UE muestra a Suiza espantajo de lista negra
Bruselas exige rápidamente de Berna propuestas concretas para suprimir los regímenes privilegiados acordados a las compañías internacionales. La presión de los Veintisiete, que amenazan con sanciones, podría reforzar, sin embargo, la competitividad fiscal de Suiza.
Antes de que concluya el primer semestre de este 2013, Berna debe tener soluciones para “suprimir algunas tasaciones fiscales cantonales a empresas”. El ultimátum, lanzado en diciembre por el Consejo de Ministros de la UE, fue reiterado hace unos días por el comisario fiscal europeo, Algirdas Semeta.
La UE tiene en la mira los estatutos fiscales especiales concedidos por los cantones a empresas –holding, sociedades mixtas y empresas gestoras- que operan en el exterior y concentran casi únicamente su actividad administrativa en Suiza. Sus utilidades obtenidas fuera de territorio helvético están exentas de imposiciones cantonales o gozan de tasas fiscales mucho menores, si se compara con el gravamen a utilidades obtenidas dentro del país.
Para Bruselas se trata de regímenes fiscales equivalentes a “subvenciones públicas”, que “provocan la libre competencia entre Suiza y la UE”. Sin progresos sustanciales en estos seis meses, Suiza corre el riesgo de encontrarse en una lista negra y de exponerse a represalias de parte de los Veintisiete, indicó Semeta.
Las empresas con sede social o con actividad económica en Suiza son tasadas a escala federa, cantonal y municipal.
El gobierno federal impone una tasa fiscal de 7,83% a los beneficios generados dentro o fuera de Suiza de empresas con sede en su territorio.
Los impuestos percibidos por los Cantones (con impuestos comunales incluidos) se sitúan entre el 4,6% y el 17,7%.
Cerca de 25.000 empresas – holdings, sociedades mixtas y empresas administrativas- se benefician de regímenes fiscales especiales otorgados por los cantones. De este modo quedan exoneradas de impuestos o pagan tasas muy bajas por sus actividades en el exterior.
Se trata generalmente de empresas que transfirieron solo sus oficinas generales a Suiza, desde donde llevan a cabo sus actividades de gestión de licencias y administración de las empresas que tienen bajo su control en el extranjero.
Según la UE, estos regímenes especiales tienen el mismo carácter que las subvenciones púbicas y afectan a la libre competencia en el ámbito fiscal. En ese sentido, violan el acuerdo de libre comercio concluido en 1972 con Suiza.
Creciente competencia
Para Suiza, el asunto es de relevante valor: los regímenes fiscales especiales han contribuido al atractivo de su plaza económica. A lo largo de la década pasada, miles de empresas internacionales establecieron su sede en Suiza. Y esto en un contexto de competencia fiscal internacional cada vez más marcado.
“Después de 10 o 15 años se observa una tendencia general a escala europea hacia una reducción de las tasaciones empresariales”, comenta Martir Eichler, especialista fiscal del Instituto de Investigación Económica de Basilea, BAK. Una tendencia que revela también un estudio de la auditoría KPMG: entre 2001 y 2011, la tasa media de imposición de utilidades empresariales disminuyó en el interior de la UE de 30,4% a 22,9%.
Pese a esta evolución, Suiza figura aun en buena posición, en comparación europea. Con una tasa fiscal media de 21,2%, se situaba en mejor posición en 2011, en comparación con Gran Bretaña (28%), Alemania (29%), Italia (314%) y Francia (33.3%). Irlanda, que decidió hace más de una década “romper los precios” en materia fiscal, se distancia de Suiza con una tasa de 12,5%.
Otras ventajas
“Desde hace algunos años, Suiza se encuentra cada vez más confrontada a la competencia de los nuevos miembros del este europeo en la Unión Europea, que hacen grandes esfuerzos fiscales para atraer empresas extranjeras”, recuerda Martin Eichler.
Impresionantes, efectivamente: Bulgaria, con una tasa impositiva promedio de 10%; Letonia y Lituania, de 15%; Rumania, 16% y le siguen la República Checa, Eslovaquia, Polonia y Hungría, con 19%.
Y escala internacional, es necesario mencionar a Singapur y China, que también ofrecen tarifas privilegiadas”, anota Eichler, y añade:
“Las imposiciones fiscales bajas no son el único factor de competencia para una plaza económica. Se suman otros elementos, como el nivel de formación de la mano de obra, la productividad, la estabilidad política y económica, la seguridad jurídica y la eficiencia de la infraestructura. En todos estos ámbitos, Suiza tiene muy buenas notas”.
Las más bajas imposiciones fiscales a las utilidades empresariales en Europa:
Bulgaria 10%
Irlanda 12,5%
Appenzel Rodas Exteriores, Obwald e Nidwald, Suiza: 12,66%
Schwyz, Suiza 13,95%
Appenzel Rodas Interiores, Suiza 14,16%
Letonia y Lituania 15,0%
Uri, Suiza 15,12%
Zug, Suiza 15,38%
Lucerna y Schaffhausen, Suiza 15,97%
Romania 16%
Glarus, Suiza 16.46%
Turgovia, Suiza 16,51%
Grisones, Suiza 16,68%
San Gallen, Suiza 16,88%
Argovia 18,87%
Polonia, Eslovaquia, República Checa y Hungría 19%
En esas cifras cantonales está incluida la tasa impositiva federal (Fuente: KPMG)
Alternativas
Pese a ello, el riesgo de hemorragia es importante. Numerosas serían aquellas empresas, de entre las 25.000 que disponen de un régimen fiscal especial, que decidirían partir si Suiza decide renunciar a sus tasas preferenciales. Berna busca ganar tiempo, pero ahora ya se encuentra con la espalda en el muro.
“La decisión es política, pero creo que la UE tiene buenos argumentos para justificar sus exigencias”, indica Marius Brülhart, docente de economía en la Universidad suiza de Lausana. “No sería inteligente de nuestra parte afirmar simplemente que hacemos soberanamente lo que queramos. Antes o después, corremos el riesgo de perder. Ahora es el momento propicio para reformar el sistema de imposición empresarial y hacerlo eurocompatible”.
Una conclusión que el Ejecutivo suizo también avizora en un próximo proyecto de reforma, en el que se incluye la supresión de tasaciones preferenciales cantonales y otras soluciones.
Guerra peligrosa
Ya se esbozan otros remedios. Tres grandes cantones, Ginebra, Zúrich y Basilea, han mencionado la posibilidad de descender sus imposiciones a entre 13% y 16% para todas las empresas asentadas en sus territorios que renuncien a los regímenes fiscales. Una medida que relanzaría el “curso fiscal a la baja” en Suiza. Algunos cantones de menor dimensión ya redujeron en los últimos años sus tasas impositivas a niveles prácticamente comparables a los irlandeses.
“La presión ejercida por la UE terminará por volver aún más competitiva a Suiza a escala internacional”, subraya Marco Bernasconi, profesor de Derecho Tributario de la Universidad de Lucerna. “Al mismo tiempo, nos confrontamos a una competencia fiscal cada vez más peligrosa internacional”.
“Actualmente, en ciertos cantones hay empresas que pagan en un año lo que dirigirían en tres años en otros cantones. Esta guerra fiscal provoca graves riesgos en la situación financiera de muchos cantones”.
Traducido del italiano: Patricia Islas
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