desencadenó desde el interior, las fuerzas internas también resultaron ser más fuertes. Es muy difícil extraer lecciones directas. Creo que aún no entendemos completamente la dinámica en Túnez o Egipto.
SWI: ¿Hasta qué punto la promoción de la democracia directa, mediante votaciones populares y referendos, forma parte de los esfuerzos suizos en el extranjero?
S.G.: La democracia directa suiza es bastante única; de alguna manera, es el núcleo de lo que podríamos llamar el excepcionalismo democrático suizo. Esto es algo que no intentamos exportar como un modelo para copiar y pegar en otros lugares. Dicho esto, los jóvenes en el extranjero están especialmente interesados en la naturaleza participativa de la democracia suiza: mientras que en otros países solo se permite la participación cada cuatro años, en elecciones con opciones a menudo limitadas, los suizos pueden votar cuatro veces al año sobre cuestiones concretas. Y a nivel local, en otros contextos, creo que hay casos en los que la democracia directa puede aumentar la legitimidad y la posibilidad de encontrar buenas soluciones.
SWI: ¿Ayuda cuando las naciones libres se agrupan en cumbres (como la organizada por Estados Unidos en 2021 y 2023), o simplemente profundiza la línea divisoria entre países democráticos y autocráticos?
S.G.: Soy escéptico sobre dividir el mundo de manera demasiado clara en campos democráticos y autocráticos. La democracia existe en un espectro, y el centro de este espectro es interesante y prometedor desde el punto de vista del apoyo. Por supuesto, no deberíamos ser ingenuos: las autocracias quieren socavar activamente a las democracias, y hay una competencia entre sistemas en marcha. Pero separar un grupo autocrático de «países que no nos gustan» también va en contra del enfoque suizo de diálogo y compromiso.
En cuanto a la Cumbre por la Democracia, puede que no haya logrado tanto como se esperaba, en parte por razones de legitimidad, dado que Estados Unidos ha experimentado sus propios problemas internos en los últimos años. Para Suiza, al menos, fue útil en el sentido de que nos impulsó a pensar en cómo queríamos posicionarnos y contribuir internacionalmente.
Adaptado por José Kress
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