Afganistán, del burka al uniforme
Muchas mujeres afganas han decidido romper con las tradiciones y alistarse en las fuerzas policiales. Este cambio ha sido posible también gracias a la participación de Suiza, explica Marie-Thérèse Karlen, responsable de los proyectos de la cooperación helvética en Kabul.
Después de tres décadas de guerras y conflictos, Afganistán se dispone a asumir las riendas de su propio destino. Con la retirada de las tropas internacionales, prevista para 2014, el ejército nacional y las fuerzas policiales deberán garantizar la seguridad interna en un contexto en el que reina la incertidumbre.
Además de hacer frente la creciente resistencia de los talibán, el gobierno deberá asumir un desafío igualmente difícil: romper un tabú secular. Las mujeres, tradicionalmente relegadas a un segundo plano en una sociedad claramente machista, se han integrado en las fuerzas del orden. Pese a las barreras socioculturales y los riesgos asociados, hay cada vez más mujeres que quieren figurar en primera línea, explica a swissinfo.ch Marie-Thérèse Karlen, entrevistada en su oficina de Kabul.
swissinfo.ch: ¿Por qué es importante tener mujeres en la policía?
Marie-Thérèse Karlen: Su presencia es esencial, sobre todo en la prevención de la violencia doméstica. Frente a una agente, las víctimas de malos tratos se atreven más a presentar una denuncia. En una comisaría compuesta exclusivamente por hombres, les resulta casi imposible expresarse.
El miedo de que no se las tome en serio, la vergüenza de hablar de estas cosas en público y el riesgo de comprometer el honor de la familia obligan a muchas mujeres a guardar silencio. Gracias a las policías, para las víctimas será más fácil superar estos obstáculos culturales.
Las mujeres policías también están integradas en los equipos de investigación. Durante el registro de viviendas pueden interrogar a los miembros femeninos de la familia, lo que sería prácticamente imposible para un equipo formado solo por hombres.
swissinfo.ch: En varios países occidentales la presencia de mujeres en las fuerzas del orden y el ejército suscita escepticismo. ¿Qué nos dice de Afganistán y de su sociedad patriarcal?
M.-T.K.: Como en cualquier trabajo en el que la mujer está en primera línea, las policías se ven confrontadas con diversas dificultades, ya sea antes o durante el reclutamiento, ya sea en su trabajo diario. Sobre todo en las zonas rurales, hay familias que se oponen a la simple idea de que su hija se aliste en la policía. Las funcionarias públicas son objeto de ataques, por lo que muchas renuncian a cargos estatales.
Aún así, la difusión de los principios de igualdad de género en las provincias y la necesidad de llevar un sueldo a casa han incitado a más de 1.300 mujeres a alistarse en la policía. Gracias a ellas, la imagen de las policías está mejorando mucho.
swissinfo.ch: ¿Cuáles son los principales avances en la emancipación de la mujer desde la caída de los talibán?
M.-T.K.: Se ha avanzado en los ámbitos legal y estratégico. La Constitución afgana garantiza la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y, recientemente, se adoptó una ley para prevenir la violencia contra las mujeres.
Además existen programas y estrategias nacionales para respaldar a las mujeres en los ámbitos político, sanitario, judicial, escolar y económico. Más del 35% de los seis millones de niños que van al colegio son de sexo femenino y las mujeres ocupan uno de cada cuatro escaños en la Asamblea Nacional.
Las mujeres afganas demuestran una gran voluntad de participar en la vida pública. En las elecciones presidenciales de 2009, el 58% de quienes acudieron a las urnas fueron mujeres.
swissinfo.ch: ¿En qué campos queda todavía mucho por hacer?
M.-T.K.: La vida de las mujeres afganas sigue marcada por la pobreza y la violencia. Según la Comisión independiente afgana para los derechos humanos, la violencia contra las mujeres (persecuciones, matrimonios forzosos, abusos sexuales) crece. A ello se suma que el riesgo de morir durante el embarazo o después del parto, así como la tasa de mortalidad infantil figuran entre los más altos del mundo.
Aunque en las escuelas se ha duplicado el número de alumnas, muchas niñas se ven obligadas a abandonar sus estudios para contraer matrimonio. Y luego hay una carencia de profesoras en la enseñanza secundaria y la tasa de analfabetismo ronda aún el 85%.
Para que las condiciones de la mujer mejoren de forma duradera es necesario reforzar el marco legislativo, volver a discutir abiertamente algunas tradiciones socioculturales y seguir adoptando medidas políticas y económicas.
swissinfo.ch: ¿En qué medida la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) contribuye a fomentar la igualdad de género?
M.-T.K.: Respaldamos proyectos en el ámbito del desarrollo institucional (buena gobernanza), por ejemplo, promoviendo los derechos de las mujeres y mejorando su participación en la política nacional y regional. En lo que concierne a los medios de subsistencia, apoyamos varias iniciativas a favor de una distribución igualitaria de los recursos.
Los proyectos pretenden, en primer lugar, garantizar ingresos a la comunidad, mejorar las condiciones sanitarias e incrementar el nivel de educación. Tenemos luego proyectos menores destinados a satisfacer algunas necesidades específicas de las mujeres y garantizar la remuneración de los policías.
swissinfo.ch: Si hablamos de la mujer en Afganistán es ineludible referirse al burka, un tema que genera polémica en Occidente. ¿Cuál es la opinión que prevalece en el país?
M.-T.K.: Una gran parte de la población femenina en Afganistán lleva el burka o el chador por motivos que varían de una región a otra. Por ende, no existe una opinión generalizada. Algunas mujeres se ponen el chador porque así lo dicta la tradición familiar: negarse a ello representaría un deshonor. Otras lo hacen voluntariamente y lo llevan en público para sentirse más seguras y conservar el anonimato.
El presidente Barack Obama anunció a mediados de junio pasado la retirada total de las tropas estadounidenses de Afganistán de aquí a 2014.
Corresponderá entonces al ejército y la policía afganos garantizar la seguridad en el país. Con ese fin, el Gobierno de Kabul ha decidido aumentar de 122.000 a 170.000 los efectivos de las fuerzas policiales (entre ellos 5.000 mujeres).
El fondo que creó la comunidad internacional en mayo de 2002, el Law and Order Trust Fund (LOTFA), constituye una aportación importante a la seguridad interna.
El objetivo principal de este instrumento es financiar y apoyar la formación de las nuevas fuerzas de policía afganas.
Desde 2003, Suiza ha aportado 5 millones de francos a este fondo.
Desde hace varias décadas, la República Islámica de Afganistán vive un sangriento conflicto.
En 1973 un golpe encabezado por Mohammed Daoud Khan transformó el régimen monárquico en una república.
En 1978 los comunistas llegaron al poder tras otro golpe de Estado, liderados por el partido Nur Mohammad Taraki y con respaldo soviético.
En 1979 la guerra civil se transformó en un conflicto entre las fuerzas de ocupación soviéticas y los muyahidines, apoyados por Estados Unidos, Arabia Saudí y Pakistán.
En 1989, las tropas soviéticas se retiran y en 1992 se proclama la República Islámica de Afganistán.
El frente de los muyahidines se revela muy fragmentado y desunido y consiente que la facción de los talibán tome el poder en 1995.
Bajo el dominio talibán, se prohíben la música, el deporte y la televisión. Se obliga a los hombres a llevar barba. Las mujeres tienen prohibido salir de casa sin un acompañante masculino y sin el burka. Las mujeres y las niñas no pueden ir a la escuela ni trabajar.
Tras los atentados a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001, el Gobierno de Estados Unidos inicia la guerra contra el terrorismo e invade Afganistán.
Desde entonces los talibán tratan de reconquistar el país y son frecuentes los atentados.
(Traducción: Belén Couceiro)
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