«Turquía es un modelo para el mundo islámico»
En 2008, Recep Erdogan buscaba una adhesión a la Unión Europea (UE). Hoy, Turquía vive un ‘boom’ económico y su casi omnipotente primer ministro dirige la mirada al mundo islámico. Entrevista con el experto en conflictos Kurt R. Spillmann.
Al inicio del nuevo milenio, Turquía estaba al borde de la bancarrota. Una década después, el país en el Estrecho del Bósforo, que separa Europa de Asia, figura entre las 15 economías más pujantes del planeta.
Según Kurt R. Spillmann, profesor emérito de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ), el camino que ha emprendido Recep Erdogan se resume en dos términos: “industrialización e islamización”.
swissinfo.ch: ¿Puede mantener Turquía su actual crecimiento económico?
Kurt Spillmann: Esto depende de muchos factores, por ejemplo, de la situación de la economía mundial, ya que Turquía exporta cada vez más bienes. Otro factor de incertidumbre es el importante déficit de la balanza comercial.
Turquía ha logrado generar un clima muy favorable a la inversión extranjera y se ha convertido en un imán para las inversiones directas. Esto no va a cambiar, o por lo menos no en el futuro inmediato. El temor reside en que Estados Unidos y Europa no consigan recuperarse pronto de la actual crisis económica. No olvidemos que los países de la Unión Europea (UE) son los principales clientes de las exportaciones turcas.
swissinfo.ch: ¿En qué medida Ankara utiliza su poder económico para incrementar su influencia geopolítica?
K.S.: En este ámbito, ha habido un gran giro. En el célebre discurso que pronunció en Colonia (Alemania) en 2008, el primer ministro Erdogan declaraba que no veía otra vía para Turquía que la de la adhesión a la Unión Europea.
Desde entonces, las cosas han cambiado. Ankara intenta imponer su política en la región y desarrollar su influencia geopolítica.
En Occidente, se considera que Turquía es un país importante en el Mediterráneo. Por un lado, como miembro de la OTAN; por otro, como potencia protectora de Chipre del Norte (población turcochipriota). Respecto a naciones de Asia Central, como Turkmenistán, Turquía tiene un papel importante como país de tránsito de los flujos energéticos.
En el sur y sureste, se perfila como un ejemplo para el mundo islámico, al haber logrado conjugar industrialización e cultura islámica. Erdogan lo subrayó durante sus visitas a El Cairo y Túnez. En septiembre de 2011, fue recibido en la capital egipcia como un “héroe” y un “guía” para todo el mundo árabe. Por tanto, la influencia de Turquía ha crecido.
swissinfo.ch: El eterno debate sobre la adhesión a la UE ha caído en el olvido con la crisis de la deuda. Desde la perspectiva turca, ¿tiene aún sentido el ingreso en la UE?
K.S.: En Turquía, no solo ha cesado el debate sobre la adhesión, sino que ha cambiado completamente de rumbo. El ministro de Economía, Zafer Caglayan, empleó términos muy duros para comentar la concesión del Premio Nobel de la Paz a la UE. Habló de la “Unión más hipócrita de todos los tiempos”, que dejó a Turquía 50 años esperando en el umbral de la puerta y que, más que nada, hubiera merecido un premio por su cinismo y sus mentiras.
Una visión compartida en los círculos del primer ministro Erdogan. La situación ha cambiado radicalmente. Hoy, Turquía confía demasiado en sus propios medios como para solicitar una adhesión a la UE. Evidentemente, las negociaciones prosiguen desde hace años, pero sin gran empeño.
swissinfo.ch: Desde el punto de Bruselas, ¿no sería oportuna la adhesión de un nuevo miembro poderoso para hacer frente a la crisis de la deuda y del euro?
K.S.: En Bruselas hay partidarios de la adhesión de Turquía. Pero en la UE persisten las posiciones divergentes. El Premio Nobel de la Paz, que debería dar un espaldarazo a la Unión Europea, no va a acelerar la adhesión de Turquía. De hecho, prevalece la idea de que el ingreso de Turquía reforzaría ulteriormente la fuerza centrífuga de la UE.
swissinfo.ch: Turquía comparte frontera con Siria, un país azotado por la guerra civil. ¿Podría extender su posición geoestratégica como una especie de línea de frente contra los intereses rusos en Oriente Medio, por ejemplo dentro de la OTAN?
K.S.: Turquía está muy decepcionada con el papel que ha desempeñado la OTAN en el conflicto sirio, sobre todo con el comportamiento de Estados Unidos. Washington y Ankara tienen puntos de vista diametralmente opuestos sobre lo que debe ser Siria después de la era al Asad. El primer ministro Erdogan inició una política de reislamización que parte de la tradición conservadora suní –por no decir fundamentalista. Turquía aspira a instaurar, en colaboración con Arabia Saudí y Catar, un Estado musulmán en Siria.
swissinfo.ch: Turquía está considerada como un puente entre Occidente y Oriente. ¿Es un cliché superado, considerando la nueva política de Ankara? ¿Dónde quiere posicionar Erdogan a su país?
K.S.: Turquía se sitúa cada vez al lado de las naciones suníes y profundamente creyentes. No obstante, persisten las divisiones entre kemalistas, o sea laicos, y la tendencia islamista que predomina en las calles de Estambul, visible por ejemplo en la vestimenta de las mujeres. Erdogan se ha convertido en un auténtico autócrata, que controla completamente el país. La creciente presión sobre la libertad de prensa solo es una prueba de ello.
Las fuerzas de la modernización, que representaba el ejército instaurado por el fundador del Estado Mustafá Kemal (Atatürk) como garante de la Turquía moderna, han quedado anonadadas.
Recientemente, un hombre de negocios de Estambul me decía que ningún empresario puede obtener contratos gubernamentales si no muestra un comportamiento fiel a la religión y si su esposa no lleva el velo. Es un pequeño indicio, pero seguramente inequívoco, de la nueva orientación cultural. Turquía se está alejando de su papel de puente entre Oriente y Occidente y del modelo de una sociedad abierta.
La República de Turquía nace con el tratado de paz de Lausana de 1923. En 1925, Turquía y Suiza firman un tratado de amistad.
En 1926, el fundador del Estado, Mustafá Kemal, apodado Atatürk, retoma casi literalmente el Código Civil y el Código de Obligaciones helvéticos.
En los años 1980 y 1990, como consecuencia del conflicto entre turcos y kurdos, llegan a Suiza muchos refugiados kurdos.
En 1993, un manifestante kurdo muere y otros siete resultan heridos delante de la embajada turca en Berna, tras ser alcanzados por balas disparadas por el personal de seguridad de la legación diplomática.
Las relaciones entre Suiza y Turquía viven uno de los momentos más delicados a comienzos de 2000, después del debate sobre el exterminio de los armenios en 1915. En 2003, el Parlamento del cantón de Vaud reconoce como genocidio la masacre de 1,5 millones de armenios a manos del ejército otomano.
Ankara anula la visita que prevé realizar a Turquía la entonces jefa de la diplomacia suiza, Micheline Calmy-Rey.
En 2007, un tribunal de Lausana condena al nacionalista turco Dogu Perinçek por violar la norma penal antirracista. Perinçek había calificado públicamente de “mentira internacional” el genocidio. Otros tres nacionalistas turcos son condenados por la misma razón.
El clima entre Berna y Ankara mejora a partir de 2006. En 2008, cuatro ministros suizos visitan Turquía.
(Traducción: Belén Couceiro)
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