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Diplomacia: Aislar a Rusia, estrategia complicada

Reproducción del vídeomensaje de Serguéi Lavrov en la ONU, Ginebra.
Durante la 49ª sesión del Consejo de Derechos Humanos el 1º de marzo en la sede europea de Naciones Unidas en Ginebra el embajador ucraniano y diplomáticos de una serie de países abandonaron demostrativamente la sala en protesta de la invasión de Ucrania ordenada por Moscú en cuanto se comenzó a reproducir el vídeomensaje grabado de Serguéi Lavrov. ©Keystone / Salvatore Di Nolfi

La guerra en Ucrania provocó que Occidente expulsara a Rusia de algunos foros internacionales en Ginebra. Los diplomáticos esperan enviar así un mensaje contundente de condena por la invasión rusa en Ucrania, pero algunos temen que la estrategia podría ser contraproducente.

A lo largo del mes pasado, el ambiente habitualmente relajado en la llamada Ginebra internacional se tornó drásticamente en indignación hacia Rusia. Para todas las 38 organizaciones internacionales en Ginebra la invasión rusa en Ucrania es una preocupación mayor. Mientras se prolonga la guerra, Rusia es aislada cada vez más de muchas reuniones. El país fue excluido de algunas conversaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC). También perdió su estatus de observador en el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN). Y recientemente, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) decidió suspender su colaboración con Rusia hasta el cese de las hostilidades.

“El aislamiento está creciendo. Es hora de parar esta agresión salvaje que se opone a todos los valores de la OIT”, declaró a la agencia AFP el embajador británico ante Naciones Unidas en Ginebra, Simon Manley.

Un diplomático europeo de la misión de la Unión Europea ante Naciones Unidas en Ginebra ha confirmado a SWI swissinfo.ch que los integrantes de ese grupo ahora se niegan a celebrar reuniones bilaterales con sus colegas rusos.

Esta práctica plantea la cuestión sobre la futura colaboración con Rusia en la Ginebra internacional. Rusia es miembro permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y un actor poderoso en la mayoría de las organizaciones internacionales. Si las negociaciones multilaterales siguen polarizadas, hay un riesgo de que las conversaciones en curso se paralicen y los acuerdos se rompan.

Silencioso boicot diplomático

El Consejo de Derechos Humanos es uno de los organismos de la ONU en el que la presencia de Rusia como miembro electo se considera problemática. Una serie de Estados miembros de la ONU, junto con 30 ONG, exigen la expulsión de Rusia del Consejo.

“Obviamente, se ha hablado mucho sobre la expulsión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU… Ha habido un alto grado de apoyo por parte de Reino Unido y algunos países de la UE para esta postura, y las ONG presionan para que se suspenda la membresía de Rusia. El hecho de tener un miembro en el Consejo de Derechos Humanos que comete violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos es una broma que debilita la credibilidad del Consejo”, afirma Marc Limon, director del Grupo de Derechos Universales, un laboratorio de ideas (think-tank) independiente de derechos humanos.

Quienes defienden la expulsión argumentan que está en juego la credibilidad del Consejo.

“¿Qué impacto tendría la suspensión de Rusia en el Consejo de Derechos Humanos? Sería bueno porque así el Consejo de Derechos Humanos podría demostrar que defiende sus principios. Creo, sinceramente, que es lo único que Rusia tendría en cuenta”, añade Limon.

Pero es más fácil decirlo que hacerlo. Pese a que una mayoría abrumadora de los miembros del Consejo han votado por el establecimiento de una comisión para investigar la situación de los derechos humanos en Ucrania, su investigación más rigurosa, esto no quiere decir que la suspensión de la membresía generaría el mismo impulso.

Condenar la invasión rusa y suspender la membresía de Rusia no son lo mismo. La expulsión de Rusia del Consejo exige un voto mayoritario de dos tercios de la Asamblea General de la ONU, lo que en estos momentos parece alcanzable, aunque no probable, según fuentes diplomáticas.

“No diría que estamos aislados”, dijo en una rueda de prensa Gennady Gatilov, el embajador ruso ante la ONU en Ginebra. “Aquí contamos con una serie de países que apoyan nuestra posición. Permítanme citar a China, la India y a determinado número de otras naciones.” Solo Rusia y Eritrea votaron en contra de la comisión de investigación sobre la situación de los derechos humanos en Ucrania. China y la India, dos de los principales aliados de Rusia, se abstuvieron.

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Descontento creciente

La invasión rusa de Ucrania también ha provocado reacciones de la Organización Mundial del Comercio. En total, 14 delegaciones, incluidos la Unión Europea, Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón, publicaron el 15 de marzo una declaración en la que condenaron la agresión militar de Rusia a Ucrania, calificándola como una “violación clamorosa del derecho internacional y de la Carta de Naciones Unidas”. Acordaron quitarle a Rusia temporalmente el estatus de nación más favorecida (MFN, por sus siglas en inglés) y, al mismo tiempo, suspender el proceso de adhesión de Bielorrusia a la OMC. MFN es un principio del sistema comercial multilateral que garantiza a sus miembros relaciones comerciales equitativas.  

Al día siguiente, Rusia reaccionó. “Estamos profundamente molestos con los nuevos acontecimientos que se están produciendo en la OMC, que preparan el camino para un desmantelamiento completo del sistema comercial multilateral basado en reglas”, rezaba una declaración oficial. 

El bloqueo diplomático va más allá del ámbito formal. Rusia también fue apartada de su participación en el grupo de coordinación de los países en vías de desarrollo de la OMC. La UE y los EE. UU. dicen que los valores fundamentales de la OMC son más importantes, por lo que ya no incluirán a Rusia en este grupo informal.

“La expulsión de Rusia de este grupo no es un acto simbólico, desde luego. Pero en términos prácticos, esto no tendrá un impacto directo en el comercio. Aquí no estamos hablando de aranceles. Se trata más bien de un asunto interno de la OMC”, afirma el portavoz de la misión de la UE ante la OMC.

El multilateralismo se debilita

Pero algunos creen que aislar a Rusia solamente debilita a la ONU y a otras organizaciones multilaterales.

“Ver la guerra en Ucrania desde una perspectiva global no conviene para nada a los intereses de Occidente”, sostiene Andrés Liebich, un experto de la Guerra Fría y profesor emérito de Historia y Política Internacional en el Instituto Universitario de Ginebra. Cree que el intento de expulsar a Rusia de la Ginebra internacional no traería ningún beneficio para Occidente a largo plazo, dada la condición de potencia mundial de Rusia.

El aislamiento de Rusia solamente dificulta el trabajo de las organizaciones y debilita el multilateralismo, explica. En este contexto, “el abandono por parte de los Estados miembros de la ONU durante el discurso de Lavrov es una equivocación”, afirma. Se refiere a una salida escenificada que se produjo el 1 de marzo cuando el ministro de Exteriores ruso Serguéi Lavrov se dirigía al Consejo de Derechos Humanos.

A tres meses de la Conferencia de ministros prevista en junio y que ya carece de impulso político, este paso de la OMC podría dificultar aún más el consenso en su órgano de decisión más alto.

La condena de la invasión militar rusa de Ucrania también alcanza las reuniones de otras organizaciones internacionales en Ginebra, incluso si la institución no está afectada directamente o si la situación en Ucrania no está en la agenda. En la reunión de la Convención sobre Diversidad Biológica en el Centro de Conferencias Internacional de Ginebra, que arrancó el 14 de marzo, los representantes de Ucrania y Rusia tuvieron una disputa sobre la guerra en Ucrania. Durante la reunión, varios países occidentales también condenaron la agresión rusa en sus declaraciones iniciales.

El 8 de marzo, el Consejo del CERN, integrado por 23 Estados miembros, decidió apoyar a los colaboradores ucranianos y su actividad científica, suspendiendo, al mismo tiempo, el estatus de observador de Rusia, con la que ya no pretende iniciar nuevas colaboraciones.

Como resultado de ello, las operaciones del CERN se podrían ver afectadas. En la actualidad, el mayor número de científicos que participan en proyectos del CERN, incluido el acelerador de partículas más potente del mundo, el Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés), viene de Rusia. 

Las medidas se han endurecido y los proyectos del CERN podrían retrasarse. El 25 de marzo se suspendió o canceló la participación de científicos en proyectos y eventos conjuntos con Rusia y Bielorrusia. Hasta entonces, más de 1 100 científicos de 27 instituciones académicas y científicas rusas participaban en los programas del CERN.

«El impacto científico es estudiado actualmente y trataremos de minimizar el impacto en nuestros investigadores y en la ciencia», indicó un portavoz del CERN a SWI swissinfo.ch.

Documento.
El 14 de diciembre de 1939, la Sociedad de las Naciones expulsó a la Unión Soviética en respuesta a la invasión soviética de Finlandia el 30 de noviembre. ©United Nations Archives at Geneva

¿Se repite la historia o se abre un nuevo capítulo?

Mientras que es demasiado pronto para hacer una valoración sobre el impacto que está teniendo la guerra en las instituciones de la ONU, las tensiones actuales recuerdan las vividas antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. En los años 1930, tras la invasión japonesa de Manchuria y la invasión soviética de Finlandia, algunos Estados miembros —sobre todo aquellos con gobiernos fascistas como Italia y Alemania— se retiraron o fueron expulsados de la Sociedad de las Naciones en Ginebra, la organización predecesora de la ONU.

Ahora que a causa del veto ruso el Consejo de Seguridad de la ONU es incapaz de parar la guerra en Ucrania o al menos de imponer un cese al fuego, parece que la ONU está fracasando en su principal cometido que es mantener la paz internacional. Occidente ha impuesto duras sanciones económicas contra Rusia, pero estas, por ahora, no logran detener la guerra. El clima político mundial es tan tenso como lo era hace casi un siglo.

“Las potencias con derecho de veto en el Consejo de Seguridad no abandonarán su prerrogativa en las Naciones Unidas. Estamos atrapados en el mismo escenario que dejó la Segunda Guerra Mundial. Han transcurrido más de 70 años desde entonces, pero seguimos en las mismas, como si estuviéramos viviendo el final de aquella guerra”, explica Liebich, experto de la Guerra Fría. “La Unión Soviética tuvo su papel en las Naciones Unidas en Ginebra, lo cual contribuyó al final de la Guerra Fría. Creo que solamente se podrá terminar la guerra si Ucrania y Rusia se ponen de acuerdo en una negociación.”

Traducido del inglés por Antonio Suárez

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