La seguridad, el gran desafío para El Salvador
El más pequeño país centroamericano es también uno de los más violentos del mundo. Con más de 100 homicidios por cada 100 000 habitantes en 2015, la violencia en El Salvador “es el gran desafío nacional”, subraya Beat Schmid, analista suizo, residente desde hace 30 años en América Latina.
“Sería interesante que Suiza, con toda su experiencia y centenaria historia intercultural, pudiera cooperar en el futuro en el terreno de la gobernabilidad” en Salvador, subraya este economista consagrado al mundo de la cooperación.
Afincado desde hace 18 meses en El Salvador, Schmid colabora con las autoridades en el área de gobernabilidad. En una primera estancia en ese país, entre 1992 y 2004, contribuyó en los sectores de participación ciudadana, descentralización y reconstrucción luego de desastres naturales.
Beat Schmid llegó en los años 80 a Nicaragua como voluntario de la ONG Interteam y pasó luego a El Salvador. Más tarde, en 2004, y con GVOM se instaló en Uruguay a poco de la primera presidencia de Tabaré Vázquez (actual mandatario). Tras la asunción de Evo Morales, realizó una corta estadía en Bolivia y luego se trasladó a Cuba donde permaneció 8 años (hasta mediados del 2013) y coordinó las ONG Oxfam -Canadá, primero y mediCuba – Suiza, posteriormente.
swissinfo.ch: Las informaciones internacionales sobre El Salvador tienen siempre como común denominador el tema de la violencia…
Beat Schmid (B.S.): Lamentablemente, hay que reconocer que es el país sin guerra más violento del mundo. Es una realidad que afecta toda la vida cotidiana y que genera una alta tensión social. Una real psicosis, muchas de cuyas secuelas se van a percibir todavía en el futuro.
swissinfo.ch: ¿Cuál es la génesis de esta violencia social descontrolada?
B.S.: Constituye un fenómeno estructural que se ha gestado en las últimas dos o tres décadas y que tiene que ver con pandillas juveniles que se generaron en Estados Unidos. Se trata fundamentalmente de hijos de refugiados salvadoreños que vivieron en Los Ángeles donde se integraron a pandillas conformadas principalmente conformadas por mexicanos. Era la población de más abajo y se organizaron como pandillas para defenderse en una sociedad que los rechazaba. Se volvieron delincuentes. Algunos de ellos regresaron deportados a El Salvador. Paradójicamente se habían ido de muy chiquitos, como hijos de refugiados, y volvieron convertidos en delincuentes. Ahora hay dos principales maras (ndr: bandas, pandillas) que se combaten entre sí y que impactan toda la sociedad.
swissinfo.ch: ¿Significa que es un problema heredado por el actual Gobierno del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y que se originó mucho antes que la antigua guerrilla llegara al Gobierno por la vía electoral?
B.S.: En efecto. Y se ha agudizado ya que ni la sociedad ni el Estado han dado respuestas adecuadas. Las políticas exclusivamente represivas de los gobiernos de la derecha han fracasado. Por ello, el actual Gobierno plantea un abordaje integral con énfasis en la prevención y en la creción de oportunidades, particularmente para los jóvenes. Las maras se desarrollan en barrios populares – el 75% de la población reside en ciudades- donde la gente vive en condiciones de gran marginalidad, con estructuras familiares prácticamente destruidas por la pasada guerra, la violencia actual y la migración muy fuerte. En ese contexto, hay jóvenes que piensan que la vida no vale nada. Los tatuajes habituales marcan un casi no retorno a la integración social para parte de una generación prácticamente criminalizada. Entonces se unen, se refuerzan entre ellos y comienzan a desarrollar la hegemonía social de las maras que implica proteger su sector y exigir el pago de una renta a los pobladores, acumulando así un poder económico producto de la extorsión. La población trata de arreglarse con esas dos maras para sobrevivir. El Estado tiene presencia débil en esos barrios. Este año, 60 policías fueron muertos por las bandas, o sea, que atacan al Estado. Delinquen fuera de su sector y se confrontan con el otro grupo. Una especie de guerra entre pobres. Los pobres son los más afectados por esta cotidianeidad.
swissinfo.ch: ¿Una estructura y funcionamiento de tipo mafioso?
B.S.: La diferencia con la mafia es que no alcanza para volverse ricos. Usan ese dinero para apoyar a sus presos, para sobrevivir ellos mismos y sus familias. Pero los capos no tienen una vida ostentosa como los jefes de la mafia. Siguen viviendo miserablemente. La pertenencia a la mara les da tal vez un cierto estatus social en su sector, pero no se hacen ricos.
swissinfo.ch: ¿Hay una salida? ¿Qué hace el Gobierno para tratar de enfrentar esta situación?
B.S.: Va a ser un proceso largo, que excede el tiempo político del actual Gobierno. Creo que la única forma de resolver este drama es crear una contra hegemonía social. Ofrecer posibilidades especialmente a los jóvenes, oportunidades de vida. De 6.4 millones, que es la población total del país, un 10%, especialmente jóvenes, no estudia ni trabaja. Casi el 10% de la población, por otra parte, tiene algún tipo de relación, contacto o vive en zonas con fuerte presencia de las maras. La prevención es una política cara y con resultados solamente a mediano y largo plazos, pero la represión no es el único camino, sino el último y menos deseable. Adicionalmente, esa represión significa luchar contra sectores sociales desfavorecidos, lo que es casi dramático para este Gobierno con ideales y propuestas progresistas. Las autoridades están empeñadas en encontrar esas opciones alternativas. Las que requieren una gran inversión social que no va a aportar frutos de inmediato. Todo esto en un momento de marcadas restricciones presupuestales.
swissinfo.ch: ¿Es exagerado decir que el futuro del Gobierno del FMLN y de la gobernabilidad están ligados a la resolución del tema de la violencia?
B.S.: Son dos puntos fundamentales. La seguridad, que es esencial. Y el del ingreso y el empleo. La caída del precio de petróleo y una cierta reactivación del mercado estadounidense hacen pensar que la economía va a ir mejor. Lo de la seguridad es más complejo. Es un problema real, pero la imagen ampliada que transmiten los medios contribuye a incrementar la percepción de la gente sobre ese problema. Hay encuestas interesantes: un 45% de la población declara sentirse más insegura que hace un año (a nivel personal), pero el 90% de los encuestados opina que el país se ha vuelto más inseguro. Por eso, el gran desafío gubernamental es también crear una percepción de que ese problema puede resolverse. Porque si no, muchos de los logros sociales quedan eclipsados: Los paquetes escolares para todos los estudiantes hasta el bachillerato; el programa de una computadora para cada escolar; los programas Casa Mujer, que benefician a miles de mujeres en situación de opresión. Y logros económicos reales: la autosuficiencia en granos básicos desde hace seis años; el hecho de que el país se haya convertido en el de mayor crecimiento en las exportaciones de América Latina en el 2015; una disminución comprobada de la desigualdad media, siendo hoy el segundo país más equitativo de América Latina; la expansión de la salud y educación públicas, aunque también queda mucho por hacer en esas y otras áreas.
swissinfo.ch: ¿Cómo se posiciona la cooperación internacional, la suiza en particular, en El Salvador?
B.S.: Cuando la derecha estuvo en el Gobierno, hasta el 2009, para vender la imagen de un país de renta media, arregló datos estadísticos que hizo que la cooperación oficial se retirara en gran medida. En los últimos 6 años hubo un trabajo sistemático para recuperarla. El esfuerzo gubernamental posterior consiste en dirigir esos ingresos a los sectores y temas prioritarios: inseguridad, reactivación económica, juventud, derecho de las mujeres. También se diversificó la cooperación Sur-Sur con otros países latinoamericanos, favorecida por la existencia de varios gobiernos progresistas en la región. En cuanto a Suiza, se cerró la oficina de enlace hace ya varios años. Tiene una presencia de bajo perfil en El Salvador, en todo caso a nivel oficial. Hay algunas ONG de proyectos y otras de cooperantes voluntarios que siguen presentes. Pero pienso que Berna podría contribuir significativamente, especialmente en el terreno de la gobernabilidad, la capacidad de procesar contradicciones y diferencias, lo que sería muy importante en un entorno actual como el salvadoreño.
Migrantes cubanos en Centroamérica
Miles de emigrantes cubanos que llegaron en los últimos meses a Ecuador -que hasta el 1º de diciembre no exigía visa de entrada – intentaban iniciar allí el camino por tierra hacia Estados Unidos, atravesando ocho países. Los cubanos son los únicos latinoamericanos que tienen el privilegio de poder entrar a Estados Unidos y recibir automáticamente su permiso de residencia y de trabajo mientras anualmente cientos de emigrantes, particularmente de México y América Central, mueren en el intento.
La decisión del Gobierno de Nicaragua, a mitad de noviembre, de impedir el tránsito de esos emigrantes cubanos originó una crisis diplomática. Más de 6 000 esperaban en la frontera norte de Costa Rica atravesar Nicaragua para continuar su ruta.
“Puedo entender la postura de los gobiernos de Cuba y Nicaragua que sostienen que las políticas migratorias de Estados Unidos -que asegura la residencia a los cubanos que llegan a sus fronteras- es la causa de este problema porque les animan a usar rutas peligrosas y promueven la fuga de cerebros de la isla”, analiza Beat Schmid.
En las últimas horas del 2015, un acuerdo entre gobiernos centroamericanos allanaría la solución de ese conflicto. Diversas informaciones internacionales dieron cuenta de un puente aéreo que se establecerá entre Costa Rica y El Salvador (para evitar Nicaragua) que permitiría a los cubanos, frenados en Costa Rica, continuar su periplo hacia el norte.
Es importante encontrar “una solución humanitaria a este tema aunque lo más importante sería que el Gobierno de Estados Unidos eliminara ese privilegio migratorio absurdo para ciudadanos cubanos que es un corolario de la Guerra Fría”, subraya Beat Schmid.
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