De aquí a 2050, Suiza deberá dotarse de una economía eficiente en la gestión de los recursos naturales para poder asegurar la supervivencia de nuestro planeta y la pervivencia de futuras generaciones. Es lo que pide el Partido Ecologista Suizo con la iniciativa ‘Economía verde’. Una propuesta que el gobierno y la mayoría del Parlamento consideran irrealista.
Desde los años 80, el consumo de recursos naturales a escala mundial supera los límites de lo soportable y la capacidad de regeneración de la Tierra. Según el Programa de Naciones Unidas para el Medio AmbienteEnlace externo (PNUMA), con el modelo económico actual de los países industrializados y el creciente consumo en los países en vías de desarrollo, la explotación de los recursos naturales se triplicará de aquí a 2050.
Huella ecológica
Es un indicador complejo desarrollado desde los años 90 para cuantificar el consumo humano de los recursos naturales en relación con la capacidad de nuestro planeta para regenerarlos.
El modelo más utilizado internacionalmente es que concibieron el investigador suizo Mathis Wackernagel y el canadiense William Rees. Sin embargo, otros científicos han desarrollado indicadores análogos.
La iniciativa ‘Economía verde’ no define qué método debe aplicarse para medir la huella ecológica de Suiza y para garantizar que de aquí a 2050 no supere proporcionalmente a la población mundial, el equivalente de un planeta Tierra.
Según el Gobierno, para alcanzar este objetivo, sería necesario reducir el consumo de los recursos en un 65% respecto a los datos actuales.
Pese a ser un país pobre en materias primas, Suiza figura entre los Estados con la ‘huella ecológica’ más grande y, por tanto, entre los que más contribuyen al derroche de los recursos del planeta. Con una economía fuertemente integrada en el mercado global, más del 70% del consumo helvético de recursos naturales se produce en el extranjero. Si toda la población mundial utilizara la misma cantidad de recursos que consumen los habitantes de Suiza, necesitaríamos 2,8 planetas Tierra para garantizar el abastecimiento.
Según la iniciativa, hasta 2050, la huella ecológica de Suiza debe reducirse de modo que, en relación con la población mundial, no exceda la capacidad de la Tierra para generar los recursos naturales necesarios. Con este objetivo, la Confederación debe promover una economía sostenible y eficiente en materia de gestión de los recursos, por ejemplo, incentivando la investigación y la innovación, aprobando disposiciones sobre productos y residuos o adoptando medidas fiscales destinadas a fomentar una producción de bajo consumo de materias primas y de energía. El Gobierno debería, además, fijar periódicamente objetivos a medio y largo plazo y presentar un balance de las metas alcanzadas al comienzo de cada legislatura.
Un desarrollo sostenible es de capital importancia incluso para la economía, porque la falta de recursos naturales conduciría a una ralentización de la producción y de la expansión económica, sostiene el PES. Fomentar la innovación en tecnologías de bajo consumo de recursos afianzaría la competitividad de la economía helvética, dado que el sector de las ‘tecnologías limpias’ registra desde hace años unas tasas de crecimiento particularmente elevadas, tanto en Europa como a escala mundial.
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Hoy, una economía verde está en el interés de toda la sociedad, que a menudo tiene que asumir los costes ambientales derivados de la actividad económica. De ella se beneficiarían los mismos consumidores, obligados a comprar productos concebidos (muchas veces de manera intencionada) para una vida útil extremadamente breve. Después de haber cedido terreno en los últimos veinte a treinta años, Suiza podría posicionarse de nuevo en la vanguardia de los países que más protegen el medio ambiente.
En juego están el bienestar y la prosperidad
Los objetivos de la iniciativa son compartidos ampliamente por el Gobierno, para el que los recursos naturales representan un elemento esencial para el bienestar de la sociedad: el sistema económico y la población peligrarían si ciertos recursos fundamentales como el agua, la tierra, una atmósfera no contaminada y las materias primas no estuvieran disponibles en cantidad y calidad suficientes.
Sin embargo, la iniciativa no se puede aplicar en los plazos que prevén sus promotores, afirma el Gobierno. A su juicio, hay que avanzar gradualmente, ya que el sector económico necesita cierta flexibilidad para emprender los reajustes pertinentes. Por tanto, el Consejo Federal ha decidido presentar al Parlamento un proyecto de revisión parcial de la ley sobre la protección del medio ambiente (que data de 1983) como contrapropuesta indirectaEnlace externo a la iniciativa que contempla medidas menos restrictivas.
A favor y en contra de la iniciativa
La iniciativa del PES ‘Economía verde’ cuenta con el respaldo del Partido Socialista (PS) y los Verdes Liberales (VL), la asociación económica Swisscleantech, los sindicatos, las organizaciones de ayuda al desarrollo, de protección del medio ambiente y de defensa de los consumidores.
Entre los detractores figuran la Unión Democrática de Centro (UDC), el Partido Liberal Radical (PLR), el Partido Demócrata Cristiano (PDC) y el Partido Democrático Burgués (PDB), así como varias federaciones económicas.
No obstante, durante el debate en las cámaras una mayoría de los partidos del centro y de la derecha rechazaron tanto la iniciativa ‘Economía verde’ como la revisión de la ley vigente. Según sus opositores, la iniciativa del PES no es solamente irrealista, sino que tendría también efectos negativos sobre la prosperidad de Suiza: reduciría el margen de libertad de las empresas, debilitaría el crecimiento económico, ya perjudicado por la fortaleza del franco, y conllevaría la destrucción de empleo.
Un sistema dirigista
“Esta iniciativa no lleva a ningún lado”, sostiene Christian Wasserfallen, diputado del Partido Liberal RadicalEnlace externo (PLR, derecha). “Suiza ya figura entre los países con las mejores tasas de reciclaje del mundo, si pensamos, por ejemplo, en el papel, el vidrio y el plástico. Un elevado número de nuestras empresas ocupa asimismo las primeras posiciones en lo que respecta el uso eficiente de los recursos naturales y energéticos. Todo ello ha sido posible gracias al espíritu emprendedor y a la libertad de acción, de lo que se benefician actualmente nuestras empresas”, explica.
“La propuesta del PES, en cambio, obligaría a Suiza a adoptar un sistema dirigista y una economía planificada”, añade Christian Wasserfallen. “Si se aprueba la iniciativa, la Confederación se vería obligada a adoptar disposiciones prescriptivas para regular cada detalle y a introducir sanciones inútiles. De ello resultaría la necesidad de crear un vasto aparato burocrático que no haría sino frenar nuestra economía”.
Aún hay margen para mejoras
Una visión que no comparte Regula Rytz, diputada y presidenta del PES: “Suiza está ciertamente muy bien posicionada con respecto al reciclaje de algunos materiales, pero también ocupa el segundo lugar entre los países europeos que mayor cantidad de desechos produce por habitante. Por tanto, aún hay mucho margen de mejora en materia de consumo de recursos naturales, y más todavía si nos damos cuenta de que otros países europeos nos superan en distintos ámbitos”.
“No pretendemos frenar la economía con nuestra iniciativa, solo queremos otra economía, una que sea por ejemplo capaz de crear de forma inteligente productos reparables y de larga duración sin que tengamos que desperdiciar los recursos naturales”, argumenta Regula Rytz. “No podemos dejar en herencia a nuestros hijos, sin perjudicar su futuro, una sociedad que vive por encima de sus posibilidades, o sea, de los recursos que ofrece el plantea”.
¿La economía verde formará parte de nuestro cotidiano dentro de unas décadas o seguirá siendo una utopía? Díganos su opinión y envíe su comentario. .
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Una revolución fiscal para lograr el giro energético
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Subir los precios de los combustibles y los carburantes para reducir el consumo de energías fósiles. Es lo que proponen los Verdes Liberales en una iniciativa que quiere sustituir el IVA por un impuesto energético. Casi todos los demás partidos se oponen al proyecto.
Cambio climático, contaminación atmosférica, efectos dañinos para la salud y el medio ambiente: las energías fósiles – petróleo, gas, carbón – causan graves problemas, con los que cargarán las futuras generaciones. En Suiza, el debate sobre el giro energético comenzó hace treinta años. Sin embargo, el 66% del abastecimiento energético del país aún proviene de fuentes fósiles, mientras las nuevas energías renovables – sol, viento, biogás – representan apenas el 2%.
En 2011, tras el accidente nuclear de Fukushima, el Gobierno decidió elaborar una nueva Estrategia Energética 2050, que prevé mejorar la eficiencia energética y desarrollar las fuentes renovables para prescindir progresivamente de la energía atómica y reducir el consumo de fuentes fósiles. Este paquete de medidas – que se ha sometido al Parlamento – constituye un paso en la buena dirección, pero su aplicación avanza a paso de tortuga, a juicio de los Verdes Liberales (VL).
Con la iniciativa Reemplazar el IVA por un impuesto sobre la energía, el partido de centro propone una revolución del sistema fiscal para acelerar el giro energético. Según el texto, el impuesto sobre el valor añadido (IVA) deberá sustituirse en el plazo de cinco años por un gravamen sobre la producción y la importación de energías no renovables. Este nuevo gravamen llevará a un fuerte encarecimiento de los carburantes y los combustibles fósiles, por lo que favorecerá el ahorro energético y aumentará la competitividad de las energías limpias.
Iniciativa de los Verdes Liberales
En texto estipula que se suprima el impuesto sobre el valor añadido (IVA) el plazo de 5 años. En su lugar, se aplicará un gravamen sobre la producción o la importación de energías no renovables.
La recaudación de este impuesto deberá corresponder inicialmente a los ingresos del IVA durante el quinquenio precedente a su supresión. Luego, los ingresos se calcularán para que correspondan a un porcentaje fijo del Producto Interior Bruto.
Para evitar distorsiones de la competitividad internacional, la ley puede contemplar excepciones para los sectores industriales que consumen mucha energía e introducir un impuesto sobre la energía gris, que pesaría principalmente sobre las importaciones.
El 5% de los impuestos recaudados se utilizarían para reducir las primas del seguro médico de las clases con ingresos bajos u otras medidas de desgravación en su favor.
IVA, un impuesto equivocado
“En el marco de la nueva estrategia energética se discuten miles de propuestas de decretos, impuestos, subvenciones. Con nuestra iniciativa podemos resolver de un solo golpe todos estos problemas. Un impuesto energético reduciría, además, la menor carga administra respecto al IVA que pesa no solo sobre el Estado, sino también sobre más de 300 000 empresas”, explica Martin Bäumle.
Según el presidente de los VL, el nuevo gravamen permitirá, entre otras cosas, reducir más rápido la dependencia energética del extranjero. Cada año, Suiza gasta más de 13 000 millones de francos para comprar petróleo y gas que provienen en gran parte de países inestables. El fomento de las energías renovables, en cambio, dará un empujoncito a la industria helvética de las energías limpias (cleantech) y generará un valor agregado, así como miles de puestos de trabajo en el país.
“El IVA es un impuesto concebido de modo erróneo. Afecta al valor añadido que han creado nuestras empresas. Y afecta a la innovación, o sea, justo uno de los puntos fuertes de nuestra economía. Es mucho más sensato introducir en su lugar un impuesto que grave las energías no renovables importadas de regiones lejanas”, subraya Bäumle.
Turbulencias económicas
La iniciativa no cuenta con el aval del Gobierno, que recomienda al pueblo que la rechace. El Ejecutivo está convencido de que no se podrá reducir el consumo energético y las emisiones de CO2 sin aumentar los precios de las energías fósiles. Para compensar los ingresos del IVA, estimados en cerca de 23 000 millones de francos al año, los gravámenes sobre los carburantes y los combustibles de origen fósil deberían fijarse a un nivel demasiado alto: la gasolina, por ejemplo, aumentaría al menos 3 francos el litro.
Así, el nuevo sistema fiscal penalizaría los hogares con ingresos bajos y restaría competitividad internacional a las empresas suizas. Para evitar distorsiones de competitividad, la iniciativa contempla excepciones para los sectores industriales que más energía consumen. Según el Gobierno, sin embargo, el impuesto energético amenaza con provocar “turbulencias económicas” a corto y medio plazo.
El Consejo Federal se niega a suprimir el IVA, que constituye la principal fuente fiscal del Estado (35%) y garantiza unos ingresos estables. Para fomentar el giro energético, el Gobierno prevé introducir a partir de 2012 un sistema de incentivos que prevé un gravamen sobre las energías fósiles cuya recaudación se distribuirá a los hogares y las empresas. Este proyecto, aunque aún incierto, provocará seguramente luchas encarnecidas entre los grupos parlamentarios.
Impuestos energéticos
En Suiza ya se han aplicado gravámenes para alcanzar los objetivos en materia de política climática y energética.
La Confederación cobra un impuestos CO2 sobre la producción y la importación de combustibles fósiles. Un tercio de la recaudación se destina a financiar un programa de ahorro energético y el resto se distribuye a la población.
Desde hace muchos años se habla de introducir un impuesto análogo sobre los carburantes de origen fósil. Una propuesta que hasta ahora ha rechazado el Parlamento, donde la derecha tiene mayoría.
También se gravan los costes de transporte de la energía eléctrica para costear el suministro de electricidad producida a partir de fuentes renovables, el tráfico pesado, así como los aceites minerales.
Financiación no duradera
La iniciativa de los VL ha cosechado algún que otro apoyo de sus ‘primos’ de izquierda, el Partido Ecologista (Verdes), promotores de una propuesta análoga que fracasó rotundamente (77%) en las urnas en 2001. Según los otros partidos, el gravamen energético representa una solución inviable. Considera arriesgado que la fuente de ingresos de un Estado dependa de una fuente – las energías fósiles – que se pretende reducir gradualmente.
Según la derecha y el centro, el impuesto energético constituye, además, una amenaza para el futuro de la plaza industrial y un obstáculo a la movilidad. “Suiza va muy avanzada en lo que se refiere a las medidas para reducir las emisiones de CO2 que prevé el Protocolo de Kioto. No podemos ir aún más lejos que los demás países con nuevos impuestos energéticos. Solo debilitarían nuestra economía y apenas tendrían efectos sobre el clima”, sostiene Albert Rösti, diputado de la Unión Democrática de Centro (UDC, derecha conservadora).
La izquierda defiende el IVA por razones de índoles social, entre otras. “El encarecimiento de las energías fósiles es indispensable para lograr un giro energético y medioambiental, pero debe hacerse en el marco de un sistema de incentivos. Sería peligroso privar al Estado de una fuente fiscal sólida como el IVA, que sirve para financiar parte de la seguridad social”, sostiene Eric Nussbaumer, diputado socialista.
Penalizar el despilfarro
“Ha llegado el momento de actuar, pero tal vez vayamos 20 años por delante de los demás partidos”, afirma Martin Bäumle en respuesta a las críticas. “No cabe duda de que un gravamen sobre la energía puede garantizar una financiación duradera al Estado: si se reduce el consumo de carburantes y combustibles fósiles, bastará con aumentar la tasa impositiva. Y si dentro de 100 años desaparecieran las energías fósiles, no sería un problema gravar las demás fuentes, que también dañan el medioambiente, aunque en menor medida. Siempre necesitaremos energía”.
“Además, nuestra iniciativa no tendrá repercusiones negativas para las empresas y los hogares, ya que el aumento de los precios de los carburantes y los combustibles se compensará con la supresión del IVA. Solo se penalizará a quienes consumen mucha energía de origen fósil”.
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