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El cónsul suizo que confundió democracia con dictadura

Familia Arbenz
Tras la asonada militar contra su Gobierno en 1954, para Jacobo Arbenz y su familia empezó un dramático peregrinaje. En la imagen, a su llegada a Suiza. Berna no le prolongó el visado a pesar de que era hijo de un ciudadano suizo. AFP

En 1951 y con 65% de los votos, Jacobo Arbenz llega a la presidencia de Guatemala decidido a redistribuir la riqueza del país para combatir la miseria de la población. Una asonada militar barre con su porfía democrática e inaugura una era de represión y violencia. Empero, para el cónsul suizo el líder golpista es “un hombre de la providencia”.

“Robert Fischer procede a una proyección divinatoria de la obra de Armas: el pasaje a la democracia y la lucha contra el comunismo”, escribe Ivo Rogic en ‘Diplomacia y “Revoluciones”. Mirada Suiza sobre Guatemala, Cuba y Chile de 1950 a 1976’.Enlace externo

Documentos Diplomáticos Suizos

DDS es un proyecto de edición de los documentos clave de la política exterior de Suiza. Cuenta con una edición impresa y una base de datos (dodis.chEnlace externoEnlace externo), concebida esta última para la publicación de documentos y para permitir el acceso a una cada vez mayor cantidad de datos por vía digital.  

Su objetivo es a la vez científico y práctico. Se trata de poner a disposición de investigadores y profesionales, las fuentes oficiales útiles para la reconstitución y la comprensión de la historia de la política exterior de Suiza, un Estado neutral, pero profundamente involucrado en el sistema político internacional.

Carlos Castillo Armas, añade, “es representado por el cónsul suizo [no había embajada] como un militar brillante, hombre honesto y devoto, popular y simpático a los ojos de Estados Unidos”. Un perfil opuesto al del “dictador”, Jacobo Arbenz Guzmán, de origen suizo, que promete hacer de Guatemala un país moderno y con justicia social.

Las cartas de Fischer al Departamento Político Federal (DPF, actual Ministerio de Exteriores) denotan la imagen negativa que, en consonancia con Washington, el cónsul honorario alimenta de Arbenz, desde antes de su investidura y hasta después de su derrocamiento.

Guerra Fría y paranoia comunista

Con base en documentos diplomáticos suizos de la época, Ivo RogicEnlace externo analiza los entresijos de la política helvética respecto a los gobiernos emancipadores de esos países en tiempos de la Guerra Fría. Es decir, cuando la paranoia occidental, de la que muchos suizos no escapan, hacía de las reivindicaciones sociales un “complot comunista”.

Su investigación constituye el 7º. Cuaderno de los Documentos Diplomáticos Suizos (DDS) y consagra su primer capítulo al Gobierno de Arbenz (1951-1954), segundo presidente electo democráticamente en la historia de Guatemala y uno de los artífices del milagro: La ‘Revolución de Octubre de 1944Enlace externo’ genera expectativas en una América Latina flagelada por la desigualdad, la dictadura y el neocolonialismo.

“En diciembre de 1953, el joven Ernesto Guevara llega a Guatemala empujado por la curiosidad de la ‘revolución de la democracia’ promovida por Jacobo Arbenz”, anota Rogic. Signo de los tiempos, la debacle democrática en Guatemala, golpe amargo que incide en la radicalización del Che, y el asesinato de este, en 1967 en Bolivia, llevan la misma rúbrica: Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA).

La tierra no era de quien la trabajaba

Pero volvamos a la Guatemala de inicios de los 50. La mayoría de sus tres millones de habitantes son pobres y analfabetas y trabajan en el campo (90% de la fuerza laboral), pero en un campo ajeno. El 70% de las tierras cultivables está bajo el control de 2,2% de propietarios. Y de esos cuatro millones de hectáreas, tres cuartas partes están ociosas.

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1973: golpe militar en Chile

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Guerra Fría, diplomacia helvética y maniqueísmo

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El Gobierno decide expropiar las tierras improductivas. La medida concierne principalmente a la poderosa empresa estadounidense ‘United Fruit Company (UFC)’, que detenta la tercera parte de las tierras cultivables del país (sin pagar impuestos internacionales). Pero también hay miembros de la colonia suiza que resultan afectados.  

“En mayo de 1952, la reacción del cónsul honorario helvético a la reforma agraria se avecina al pánico”, describe el historiador. Para Fischer el reparto agrario es la aplicación de “principios marxistas” bajo “instrucciones” de la URSS.

El cónsul honorario pide en vano a Berna la apertura de una legación en la capital guatemalteca “capaz de defender los intereses” de sus conciudadanos, refiere el investigador.

Un cónsul desbordado

“Lo máximo que habría que hacer, en mi opinión, sería reemplazar al cónsul honorario, que no quiere comprometer su propia situación ocupándose de asuntos desagradables, por un cónsul de carrera”, recomienda el titular de la División Política de la DPF, Alfred Zehnder, al entonces ministro de Exteriores, Max Petitpierre.

Robert Fischer es verosímilmente el titular de la empresa comercial ‘Fischer Faeh & Company’ que representa diversas firmas helvéticas de exportación, incluida la fábrica de armas SIG. Sin embargo, favorece la interrupción de la venta de armas al Gobierno de Arbenz, alineándose al bloqueo comercial impuesto por EE UU, asienta la investigación.

El cónsul también secunda la machacona asociación que Washington pretende entre Arbenz y la URSS. No es el único. Ivo Rogic cita correos de representantes suizos que se hacen eco de las difamaciones estadounidenses: “El Kremlin pretende hacerse del control del Canal de Panamá vía Guatemala”. “Arbenz participó en el asesinato de Arana”. “Arbenz es moderado, pero está rodeado de comunistas”.

El embajador que vio más allá de EE UU

El especialista suizo evoca a August Lindt entre los pocos diplomáticos que disienten de esa matriz informativa equívoca. En el informe que rinde a Berna tras una estancia en Guatemala, el observador de Suiza ante la ONU en Nueva York “legitima la reforma agraria presentándola como una exigencia crucial para el desarrollo del país”.

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Opinión

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60 años del golpe de Estado contra Jacobo Árbenz

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En su análisis también denuncia una conspiración, pero no de Moscú: “Los latifundistas de Guatemala estimulan los planes para derrotar al gobierno, mientras EE UU pone al país bajo presión con una campaña en favor de los intereses de la UFC”, advierte Lindt.

El complot de la oligarquía, la CIA y la poderosa empresa frutera sí que fructifica: El 18 de junio de 1954 Carlos Castillo Armas lanza la invasión de Guatemala desde Honduras. El financiamiento de la asonada y el entrenamiento de sus mercenarios llevan el sello ‘made in USA’. La denuncia de Guatemala ante la ONU por violación a su soberanía se estrella con el veto impuesto por la Casa Blanca.

A bordo del avión del embajador de EUU

Rogic cita el amargo testimonio que Lindt rinde a Berna:

“Hasta ahora parecía que Occidente, en su combate contra el Este, disponía de una indiscutible superioridad moral, y que luchaba por los fundamentos del derecho y por los derechos de los pequeños Estados. Hoy, Estados Unidos dio la impresión de estar dispuesto a sacrificar todos sus principios en el combate sin miramientos contra el comunismo”.

Petitpierre manifiesta su indignación al embajador de EE UU en Suiza (30 de junio) por la imposición del veto “a pesar de que ese país [Guatemala] ha sido objeto de una agresión e invadido”.

Pero el Gobierno suizo rechaza ese mismo día el pedido guatemalteco de condenar el ataque: “Suiza no puede ocuparse del asunto porque no forma parte de la ONU, ni quiere inmiscuirse en el conflicto interno de Guatemala”. La negativa respuesta de Berna también es tardía: el presidente Arbenz había presentado su dimisión tres días antes.

“El 3 de julio Carlos Castillo Armas llega victorioso a la capital guatemalteca a bordo del avión del embajador de Estados Unidos, John Peurifloy, que lo instala en el poder”, apunta Rogic. Indica que apenas unas horas más tarde, un funcionario del consulado suizo obtiene un encuentro de “carácter privado” con el dirigente golpista.

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Castro y Allende

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Del precipicio y del exilio

Para Guatemala se abre la puerta del infierno, Para Arbenz, la del exilio.

La UFC, por supuesto, recupera “sus” tierras y la Reforma Agraria queda sepultada. La cacería de brujas que emprende el nuevo régimen se salda con 72 000 víctimas. La Guerra Civil que estalla luego (1960-1996) cobra decenas de miles más de víctimas entre muertos, desaparecidos y desplazados. La firma de la paz, no termina con la violencia ni salda la deuda con el campesinado.

El embajador de Guatemala en Suiza, Salomón Juárez, se encuentra en su país cuando se produce el golpe y Fischer aconseja al DPF negarle el permiso de regreso a pesar de que en Suiza se encuentra su esposa y que ésta es ciudadana helvética.  

Jacobo Arbenz tiene que salir de Guatemala y Suiza lo recibe solo temporalmente, vigilado y con condiciones. Fischer también se encarga de recomendar a Berna denegar la prolongación de su visado. Arbenz declina pedir la nacionalidad suiza para no perder la guatemalteca.

México le proporciona su primero y su último refugio. En la embajada, tras el golpe. En la capital del país, durante su último año de vida. En el medio, un peregrinaje que lo lleva a París, Moscú, Praga, Montevideo y La Habana. Al final, el presidente que quiso cambiar la historia de Guatemala con la Reforma Agraria, también se quedó sin tierra.

Guatemala se independizó de España en 1821, pero el Estado guatemalteco fue fundado hasta 1839. De inmediato fue reconocido por Suiza. El consulado suizo en Guatemala fue abierto en 1891 y la embajada en 1962. La relación diplomática bilateral data de 1957.

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