¿Las plantas nucleares suizas tienen los días contados?
Prohibir la construcción de nuevas centrales atómicas y limitar a 45 años la vida útil de las plantas existentes: Es lo que pide la iniciativa popular a favor del abandono nuclear que los suizos votan el 27 de noviembre. Pero la propuesta de los Verdes no convence al Gobierno ni al Parlamento suizos que temen una salida precipitada de la energía nuclear.
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Periodista del Tesino residente en Berna; me ocupo de temas científicos y de sociedad con reportajes, artículos, entrevistas y análisis. Me interesan las cuestiones climáticas, energéticas y medioambientales, así como todo lo relacionado con la migración, la ayuda al desarrollo y los derechos humanos en general.
11 de marzo de 2011: Las dramáticas imágenes de la destrucción causada por un fuerte terremoto y el sucesivo tsunami en Japón dan la vuelta al mundo. La central nuclear de Fukushima, construida a pocos metros del mar, resulta seriamente dañada. El mundo entero está consternado por la tragedia. Pocas semanas después el Gobierno suizo anuncia una decisión histórica: “Las cinco centrales nucleares del país deberán ser apagadas una vez que hayan cumplido su ciclo de vida y no serán sustituidas”.
El Ejecutivo establece que la vida útil de las centrales ronda los 50 años”. Demasiados, según los Verdes, que piden un abandono nuclear más rápido y decidido. Así, en mayo de 2011 lanzan la iniciativa popular ‘Por un abandono planificado de la energía nuclear’ que depositan en la Cancillería Federal (con más de 107 firmas) en noviembre de 2012. El futuro de la energía atómica se decidirá, por tanto, en una votación popular.
Un “estado de emergencia permanente”
La iniciativa solicita que las centrales helvéticas –que generan en promedio cerca del 35% de la electricidad del país– se apaguen a más tardar al cabo de 45 años de actividad. Concretamente, las planta de Beznau I y II (en el cantón de Argovia) y de Mühleberg (Berna) tendrán que ser desactivadas en 2017, las de Gösgen (Solothurn) y Leibstadt (Argovia) en 2024 y 2029, respectivamente.
“Suiza tiene las centrales nucleares más viejas del mundo. La de Beznau I lleva activa 47 años”, señala Regula Rytz, presidenta de los Verdes y copresidenta de la Alianza para la Salida Planificada de la Energía NuclearEnlace externo. El comité a favor de la iniciativa se remite a los datos de la Agencia Internacional de la Energía Atómica para destacar que las 151 plantas cerradas en el mundo (hasta finales de 2015) tenían en promedio menos de 26 años.
“La energía atómica significa vivir en un estado de emergencia permanente. Se trata de una tecnología de alto riesgo cuyas consecuencias negativas duran miles de años”, advierte Regula Rytz, quien recuerda los accidentes de Windscale (Gran Bretaña, 1957), Three Mile Island (Estados Unidos, 1979), Chernóbil (Ucrania, 1986) y Fukushima.
¿Cómo sustituir la energía nuclear?
El Gobierno suizo, aunque comparte los principios de base de la iniciativa, se opone a la enmienda constitucional que proponen los Verdes. A su juicio, fijar un límite en el tiempo significa proceder a un “cierre demasiado precipitado de las centrales nucleares helvéticas, con el consiguiente aumento de las importaciones de electricidad del extranjero”. El Gobierno es partidario de un abandono “ordenado y gradual de la energía nuclear”, como se prevé en la Estrategia Energética 2050 que aprobó recientemente el Parlamento.
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LDoris Leuthard, ministra de Energía y uno de los artífices del giro energético anunciado hace cinco años, anota que de ser aprobada la iniciativa, Suiza no estará a punto con las energías renovables. “Tendremos que importar energía del extranjero producida en centrales de carbón y gas. ¿Es eso realmente lo que quieren los Verdes?”, se pregunta.
Para los promotores de la iniciativa, sin embargo, encontrar una alternativa ‘limpia’ no constituye un problema. Existen fuentes renovables (agua, viento y sol) y medidas de eficiencia energética, sostienen. Cerca de 40 000 proyectos de energía limpia esperan recibir los fondos de incentivaciónEnlace externo del Estado, afirma Regula Rytz. “Con ellos solos, se podría reemplazar la producción eléctrica de las plantas de Mühleberg, Beznau I y II”.
Miles de millones de francos
La reticencia del Gobierno suizo se debe también al temor de que los propietarios de las centrales exijan indemnizaciones elevadas por el cierre anticipado de las instalaciones. Según las declaraciones del exdirector de la empresa eléctrica Axpo, Heinz Karrer, al diario ‘Neue Zürcher Zeitung’Enlace externo, las indemnizaciones podrían cifrarse en miles de millones de francos.
Al referirse al coste del abandono nuclear, la federación de empresas suizas, economiesuisse, que preside Heinz Karrer, recuerda que habrá que incluir también el precio del desmantelamiento de las centrales y la gestión de los residuos.
El deseo de los Verdes es cerrar tres de las cinco centrales antes del invierno 2017-2018, en una estación en la que más electricidad necesitamos, agrega Dominique Rochat, experto en energía de economiesuisse. “Suiza no logrará desarrollar otros medios de producción en tan poco tiempo: tendremos que importar mucha electricidad, con lo cual disminuirá nuestra seguridad de abastecimiento”.
Más CO2 sin fuente nuclear
El suministro energético es uno de los argumentos esgrimidos por la mayoría de centro derecha en el Parlamento, que recomienda a los votantes rechazar la iniciativa de los Verdes.
“Nadie ha dicho de dónde provendrá la energía cuando no salga el sol o no sople el viento”, deploró durante el debate parlamentario Albert Rösti, diputado de la Unión Democrática de Centro (UDC, derecha conservadora) y presidente de la Acción para una Política Energética Razonable (AVESEnlace externo), un grupo favorable a la fuente nuclear.
Además, destacó el senador del Partido Demócrata Cristiano (PDC), sin energía nuclear será imposible reducir las emisiones de CO2. Suiza no podrá alcanzar el objetivo que se ha fijado en el marco del acuerdo sobre el clima de París, o sea, reducir a la mitad las emisiones de aquí al año 2030.
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Las apelaciones del campo rojiverde –cuyos representantes consideran que mantener las centrales en actividad es como jugar a la ruleta rusa– han sido en vano. “Sencillamente tenemos que dejar de recurrir a esta tecnología peligrosa”, declaró el senador ecologista Robert Cramer. En un país densamente poblado como Suiza, las consecuencias de un accidente serían “insostenibles”, puntualizó a su vez el diputado socialista Roger Nordmann.
El pueblo decide
La última palabra sobre este tema candente la tienen los ciudadanos que están llamados a las urnas el próximo 27 de noviembre. Una cosa es cierta: incluso en caso de que rechacen la iniciativa, Suiza tendrá en breve una central menos.
La empresa eléctrica de Berna BKW ha anunciado que la central de Mühleberg, cerca de la capital suiza, se apagará en 2019 por razones económicas.
Energía nuclear en Suiza y el mundo
En Suiza, la energía nuclear se utiliza exclusivamente con fines pacíficos: producción de electricidad y aplicaciones en los ámbitos de la medicina, la industria y la investigación.
En 2015, las cinco centrales del país produjeron 22,1 TW de electricidad (un 33,5% del total de la producción nacional). Actualmente, el reactor I de Beznau está fuera de servicio después de haberse localizado pequeñas fisuras en la estructura de contención.
En el mundo hay 447 reactores nucleares con fines comerciales en 31 países (datos de septiembre de 2016). La mayoría se encuentran en Estados Unidos (100), Francia (58), Japón (43), Rusia (36) y China (34). En conjunto suministran el 11,5% de la electricidad producida en el mundo.
Fuente: Oficina Federal de Energía, Asociación Mundial de Energía Nuclear
Traducción del italiano: Belén Couceiro
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Sociedad de 2000 vatios: el futuro ya es una realidad
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¿Es posible consumir la mitad de energía y mantener un buen nivel de confort? En Suiza nacen los primeros barrios de viviendas y servicios compatibles con los objetivos de una ‘sociedad de 2000 vatios’, cuyo objetivo es garantizar una utilización sostenible de los recursos sin comprometer la calidad de vida.
Situado en la periferia de Berna, en las proximidades de una línea ferroviaria y de una autopista, el nuevo complejo habitacional Stöckacker Süd se asemeja a muchos otros que están en fase de construcción en Suiza. Tres grandes edificios de 5 a 6 plantas en cemento, con balcones a lo largo de toda la fachada, que albergarán 146 viviendas en 2017. La primera de ellas estará lista para vivir de aquí a fines de año.
A primera vista, nada hace pensar que esta edificación está destinada a convertirse en uno de los primeros prototipos zona residencial con un consumo energético mínimo. Este objetivo se inscribe dentro de la denominada ‘sociedad de 2000 vatios’, o sea, un consumo de 2000 vatios por persona, que se volverá la norma en las próximas décadas. Los edificios, construidos con hormigón reciclado y perfectamente aislados, corresponden a los estándares Minergía-P-Eco que, además de garantizar una máxima eficiencia energética, aportan otras ventajas, como una óptima iluminación natural, espacios interiores libres de sustancias contaminantes y materiales de baja radiación.
Sociedad de 2000 vatios
Los 195 países que participaron en la Conferencia Internacional sobre el Clima (COP 21), celebrada en diciembre en París, llegaron a un acuerdo sobre el uso sostenible de los recursos y de las fuentes energéticas, con el fin de limitar de aquí al año 2100 el aumento de la temperatura global a no más de 1,5-2 grados con respecto a los valores preindustriales.
Este objetivo solo podrá alcanzarse si las emisiones de CO2 per cápita no superan 1 tonelada al año. O bien, según un modelo establecido por la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, si la necesidad de energía primaria a escala global no supera una potencia continua de 2000 vatios por persona.
Los 2000 vatios corresponden a un consumo anual de cerca de 17 500 kilovatios hora de electricidad o 1700 litros de petróleo. Hoy, la media mundial ronda los 2500 vatios.
No obstante, los futuros inquilinos de la nueva urbanización tendrán que aceptar también algunas restricciones respecto a otras formas de vida. El espacio habitable no deberá superar los 60 m2 por persona y el garaje dispondrá únicamente de 27 plazas de aparcamiento, de las cuales solo podrán reservarse 15 y se dará prioridad a las personas con discapacidad. De hecho, Stöckacker Süd será un modelo de movilidad sostenible: el complejo se halla a escasos metros de una parada de transporte público y dispondrá de 510 aparcamientos para bicicletas, uno por cada habitación.
Estas restricciones no parecen espantar a los potenciales inquilinos en Berna, donde más de la mitad de los hogares no tienen un automóvil. “Cuando presentamos este proyecto, mucha gente nos advirtió de que no conseguiríamos encontrar suficientes inquilinos. Sin embargo, en el plazo de un par de meses, después de abrir el periodo de inscripción, hemos recibido un número de solicitudes superior al de las viviendas disponibles”, afirma, satisfecho, Renato Bomio, director de los proyectos inmobiliarios de la ciudad de Berna, la promotora de este proyecto.
Distribución equitativa de los recursos
Stöckacker Süd figura entre los nuevos complejos habitacionales en Suiza que han obtenido la certificación ‘Áreas 2000 vatios’, creada por la Oficina Federal de Energía. Este sello se inspira en el modelo de sociedad de 2000 vatios que ha desarrollado la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ).
Según la EPFZ, el abastecimiento energético en el mundo solo será sostenible y equitativo si la necesidad de energía per cápita –todas las fuentes incluidas– no supera los 2000 vatios. Una potencia continua de 2000 vatios por persona corresponde en la práctica a la media que registraba Suiza en los años 60. Según los investigadores de la EPFZ, este objetivo se puede alcanzar sin comprometer sustancialmente el actual confort de vida, gracias a nuevas soluciones técnicas y una serie de medidas para mejorar la eficiencia energética.
Hoy, sin embargo, Suiza está aún muy lejos de alcanzar esta meta. Solo el 2% de la población consume menos de 2000 vatios. La media por persona supera los 5000 vatios. Mucho menos que Estados Unidos, cuya necesidad energética per cápita es superior a los 10 000 vatios, pero muy por encima de la media africana que equivale a 500 vatios. Mientras los países industrializados están llamados a reducir su consumo energético, los países en vías de desarrollo disponen aún de un margen hasta alcanzar los 2000 vatios. A partir de este límite, afirman los autores del modelo de la EPFZ, un aumento del consumo no se traduce en una mejora relevante de las condiciones de vida.
La visión de una sociedad de 2000 vatios, que se abre camino también en el resto del mundo, se ha convertido en los últimos años en un punto de referencia para la Confederación y para casi todos los cantones. Más de 100 municipios han integrado este objetivo en su reglamento municipal o en su estrategia energética. En algunas ciudades, como Zúrich, Zug y Aarau, ha sido la propia población quien ha sancionado, en votación, la nueva orientación de la política energética. Las áreas de 2000 vatios figurarán entre las principales medidas que promueven algunos municipios para fomentar una utilización sostenible de los recursos y de los vectores energéticos.
Valor agregado
Estos complejos habitaciones no interesan solamente a los poderes públicos, pues quienes llevan a cabo casi todos los primeros proyectos son empresas privadas. “La certificación ‘Área 2000 vatios’ ofrece varias ventajas a los inversores. Respecto a muchos otros grandes proyectos inmobiliarios, es más fácil obtener un permiso de obra de las autoridades para estas áreas. Generalmente originan menos recursos y resulta más fácil que la población los apoye cuando un proyecto se somete a votación”, subraya Heinrich Gugerli, responsable del centro de competencia Áreas 2000 vatios.
Áreas 2000 vatios
La certificación ‘Áreas 2000 vatios’ la otorga la Asociación Ciudad de la Energía, creada por la Oficina Federal de Energía para fomentar las energías renovables y una utilización sostenible de los recursos en los municipios suizos.
Este sello distingue a barrios o urbanizaciones de al menos una hectárea de terreno que satisfacen determinados criterios de sostenibilidad en materia de construcción, saneamiento y gestión de los edificios, así como también en la movilidad inducida
Hasta nueve barrios en siete ciudades –Zúrich, Basilea, Berna, Lucerna, Lenzburg (cantón Argovia), Kriens (Lucerna) y Prilly/Renens (Vaud)– han obtenido la certificación Áreas 2000 vatios. Dos están concluidos y la construcción, al menos parcial, de otros tres está prevista para este año.
Una visión que comparte Massimo Guglielmetti, de la sociedad inmobiliaria de los Ferrocarriles Federales Suizos (FFS), encargado de desarrollar la urbanización Village Rösslimatt, al lado de la estación principal de Lucerna. “El certificado Áreas 2000 vatios representa un valor agregado en el ámbito del marketing no solo para promover nuestro proyecto en la ciudad, sino también para atraer a inquilinos, dado que entre los múltiples criterios que hay que cumplir para obtener este sello figura también el de una alta calidad habitacional”.
Mientras los edificios de Stöckacker Süd estarán provistos de paneles solares y bombas de calor para asegurar la calefacción y el agua caliente, el complejo de Rösslimatt se abastecerá de una central de bombas de calor cercana, que utiliza la energía térmica de las aguas del lago de Lucerna. El proyecto de los FFS prevé la construcción, en el transcurso de los próximos 20 años, de un auténtico barrio de 4 hectáreas en el corazón de la ciudad, que comprenderá no solamente viviendas, sino también oficinas, negocios, restaurantes y un hotel. Situada a dos pasos de todos los medios de transporte público y de los aparcamientos de ‘car sharing’ (préstamo de vehículos), la futura área de 2000 vatios dispondrá solo de poquísimas plazas de estacionamiento.
Estilo de vida adecuado
El éxito de las áreas 2000 vatios dependerá también de la voluntad de sus habitantes para adaptar en cierta media su estilo de vita. “La idea no es que todos tengan que convertirse en veganos, renunciar a todo y llevar una vida absolutamente compatible con la sociedad de 2000 vatios. Pero es importante sensibilizar a los inquilinos sobre las opciones para reducir el consumo energético, por ejemplo, utilizar aparatos que tienen una óptima eficiencia energética”, explica Renato Bomio.
“Los comportamientos individuales no se pueden fijar en un contrato. Sin embargo, se puede influir en ellos, por ejemplo, a través de contribuciones a los abonos de transporte público”, anota Heinrich Gugerli. “Está claro que limitarse a 2000 vatios no será factible si uno se salta todos los límites, o sea, deja siempre encendida la televisión, se ducha 4 o 5 veces al día, etcétera. Pero todos podremos permitirnos algún que otro un ‘vicio’”.
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