Dick Marty: los valores por encima de todo
Sus informes para el Consejo de Europa sobre las prisiones secretas de la CIA, las listas negras de la ONU y los crímenes en Kosovo generaron un gran revuelo internacional.
Dick Marty abandona su mandato parlamentario en Estrasburgo tras una larga lucha en defensa del Estado de derecho y los principios democráticos fundamentales.
Considerado una autoridad moral en el Parlamento suizo, en Berna Dick Marty ha predicado muchas veces en el desierto. Aun así, el senador oriundo del cantón del Tesino ha dejado huella en la política nacional: a su iniciativa se debe, entre otras, la introducción de un Ministerio Público independiente en Suiza, la creación del Tribunal Penal Federal en Bellinzona o la despenalización del aborto.
Pero ha sido sobre todo en el Consejo de Europa, en Estrasburgo, donde Dick Marty ha defendido a ultranza su compromiso político basado en el Estado de derecho, la legalidad y los derechos humanos: la primacía de los valores respecto a los intereses políticos y económicos. Tras concluir la sesión de otoño se ha despedido del Legislativo helvético y esta semana participa en su última Asamblea General del Consejo de Europa.
swissinfo.ch: ¿Qué le ha llevado a compaginar durante doce años su escaño en el Senado suizo con su mandato en el Consejo de Europa?
Dick Marty: Creo que quienes se comprometen en el Consejo de Europa comparten plenamente sus valores fundamentales, comenzando por el Convenio Europeo de los Derechos Humanos. La defensa de estos valores adquiere una importancia cada vez mayor frente a los cambios geopolíticos en el mundo -el fuerte crecimiento en Asia, la fase de recuperación en América Latina y África, un continente que tarde o temprano despertará.
Lo que está en juego es la supervivencia misma de nuestra cultura, ya que estos valores constituyen una parte esencial de la historia europea y suiza. No podemos olvidar esta dimensión histórica y humanista, que desafortunadamente, casi ha desaparecido del discurso y las prioridades de los partidos suizos.
swissinfo.ch: ¿De qué poderes dispone hoy el Consejo de Europa para traducir en hechos estos valores?
D.M.: La influencia del Consejo de Europa es mucho más grande de lo que se cree. Muchos de los convenios que adopta su Asamblea Parlamentaria son retomados por la Unión Europea (UE) u otros organismos internacionales. El Consejo desempeña un papel crucial en los ámbitos de los derechos humanos y la democracia. Tras la caída del comunismo en Europa del Este, por ejemplo, el Consejo fungió como una especie de escuela para la democratización de los nuevos miembros del este europeo.
Y no olvidemos la importancia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo: hoy 800 millones de europeos pueden recurrir a la más alta instancia judicial del Viejo Continente, si consideran que en sus países se han violado sus derechos fundamentales.
Gracias al Consejo en los últimos decenios se ha creado un patrimonio común de valores que tiene una influencia directa en todos los países del continente. También Suiza se ha visto obligada a modificar numerosas leyes para acatar las sentencias del Tribunal de Estrasburgo.
swissinfo.ch: ¿Fue precisamente para defender este patrimonio de valores por lo que aceptó relatar los dos célebres informes sobre las prisiones secretas de la CIA en Europa, pese a las amenazas y riesgos que conllevaba esta labor?
D.M.: Creo que son valores fundamentales para toda la humanidad que las democracias no pueden permitirse no respetar. No podemos aceptar que una persona sea detenida en la calle –con la complicidad de los servicios secretos del propio país– para ser trasladada a una prisión secreta, sometida a torturas y encarcelada durante años sin acusación previa y sin opción a una defensa.
Es lo que han vivido hoy terroristas o presuntos terroristas musulmanes, pero mañana los mismos métodos se podrían aplicar a cualquiera de nosotros, a personas que defienden un pensamiento libre y diferente. Estados Unidos ha confirmado en los últimos años que la mayor parte de los detenidos de Guantánamo eran inocentes. Fueron liberados sin recibir un céntimo de compensación ni una simple disculpa. Y sin la posibilidad de recurrir a la justicia porque el gobierno estadounidense ha decretado secreto de Estado sobre este asunto.
swissinfo.ch: A raíz de sus informes, varios gobiernos entre ellos el estadounidense y el británico, se vieron obligados a admitir que existieron las prisiones secretas.
D.M.: Sí, el 6 de junio de 2006, el mismo presidente Georges W. Bush reconoció públicamente la existencia del programa secreto de lucha antiterrorista que puso en marcha su administración. El ex primer ministro británico, Tony Blair, que algunos meses antes me había desacreditado, tuvo que disculparse ante el Parlamento en Londres por el tránsito de detenidos de la CIA en una isla británica.
Los documentos secretos estadounidenses que publicó Wikileaks confirmaron muchos datos y detalles contenidos en mis informes, por los cuales me atacaron varios gobiernos europeos. Para mí, la lectura de estos documentos fue un poco como degustar un cigarro sentado en una butaca y contemplando un atardecer africano.
swissinfo.ch: También causó un gran revuelo internacional su informe sobre los crímenes cometidos en Kosovo.
D.M.: En Kosovo se quiso imponer una verdad oficial: consistía en que había los buenos y los malos, y los países occidentales bombardearon a los malos y apoyaron a los buenos. Es verdad que el gobierno serbio de Milosevic cometió crímenes horrendos, pero decir que en el otro bando no ocurrió nada es una mentira colosal. Desde hace años, varios informes de la policía, los servicios secretos y las agencias internacionales denuncian los crímenes cometidos por ambos bandos y el acuerdo entre política y crimen organizado en la región balcánica.
En mi informe para el Consejo de Europa, simplemente se ponía en voz alta lo que ya se sabía. No he sacado beneficio personal alguno de este asunto. Es más: he suscitado mucha animosidad, pero la verdad nunca puede ser complaciente. Creo que los mismos habitantes de Kosovo tienen interés en conocer la verdad y reivindicar una democracia transparente. No hay justicia sin verdad y no hay democracia sin justicia. Es una ecuación, en mi opinión, muy sencilla que no debemos olvidar.
1945: nace en Sorengo, cerca de Lugano (cantón Tesino).
1974: Doctorado en Derecho tras cursas estudios en Neuchâtel y Friburgo (Alemania).
1975-89: sustituto y luego fiscal del cantón Tesino.
1989-95: responsable del Departamento de Finanzas y Economía del Gobierno tesinés.
1995-2011: representante del Partido Liberal Radical en la cámara alta del Parlamento suizo.
1999-2011: diputado de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa.
2005-2008: presidente de la Comisión de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos del Consejo de Europa, así como de la Subcomisión para la Lucha contra el Crimen y el Terrorismo.
Desde 2011: presidente de la Asamblea interjurasiana.
Creado en 1949, el Consejo de Europa es la institución política más antigua del continente.
Tiene sede en Estrasburgo y cuenta actualmente con 47 países miembros.
Se divide en tres poderes: el Comité de Ministros, la Asamblea Parlamentaria y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Entre sus objetivos figuran vigilar y promover algunos principios fundamentales: democracia, derechos humanos, cohesión social, seguridad ciudadana y diversidad cultural.
Aunque sus resoluciones no son vinculantes, los estados miembros deben tenerlas en cuenta.
(Traducción: Belén Couceiro)
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