Silenciosa revolución democrática europea
La guerra de Rusia en Ucrania está cambiando el equilibrio de poder en Europa. En la Unión Europea hay un creciente deseo y exigencia de que se hable desde abajo. La votación de Frontex en Suiza fue un trampolín.
Por primera vez en las urnas se decidió sobre la ampliación de una agencia específica de la Unión Europea (UE). Sorprendentemente, el voto no tuvo lugar en un país de la UE, sino en Suiza, el pasado 15 de mayo. El 71,5% de los votos se inclinaron en apoyar un respaldo financiero para respaldar a la Agencia Europea de Fronteras y Costas (Frontex).
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Todas las miradas siguen puestas en Frontex
La tarea de esta Agencia es controlar las fronteras exteriores de Europa. Como miembro de Schengen, Suiza contribuye a la financiación de esta agencia y de allí que el voto trató de aceptar o rechazar este respaldo.
La decisión de Frontex fue la 63º votación popular en un país europeo sobre un asunto continental en los últimos cincuenta años. Trece de estas votaciones tuvieron lugar en Suiza, país no miembro de la UE que, a diferencia de otras decenas de Estados, nunca ha votado directamente sobre su adhesión a la Unión Europea.
En la esfera pública europea, este voto democrático no causó mucho revuelo. En este momento, todas las miradas están puestas en la guerra rusa en Ucrania y sus consecuencias. Europa está ocupada tratando de asegurar mejor su posición frente a Moscú.
«La guerra en Ucrania está cambiando la imagen que tiene Europa de sí misma a gran velocidad», dice Alberto Alemanno, profesor de Derecho en la Universidad de Nueva York. Una consecuencia directa es la actual expansión hacia el norte de la alianza militar occidental, la OTAN, por parte de los estados anteriormente neutrales Finlandia y Suecia.
También en Dinamarca se votará a principios de junio el acercamiento de este país a la Política Común de Defensa y Seguridad. «La lucha de Ucrania no es solo de Ucrania, es una prueba de fuego para todo aquello en lo que creemos, nuestros valores, la democracia, los derechos humanos, la paz y la libertad», indicó la primera ministra danesa Mette Frederiksen al anunciar la próxima votación popular sobre Europa. Así, la próxima cita, la 64º, se celebrará ya en junio.
Para el politólogo danés-británico Matt Qvortrup, que imparte clases en la Universidad de Coventry, estas citas en las urnas marcan una importante señal contra el autoritarismo, misma que se ha extendido por todo el mundo en los últimos años: «La historia demuestra que los gobernantes sólo están dispuestos a compartir su poder con los ciudadanos en tiempos de crisis. Actualmente vivimos en una época así»
Esto también afecta a la Unión Europea. El actual impulso democratizador se hizo tangible recientemente con los resultados de la llamada «Conferencia del Futuro».
«La guerra de Ucrania deja claro que la UE tiene que evolucionar», mencionó el copresidente de la conferencia, el ex primer ministro belga Guy Verhoefstadt, cuando se presentaron los resultados de este encuentro.
A la conferencia, convocada hace un año, asistieron representantes de las instituciones de la UE y de los 27 Estados miembros, así como 800 ciudadanos de toda Europa elegidos al azar.
Se acordaron no menos de 325 propuestas concretas, entre ellas reformas democráticas clave como la introducción de votaciones populares a escala europea, listas electorales comunes para las elecciones parlamentarias de la UE y la abolición del principio de unanimidad en muchos ámbitos políticos.
«El impulso para un salto cuántico democrático en Europa está ahí», dice Daniela Vancic, que siguió la Conferencia del Futuro en el grupo de trabajo sobre Democracia Internacional, con sede en Colonia: «Lo crucial ahora será convencer a una mayoría de gobiernos de los Estados miembros para que acepten un proceso de cambio de tratado»
De hecho, las mayorías en las propias instituciones centrales de la UE comparten ahora las principales demandas de la «Conferencia del Futuro». El Parlamento Europeo apoya la convocatoria de una convención constitucional. Unos días después, el recién reelegido presidente francés y actual presidente del Consejo de la UE, Emanuel Macron, declaró: «Tendremos que reformar nuestros textos. Una de las formas de hacer esta reforma es convocar a una Convención para revisar los Tratados»
Los Estados miembros más pequeños de la UE pueden resistirse a esta evolución, temiendo que un refuerzo de los instrumentos democráticos en toda la UE pueda debilitar la influencia de los Estados individuales. Pero entre sus propios ciudadanos, la «Conferencia del Futuro» tiene eco. Así lo demuestra un nuevo estudio del instituto de investigación gfs.bern, de Suiza.
Según el estudio, una clara mayoría de ciudadanos de todos los Estados miembros de la UE está a favor de la posibilidad de opinar sobre cuestiones europeas en el futuro, tanto en el marco de votaciones nacionales y europeas en su conjunto.
Con base en la reciente votación popular helvética sobre Frontex, el estudio comparativo europeo también analiza el grado de interés de realizar una votación similar sobre la agencia de la UE en los distintos países: con la excepción de los Estados nórdicos y los Países Bajos, la mayoría también acoge la posibilidad de un referéndum para evaluar el asunto en las urnas.
Como señala Daniel Graf, de la Fundación para la Democracia Directa, uno de las partes que solicitaron el estudio, estas decisiones ciudadanas «dejan claro que los referéndums son muy eficaces para iniciar debates sociales». El economista Luzius Meisser, también miembro del grupo que encargó este estudio afirma al respecto: «Europa está preparada para la democracia directa. El estudio demuestra que la población puede formarse una opinión política y también quiere tener más voz.»
Fuente:
frontex-europa-und-die-direkte-demokratie_-gfs_bern-data-47600897.pdf?ver=c8558ed0
(Adaptación del alemán al español: Patricia Islas)
Patricia Islas
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