Por qué una experta en democracia boicotea los plebiscitos en Polonia
El 15 de octubre, el pueblo polaco vota por primera vez sobre cuatro proposiciones simultáneas en las urnas. Sin embargo, en estas consultas no participará la directora del Centro de Investigación para la Democracia Directa. La jurista polaca y experta de la democracia suiza alega razones de peso para su decisión.
De la noche a la mañana se colocó en la plaza Rynek Kościuszki de Białystok un despertador móvil de casi cuatro metros de altura. Un reloj digital hace la cuenta atrás de los días, las horas, los minutos y los segundos hasta el cierre de los colegios electorales en Polonia. La instalación lleva un letrero que dice: “Nie śpij, bo cię przegłosują” (en español: “No te duermas, si no deciden otros por ti”). “Con esta campaña, nuestras autoridades municipales pretenden motivar a la ciudadanía a participar”, explica Elżbieta Kużelewska.
En la frontera con Bielorrusia y Kaliningrado
Al lado del despertador gigante me reúno con la jurista doctorada y capacitada para ocupar una cátedra universitaria: “Nos encontramos ante unas elecciones importantes para la democracia en Polonia”, dice Elżbieta Kużelewska —cuyo nombre abreviado es Ela—, al tiempo que observa con preocupación las grandes pancartas con los retratos de candidatos y candidatas de Podlaquia que cuelgan de las fachadas de las casas.
El distrito del noreste de Polonia -la llamada voivodía- limita con Bielorrusia, Lituania y el exclave ruso de Kaliningrado. Pero la campaña no solo gira en torno a cuestiones locales, también importan los temas nacionales que se abordan en cuatro consultas plebiscitarias.
Al escrutinio del pueblo se someten las siguientes preguntas:
1) ¿Apoya usted la liquidación de los bienes del Tesoro Público para venderlos a empresas extranjeras, lo cual significaría que los polacos y polacas perderían el control sobre sectores estratégicos de la economía?
2) ¿Apoya usted el retraso de la edad de jubilación, incluida la reintroducción de la jubilación obligatoria a la edad de los 67 años para hombres y mujeres?
3) ¿Apoya usted la retirada de las vallas fronterizas entre la República de Polonia y la República de Belarús?
4) ¿Apoya usted la acogida de miles de inmigrantes ilegales de Oriente Próximo y África, tal y como lo impone la burocracia europea con su mecanismo de desplazamientos forzosos?
Aquí, en el extremo este de Polonia, nació Ela en el seno de una familia de la ortodoxia polaca. Pronto se dio cuenta de que estaba viviendo en una región especial del país, en el que, por lo demás, suele dominar el catolicismo apostólico romano. “En nuestra vecindad había musulmanes tártaros, judíos lituanos y ortodoxos bielorrusos”, puntualiza.
Soviéticos y nazis deportaron la población local
A lo largo de la dramática historia de Polonia se repitieron las deportaciones de minorías y las represiones y el genocidio contra distintos grupos étnicos. De ello da testimonio hoy en Białystok el recién inaugurado museo “Sybir Memorial”. Se encuentra en la antigua estación ferroviaria de Poleski, desde donde se deportaron durante la Segunda Guerra Mundial a decenas de miles de personas a los gulags soviéticos en el Este y a los campos de concentración nazis en el Oeste.
Por este motivo, Ela, cuando todavía era una joven estudiante de Derecho, se interesaba por las condiciones básicas para una convivencia pacífica y democrática de culturas y grupos étnicos diferentes. En un primer viaje a Occidente en autoestop, junto con su entonces novio (y hoy marido) Dariusz, descubrió cosas que cambiaron para siempre su vida: “En una carretera comarcal en el sur de Polonia nos llevó en su coche un hombre joven que nos explicó que se iba a Suiza por unas semanas y nos preguntó si queríamos acompañarle”, se acuerda. Una vez llegados a Suiza, Ela y su novio vieron “el Monte Cervino y los bonitos lagos alpinos, pero también las pancartas que anunciaban votaciones populares”, además oyeron hablar de “las asambleas populares”.
Suiza como inspiración y área de investigación
De vuelta en Polonia oriental, las impresiones del viaje siguieron haciendo mella en Ela. Empezó a familiarizarse con el sistema político suizo, escribió una tesina de máster sobre los derechos populares en Suiza y, finalmente, redactó una disertación sobre el tema de la “Democracia directa en Europa”.
La hoy vicedecana de la Facultad de Derecho y madre de dos hijos lleva diez años al frente de la dirección del Centro para la Democracia Directa de la Universidad de Białystok. Además, Ela es socia fundadora de la red “Incjatywa HelweckaEnlace externo” (“Iniciativa Helvética”) que realiza actividades en toda Polonia.
“De esta manera queremos compartir nuestras experiencias con Suiza para favorecer el desarrollo democrático en Polonia”, explica Ela, que a lo largo de los últimos treinta años ha visitado el país alpino en repetidas ocasiones por motivos profesionales y privados. Mientras califica las iniciativas populares y los referéndums en Suiza de ejemplares a escala internacional, no le causó tanta impresión la asamblea popular que fue a ver en una visita reciente a Glaris. “En mi opinión, este tipo de asambleas de la democracia directa tiene, en primer lugar, un carácter folclórico.”
Uso estratégico de la democracia directa
En estas últimas jornadas antes de estas décimas elecciones parlamentarias desde el cambio de régimen en 1989, se vuelve a discutir en Polonia sobre la utilidad de los procesos democrático-directos. “Estas votaciones populares no sirven para fortalecer la democracia”, afirma la experta Ela Kużelewska, que no piensa participar en ellas. Solo introducirá sus papeletas para el “Sejm” y el Senado, la cámara baja y alta, respectivamente.
El escepticismo de Ela tiene que ver con el carácter estratégico de estos comicios, que combinan por primera vez elecciones parlamentarias con consultas populares. Con la convocatoria a última hora de cuatro plebiscitos sobre temas políticos controvertidos, como los refugiados, las vallas fronterizas y la edad de jubilación, el partido gubernamental nacional-conservador PiS pretende movilizar a su propio electorado.
Las votaciones están diseñadas para agradar a los partidarios del PiS. Así, se pregunta al electorado, por ejemplo, si apoya la “liquidación de los bienes del Tesoro Público para venderlos a empresas extranjeras”, lo cual, según la papeleta de votación, significaría que “las mujeres y los hombres polacos perderían el control sobre sectores estratégicos de la economía”; y en otra pregunta dirigida al electorado se puede leer si aprueba “la acogida de miles de inmigrantes ilegales de Oriente Próximo y África”, tal y como lo exige la “burocracia europea”.
El hecho de que las consultas populares se celebren paralelamente con las elecciones también pone en duda el resultado electoral ya que las papeletas de votación no se introducirán en la misma urna como los boletos electorales. De este modo se podrá apreciar en los colegios electorales quiénes renuncian a introducir su papeleta de votación, lo cual se interpretará como un indicio evidente para su actitud crítica con el gobierno.
Con ello, el partido gubernamental también socava “toda una serie de leyes electorales”, realza Andrzej Jackiewicz, colega de Ela en el Centro para la Democracia Directa. En contra de lo dispuesto en la constitución polaca, que prohíbe la modificación de las leyes electorales en los seis meses anteriores a los comicios, el Parlamento polaco decidió, por una escueta mayoría, someter cuatro preguntas a votación en los comicios del 15 de octubre.
En un análisis publicado recientemente, Jackiewicz pudo comprobar que la mayoría gubernamental modificó nada “menos que 170 disposiciones de la ley electoral” durante los últimos meses. Todas las modificaciones están dirigidas a mejorar las posibilidades electorales del Gobierno en detrimento de los partidos de la oposición.
Jackiewicz aduce el ejemplo de las restricciones de acceso a los colegios electorales para los polacos que viven en el exterior, que en su mayoría suelen votar, tradicionalmente, a favor de los partidos liberales.
Esta política del Gobierno hace crecer la resistencia, sobre todo en la población urbana de Polonia. A principios de octubre, más de un millón de personas se manifestaron en todo el país.
En estos comicios se verá cuántos electores comparten la preocupación de Ela sobre el futuro de la democracia en Polonia.
En 1997, el electorado polaco aprobó la constitución hoy vigente. Desde entonces, ha podido expresar su opinión en cuatro consultas plebiscitarias. La única vez que se superó la barrera del 50 % de participación electoral exigido para una decisión vinculante, fue cuando se votó sobre la adhesión a la Unión Europea en 2003. En este referéndum participó el 59 % del electorado, del que un 78 % votó a favor del ingreso. Doce años más tarde, el entonces presidente del Estado Bronisław Komorowski sometió al voto del pueblo tres preguntas (sobre la financiación de los partidos, el escrutinio mayoritario y la amnistía fiscal) por motivos políticos y tácticos. La maniobra fracasó estrepitosamente: en dichos comicios participó menos del ocho por ciento de la población con derecho a voto. Más éxito tiene la democracia directa en el ámbito local y regional: cada año se celebran cerca de cien votaciones municipales y provinciales.
Texto adaptado del alemán por Antonio Suárez Varela
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