Suiza ayuda a blindar el fortín de Europa
Grecia está preparada para frenar el flujo de inmigrantes ilegales, como demuestra un viaje a lo largo del río Evros, en el extremo sur de Europa. Para ello el país cuenta con el apoyo de la agencia de control de fronteras exteriores de la UE, Frontex, de la que Suiza forma parte y no de forma desinteresada.
Daniela Looser se encuentra con su colega rumano en la oficina de Frontex en Kipi, puesto fronterizo oficial de Grecia con Turquía. A dos kilómetros de distancia está el puesto fronterizo turco, del otro lado del río Evros, cuya longitud de 185 km demarca el límite de ambos países.
La guardia de frontera de 27 años, oriunda de la Suiza oriental, lleva tres semanas en Grecia. Es su primera intervención con la agencia europea para la gestión de las fronteras exterioresEnlace externo (Frontex) y también su primera estancia en este país. No habla griego. En el puesto fronterizo se suele hablar inglés.
Looser trabaja habitualmente en Rheintal (San Gall). Postuló a un puesto en el grupo suizo de FrontexEnlace externo porque quería conocer las fronteras exteriores del Espacio Schengen. Suiza la ha contratado y paga su sueldo; Frontex coordina y sufraga las intervenciones y Grecia es responsable de la parte operativa.
Evitar las entradas ilegales
Frontex
La agencia europea para la gestión de las fronteras exteriores, Frontex, tiene sede en Varsovia y existe desde 2004.
Gestiona las intervenciones de la UE en sus fronteras externas para frenar la migración ilegal, capturar a los traficantes de personas y obtener informaciones sobre las rutas de migración.
Presupuesto para esos fines: unos 88 millones de euros, En las tareas participan unos 1.800 guardias de frontera de la UE, y también de Suiza.
Frontex coordina las tareas de barcos, helicópteros, aparatos de visión nocturna, cámaras infrarrojas y perros de búsqueda, puestos a disposición por los Estados miembros.
(Fuente: Frontex)
Durante los turnos de día y de noche en Kipi, Daniela Looser viste el uniforme azul del Cuerpo de Guardia de FronterasEnlace externo de Suiza, lleva un brazalete de Frontex en el brazo derecho y el arma de ordenanza en el cinturón. Una de sus tareas es comprobar la autenticidad de los documentos de identidad para impedir así la inmigración ilegal. “No es raro descubrir pasaportes o visados falsos”.
A diferencia de Suiza –donde desde su entrada en el Espacio Schengen se puede exigir documentos esencialmente para el control de aduana–, el control de los viajeros en las fronteras exteriores de Schengen es obligatorio. “Se controla a todos”. Por lo demás, el trabajo en Kipi es como en Rheintal, dice: “Las personas en todo el mundo quieren, sencillamente, ir de A hacia B”.
Looser, jardinera de formación, se ha especializado igualmente en la inspección de vehículos. “En principio, puede haber personas ocultas en cada vehículo, sea un Smart o un camión”. No dice más. Cada empleado de Frontex está sometido a reglas de discreción estrictas si se trata de informaciones tácticas.
“Trabajamos en el respeto de las leyes del país donde nos hallamos y nuestra misión es bridarle apoyo en las operaciones de control. A los griegos no hay que mostrarles cómo funciona la protección de las fronteras, ellos los saben”, precisa Daniela Looser.
De Kipi viajamos 80 kilómetros hacia el norte, por la orilla boscosa del Evros. Al otro lado del río está Turquía. Desde allí, los inmigrantes tratan una y otra vez de llegar a Europa a bordo de botes remolcadores. Vienen de Afganistán, Irak, Siria o Somalia.
En este río han ocurrido innumerables tragedias. Hoy está tranquilo. No hay a la vista guardias de frontera ni patrullas con perros. ¿Estarán ocultos detrás de los árboles y los setos? Ante el aumento de migrantes, Grecia ha intensificado sus controles en los últimos años y vigila la región del Evros con el apoyo de helicópteros, dispositivos de visión nocturna y cámaras térmicas y en colaboración con Frontex.
Hasta hace dos o tres años, la ruta de los refugiados transcurría por la estrecha franja de tierra, donde el límite no la demarca el Evros, sino las praderas y el campo. Cientos de migrantes ilegales cruzaban diariamente esta frontera verde. Desde comienzos de 2013 allí se erige una valla de acero de 12,5 kilómetros que casi imposibilita el paso al otro lado.
En la comisaría de policía de la ciudad de Orestiada nos espera el policía Panos Zevgalotakos, subjefe del control fronterizo en el distrito. Con él cruzamos campos de cereales y girasoles. A 500 metros de la valla de acero empieza la zona militar, donde una soldado y su colega hacen guardia con metralletas en posición de tiro.
Un teniente coronel nos escolta en la zona militar. Durante 15 minutos podemos observar y fotografiar la valla doble de 4 metros de alto, cubierta con rollos de alambre de espino. Detrás de la controvertida ‘cortina de acero’ hay tal vez un metro de suelo griego, luego está Turquía. No podemos fotografiar territorio turco y tampoco puede aparecer en las fotos el teniente coronel.
Los griegos están acostumbrados a tratar con extranjeros. “Desde la construcción de la valla recibimos a unos 100 grupos”, dice Zevgolatakos. La (cadena) CNN estuvo aquí, y también equipos de televisión de Australia, Japón, Alemania. Y en abril de 2013 nos visitó la ministra de Justicia de Suiza. ¿Cómo se llama…? Sí, Simonetta Sommaruga”.
Cambia la ruta de migración
“La presión en las peligrosas rutas de tránsito por mar ha aumentado desde el levantamiento de la valla y los controles intensos a lo largo del Evros, añadido a que Bulgaria construye igualmente una valla en su frontera”, señala Elias Anagnospopoulos, director de Amnistía InternacionalEnlace externo Grecia.
Frontex y Grecia
Desde 2008, la ruta por Turquía hacia Grecia, Bulgaria y la UE es escenario de un masivo flujo de inmigrantes ilegales. Son, sobre todo, afganos y somalíes y crece el número de refugiados sirios. Los traficantes de personas actúan mayormente en Estambul, pero también en Izmir, Edirne y Ankara.
Más de 40.000 migrantes utilizaron esa ruta entre 2008 y 2009, casi 40% del total de la UE. En 2010, se registraron más de 55.000, tras lo cual Frontex envió su primer Grupo de Intervención Rápida en Fronteras (RABIT) con 191 guardias para apoyar a las autoridades griegas en la frontera.
En 2011 fueron detenidos 57.000 migrantes; en 2012 fueron 37.200 y en 2013 en 2012 y 24.800 en 2013.
En la operación Poseidon Land, realizada en Grecia desde marzo de 2013 hasta marzo de 2014, participaron 535 guardias fronterizos. En esa acción capturaron a 186 traficantes de personas.
(Fuente: Frontex)
“Una y otra vez ocurren los llamados ‘pushbacks’, cuando los guardias de costa o frontera fuerzan a los refugiados a retroceder hacia el mar o la otra orilla del río, una clara violación de los derechos humanos”.
Eso pasó, por ejemplo, el 20 de enero de 2014 cuando once refugiados afganos y sirios, entre ellos ocho niños, perecieron ahogados cerca de la isla griega de Farmakonisi, porque la guardia costera griega remolcó el bote en el que estaban hasta Turquía, explica el director de Amnistía Internacional Grecia. Las autoridades griegas niegan que se haya tratado de una expulsión forzada.
En nuestra conversación con el policía Panos Zevgolatakos, de Oristiada, mencionamos los ‘pushbacks’. Dice que jamás ha oído hablar de esos casos. “Nosotros respetamos las leyes internacionales y griegas. Si las infringiera iría a prisión”. El agente del orden público culpa a las bandas de traficantes de la difusión de malas noticias sobre Grecia.
Frontex se distancia rotundamente de tales medidas y califica los ‘pushbacks’ de ilegales. Por otra parte, precisa que Amnistía Internacional (AI) responsabiliza de esos hechos a los funcionarios griegos y no a los guardias fronterizos de otros Estados.
No obstante, AI considera que la agencia europea de control de fronteras es corresponsable de las violaciones de los derechos humanos, dada su condición de coordinadora. “Por eso exigimos que Frontex suspenda esas operaciones en Grecia”, recalca Anagnospopoulos.
El director de AI Grecia denuncia, además, que se destine más dinero a la protección fronteriza que a la atención a los refugiados. Asimismo critica al resto de la UE que “se siente feliz de que España, Malta, Italia y Grecia se ocupen de la protección de las fronteras. Nosotros exigimos a la UE una política de asilo más humana. Cuando un solicitante de asilo o un inmigrante llama a nuestra puerta debemos escucharle y esclarecer si tiene derecho a la protección”.
Centro ejemplar
En Orestiada nos despedimos de Zevgolatakos y viajamos 15 km al noroeste, a Fylakio. En las afueras del pueblo funciona desde hace un año el centro de acogida inicial para refugiados capturados en la región del Evros.
En el portón del espacio cercado nos recibe el director del centro, Christos Christakoudis y allí permanecemos. No nos permiten entrar. Aparte de un perro vagabundo y un par de muchachos que juegan al fútbol detrás de las barracas, no se ve a nadie.
Frontex y Suiza
En calidad de miembro de los acuerdos Schengen/Dublín, Suiza participa desde 2011 en misiones de vigilancia en las fronteras exteriores de la UE. El país cuenta con un grupo de 40 especialistas que una vez realizan una misión de cuatro semanas.
Suiza pone a disposición, entre otros, especialistas en debriefing, o sea guardias de frontera que entrevistan a los migrantes para obtener información sobre los traficantes y las rutas que emplean.
Envía además expertos en control de documentos y vehículos, así como guardias de frontera para la vigilancia de recintos abiertos.
En 2013, Suiza cumplió 1.257 días de servicio. En colaboración con las autoridades locales, registró más de 1.000 ingresos ilegales, efectuó más de 400 retornos e identificó más de 100 pasaportes falsos.
La contribución anual de Suiza a Frontex es de casi 3,5 millones de francos.
(Fuente: Administración Federal de Aduanas)
En cuatro alas distintas del edificio hay sitio para alojar a 240 refugiados: hombres, mujeres y niños. “Gracias a la valla fronteriza, Frontex y los controles reforzados ha disminuido mucho la cantidad de migrantes ilegales que llegaron el año pasado”, refiere Christakoudis.
En el centro hay servicio de comida y limpieza, TV, teléfono y juegos para los migrantes que proceden mayormente de Siria y Afganistán. Según el coordinador, los recién llegados se someten a un examen médico y psicológico y se les informa sobre el derecho de asilo. Cuentan con traductores. “Después de un máximo de 15 días, los refugiados van a un centro de acogida en alguna parte de Grecia o retornan voluntariamente a su país. Los menores de edad pasan a cargo de la Organización Internacional para las Migraciones, OIM”.
Quien no solicita asilo, y ese es el caso de la mayoría (porque Grecia, pasa por una crisis y es poco atractiva), corre el riesgo de caer en la contigua cárcel de expulsión (Detention Centre), muy vigilada; un sitio cuyas condiciones insostenibles han criticado varias veces los medios de comunicación internacionales.
Christakoudis parece alegrarse de no tener nada que ver con el centro de detención. “Quizás está abarrotada la prisión, no lo sé, pero no soy responsable de eso. Nosotros tenemos 240 plazas y un máximo de 240 ocupantes”.
El director de AI Anagnospopoulos describe el centro de recepción de Fylako como “el Gran Hotel de los centros griegos”. La situación en la cárcel contigua o en otras estructuras penitenciarias del país es otra historia. “Están repletas, carecen de atención médica o es deficiente, hay malos tratos por parte de los guardias y meses sin ver la luz del sol”.
Sin comentario
Andrea Hülsmann no quiere opinar sobre cuestiones de asilo y políticas de Grecia. Es jefa de la participación internacional en el Cuerpo de Guardia de Fronteras de Suiza y voló a la región fronteriza griega para permanecer 36 horas e intercambiar ideas con los responsables de Frontex y del país de operaciones.
“Es importante mantener los contactos y el intercambio de ideas, como lo es que Suiza marque presencia”. Está impresionada por la profesionalidad del trabajo que realiza Frontex. “Las participaciones son enriquecedoras para nosotros, aunque en casa nos falte gente en esta época”. Pero no se puede olvidar que a Suiza también le favorece si los migrantes ilegales son frenados en las fronteras externas del espacio Schengen.
Entretanto, en el puesto de Kipi, la guardia de frontera Daniela Looser cumple un nuevo turno de servicio. Pronto terminará su estancia de cuatro semanas en Grecia y volverá a incorporarse en el Cuerpo de Guardias de Frontera de Suiza.
“Admiro a los griegos. Cada mes tienen que acoger y enseñar las tareas a nuevos trabajadores extranjeros. He aprendido mucho en esta experiencia, he conocido a nuevos colegas y otro rincón de Europa”.
Dentro de poco volverá a controlar vehículos y documentos de viaje en Rheintal, en el cantón suizo de San Gall. Allí, también -como en todas partes-, las personas viajan de A hacia B, por motivos diversos.
Traducción del alemán: Juan Espinoza
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