Un hombre a la imagen de Suiza
Ignazio Cassis, ministro de Exteriores, es presidente de la Confederación este 2022. El tesinés ha tardado en adaptarse a las funciones que ha asumido y parece aislado en el seno del Consejo Federal (Gobierno). Sus éxitos son poco visibles y su expediente europeo se encuentra sepultado. Más allá de las críticas, su trayectoria revela mucho sobre el funcionamiento de Suiza.
“Flexible” e “inconstante”, estos son los calificativos atribuidos por políticas y políticos de Suiza a Ignazio Cassis. Otros lo consideran “versátil” o “torpe”. Estos calificativos no son nuevos, pero se le quedan pegados a la piel. Así es cómo lo caracterizan en la capital federal, desde la extrema izquierda a la extrema derecha pasando por el centro.
Preguntado sobre Ignazio Cassis, un socialista experto en política exterior que prefiere no ser citado por su nombre, declara: “Suele darle la razón, pero luego hace lo contrario. Esto lleva ineludiblemente a la decepción.” Según Roger Köppel, especialista en asuntos exteriores de la Unión Democrática de Centro (UDC/derecha conservadora), “su política no se basa lo suficientemente en los principios y se orienta demasiado en las posibilidades de reelección”. Y Elisabeth Schneider-Schneiter, especialista en política exterior del partido del Centro, considera que su afán por “contentar a todo el mundo” es “en realidad un rasgo que le honra”.
Michael Steiner, responsable de prensa de Cassis, cree que se trata de un malentendido. Según él, su jefe es abierto, busca el consenso y escucha. “De hecho, me sorprende que esto en Suiza se considere una actitud errática.” Ignazio Cassis, por su parte, no encontró tiempo en su agenda para concedernos una entrevista.
El fracaso
El tesinés Ignazio Cassis, de 60 años, es un prototipo del sistema de milicias suizo. Llega rápidamente al cargo más alto, posicionado estratégicamente por su partido (Liberal Radical PLR) como peón para asegurar un escaño tesinés en el Consejo Federal. Sin experiencia diplomática alguna, se hace cargo del dossier más complicado de Suiza: negociar un acuerdo marco con la Unión Europea (UE), objetivo que fracasa en reiteradas ocasiones.
Hemos hablado con más de veinte personalidades del mundo de la política y la diplomacia para llegar a esta hipótesis periodística, lo cual no ha sido fácil. Conversamos con observadoras y observadores, con compañeras y compañeros de trayectoria cercanos, del Tesino y de Berna. Algunos han decidido facilitarnos datos únicamente de manera informal porque trabajan en la Administración federal o porque expresan valoraciones personales. Otros, que se han cansado de criticar a Cassis, solo estuvieron dispuestos a declarar bajo anonimato.
Por muy variopintos que sean los colores políticos de las fuentes, el retrato resulta sorprendentemente homogéneo. Se trata de un hombre simpático que en un breve espacio de tiempo ha llegado lejos en política, inclinándose hacia posturas cada vez más derechistas. Comenzó su labor en el Gobierno de manera entusiasta y prometedora. Su misión consistía en desbloquear las relaciones encalladas entre Suiza y la Unión Europa. De ahí la decepción sobre el fracaso de este cometido, palpable también entre la población. En los sondeos populares que realiza la SSR, Cassis recibe casi siempre la nota más baja. La última vez, en otoño, le dieron 3.1 puntos (en una escala de 1 a 6).
La oportunidad
Así era la situación al final del año 2021. Ahora, Ignazio Cassis asume la presidencia de la Confederación, un mandato que se vislumbra como una luz en el horizonte. Liberado del expediente europeo, ¿logrará establecerse como figura de cohesión nacional y acentuar, en esta época de pandemia, su perfil de médico y experto? Así lo desean incluso muchas de las personas desilusionadas con él, según han expresado varios creadores de opinión en los medios de comunicación tras su elección, también porque sería bueno para este país convulsionado.
Sin embargo, muchas veces se olvida que Ignazio Cassis es un hombre a la imagen de Suiza. Versátil y torpe: de este modo se comporta Helvecia con Europa. Un diplomático describe así la situación: “Suiza es amable y dice a todo el mundo: ‘por favor, sean amables con nosotros’. Luego viene la pregunta: ‘Vale, ¿y qué es lo que quieren ustedes?’ Y entonces, Suiza se queda muda. No tiene respuesta.” La ironía de este chiste es precisamente que carece de gracia.
No hay movimientos, hacia ningún lado. Así se presenta Suiza bajo el mandato de Ignazio Cassis, tanto en 2017 como en 2021: perseverando en su inmovilismo, en el centro de Europa. Es prisionera de su destino, del hecho que el pueblo y el Parlamento pueden corregir en todo momento los pasos dados por el Gobierno, hasta que este ya no se atreve a dar ninguno más.
Las raíces
Luigi Cassis, el padre de Ignazio, era campesino y luego agente de seguros. Y el abuelo fue un inmigrante italiano que se instaló en el pequeño pueblo fronterizo tesinés de Sessa. “Cuando uno crece con tres hermanas y una sala de baño, se aprenden las técnicas de negociación”, dirá más tarde Ignazio Cassis sobre sus orígenes humildes. De chico bizqueaba, se burlaban de él, era un auténtico torbellino. A los doce años, durante una caída, pierde el dedo meñique de su mano derecha que se queda colgado en la punta de un vallado. A los 15 años adquiere el pasaporte suizo y conserva el italiano.
A los 26 años obtiene el diploma de médico de la Universidad de Zúrich. A los 35 se convierte en médico cantonal del Tesino y un año más tarde se doctora en medicina. Enterrado su sueño de trompetista de jazz profesional, asume el cargo de médico jefe del Ejército. Es un fumador ocasional. Y a los 43 años toma posesión de su primer cargo político en el concejo de Collina d’Oro, una comuna tesinesa de 4 600 habitantes en la que aún reside, situada a cinco kilómetros de Sessa. Tres años más tarde es elegido al Consejo Nacional (Cámara baja del Parlamento), a una edad más bien tardía.
“No era un político, pero veíamos en él un buen candidato, por lo que lo incluimos en la lista”, recuerda Fulvio Pelli. Figura eminente en el Partido Liberal Radical (PLR) durante muchos años, este tesinés apoyó a Cassis desde el inicio. Al principio, su nombre aparece en la lista de candidatos como suplente. No sale elegido, pero consigue una buena posición, que le permitirá entrar en el Parlamento cuando Laura Sadis, su colega de partido, decide abandonar el hemiciclo para entrar en el Gobierno tesinés. “Un tipo inteligente, con una gran capacidad de aprendizaje”, subraya su promotor Fulvio Pelli.
En septiembre de 2010, Ignazio Cassis, sin experiencia en el ejecutivo, con apenas tres años de trayectoria en el Consejo Nacional y un instinto político todavía en gestación, decide presentar su candidatura al Consejo Federal. Lo hace “para la Suiza italiana”, declara. En la votación recibe doce votos.
El giro ideológico
El PLR tesinés lo conforman dos grupos. Uno se adscribe al liberalismo económico y es próximo a la plaza financiera de Lugano. El otro grupo tiene su centro en Bellinzona y se caracteriza por su tendencia progresista y su histórica “lucha por la cultura”. En él militan empresarias y empresarios comprometidas (os) con el equilibrio social. Ignazio Cassis no encaja en este orden dual. “Es realmente difícil situarlo”, manifiesta Fulvio Pelli. Como joven médico, Ignazio Cassis está influenciado por el catolicismo, además, es una persona “racional”, como certifican algunos, y humanista. En el seno de la Comisión federal para las cuestiones relacionadas con el sida, en la que participa siendo médico joven, lucha activamente contra la estigmatización de los homosexuales. Es burgués, pero al mismo tiempo está a favor de la legalización del cánnabis.
Es un espíritu abierto, ágil, pragmático. “Al principio era Bellinzona, luego se convirtió en Lugano”, señala el profesor en ética Alberto Bondolfi, que ha colaborado estrechamente con él en la lucha contra el sida. Así es Ignazio Cassis, una persona versátil.
Un ser solitario
Desde el principio, resulta difícil situar políticamente a Ignazio Cassis, que carece de una red propia. Cuando más tarde dirigirá su campaña electoral para las elecciones al Consejo Nacional, lo hace ciertamente bajo el umbral de su partido. Pero sus carteles no son los que otros miembros del PLR utilizan. Crea su propia imagen. Y su campaña en solitario culminará con éxito. Ignazio Cassis es como Suiza.
De niño, cuando pierde su meñique, su padre lo lleva al hospital, donde lo deja solo. El pequeño Ignazio aguarda durante tres horas en una sala de espera oscura antes de que finalmente proceden a amputarle el dedo. Aprendió pronto a valerse por sí mismo, declarará en 2017 al diario Blick.
“Parece tener pocos apoyos en el Consejo Federal y en la Administración”, observa hoy el politólogo Claude Longchamp. Como consejero federal (ministro), Cassis no ha sabido tejer alianzas capaces de sostenerle en los momentos difíciles, añade.
¿Le falta una red? “En el PLR y fuera del partido hay mucha gente que lo apoya y que no aprecia los ataques continuos de la izquierda contra él”, opina Fulvio Pelli, que se incluye en ese grupo. Además, es sabido que el exconsejero federal radical Kaspar Villiger aconseja al ministro de Exteriores suizo. Pero los demás miembros del Gobierno cuentan con mejores redes que van más allá de sus propios ministerios, remarca Longchamp.
Es como un estribillo:
“Cassis solo en casa” (Tages-Anzeiger, marzo de 2019)
“Cassis solo en casa” (Blick, abril de 2021)
“Cassis en misión solitaria” (NZZ, noviembre de 2021)
La retirada
Desde que el Consejo Federal sepultara el acuerdo marco con la Unión Europea, esta retirada se ha acentuado. Ignazio Cassis ha cortado los puentes con la política, se escucha decir casi al unísono desde la Comisión de política exterior del Parlamento. Personas que lo aprecian, lo ven hoy “menos espontáneo” y “más reservado”. “Fue atacado duramente por los medios de comunicación, también de manera injusta”, señala su colega de partido y consejera nacional Christa Markwalder.
Otros narran cómo perdió la sangre fría cuando le hicieron preguntas críticas sobre el expediente europeo. Fue el verano pasado cuando los expertos en política exterior querían saber por qué el Consejo Federal había sepultado el acuerdo marco con Europa, sin siquiera haber consultado al Parlamento. “¡No nos encontramos en el Tribunal Federal!”, espetó entonces Cassis. Se ha vuelto más sensible y se ha atrincherado en el Ministerio de Exteriores, indica una representante de la izquierda.
Para Michael Steiner, portavoz de Cassis, la decepción en la Comisión de política exterior del Consejo Nacional es por lo menos comprensible. Muchas parlamentarias y parlamentarios trabajaron intensamente y durante mucho tiempo en el acuerdo marco, dice. “Luego, el Consejo Federal lo sepulta. Esto supone una ruptura. El Consejo Federal tomó esta decisión de forma colectiva, antes de consultar el asunto con las Comisiones de política exterior”, señala. Después del abandono del acuerdo marco, Cassis ha hecho una gran labor de explicación en Suiza y en los países de la UE, añade el portavoz. “Que se hubiera parapetado, como dicen algunos, no se corresponde con la realidad.”
El candidato
Esta imagen contrasta con el dechado de cordialidad tesinesa que era Cassis en su época de diputado en el Parlamento federal. Entonces trabajaba como consejero nacional del PLR para las aseguradoras de enfermedad y las residencias de ancianos. Como cabildero profesional ganaba un sueldo anual de 300 000 francos. Participaba en importantes comisiones y, en un momento dado, se convirtió en jefe del grupo parlamentario del PLR.
En esta etapa, Ignazio Cassis muestra facetas de sí mismo que le harán elegible para muchos en 2017, empezando por el hecho de ser un políglota y un perfecto mediador entre las diferentes regiones del país. Además, es “intrínsicamente simpático” y “jovial”, como señalan sus compañeras y compañeros de ruta. También llaman la atención en él su “fuerte intelecto” y su “dominio impresionante de los expedientes”.
En 2017, tras producirse una vacancia en el Consejo Federal, el escaño del PLR es cuestionado. El Partido Liberal Radical necesita una candidatura sólida, capaz de precaverse contra cualquier ataque. Encuentra la solución en una tradición muy suiza: la consideración particular por las minorías. Esta actitud constituye la columna vertebral de esta nación y cohesiona al país. Y se da la circunstancia de que la Suiza de expresión italiana carece de representación propia en el Consejo Federal desde hace 18 años. Entonces, el PLR decide defender su derecho al escaño en el Gobierno con el tesinés Ignazio Cassis. Según Fulvio Pelli, fue el partido quien le pidió presentarse, y no al revés.
El examen
Pero la propuesta tiene lagunas. En Suiza, el Parlamento no suele elegir al Consejo Federal a una persona que no haya demostrado su capacidad de liderazgo en la economía privada o en un órgano ejecutivo. Entonces, Ignazio Cassis hace valer su experiencia como líder de su grupo parlamentario. Consigue alinear a las parlamentarias y parlamentarios del PLR. Y en la primavera de 2017, durante el debate sobre la reforma de las pensiones, Ignazio Cassis, que en el Ejército suizo ocupa el rango de comandante, logra un no decidido de su grupo en la votación.
Con esta demostración de fuerza política consigue atacar el proyecto de prestigio de los socialistas, encabezado por el consejero federal Alain Berset, cuya reforma acaba naufragando. Christian Levrat, presidente del Partido Socialista (PS), está fuera de sí. A partir de ahora, Ignazio Cassis será su enemigo. Para ser elegido al Consejo Federal, el diputado tesinés ya no podrá contar con el apoyo de la izquierda.
Tendrá que buscar apoyos en la derecha. Entonces, se adhiere al grupo de presión suizo de las armas Pro Tell y renuncia voluntariamente a su nacionalidad italiana, sin duda por miedo a la prensa, como sospechan en el Tesino. Poco después abandonará Pro Tell.
Las trampas
Al mismo tiempo, Ignazio Cassis promete al grupo parlamentario de la UDC, que se opone a cualquier acercamiento a la UE, un amplio programa de apaciguamiento. “No al acuerdo marco con la UE, no a la adaptación automática del derecho comunitario, no a los jueces foráneos. Estas fueron sus declaraciones”, recuerda Albert Rösti, entonces presidente de la UDC.
Antes incluso de convertirse en consejero federal, ya estaban colocadas las trampas. Su adhesión relámpago al grupo de presión de las armas y el rechazo a sus orígenes le valen la fama de oportunista, de la que ya no se podrá deshacer nunca más. Además, el que en su día fuera un político de consenso acaba ganándose la enemistad permanente de los socialistas. Termina inclinándose hacia posiciones muy derechistas, perdiendo así a los centristas. Y en los siguientes comicios necesitará el apoyo de la UDC si quiere salir reelegido.
La ruptura
Al año siguiente, en 2018, se verá hasta qué punto se ha convertido en prisionero de la UDC. Karin Keller-Sutter, miembro como Cassis del PLR, entra como nueva consejera federal en el Gobierno. Quiere ponerse al frente del Ministerio de Economía que está vacante. Pero Guy Parmelin, de la UDC, desea lo mismo.
La disputa sobre la cartera ministerial se convierte a la vez en una guerra subsidiaria entre la UDC y el PLR. El Ministerio de Economía es el clásico feudo de los liberales radicales. El renovado Consejo Federal se ve obligado a votar sobre el tema, lo cual es ya de por sí un hecho inusual. Y entonces Cassis vota a favor de la UDC, en contra de la colega de su propio partido.
La deslealtad contra su copartidaria conduce a una desavenencia profunda que perdura hasta hoy. Hace ya tiempo que Karin Keller-Sutter ha dejado de esforzarse en disimular su opinión personal sobre Cassis, como afirman dos fuentes independientes de su entorno.
“Lo ha escogido él”
En noviembre de 2017, Ignazio Cassis asume la cartera de Exteriores. Retrospectivamente, este reparto de ministerios parece el preludio de una farsa. Alain Berset, diplomático de formación, habría de encargarse más tarde de la gestión de la pandemia. Y el médico Cassis, especialista en salud pública, se hace responsable del asunto europeo. Se levanta el telón del primer acto.
¿Cómo se ha llegado hasta aquí? Ignazio Cassis dispone de todos los conocimientos necesarios para dirigir el ministerio del Interior, pero el Partido Socialista no quiere dejar las obras sociales en manos de la derecha liberal. Y de ningún modo quiere el Ministerio de Exteriores (DFAE), dado que en él el margen de acción es limitado. No es un ministerio que ocupa al Parlamento y al pueblo con nuevas ideas. La ayuda al desarrollo y la diplomacia son asuntos de largo plazo.
“La política exterior no es popular en Suiza”, afirma Fulvio Pelli. “Nadie quería el Ministerio de Exteriores. Lo ha escogido él.” En el DFAE reina un fuere espíritu corporativista, al igual que en el Ministerio de Defensa. Los oficiales y los diplomáticos funcionan de manera diferente a la de los funcionarios públicos, siguen sus propias reglas.
Amigo de Israel
Ignazio Cassis se da cuenta enseguida y llama a Markus Seiler, exjefe del Servicio de Inteligencia de la Confederación, para que ocupe el cargo de secretario general. Se trata de una persona astuta, habilidosa y con experiencia directiva.
Según fuentes muy diversas, existe en el seno del DFAE una línea de conflicto en torno a una cuestión crucial de la diplomacia: es decir, el criterio político defendido frente al conflicto en Oriente Próximo. En breve, asumir una línea propalestina o proisraelí acaba repercutiendo en un posicionamiento concreto en el espectro político entre izquierda y derecha.
Markus Seiler, liberal y militante del PLR, es un firme defensor de Israel, al igual que Cassis. Su nombramiento y la nueva amistad con Israel en el seno del DFAE marcarán la política (personal) del ministerio en los años siguientes. De esta política resultarán nuevas embestidas contra Cassis, que se acometerán principalmente a través de los medios de comunicación. Los que comparten la línea defendida por Cassis, lo elogian precisamente por su audacia y firmeza en este asunto. Los que no la comparten, encuentran ocasiones para filtrar noticias a la prensa que acaben dando titulares negativos.
Pero según numerosas fuentes, lo fatal del nombramiento de Markus Seiler es el hecho de que no se haya formado en el cuerpo diplomático. Por su experiencia profesional, un diplomático habría aportado la persuasión necesaria para establecer alianzas en otros ministerios. Y para llevar los planes de Cassis al interior del ministerio, Markus Seiler no disponía del pedigrí necesario a los ojos de los diplomáticos, insisten estas fuentes.
Esto no quedará sin consecuencias para Cassis, que pretende “romper con el espíritu gregario” en su ministerio, el cual sigue una “determinada ideología, como declaró en una entrevista concedida al periódico semanal Weltwoche. “Quería terminar con la era izquierdista de Micheline Calmy-Rey”, señala Fulvio Pelli. Una parte del cuerpo diplomático se rebela. Se filtran informaciones, se producen escándalos. En el DFAE reina un “Rasputín” encubierto, que no es otro que Markus Seiler, escribe un exdiplomático. Ignazio Cassis tiene que aplicar la mano dura. Traslada a ciertos funcionarios y cierra las filas. Esto es sin duda el comienzo de lo que acaban por llamar su “parapeto”.
Suiza primero
Mucho antes, sin embargo, su desavenencia con Cristian Levrat le pasa factura al recién electo Cassis. Después de dar sus primeros pasos en el parqué internacional, en un encuentro con el presidente de la Comisión de la UE Jean-Claude Junker, el presidente socialista califica al consejero federal de “novato”. A continuación, Cassis se permite una serie de traspiés, como si quisiera sustentar las críticas de Levrat y de muchos otros. Se expresa de manera poco diplomática sobre el papel de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), y desde una mina en Zambia tuitea un mensaje publicitario para la multinacional suiza de materias primas Glencore.
Además, Ignazio Cassis se aplica para transformar la política exterior suiza en una especie de política de economía exterior. “La ha entrelazado más estrechamente con las necesidades de la economía y la política migratoria”, resume Paul Widmer, profesor de Diplomacia y Relaciones Internacionales.
Dirigiéndose al ministro tesinés, el semanario dominical Sonntagsblick le suelta la pregunta: “¿Se sitúa usted más a la derecha de lo que se podría pensar?” Y Cassis contesta: “No, ya se sabía quién era. Por eso la izquierda no me ha dado su voto.”
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El moderador
Desde el principio, Ignazio Cassis se empeña para llegar rápidamente a un acuerdo en las negociaciones con Bruselas. Nombra a un nuevo negociador jefe, pero también lleva las conversaciones él mismo. Su homólogo en Bruselas es el comisario de la UE Johannes Hahn, un diplomático curtido. Ambos mantienen reuniones frecuentes y hablan mucho por teléfono. Incluso, Cassis invita a Hahn al Tesino. En Twitter, ambos empiezan a llamarse “amigo”. Tras seis meses en el cargo, el ministro suizo ya es “Ignazio” para Johannes Hahn.
La tarea de un cabildero consiste en trabajar para lograr buenas relaciones y crear oportunidades y una situación inicial favorable para hacer valer sus intereses. “Ignazio Cassis siempre ha sido un político que busca el consenso y trabaja por la concordia”, dice Fulvio Pelli. Las relaciones y la búsqueda del consenso son las cualidades que le caracterizan en esas conversaciones.
Ignazio Cassis se dispone a jugar el papel de moderador, o incluso de mediador, también de cara al público suizo. Escucha las exigencias y arbitra entre los intereses divergentes de Suiza y la UE. “La política exterior también es política interior”, explica. Su verdadero punto fuerte se convierte ahora en una debilidad. Quien modera entre dos partes distintas y al mismo tiempo defiende la postura de una de las partes involucradas, se encontrará a la larga en un conflicto de intereses. A la postre, se trata de asumir una posición.
En junio de 2018, con un estilo realmente prototípico de moderador, Ignazio Cassis afirma que en la discusión sobre las medidas de acompañamiento “la UE y Suiza deben estar preparados para superarse a sí mismas”. Esta declaración señala un hito en la larga historia del acuerdo marco. Al dejar entrever la posibilidad de una atenuación del régimen suizo relativo a la protección del salario, Cassis roza una línea roja. Los sindicatos se exasperan. La izquierda se muda al campo contrario. De este modo, Cassis pone en marcha “aquella dinámica que finalmente desemboca en la ruptura de las negociaciones con la UE”, analiza el cotidiano Tages-Anzeiger.
Irritaciones
¿Qué parte de la culpa le toca entonces para que Suiza no haya llegado a un acuerdo con la UE? Todos los que han hablado con nosotros, están de acuerdo en que le corresponde una parte de la responsabilidad, pero no a él solo, dado que era uno de siete consejeros federales. “Se hubiera podido dar en otra configuración”, afirma la centrista Elisabeth Schneider-Schneiter. “Si en el momento dado hubiese permitido que Karin Keller-Sutter asumiera el Ministerio de Economía, sin duda habría podido contar con su apoyo para el acuerdo marco.”
Sin embargo, algunas de las irritaciones en Bruselas hay que atribuírselas directamente a Cassis, incluida la más llamativa. El 23 de noviembre de 2018, la UE trata de cerrar el acuerdo. Ignazio Cassis se reúne de manera discreta en Zúrich con el comisario de la UE, Johannes Hah, que vuelve a actuar como negociador jefe. La delegación de Bruselas presiona. Felix E. Müller, autor del libro Kleine Geschichte des Rahmenabkommens (“Una breve historia del acuerdo marco”), describe el encuentro en la Neue Zürcher Zeitung del siguiente modo: “El equipo de Hahn se comunicaba continuamente con Bruselas para cubrirse las espaldas, cosa que la parte suiza no hacía. Los diplomáticos de la UE concluyeron entonces que las posiciones defendidas por Cassis debían haber sido pactadas previamente con el Gobierno.”
Después, para gran sorpresa de los suizos, la delegación de la UE presenta un acuerdo marco completamente redactado. No todos los miembros de la delegación helvética están de acuerdo con las formulaciones contenidas en él. “Pero no tuvieron la oportunidad de expresar sus reservas porque Cassis no les pidió su opinión”, escribe Felix E. Müller. Ignazio Cassis, el negociador “sin experiencia en el mundo de la diplomacia”, no ha estado “a la altura de la jugada de Bruselas”.
El balance
Comienza entonces un período glaciar. Ni la izquierda ni la derecha se atreven a dar el siguiente paso, ni Bruselas ni Berna. Ignazio Cassis aprovecha para marcar una nueva pauta en el ámbito de la ayuda al desarrollo con un paquete de financiación de 11 000 millones de francos. Y en política exterior otorga prioridades a las relaciones con China y Oriente Próximo. Para todo ello se gana sin problema alguno los apoyos del Parlamento. Además, amplía la red exterior de la Confederación. En su conjunto desarrolla una política exterior claramente definida en torno a unas pautas básicamente liberales, siempre acompañado de críticas persistentes.
Sin embargo, hoy se le juzga por la cuestión vital para Suiza: el expediente europeo. Por este motivo, y porque sus propuestas al respecto fueron cada vez más desoídas en el seno del Consejo Federal, le apetecerá seguramente dejar en manos de otros este espinoso asunto durante su año de mandato presidencial.
Un nuevo potencial
Ignazio Cassis se centrará en asuntos más agradables y fortalecerá su presencia en la geografía nacional. Vuelve a tambalearse uno de los dos escaños que su partido ostenta en el Consejo Federal, ahora más que nunca: se trata del suyo propio. Ignazio Cassis se muestra más abierto, más a la escucha de las preocupaciones de la izquierda. Con China busca el diálogo sobre los derechos humanos y, de manera más general, trata de promover el multilateralismo: la Ginebra internacional, la diplomacia digital, el Foro Mundial del Agua en África. Ubica los nuevos centros de gravedad de la política exterior suiza en el sureste asiático, aunque también en EE. UU. Suiza, prácticamente, ya tiene asegurado un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU, y a lo mejor podrá ejercer de Estado mediador en el conflicto de Ucrania. Todo ello contribuye a ampliar la proyección, y a agrandar el potencial de recuperar simpatizantes en el centroizquierda.
Las malas lenguas afirman ahora que Cassis ha vuelto a hacer campaña electoral. Un personaje versátil, esta imagen se ha incrustado. Michael Steiner, su jefe de prensa, contesta: “Vive lo que constituye la esencia de la política suiza, el acuerdo.” Un hombre a la imagen de su país.
Traducido del alemán por Antonio Suárez
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