¿Podrá garantizar las pensiones el proyecto Previsión para la Vejez 2020?
El envejecimiento de la población, un crecimiento económico muy moderado y unas tasas de interés excepcionalmente bajas amenazan las pensiones en Suiza. Tras numerosos intentos fallidos, el Gobierno y la mayoría del Parlamento proponen una amplia reforma del sistema de previsión social para garantizar su financiación en el futuro. El proyecto será sometido a votación popular el próximo 24 de septiembre.
Previsión para la Vejez 2020Enlace externo constituye, sin duda alguna, uno de los proyectos de reforma más importantes de los últimos años que se somete a votación popular. Sobre todo porque afecta al conjunto de la población: prácticamente todas las personas residentes –ya sean suizos o extranjeros, jóvenes o viejos, activos laboralmente o sin profesión, ricos o pobres– un día u otro tendrán derecho a las prestaciones del seguro estatal de vejez (primer pilar). Además, hay en juego cantidades ingentes de dinero: solo los haberes del seguro de vejez profesional (segundo pilar) ascienden a más de 800 000 millones de francos suizos.
El objetivo de la reforma es garantizar a futuro la financiación de las instituciones de previsión –y, por tanto, también las rentas–, que tendrán que afrontar grandes desafíos en las próximas décadas. El mayor de ellos procede, con toda seguridad, de una evolución demográfica desfavorable, al menos desde el punto de vista de las aseguradoras. Mientras hace medio siglo la esperanza de vida era de 74 años para las mujeres y de 68 para los hombres, hoy es de 84 y 80 años respectivamente.
Por otra parte, cada vez es más desfavorable la relación entre personas activas y jubilados: hace cincuenta años había cinco personas entre 20 y 64 años por cada jubilado, mientras que hoy son poco más de tres. Y esta relación empeorará en las próximas décadas con la jubilación gradual de la generación conocida como ‘baby boom’.
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Pero también a nivel económico el sistema de previsión se encuentra frente a un escenario comprometido: las continuas crisis, la ralentización del crecimiento y el largo periodo de bajas tasas de interés pesan sobre los rendimientos de las instituciones de previsión y, por tanto, ponen en grave riesgo la rentabilidad.
Por último, desde el punto de vista social, la reforma pretende dar respuesta a los cambios surgidos en el mercado laboral y a una creciente inclinación a favor de una jubilación flexible.
Frente a estos desafíos urge hacer adaptaciones en el sistema de previsión para la vejez, que se basa en el principio de los ‘tres pilares’, inscrito en la Constitución desde 1972.
El primer pilar corresponde a la previsión estatal, es decir, al Seguro de Vejez y Supervivencia (AHV/AVS), que tiene por objeto cubrir las necesidades esenciales en el momento de la jubilación. Este seguro obligatorio para (casi) todos se financia mediante las contribuciones de asalariados, autónomos, empleadores y la propia Confederación (Estado).
El segundo pilar está constituido por la previsión profesional, cuyas prestaciones, junto a las del AHV/AVS, deben permitir al asegurado conservar, en buena medida, su propio ritmo de vida una vez llegada la jubilación. Se gestiona a través de cajas de pensiones y aseguradoras y es obligatorio para todos los trabajadores asalariados. Se financia con las cotizaciones de los propios trabajadores y de los empleadores.
El tercer pilar se refiere al ahorro voluntario individual y está destinado a cubrir eventuales lagunas en el sistema de previsión y a satisfacer deseos personales. Algunas modalidades de este ahorro facultativo –cuentas bancarias bloqueadas y propiedades inmobiliarias– se benefician de incentivos fiscales.
En conjunto, incluyendo también las rentas procedentes de actividades lucrativas desarrolladas tras la edad de jubilación, los jubilados disponen en Suiza de una renta media equivalente a poco más de dos tercios de los ingresos de las personas activas. Esta renta se divide de la siguiente manera:
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Si no hay correcciones, los dos primeros pilares del sistema de previsión entrarán pronto en números rojos. Con base en los escenarios previstos por el Gobierno, el seguro AHV/AVS puede acumular en 2025 unas pérdidas de 3 000 millones de francos y de 7 000 millones en 2030. Desde hace diez años todos los intentos de reforma de la previsión estatal y de la profesional han naufragado en el Parlamento o han sido rechazados por el pueblo.
Para garantizar la financiación del sistema de previsión se proponen, esencialmente, tres opciones: reducir las prestaciones, aumentar las cotizaciones o subir la edad de jubilación. La cuestión, sin resolver desde hace años, es saber quién tendrá que soportar el peso: ¿los asegurados, los empleadores, el Estado, las mujeres, los jubilados, las personas activas?
Dos votaciones
El 24 de septiembre, el electorado suizo está llamado a votar dos veces sobre el proyecto Previsión para la Vejez 2020.
La primera votación afecta a la financiación complementaria del seguro AHV/AVS mediante el aumento del IVA. Este proyecto tiene que ser sometido al pueblo obligatoriamente porque es preciso modificar la Constitución suiza.
La segunda votación atañe a la Ley Federal para la Previsión de la Vejez 2020. La votación tiene lugar porque fueron recogidas las 50 000 firmas necesarias para convocar un referendo contra esa ley, aprobada en marzo pasado en el Parlamento. El referéndum ha sido impulsado por algunos sindicatos y grupos de izquierda.
Si los suizos no aprueban ambos proyectos, la reforma en su conjunto será rechazada.
Para intentar repartir los sacrificios lo mejor posible y obtener finalmente una mayoría a favor, el Gobierno ha presentado un proyecto de reforma global del sistema de previsión que, por primera vez, afecta tanto al primer como al segundo pilar. El Parlamento aprobó, por un estrechísimo margen, este paquete de medidas el pasado mes de marzo con el apoyo de una mayoría de centro e izquierda. Estos son los puntos principales de la reforma:
La edad de jubilación (llamada en adelante ‘edad de referencia’) de las mujeres se equipara a la de los hombres y sube, por tanto, de 64 a 65 años –tanto para el AHV/AVS como para la previsión profesional. Se ha previsto un aumento gradual de tres meses al año a partir de 2018. Gracias a esta medida el seguro AHV/AVS ahorrará más de 1 300 millones de francos al año.
Cada asegurado podrá elegir libremente el momento de su jubilación entre los 62 y los 70 años (actualmente 63 y 70). Pero tanto para las mujeres como para los hombres la edad de referencia será los 65 años; es decir, los que se jubilen a esa edad percibirán la renta completa asegurada. Si se jubilan antes, la renta se verá reducida y si se jubilan después aumentada.
La tasa mínima de conversión de haberes acumulados en la previsión profesional obligatoria desciende del 6,8 al 6%, con una bajada de 0,2 puntos al año durante cuatro años. En otras palabras, aquel que haya acumulado 100 000 francos recibirá una renta anual de 6 000 francos en lugar de los 6 800 actuales. Esta reducción afectará solamente a los asegurados que no hayan cumplido los 45 años de edad el 1 de enero de 2019. No obstante, se han previsto medidas compensatorias para mantener el nivel de sus ingresos.
También en lo que se refiere a la previsión profesional, las cotizaciones de los asegurados entre 35 y 54 años aumentarán en un 1%. Asimismo, las cotizaciones al AHV/AVS aumentarán para todo el mundo en un 0,15%.
Para compensar estas medidas desfavorables, empezando por el aumento de la edad de jubilación de las mujeres, los nuevos beneficiarios del AHV/AVS recibirán 70 francos más al mes desde 2019. Hoy día, la renta mensual mínima es de 1 175 francos y la máxima de 2 350 francos.
La contribución de la Confederación a favor del AHV/AVS se verá ligeramente incrementada. Las cajas del seguro se alimentarán desde 2018 con un 0,3% de aumento del IVA, aumento que en la actualidad está exclusivamente consagrado a la financiación del Seguro de Invalidez. Además, se prevé un nuevo aumento de otro 0,3% en 2021.
Posición de los partidos
El proyecto Previsión para la Vejez 2020 es apoyado por las principales fuerzas políticas del centro y de la izquierda –Partido Demócrata Cristiano, Partido Burgués Democrático, Verdes Liberales, Partido Socialista y Partido Ecologista Suizo–, para los cuales se trata de una reforma equilibrada que permitirá asegurar las pensiones y reforzar el sistema AHV/AVS.
Por el contrario, se oponen los principales partidos de la derecha –Partido Liberal Radical y la Unión Democrática de Centro– que consideran el proyecto inicuo e inadecuado para resolver los problemas del seguro de vejez. Esta reforma es también contestada por algunos sindicatos menores y grupos de izquierda que rechazan el aumento de la edad de jubilación para las mujeres y la reducción de las rentas.
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Los gestores de las cajas de pensiones suizas están preocupados
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Parecía una mañana de enero normal en Zúrich, cuando el director ejecutivo de una aseguradora suiza presentaba los resultados financieros de su compañía. Súbitamente, los móviles de los presentes comenzaron a vibrar. Muchos miembros del auditorio se precipitaron hacia la salida.
Perplejo, el directivo continuó con su presentación y solo desistió cuando casi no quedaban asistentes en la sala.
El Banco Nacional Suizo (BNS) acababa de anunciar – en lo que ha sido calificado como la intervención de un banco central más dramática en décadas – la eliminación del tipo de cambio mínimo de 1,20 francos por euro, mientras el directivo desglosaba cifras de su aseguradora. Y además, el banco central impulsaba tasas de interés negativas del –0,75%.
Las implicaciones serían considerables para los 800 000 millones de francos (830 000 millones de dólares) invertidos en los fondos de previsión profesional, conocidos en Suiza como ‘segundo pilar’. Recursos que son complementarios al ‘primer pilar’ integrado por las pensiones básicas estatales (AVS). En unas horas, el franco suizo se apreciaba un 39% frente al euro, y el principal índice bursátil del país, el SMI, caía un 10%.
Peter Zanella, director de Soluciones de Jubilación de la consultora Towers Watson, en Zúrich, declara: “La apreciación del franco tuvo un impacto negativo inmediato (sobre los fondos de pensiones nacionales). Se registró una caída en el mercado de la renta variable y las inversiones extranjeras sin cobertura que hay en los fondos de pensión cayeron en picado”.
Los administradores y otros negociantes internacionales de estos fondos intentaron actuar lo mejor que pudieron para minimizar las pérdidas y la exposición al riesgo implícito en los fondos de renta variable. Por su parte, los responsables suizos de fondos de pensiones iniciaron una intensa labor de cabildeo para convencer al BNS de exentar de tasas negativas a este tipo de depósitos para mitigar los daños.
Pero el BNS rechazó la petición. "La industria de los fondos de pensiones se encuentra en una posición crítica desde que se adoptó esta decisión. Y todos los administradores de pensiones están preocupados por lo que está pasando” en Suiza, dice Zanella.
¿Quiebra dentro de 10 años?
Los profesionales de los fondos de pensiones en Suiza estiman que la inestabilidad monetaria y las tasas negativas están creando un problema crítico dentro de un sistema de jubilación que ya estaba bajo presión. Algunos sugieren incluso que el esquema de pensiones actual terminará en la bancarrota antes de 10 años debido a los recientes acontecimientos.
Y eso pese a que, según las normas internacionales, hoy el sistema suizo de pensiones profesionales luce bastante robusto en términos financieros.
El problema es que los gestores de los fondos de jubilación dudan sobre su capacidad para pagar en el futuro a los pensionados el índice de conversión del 6,8% al que están obligados por ley (una renta anual que equivale al 6, 8% del valor de los fondos totales que tiene invertidos un jubilado, que deberá pagársele en mensualidades hasta que llegue el día de su deceso).
Dicho índice de conversión genera un acalorado debate político en Suiza porque es insostenible. Se estableció en 2003, en un momento en el que la esperanza de vida era menor y las perspectivas económicas mucho más atractivas.
Pero el nerviosismo de los administradores sobre el segundo pilar se tornó en miedo cuando el banco central hizo su anuncio en enero.
Los mercados de renta variable suizos ya se han recuperado, pero uno de los problemas hoy son los fondos que se mantienen en efectivo.
Para evitar el pago de intereses negativos sobre las cuentas en efectivo, los fondos de pensiones están examinando alternativas extremas, que van desde la transferencia de dinero a bóvedas o búnkeres hasta el arrendamiento de equipo médico, o la oferta de hipotecas baratas para jubilados.
Venta de bonos
Para exacerbar aún más la presión que pende sobre este sector, en abril pasado, el Gobierno suizo se convirtió en el primero en la historia en vender deuda a 10 años a una tasa de interés negativa. Jérôme Cosandey, economista del laboratorio de ideas Avenir Suisse, asegura que “la situación ya era mala antes de enero y que desde entonces solo ha empeorado”.
Todos estos desafíos son punto de partida de un intenso debate sobre el tipo de activos en los que deben invertirse los fondos de pensiones. Zanella afirma que “todos estos factores generan un gran desafío. ¿Deberían los fondos de pensiones mantener (en su portafolio de inversión) bonos gubernamentales a 10 años cuando ofrecen rendimientos negativos? Más aún, me pregunto si es legal tener estos bonos del Gobierno suizo. Pero, ¿qué alternativas hay?”
Aunque, en general, parece que no existe demasiada prisa por adquirir otro tipo de instrumentos o por vender los bonos suizos, algunos fondos de pensiones han comenzaron a tomar acciones. Por ejemplo, Axa Winterthur ha vendido bonos gubernamentales para sustituirlos por fondos de cobertura y bienes raíces.
El Migros Pensionskasse, caja pensiones de la cadena de supermercados que administra fondos por 21 000 millones de francos suizos, también vendió los bonos suizos y europeos que le reportaban rendimientos negativos, tras el anuncio del BNS. Y la Pensionskasse Stadt Luzern, que administra 1 300 millones de francos, ha aumentado la proporción de recursos que destina a adquirir propiedades hasta el 38% de sus activos totales, desplazando con ello a los bonos.
Zanella considera que, aunque con reservas, hay otros fondos que están asumiendo riesgos al invertir más en los bienes raíces, a pesar de que “todos los administradores de las pensiones dudan sobre el verdadero valor del mercado inmobiliario”.
El BNS está “muy preocupado” sobre un potencial sobrecalentamiento del mercado nacional de los bienes raíces, refiere Cosandey.
Aunque el mercado de valores suizo ha recuperado desde enero, añade, hay una creciente inquietud por la posibilidad de que "la fortaleza del franco suizo contraiga la producción económica y repercuta negativamente en la renta variable“.
Martin Eling, profesor de Economía en la Universidad de San Gall, se muestra muy escéptico sobre las bondades de olvidarse de los bonos en favor de activos alternativos.
Por ello, pide al Gobierno que reduzca la tasa obligatoria fijada para la renta vitalicia del Segundo Pilar, y aumente las cotizaciones sociales que aportan los empleados y eleve la edad de jubilación, propuestas que los suizos podrían votar en 2018. Eling estima que sin dichas reformas, las pensiones de la previsión profesional corren el riesgo de quebrar en los próximos 10 años.
"Los nuevos tipos de activos en los que invierten los fondos de pensiones son potencialmente más rentables, pero también más arriesgados. Esta es mi principal preocupación“, añade el académico.
“No estoy al 100% seguro de que [un mayor riesgo] es lo óptimo para los clientes cuando se trata de fondos de jubilación. Creo que la gente va a pagar cara la decisión del BNS”.
Copyright The Financial Times Limited 2015
El segundo pilar
La seguridad social en Suiza se sustenta en tres pilares que buscan garantizar un nivel de vida conveniente a los jubilados. El seguro de vejez y supervivencia (AVS/AI o primer pilar), el plan de previsión profesional (o segundo pilar) y planes de inversión privada (tercer pilar).
El primer pilar corresponde a un esquema estatal de pensiones que protege a los suizos al alcanzar la jubilación y en caso de invalidez o desempleo.
El segundo pilar se sustenta en planes de previsión profesional y comprende un seguro de accidentes. Actualmente genera controversia la forma en la que se invierten estos fondos, ya que cuenta con activos por 800 000 millones de francos suizos.
Desde que se estableció en 1985, el segundo pilar se financia con las aportaciones del empleador y el empleado. Tras la jubilación, el ahorro acumulado se convierte en una renta vitalicia anual que se calcula a partir de una tasa de conversión del 6,8%. Esto es, el 6,8% de los activos totales que se tienen en este fondo se dividen entre 12 mensualidades. El resultado es la renta mensual que el beneficiario recibirá hasta el fin de su vida.
Pero consultores, actuarios y administradores de fondos de pensiones han sostenido durante mucho tiempo que esta tasa de conversión es demasiado alta y amenaza la estabilidad del sistema. Los temores se han acrecentado en los últimos meses debido a las tasas de interés negativas.
En un intento de mejorar la situación, el ministro del Interior Alain Berset ha lanzado un paquete de reformas de las pensiones, llamado Previsión para la Vejez 2020, lo que reduciría la tasa de conversión al 6% y aumentaría a 65 años la edad de jubilación para las mujeres.
El Gobierno está afinando la propuesta que los suizos votarán, previsiblemente, en 2018. Muchos expertos dudan que los suizos respalden un paquete de esta índole en las urnas, pues en los últimos 15 años han rechazado todas las propuestas para reformar el sistema de pensiones.
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