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“El espíritu político de Suiza es encontrar soluciones consensuadas”

cúpula del Palacio Federal
Para Christian Pauletto, la frase "Uno para todos, todos para uno", inscrita en el centro de la cúpula del Palacio Federal, resume a la perfección el espíritu de las instituciones políticas suizas. © Keystone / Peter Klaunzer

El sistema político suizo, con sus diferentes niveles de competencia, sus derechos populares y su constante búsqueda de consenso, tiene fama de ser complicado. Para entenderlo mejor, se ha publicado un nuevo libro que explica todos estos aspectos. Conozca al autor, Chrisstian Pauletto.

Descargar el libro gratuitamente (en francés solo)

A la découverte des institutions politiques suisses (Descubriendo las instituciones políticas suizas) acaba de ser publicadoEnlace externo por Presses polytechniques et universitaires romandes. Disponible en versión papel previo pago, pero también en forma digital gratuita, es el primer libro de una nueva colección cuyo objetivo es difundir entre un amplio público obras del mundo académico en todas las disciplinas de las humanidades y las ciencias sociales.

Christian PaulettoEnlace externo es profesor asociado en el Instituto Internacional de Ginebra, miembro de la presidencia del Centro del Cantón de Ginebra y ha sido negociador jefe para los tratados económicos internacionales. Conoce lo suficiente los entresijos de las instituciones y del mundo académico suizos como para emprender esta labor de divulgación. Entrevista.

swissinfo.ch: Ya existe mucha literatura sobre las instituciones políticas suizas. ¿Por qué un nuevo libro?

Christian Pauletto: Para llenar un doble vacío. Por un lado, este libro ofrece una visión general de todos los niveles institucionales -la Confederación, los cantones y las comunas- al mismo tiempo. Por otro lado, es cierto que hay muchos libros sobre el tema, pero o bien son publicaciones científicas muy especializadas o bien son obras realmente básicas. Este libro tiene la característica de ser a la vez académicamente riguroso y comprensible para el gran público. Además, es el único libro que aborda la situación de la Quinta Suiza siempre que es necesario.

foto retrato en una terraza de una cafetería
El autor, Christian Pauletto. christian-pauletto.ch

¿Es el sistema político suizo tan complicado como a veces se afirma?

No, y es posible explicarlo de forma fácilmente comprensible. Para ello, no basta con presentar las instituciones y su funcionamiento, sino también explicar su origen y por qué fueron creadas. Cuando se entiende el porqué de las cosas, todo resulta mucho más lógico y, por tanto, más fácil de captar, comprender y recordar. Cuando se le da este enfoque, no se tiene la sensación de que sea especialmente complicado.

Un ejemplo, quizás…

Cuando se creó el Estado federal en 1848, había cantones progresistas que querían una Suiza moderna, unitaria y centralizada, pero también cantones más reticentes. Estos últimos se vieron empujados a ceder parte de sus competencias a la Confederación, pero lo hicieron con cautela, intentando mantener las cosas bajo control y no perderlo todo.

Hay muchas cosas en nuestro sistema que pueden explicarse por esta situación que prevalecía en el siglo XIX, por ejemplo el hecho de que el Consejo Federal sea elegido por el Parlamento y no por el pueblo, o que se requiera una doble mayoría del pueblo y de los cantones para cualquier modificación de la Constitución. Son cosas que pueden parecer extrañas a alguien que viva en el siglo XXI y haga comparaciones con sistemas políticos extranjeros, pero que se entienden mucho mejor a la luz de la historia.

En el prefacio del libro, hay una cita del expresidente de la Confederación Pascal Couchepin en la que se afirma que el sistema suizo impone el rechazo de los extremos. ¿En qué medida?

Sí, efectivamente, en la medida en que nuestro sistema se basa en el consenso y la concordancia entre todas las partes del país y todas las fuerzas políticas. No podemos llegar a extremos de manera automática, y estoy por tanto de acuerdo con Pascal Couchepin. El espíritu político de Suiza consiste realmente en encontrar soluciones consensuadas que convengan al mayor número posible de personas y en no dejarse llevar demasiado por soluciones extremas.

Usted hace muchas comparaciones con sistemas políticos extranjeros. En su opinión, ¿cuál es la mayor especificidad del sistema suizo?

portada del libro
El libro ‘Descubrir las instituciones políticas suizas’ está disponible en las librerías en versión impresa, pero también puede descargarse gratuitamente. Presses polytechniques et universitaires romande

El sistema de democracia semidirecta, con los derechos populares de iniciativa y referéndum. Y al nivel de los pequeños municipios, las asambleas populares, que van en el mismo sentido. En efecto, las decisiones del ejecutivo municipal deben someterse a esta asamblea popular en la que todos pueden participar, lo que equivale de facto a una especie de referéndum obligatorio.

Concordancia, respeto de las minorías, derechos populares… Se podría imaginar fácilmente la exportación de un sistema tan virtuoso.

Prefiero ser más bien prudente. Cada elemento de nuestro sistema está ahí por razones históricas y hay una única historia detrás de todos estos elementos que da coherencia al sistema. Además, mostrar esta coherencia es el hilo conductor de este libro.

Otros países no tienen la misma historia. Tienen su propia historia y su propio sistema político que tiene su propia coherencia. Por eso soy muy escéptico a la hora de trasplantar elementos del sistema suizo como si fuera un órgano. En cambio, se pueden tomar sus principios e ideales y adaptarlos a la cultura, la historia y el contexto de otro país.

Una de las características del sistema político suizo es también su lentitud. ¿Es esto un problema en un mundo que avanza cada vez más rápido?

No se puede negar que es muy lento, pero no hay por qué centrarse solo en ese aspecto. En los países donde las cosas se mueven más rápido debido a un sistema vertical, suele haber más inestabilidad y menos previsibilidad. Es lógico, porque no se puede tener velocidad y previsibilidad al mismo tiempo. En Suiza tenemos la ventaja de la previsibilidad, que también hace que el país sea atractivo en el extranjero. Suiza se ha beneficiado mucho de esta estabilidad, que ha contribuido a su buena reputación política.

Ahora bien, es cierto que el mundo parece avanzar cada vez más rápido y Suiza tiene que adaptarse. No será fácil, porque la lentitud forma realmente parte de las instituciones, sobre todo a escala del Parlamento, que se reúne cuatro veces al año durante tres semanas, con su sistema de eliminación de diferenciasEnlace externo entre las dos cámaras. No tenemos un parlamento que pueda aprobar una ley en una o dos sesiones, a menos que sea una ley obvia. El verdadero trabajo legislativo siempre lleva mucho tiempo.

El mundo es cada vez más rápido, pero también cada vez más complejo. ¿No cuestiona esta creciente complejidad el principio de la “política miliciana”, otra gran característica de las instituciones suizas?  

Ya hemos avanzado hacia una semiprofesionalización de la política suiza, especialmente a nivel federal. Si avanzáramos más en esa dirección, cambiaría bastante la naturaleza de nuestro sistema. En un sistema de milicias, la política coexiste con la profesión principal. Los representantes elegidos llevan varios sombreros y pueden tener vínculos de interés; todo el mundo lo sabe y no es un problema. Pero en un sistema en el que los políticos son profesionales, esta mezcla de géneros es inaceptable, intolerable.

Tenemos que ver realmente qué camino va a tomar la política. Si nos deslizamos hacia un mayor profesionalismo, entonces tendremos que cambiar las reglas. Pero personalmente, sigo apegado al sistema de milicias.

¿Qué opina del lugar de la Quinta Suiza en el sistema suizo?

Una vez más, la historia explica nuestro sistema. Cada cantón elige a sus representantes en el Parlamento suizo. Por tanto, sería complicado introducir un sistema como el de Francia o Italia, que reservan un número de escaños a sus ciudadanos expatriados. Esto supondría crear un cantón ficticio, restando así electores a los 26 cantones. Además, sin circunscripción propia, es prácticamente imposible que la Quinta Suiza sea elegida en los cantones, donde a menudo es desconocida.

Los suizos residentes en el extranjero pueden quejarse, con razón, de que no están tan bien representados como los conciudadanos de su país. Lo que sí se puede hacer es facilitarles aún más el voto. Esto es tarea de cada cantón.

¿Cuáles diría usted que son las primeras cosas que hay que reformar en el sistema político suizo?

Normalmente, cuando se habla de reforma, todo el mundo piensa en el Consejo Federal. Pero para mí, la urgencia es otra. Es importante que nuestro federalismo sea más eficaz, sobre todo en términos de coordinación entre los cantones. Ya existe, pero en gran medida es voluntaria y sin garantía de resultados. También hay que procurar que el sistema de milicias sea lo más eficaz posible, pero sin desnaturalizarlo. En este sentido, las leyes de transparencia son realmente importantes. Algunos cantones ya lo han hecho – en particular Vaud, que cuenta con una ley ejemplar – pero otros aún tienen mucho trabajo por hacer en este ámbito.

Adaptado del francés por José M. Wolff

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