Recuperar plástico, una misión imposible
Gran parte de las botellas y los embalajes terminan en el cubo de la basura. El Gobierno suizo quiere declarar obligatorio el reciclaje. Una meta que, sin embargo, puede acarrear más dificultades que beneficios. Reportaje en una planta de reciclaje del cantón de Vaud.
Varios tubos de pomada nadan en los charcos de agua que se han formado sobre el asfalto. Se han caído de las cajas de cartón apiladas en la zona de descarga de mercancías. Cientos, quizás miles de tubos idénticos que esperan ser reciclados. O quizás no.
“Están envueltos con una fina capa de aluminio, demasiado delgada para poder ser reciclada. Y no es seguro que la parte de plástico sea homogénea, de un solo material. Claro, podemos desenroscar los tapones. Pero para recuperar 20 o 30 kilos de plástico no vale la pena”, afirma Christian Piller, director de Retripa, una planta de reciclaje y valorización de residuos en Crissier, cerca de Lausana.
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Hurgar en los desechos, un negocio rentable
Envases de yogur: no cubre los gastos
El establecimiento de Crissier procesa sobre todo papel, cartón, madera y metales que contienen hierro. El plástico que proviene de la industria, los comercios y las descargas municipales representa cerca del 15% del material recuperado (1.000 toneladas al año).
Entre los objetos que se trituran y transforman en granulado figuran envases, cajas de botellas, papel film, contenedores alveolares para plantas, por citar solo algunos. Las botellas PET y los envases de leche en polietileno (PE), en cambio, se comprimen en enormes cubos antes de transportarlos a otras plantas de reciclaje.
Según los expertos, la dificultad del reciclado reside en la característica principal del plástico: su diversidad. PVC, PET, PE, PA, PP,… hay cientos de variedades en el mercado, revela Christian Piller. “Es obligatorio especificar el tipo, pero en la basura encontramos muchos fragmentos, por ejemplo, un trozo de tubo sin indicación alguna”.
Algunos productos, prosigue, son una mezcla de diferentes variedades de plástico, “lo que hace prácticamente imposible la separación”. Y la utilización de materias adhesivas, colorantes y aditivos químicos complican ulteriormente la selección.
En Retripa, al igual que en otros centros de Suiza, el plástico se selecciona en gran parte a mano a lo largo de una cinta transportadora. Hasta ahora, las máquinas que disponen de tecnología infrarroja para separar automáticamente el material solo se utilizan en el extranjero.
A Christian Piller le interesan, sobre todo, los residuos industriales y del artesanado. “Son homogéneos y están disponibles en grandes cantidades. Y generalmente suelen estar limpios. Una empresa familiar propuso recuperar los envases de yogur. Desistí porque su número no era suficiente para cubrir los gastos logísticos”.
Las soluciones técnicas de reciclaje existen, al menos para algunos tipos de plástico, puntualiza Christian Piller. “Pero los costes de transporte y de separación son elevados. De no haber tenido ya toda la infraestructura, dudo que me hubiera lanzado en esta aventura. He visto varias empresas especializadas en quiebra”.
“La incineración de materias plásticas ofrece ventajas ecológicas, energéticas y técnicas”, afirma Norbert Helminiak, portavoz de la Asociación Suiza de Materias Plásticas. “No se puede reciclar todo. Para algunos productos, la cantidad de energía que se obtiene de la incineración supera la que se necesita para alimentar el proceso de colecta, separación y reciclaje”.
Según la asociación del sector, es posible aumentar ligeramente el porcentaje de plástico reciclado. Para ello debería facilitarse la identificación de los productos reciclables. “Por ejemplo, los folios de embalaje que se utilizan en la agricultura”, explica Norbert Helminiak.
Sin embargo, a excepción de las botellas PET, no resulta fácil separar el plástico en casa. “Los envases de detergente pueden ser de diferentes tipos y es difícil que el consumidor pueda diferenciarlos”.
Pedir a los productores de embalaje que se pongan de acuerdo sobre la utilización de un tipo de plástico para un producto determinado es “posible, pero extremadamente complicado”. Adaptar la logística y todos los procesos de producción es una empresa costosa.
Reciclaje obligatorio
Suiza consume en promedio un millón de toneladas de plástico al año. La industria del embalaje (37%) y la construcción (25%) son los sectores que más lo utilizan.
La mayor parte de los residuos se incineran. Según la Asociación Suiza de Materias Plásticas, las plantas de incineración constituyen la mejor opción para valorizar el plástico (ver recuadro). Una parte se transforma en sustitutos de combustible –el plástico es un derivado del petróleo– y se utiliza en las cementeras. Solo se recicla entre el 10 y el 15%.
Un porcentaje “demasiado bajo”, señala Raymond Schelker, responsable de REDILO, una consultoría de Basilea especializada en el reciclaje de plástico. “Hay varias iniciativas aisladas, como la de los supermercados Migros [que este año han extendido la colecta de envases vacíos de detergente y champú a todas sus filiales]. Sería más sensato adoptar una visión común. Pero faltan las condiciones marco”.
En el futuro, Suiza quiere obligar a los minoristas a recuperar y recoger por separado algunos tipos de plástico (además del PET), señala la Oficina Federal de Medio Ambiente (OFE). “Entre ellas podrían figurar los envases PE de detergentes y las láminas, también fabricadas en PE, que se utilizan en la agricultura”, explica a swissinfo.ch Isabelle Baudin, colaboradora científica de la OFE.
De aquí a 2014, la OFE prevé elaborar un proyecto de ley, en el marco del plan de acción Economía verde que presentó el Gobierno suizo en marzo de 2013 (como contraproyecto a la iniciativa popular Para una economía sostenible y eficiente en materia de gestión de los recursos).
La Comunidad de Interés del Comercio Minorista en Suiza (CI CDS) se opone. Según un estudio que realizó en 2011, el reciclaje de plástico, a excepción del PET, resulta demasiado complejo y costoso.
Un litro de petróleo por un kilo de plástico
Desde el punto de vista del impacto ambiental, sin embargo, ofrece ventajas, subraya Raymond Schelker. Por cada kilo de plástico reciclado se ahorra un litro de petróleo y 2,5 kilos de CO2.
El potencial es grande, sostiene el químico e ingeniero ambiental. “Me refiero a las láminas limpias para embalaje que llegan de la industria o de los hogares, por ejemplo las de los multipaquetes, o los envases de champú y detergentes”.
El responsable del centro de Retripa coincide en que hay que fomentar el reciclaje de los desechos que provienen de la industria y la producción. En cuanto al plástico del consumo doméstico, sin embargo, el sistema actual de incineración “no es tan nefasto”.
El plástico, explica Christian Piller, es un material combustible importante en las plantas de incineración. De su combustión se puede obtener calor y electricidad. “En el futuro será el precio del petróleo, junto con los costes de incineración, los que determinarán si vale la pena reciclar el plástico”.
(Traducción: Belén Couceiro)
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