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El acuerdo final de la COP26 decepciona

Sitio de la delegación suiza en la CPO26
Puesto ocupado por la delegación suiza en la sesión plenaria de la COP26. Paula Dupraz-Dobias

La cumbre COP26 aprobó un acuerdo sobre el clima el sábado por la noche. Pero muchas delegaciones –incluida Suiza– han quedado frustradas tras rebajarse las ambiciones en torno al fin de las subvenciones al carbón.

Alok Sharma, el británico presidente de la conferencia sobre el clima COP26, finalmente, un día después de lo previsto, dio el pistoletazo de salida para que se aprobaran los documentos destinados a aplicar el Acuerdo de París y concluir lo que se había anunciado como la cumbre de la “última oportunidad”.

Pero los momentos finales de las conversaciones incluyeron un inusual espectáculo de audaz diplomacia en el que intervino Suiza.

Minutos antes de que comenzara la sesión final, la ministra suiza de Medioambiente, Simonetta Sommaruga, subió al estrado para rebatir lo que la delegación suiza calificó como “violenta maniobra disruptiva”. Se produjeron tensas discusiones, al tiempo que Sharma se desplazaba entre otras delegaciones.

En una intervención posterior, una vez iniciada la sesión plenaria, Sommaruga expresó su “profunda decepción”. “El lenguaje que habíamos acordado sobre las subvenciones al carbón y a los combustibles fósiles se ha rebajado aún más como resultado de un proceso poco transparente”, explicó Sommaruga a los delegados.

La ministra suiza dijo que el término “reducción gradual” del carbón había sustituido a “eliminación gradual”, las palabras previamente acordadas.

La cumbre de la COP26 se prolongó hasta la noche, y uno de los puntos más conflictivos fue la eliminación de las subvenciones al carbón.

A pesar del lenguaje suavizado sobre los combustibles fósiles, debido a la presión no solo de India, sino también de China y Estados Unidos, el acuerdo sentó un precedente al incluir la mención de los contaminantes. Y lo hizo al expresar que “los subsidios a los combustibles fósiles ineficientes y el carbón no disminuido deben ser eliminados gradualmente”.

Sommaruga dio cuenta a la sesión plenaria de que en una reunión anterior –cuando Suiza propuso cerrar una laguna en la decisión sobre los mercados de carbono– a los delegados se les había comunicado que no se aceptarían cambios en el borrador.

Tras un largo aplauso que siguió a sus palabras, otros jefes de distintas delegaciones apoyaron la defensa que la ministra suiza había hecho del texto anterior, más sólido sobre los combustibles fósiles. Más tarde, Sharma públicamente se disculpó “por la forma en que se ha desarrollado el proceso”.

De promesas individuales a compromisos globales

La conferencia sobre el clima, de dos semanas de duración, se inauguró con una serie de compromisos renovados, así como con promesas de reducir la deforestación, las emisiones de metano y el carbón entre determinados grupos de países.

Pero los delegados de los 197 países reunidos en Glasgow debían ponerse de acuerdo sobre unas normas claras que impidieran que el calentamiento global superara los 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, tal y como establece el acuerdo del clima de París firmado en 2015.

Después de todo, el texto final representa un compromiso que, a pesar de todos sus puntos débiles, los países deben llevar de vuelta a casa para indicar que para combatir la crisis climática hace falta una acción más fuerte.

Sommaruga mostró su decepción ante el pleno. “Varios de los textos que se presentan están lejos de ser el mejor denominador común”, indicó. Pero incluso después del cambio de última hora en el texto relativo a las subvenciones al carbón, dijo que el Grupo de Integridad Ambiental (EIG, por sus siglas en inglés) de los países negociadores [del que Suiza es miembro] no quería arriesgarse a perder la posibilidad de salir de Glasgow sin un acuerdo.

Acuerdo sobre el mercado del carbono

Tras la infructuosa conclusión de la última cumbre del clima en Madrid, Suiza ha firmado tratados bilaterales de compensación de carbono con un puñado de países en desarrollo sobre la base de las directrices establecidas en el artículo 6 del Acuerdo de París. Los acuerdos incluían la garantía de que estos proyectos respetaran los derechos humanos, se prohibiera la doble contabilización de los créditos de carbono y que los países anfitriones no pudieran aplicar los programas por sí mismos sin el apoyo de terceros.

La compensación de carbono permite a empresas, gobiernos y particulares neutralizar el impacto de algunas de sus emisiones invirtiendo en proyectos que reducen o almacenan carbono. El establecimiento de directrices claras para la aplicación de los programas fue una de las cuestiones clave debatida en Glasgow.

En la COP26, Suiza ha presentado las iniciativas de compensación que ha puesto en marcha hasta el momento y ha presionado duro para que en el texto adoptado sobre los mercados de carbono se reflejaran condiciones firmes.

Al final, la delegación suiza se ha mostrado satisfecha con la adopción de normas para los créditos y compensaciones de carbono. Pero Sommaruga manifestó que los miembros del EIG (que también incluye a México, Corea del Sur, Georgia, Mónaco y Liechtenstein) “lamentaron” la falta de transparencia e inclusión en las discusiones, especialmente en lo que respecta a los mercados de CO2.

El jefe negociador de Suiza en materia de clima, Franz Perrez, declaró a SWI swissinfo.ch que la cuestión de la doble contabilidad entre los Estados y el sector privado había sido problemática. Dijo que durante las conversaciones se habían hecho propuestas que habrían permitido la doble contabilización de las emisiones.   

Una propuesta suiza, que fue descartada, habría determinado que si una empresa privada intenta compensar sin los “ajustes correspondientes” obtendría un certificado de “apoyo” en lugar de un certificado de mitigación.

“Se crea así una laguna, y no es perfecta. Pero esperamos poder corregirla con el tiempo”, indicó Perrez.

Mitigar el cambio climático

La declaración de Glasgow ha hecho una fuerte referencia a las evidencias científicas, incluidos los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, con sede en Ginebra, que recopila una gran cantidad de datos que detallan los cambios en el clima.

El acuerdo también expresa la “alarma y preocupación máximas” por el hecho de que la actividad de los seres humanos ya haya provocado un aumento de 1,1 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales. Un informe del Instituto de Recursos Mundiales en el que se analiza la promesa de reducir las emisiones de carbono realizadas por los países antes de Glasgow estima que su impacto aumentaría las temperaturas globales 2,4 grados centígrados por encima de esos niveles, muy lejos de los 1,5 grados centígrados acordados en París.

El viernes, el ministro del clima de Tuvalu, Seve Paeniu, explicó a los delegados que había que actuar con contundencia, dado que muchos países como el suyo ya están experimentando los efectos del cambio climático. “Nos estamos hundiendo literalmente”, dijo el ministro de esta isla del Pacífico.

El acuerdo exige reducir el 45 % de las emisiones de CO2 para 2030 en comparación con 2010, y cero emisiones netas para 2050.

Los países han decidido que ahora los compromisos de objetivos decenales –como los actuales que fijan las metas para 2030– se actualizarán cada cinco años. Este es otro punto en el que previamente había habido desacuerdos. China había pedido mantener el plazo de diez años. Suiza y Ruanda copresidieron un grupo para desbloquear la cuestión.

Falta de financiación

Mientras que los objetivos de financiación climática fijados en 2009 para que los países ricos aportaran a los países en desarrollo 100 000 millones de dólares (92 000 millones de francos) cada año hasta la fecha no se han cumplido, el texto del acuerdo “instó” a los países desarrollados a cumplir ese objetivo para 2025, y a duplicar la financiación para ayudar a los países más pobres a adaptarse a los impactos del cambio climático.      

Pero las organizaciones que trabajan sobre el terreno con las comunidades en los países vulnerables han expresado su preocupación por el acuerdo final de la COP26.

“Nos preocupa el nivel de compromiso del acuerdo, que es insuficiente dado lo urgente de la situación, y no reconoce que el sufrimiento para muchas personas pobres en las naciones en desarrollo hoy es una realidad cotidiana”, dijo Melchior Lengsfeld, director ejecutivo de la ONG suiza Helvetas.    

Durante años los países vulnerables han reclamado compensaciones por los efectos del cambio climático que causan los grandes emisores, lo que en la jerga de la COP se conoce como “pérdidas y daños”. Esto implica crear un mecanismo para hacer frente a las pérdidas y daños asociados a los impactos del cambio climático en los países en desarrollo. Países como Estados Unidos han presionado contra la creación de estos fondos.

Durante mucho tiempo los países desarrollados se han resistido, pero es una primicia que la declaración final de Glasgow lo mencione.

Sin embargo, antes de que los países directamente afectados por el cambio climático vean el dinero, para muchos todavía queda un gran camino por hacer. Se ha rechazado una propuesta de introducir un mecanismo que permitiera gestionar los fondos, en favor de un proceso más limitado para ofrecer fondos para “asistencia técnica”.

Mohammed Adow, director de Powershift Africa, un grupo de reflexión de Kenia, expuso que el texto puede compararse con un “pagar solo en caso de fuego en una casa, pero no compensar por la casa”.

Fernanda Carvalho, responsable de políticas globales para el clima y la energía en el grupo de campañas medioambientales WWF, afirmó que esperaba que se pudiera avanzar más en este frente en la COP27 prevista para el año que viene bajo la presidencia egipcia.

“Será una COP africana y esta es una cuestión mundial, pero también es una cuestión africana. Es una urgencia, así que por favor, actúese en consecuencia”.

Traducido del inglé por Lupe Calvo

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