Sanciones: ¿cuáles son los argumentos en contra?
Estados neutrales como Suecia, Austria y Suiza compiten entre sí para ofrecer sus “buenos oficios”. Y la adoptación de sanciones puede dañar su imagen internacional. Pero Suiza tiene una ventaja decisiva sobre sus competidores.
En la crisis de Ucrania de 2014, Suiza no se sumó a las sanciones contra Rusia, aunque sí condenó la anexión de Crimea. Una decisión que el Gobierno justificó con el argumento de que no quería debilitar la posición de Suiza como posible país mediador. Y es que ese año, Suiza presidía la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
Austria, que también es un Estado neutral, se sumó a las sanciones decretadas por la Unión Europea (UE), aunque lo hizo a regañadientes. Sin embargo, cuatro años después, cuando numerosos Estados europeos expulsaron a diplomáticos rusos del país tras el envenenamiento del exagente Serguéi Skripal, Austria no quiso sumarse a las sanciones.
El argumento oficial esgrimido para justificar la decisión fue que Austria tiene la función de “tender puentes” y el potencial para ser país mediador. De manera semioficial, también había intereses económicos en juego. Austria mantiene estrechas relaciones comerciales con Rusia y la entonces ministra de Asuntos Exteriores sostenía muy buenos contactos con Putin.
Argumentos contra las sanciones
El sentido y el sinsentido de las sanciones son un tema de debate no solo en los Estados neutrales. Un argumento habitual, por ejemplo, es que las sanciones no aportan nada, sino que castigan sobre todo a la población civil.
Los Estados neutrales van más lejos e invocan como argumento su “papel mediador”. “Austria quiere actuar como interlocutor”, explica la experta austríaca en seguridad y derecho internacional Elisabeth Hoffberger-Pippan, investigadora del Instituto Alemán para Política Internacional y de Seguridad en Berlín.
“Por un lado, Austria quiere aplicar sanciones, por el otro, no está dispuesta a renunciar completamente al diálogo con Rusia. No se trata necesariamente de una decisión de política de neutralidad, sino de una vía pragmática que, en última instancia, puede beneficiar a la Unión Europea”. Lógicamente, esto depende siempre de la situación política del momento. “Y en Rusia, la situación de los derechos humanos deja mucho que desear”.
En Austria se han utilizado las relaciones económicas con Rusia como argumento. También el Gobierno suizo ha reconocido abiertamente que los intereses económicos nacionales juegan un papel. En 2014, en su respuesta a una interpelación parlamentaria, el Consejo Federal señalaba que siempre se sopesan cuidadosamente los intereses antes de decidir si es conveniente o no que Suiza se sume a las sanciones que decretan otros países. “En esta ponderación se tienen en cuenta la política exterior, la política económica exterior y las consideraciones jurídicas”.
Finalmente, ni Austria ni Suiza mediaron en los casos citados. Sin embargo, la mediación en conflictos como parte de los “buenos oficios” es un argumento que causa buen impresión. También en la población.
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¿Para qué sirven los buenos oficios de Suiza?
“La neutralidad es muy importante para una gran parte del electorado austríaco”, dice Hoffberger-Pippan, aunque muchas veces la población no es consciente de lo que implica jurídicamente. La expulsión de diplomáticos, por ejemplo, no plantea ningún problema en términos de derecho de neutralidad.
La legislación helvética establece que Suiza solo puede imponer medidas coercitivas, si se trata de sanciones decretadas por organizaciones internacionales como la ONU, la OSCE o un importante socio comercial del país, por ejemplo la UE.
“Esta restricción no es una consecuencia de la neutralidad, sino que así lo ha elegido libremente el órgano legislativo para impedir que el Gobierno adopte sanciones que no hayan sido decretadas conjuntamente con los socios comerciales más importantes”, explica Jörg Künzli, profesor de derecho internacional de la Universidad de Berna.
A diferencia de Suiza, los países neutrales que son miembros de la UE pueden adoptar sanciones por su cuenta, si la UE no llega a un acuerdo para decretar sanciones conjuntas. Sin embargo, esto no ocurre prácticamente nunca.
Según una encuesta anual, la gran mayoría de la población suiza está a favor de la neutralidad, por lo que hay razones de política interior de peso para no sumarse a las sanciones.
Suiza tiene una ventaja…
No se puede descartar que la participación en las sanciones podría dañar la imagen internacional de Suiza como país mediador. Un aspecto no desdeñable, pues son varios los Estados neutrales que ofrecen sus “buenos oficios” y se disputan el papel de mediadores. Además, tanto Viena como la Ginebra internacional son ciudades importantes en materia de gobernanza global.
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“La neutral Suiza también puede decretar sanciones”
Sin embargo, Suiza tiene más margen de maniobra que otros países neutrales: no es miembro de la UE y, por consiguiente, no está obligada a sumarse a las sanciones de Bruselas. Berna sopesa los pros y los contras en cada caso.
Suecia, en cambio, se suma “siempre incondicionalmente” a las sanciones de la UE, según el Ministerio sueco de Asuntos Exteriores. Austria hace lo mismo, señala Hoffberger-Pippan, porque quiere mostrar su solidaridad y lealtad a la UE. Y desde el envenenamiento de Alexéi Nawalny, hay un ambiente negativo hacia Rusia.
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¿En qué medida es neutral Suiza?
A diferencia de Suiza, los Estados miembros de la UE no pueden guardar silencio. La UE tiene una Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) y en algunas votaciones se requiere la unanimidad. Irlanda, Suecia, Austria, Finlandia y Malta tienen que pronunciarse si la UE debe decretar o no sanciones contra un país. Para la aplicación concreta de las sanciones se necesita solo una mayoría cualificada. Esto permite a los países neutrales abstenerse en el debate, aunque por regla general –hay excepciones – están obligados a aplicar las sanciones.
…y un inconveniente en términos de imagen
Suiza tiene una política de neutralidad más pronunciada que Austria y Suecia y es percibida como más neutral desde el exterior.
Contrariamente a lo que se creía en el pasado, las sanciones económicas son compatibles con la neutralidad de Suiza. Según la Ley sobre Embargos, Suiza puede sumarse a las sanciones, pero no está obligada a hacerlo.
Se trata de una decisión que compete al Gobierno. El Consejo Federal puede optar por no sumarse a las sanciones para preservar los intereses de Suiza.
La única excepción: desde 2002 Suiza es miembro de la ONU y está obligada a aplicar las resoluciones del Consejo de Seguridad que imponen sanciones.
Ahora bien, esto también tiene sus inconvenientes: muchas veces Suiza es acusada de oportunismo, sobre todo, porque es conocida como uno de los centros financieros más importantes en el mundo. Si Suiza decide no sumarse a las sanciones, corre el riesgo de que sus bancos y centro financiero sean utilizados para eludir las sanciones internacionales. Y aunque el Gobierno toma contramedidas en estos casos, su imagen ya está dañada.
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Traducción del alemán: Belén Couceiro
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