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¿Una reforma fiscal demasiado generosa con las empresas?

La UE, el G20 y la OCDE quieren terminar con las astucias que utilizan las multinacionales para evadir el fisco. REcientemente, la Comisión Europea impuso una multa récord de 13 000 millones de euros al gigante americano Apple. Keystone

La Reforma III del impuesto de sociedades, aprobada en junio pasado por la mayoría de centro-derecha del Parlamento, servirá para adecuar la legislación suiza a los nuevos estándares internacionales. El Partido Socialista ha conseguido someter a referéndum el paquete de medidas, al considerar que la derecha ha aprovechado esta reforma para conceder regalos fiscales a las empresas.

Las dos primeras grandes reformas del sistema de imposición a las empresas que aprobó el Parlamento en 1997 y 2007 pretendían mejorar el marco fiscal y aumentar el atractivo de Suiza para las sociedades internacionales. La Reforma IIIEnlace externo sobre la que los suizos votan el 12 de febrero, en cambio, ha sido dictada por las crecientes presiones del extranjero y, en primer lugar, de la Unión Europea (UE). Y es que para Bruselas, la fiscalidad de las empresas se ha vuelto “demasiado” atractiva.

Una revolución fiscal

La BEPS (Base Erosion and Profit Shifting – Erosión de la base imponible y traslado de beneficios) es el mayor plan de modernización y armonización del sistema fiscal internacional de los últimos 100 años. Hasta ahora, se han adherido un centenar de países, entre ellos Suiza.

Elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), este plan de acción pretende introducir estándares globales para subsanar las lagunas en las diferentes legislaciones nacionales que permiten a las multinacionales rebajar sus impuestos, por lo que disminuyen los ingresos en las arcas estatales. 

La OCDE ha identificado otras 400 estratagemas que utilizan las sociedades transnacionales para evadir el fisco, entre ellas: el traslado de los beneficios a jurisdicciones de baja tributación, el tránsito de inversiones directas por paraísos fiscales o la aplicación de ‘precios de transferencia’ artificiales, o sea, precios de venta o adquisición de bienes, servicios u otras prestaciones entre sociedades que pertenecen al mismo grupo.

En 2007, la Comisión Europea criticó siete prácticas fiscales, en especial los regímenes especiales de los cantones para atraer a los corporativos, las sociedades de economía mixta y las sociedades de domicilio: empresas que operan en el extranjero y tienen solo actividades administrativas o una sede fiscal en territorio helvético. Los beneficios de esas empresas están exentos del pago de impuestos cantonales o se benefician de una tasa impositiva muy inferior a las que se aplica a las empresas que sí operan en Suiza. Según la UE, esos regímenes especiales representan una distorsión de la competencia fiscal y violan el acuerdo de libre comercio de 1972.

Después de resistir durante años a las presiones, Suiza terminó por plegarse a la ofensiva conjunta de la UE, el G20 y la OCDE contra los paraísos fiscales y las estrategias ideadas por las multinacionales para rebajar o suprimir sus obligaciones fiscales. El Gobierno suizo se comprometió a adherirse a los nuevos estándares internacionales de la OCDE en el marco del plan BEPSEnlace externo, que exigen una armonización parcial de las legislaciones fiscales, la supresión de las prácticas fiscales consideradas “dañinas” y el intercambio de información sobre las actividades y las ganancias de las sociedades transnacionales.

Supresión de regímenes especiales

A escala internacional, los nuevos estándares de la OCDE se aplican, entre otros, a través de un acuerdo multilateral (que hasta ahora han suscrito cerca de 80 países, incluida Suiza) que define las modalidades de intercambio de información entre las autoridades fiscales. El acuerdo entrará en vigor previsiblemente a finales de 2017 y su objetivo es que los las empresas transnacionales tributen por sus beneficios en los países donde los generen.

A escala nacional, los cambios legislativos están reglamentados por la tercera reforma del impuesto de sociedades, que contempla como primera medida importante la supresión de los regímenes fiscales especiales que los cantones conceden a los corporativos, a las sociedades de economía mixta y a las sociedades de domicilio.  En el futuro, los beneficios de todas las empresas serán sometidos a la misma tasa de imposición en los cantones. Para evitar que las compañías que hasta ahora gozaban de privilegios abandonen el país –pues dan trabajo a cerca de 150 000 personas –, la mayoría de los cantones han decidido o prevén reducir las alícuotas para todas las empresas. Cabe señalar que muchos cantones figuran hoy entre las plazas fiscales con tasas impositivas más bajas a escala mundial.

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El Gobierno estima que con estas medidas los cantones y municipios ingresarán alrededor de 2 000 millones de francos menos al año. Para compensar una parte de las pérdidas, la Confederación abonará a los cantones el 21,2% de los impuestos federales directos (frente al 17% actual). De acuerdo con los datos más recientes, el aumento de la parte destinada a los cantones costará al Estado unos 920 millones de francos anuales.

Durante un periodo de siete años, la Confederación aportará además 180 millones de francos anuales a los cantones más ‘débiles’, para paliar las repercusiones económicas de la Reforma III.

Los cantones podrán recurrir a los instrumentos autorizados por los nuevos estándares de la OCDE para ofrecer ventajas fiscales a las empresas que promueven la investigación y la innovación, como los ‘patent box’, que permiten desgravaciones fiscales de hasta el 90% sobre los beneficios de patentes y derechos análogos. Además, las empresas podrán desgravar, hasta un máximo del 150%, los gastos efectivos en investigación y desarrollo.

Regímenes fiscales preferenciales

En Suiza hay cerca de 24 000 empresas que se benefician de un régimen fiscal preferencial. Se trata principalmente de ‘holdings’, sociedades de economía mixta o sociedades de domicilio, que en su mayoría no ejercen ninguna actividad productiva o comercial en suelo suizo.

Estas sociedades representan solo el 7% de las empresas con sede en Suiza, pero aportan cerca de la mitad de los impuestos que cobra la Confederación sobre los beneficios de las empresas. El gravamen que aplica es del 7,8% para todas las empresas.

En lo que se refiere a los cantones, los ‘holdings’, las sociedades de economía mixta y las sociedades de gestión garantizan alrededor del 21% de los impuestos sobre los beneficios que paga el conjunto de las empresas. En los cantones, estas sociedades gozan de una tasa impositiva muy baja o están exentas del pago de impuestos.

La carga impositiva global (Estado, cantones y municipios) oscila entre el 7,8 y el 12%. En el caso de las demás empresas activas en Suiza, varía entre el 12 y el 24%.

Regalos fiscales inútiles

Ningún partido cuestiona la necesidad de reformar el impuesto de sociedades: los países miembros de la UE y la OCDE amenazan con sanciones si Suiza no se atiene a los nuevos estándares internacionales. Aun así, el Partido Socialista, con el apoyo de otras formaciones de izquierda, ha lanzado el referéndum contra el paquete de medias que aprobó la mayoría de centro-derecha en el Parlamento; a su juicio, la Reforma III contiene demasiados ‘regalos fiscales’ para las empresas que pesarán sobre la colectividad.

“Esta reforma acarreará a la Confederación, los cantones y las comunas pérdidas fiscales por al menos 3 000 millones de francos. Solo algunas grandes sociedades y sus accionistas saldrán ganando. Los demás contribuyentes, por el contrario, pagarán el precio, y en especial la clase media, que tendrá que soportar una mayor carga fiscal o recortes en las prestaciones sociales. Hay que temer además una mayor competencia fiscal entre los cantones, que se hará a expensas de los más débiles y se traducirá en nuevas medidas de ahorro”, declara Susanne Leutenegger Oberholzer, diputada socialista.

“La plaza económica suiza ya es extremadamente competitiva a escala internacional y no necesita otros incentivos fiscales”, agrega. “Disponemos de numerosas ventajas para atraer a las empresas, entre ellas un excelente sistema de formación profesional, un centro de investigación que figura entre los mejores del mundo, una alta calidad de vida, infraestructuras muy desarrolladas y una gran seguridad jurídica”.

Una señal positiva para las empresas

Son críticas que rechazan los partidos de centroderecha que respaldan la reforma. “No se trata en absoluto de regalos fiscales, sino de medidas de compensación para preservar la competitividad de nuestra plaza económica después de suprimir los regímenes fiscales especiales que se aplicaban hasta ahora. Gracias a esas medidas, Suiza seguirá siendo atractiva para las empresas, sobre todo las que trabajan en los ámbitos de la investigación y la innovación”, afirma Beat Walti, diputado del Partido Liberal Radical (derecha).

“El objetivo de esta reforma no es reducir los ingresos fiscales, sino contribuir a que aumenten”, subraya. “Las medidas previstas constituyen una señal positiva para las sociedades afincadas en Suiza o que tienen intención de establecerse aquí. Habrá, por tanto, nuevas inversiones y la implantación de nuevas empresas que ayudarán a financiar las prestaciones del Estado. Por el contrario, si nos quedamos de brazos cruzados, muchas sociedades dejarán Suiza en los próximos años”. 

Contacte al autor de este artículo en twitter:  @ArmandoMombelliEnlace externo

¿Los nuevos estándares internacionales, adoptados también por Suiza, serán suficientes para evitar la evasión fiscal de las multinacionales? Su opinión nos interesa.

Traducción del italiano: Belén Couceiro

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