Suiza no es un modelo en la protección del clima
Con sus medidas internas, Suiza no podrá lograr ni la mitad de los objetivos del Protocolo de Kyoto. El gobierno tendrá que recurrir más de lo previsto a los certificados extranjeros de emisiones. Para las organizaciones ecologistas es evidente la falta de éxito de la política climática.
“Hasta hace unos veinte años estábamos a la vanguardia en el campo del medio ambiente. Suiza fue, por ejemplo, uno de los primeros países de Europa en introducir la obligación de los catalizadores y los controles de emisiones de los automóviles. Hoy estamos más o menos, dependiendo del sector, en la media europea”, reconoce Karine Siegwart, responsable de la sección Europa de la Oficina del Medio Ambiente (UFAM).
El informe del Medio Ambiente en Suiza 2011, publicado en julio por la UFAM, indica con claridad: En algunos sectores la situación se estanca o empeora con respecto a los años 90. Por ejemplo, en lo que concierne a la protección del aire y las emisiones del tráfico motorizado: en los últimos 20 años el consumo de combustible aumentó en un 15%.
Con ello, se dispararon a tal punto las emisiones de CO2 que han comprometido la mayor parte de los esfuerzos realizados hasta ahora para cumplir con los compromisos del Protocolo de Kyoto. Según este acuerdo, entre 2008 y 2012 las emisiones de gases de efecto invernadero deberán ser reducidas un 8% respecto a 1990.
Medidas insuficientes
“En combustibles, como la nafta, fuimos aún más lejos de los objetivos establecidos. En carburantes como la gasolina, no los alcanzamos. Y esto, por dos razones: en primer lugar, el aumento de la población y de la movilidad y, por otra parte, porque no teníamos ninguna medida adecuada”, explica Bruno Oberle, director de la UFAM.
En 2008, Suiza introdujo una tasa sobre el CO2 de los combustibles. Los partidos del centro y centro-derecha, que tienen mayoría en el Parlamento, han rechazado en forma sistemática un impuesto similar al carburante, lo que podría tener un doble efecto: reducir el consumo y financiar otros proyectos para la protección del clima.
De acuerdo con resultados recientes, lo más probable es que las medidas internas resulten insuficientes para cubrir al menos la mitad de las reducciones de la masa de CO2 prevista en el Protocolo de Kyoto.
Entonces, el gobierno va a tener que recurrir más de lo previsto a los certificados de emisiones del programa de reducción de CO2 en países en desarrollo o en transición. El pasado 17 de enero, el Consejo Federal concluyó un nuevo acuerdo con la Fundación Centavo Climático para la compra de certificados adicionales.
La UE, mejor que Suiza
“En el perfil internacional es un escándalo que Suiza no cumpla con las reglas del Protocolo de Kyoto”, dijo Patrick Hofstetter del capítulo Suiza del Fondo Mundial parta la Naturaleza (WWF). El texto del acuerdo no especifica los niveles exactos de la reducción de CO2 que realizaran los países signatarios. De acuerdo con el especialista en temas climáticos, los juristas de la Unión Europea (UE) y de Suiza coincidieron en que debe ser al menos la mitad.
“Es inaceptable para un país como Suiza: según el último informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente, la Unión Europea logrará el pleno respeto de las reglas”, dijo Hofstetter. Es decir, mejor que Suiza, en particular, Alemania, Gran Bretaña y los países escandinavos.
“Estos países han hecho más por la promoción de tecnologías limpias o la aplicación de impuestos sobre el CO2. Suiza, sin embargo, es todavía ahora uno de los países europeos con el mayor consumo de combustible para calefacción per cápita. Baste decir que el precio de la gasolina es uno de los más bajos de Europa”.
Polémicos certificados
La compra de certificados de emisiones en el exterior no es en sí misma una cosa negativa. Para combatir el cambio climático no es importante que las reducciones se hagan en Suiza o en el extranjero.
“Hay dos posiciones, ambas sustentables. Por un lado, serían mejor medidas internas de reducción de las emisiones de CO2 para crear incentivos destinados a desarrollar nuevas tecnologías. Por otro lado, las reducciones pueden lograrse con mayor facilidad en el extranjero, ya que muchas actividades industriales contaminantes han sido trasladadas a países en desarrollo y en transición”, dice Markus Ohndorf, experto en economía ambiental de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich.
Las reducciones de costos en el exterior cuestan 5 veces menos que en lo interno. En la actualidad los precios de los certificados extranjeros de emisiones cayeron a su nivel más bajo de los últimos años. Estos certificados, no obstante, plantean algunas interrogantes por parte de organizaciones ambientales.
“Hay algunas categorías de certificados muy controvertidas, que generan dudas sobre si realmente contribuirán a reducir las emisiones de CO2.
Sabemos de diversos programas, como por ejemplo en la India, para el cual se han expedido certificados de emisión, a pesar de que no se corresponde con los criterios establecidos”, señala Patrick Hofstetter.
Mecanismos de verificación
Desde hace varios años, como parte de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, “se han establecido diversos mecanismos eficaces para la emisión y verificación de los certificados de emisión”, indica Bruno Oberle. “Ha habido mejoramiento en los controles, en parte debido a la presión de las organizaciones ambientales”, dijo Markus Ohndorf.
Los ecologistas se muestran escépticos, sin embargo: “Teniendo en cuenta la experiencia, el gobierno suizo tendría que haber establecido criterios estrictos de calidad para la compra de certificados”, afirma Patrick Hofstetter. “Ahora solo podemos esperar que la Fundación Centavo Climático elija proyectos serios. De lo contrario, Suiza reducirá el CO2 en el papel, pero no para el clima”.
Al firmar el Protocolo de Kyoto, Suiza se comprometió a reducir un 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero, entre 2008 y 2012, en comparación con 1990.
Entre 2008 y 2012, las emisiones deberán ser reducidas en 4,2 millones de toneladas por año.
Los datos finales solamente estarán disponibles en 2014, pero es muy probable que con las medidas internas no pueda lograrse ni la mitad de las reducciones.
Estas medidas incluyen en particular la introducción en 2008 de un impuesto sobre el CO2 (el principal contaminante) que se aplica al combustible, equivalente a 9 centavos de franco por litro de aceite para calefacciones.
El Parlamento rechazó en diciembre pasado un impuesto equivalente al aplicado a los combustibles.
Para evitar ese impuesto, representantes de las empresas acordaron con el Gobierno una minigravámen de 1,5 centavos por litro de gasolina, cuyo producto (alrededor de 100 millones de francos anuales) será destinado a la Fundación Centavo Climático.
La Fundación es responsable de sostener con esos fondos proyectos que reduzcan las emisiones de CO2 en Suiza y, especialmente, en el extranjero – mediante la adquisición de certificados de emisión.
En el marco del Protocolo de Kyoto, los países signatarios deberán reducir de manera sustancial sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Para facilitar el logro de los objetivos, el acuerdo prevé diversos mecanismos flexibles que le permiten aprovechar las reducciones adicionales en otros países
Entre estos mecanismos está la compra de certificados de emisiones de los programas de reducción de gases con efecto invernadero de países en desarrollo o en transición. Los certificados son verificados por un organismo de la ONU.
(Traducción: Marcela Águila Rubín)
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