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La ONU es la «potencia moral» del mundo

Joseph Deiss en sus oficinas en Nueva York. swissinfo.ch

El mundo requiere de Naciones Unidas, sostiene Joseph Deiss, presidente de la Asamblea General de ese organismo internacional. El ex ministro suizo considera que ninguna otra organización tiene las cualidades de universalidad, legitimidad y democracia de la ONU.

A punto de terminar su mandato de un año en Nueva York, habla con swissinfo.ch sobre su experiencia.

swissinfo.ch: Inició con gran ímpetu su año como presidente de la Asamblea General de la ONU ¿Ese entusiasmo inicial cambió después?

Joseph Deiss: Mi entusiasmo aumentó. Estoy impresionado por la riqueza y dimensión de las prestaciones, por el hecho de que se encuentran representados de modo continuo 193 Estados que trabajan por la humanidad. Es el único sitio en el mundo donde se sucede algo así.

Ciertamente, es insuficiente y hay ámbitos donde aún es necesario intervenir. Requerimos de la colaboración de todos para contribuir a reforzar el papel de potencia moral de la ONU.

Podemos avanzar solo con soluciones de consenso. Y éstas a veces no las  más optimas, por ello con frecuencia suscitan críticas.

swissinfo.ch: Cite los éxitos de la Asamblea General de la ONU durante el año en la que usted la ha presidido.

J.D.: Creo que alcanzamos avances en ámbitos de desarrollo y lucha contra la pobreza con pasos en favor de los Objetivos del Milenio, o en el sector de la sostenibilidad, de la denominada economía verde, finalmente aceptado como tema candente.

También la gobernabilidad global, es decir, cómo Estados soberanos alcanzan decisiones comunes ante desafíos mundiales. Por ejemplo, hemos establecido un puente entre el G-20 y nuestra Asamblea General.

Es una cuestión de perspectiva en qué medida he sido “responsable” de estos avances. Uno de los resultados más visibles fue la aceptación en el seno de la Asamblea General de Sudán del Sur como Estado miembro número 193 de la ONU, en julio pasado.

Otros ejemplos son Costa de Marfil o el control del Consejo de Derechos Humanos. La Asamblea General ha emitido señales fuertes respecto a  la  defensa de los derechos humanos y los principios de la ONU.

Pero hay otros, como la suspensión de Libia del Consejo de Derechos Humanos. La Asamblea General no solo se pronunció claramente en favor de la protección de la población civil; tarea que corresponde al Consejo de Seguridad; sino que también subrayó las fronteras en el respeto de los derechos humanos y que esos límites fueron rebasados.

swissinfo.ch: En cambio, casi no hubo avances en las reformas en el Consejo de Seguridad.

J.D.: Cierto, es una cuestión espinosa. La Asamblea General tiene la responsabilidad en el asunto y si no logra llevar a buen término esas reformas, la credibilidad de la ONU se volverá un problema.

Al menos conseguimos una discusión abierta al respecto, pero sin llegar a negociaciones oficiales.

swissinfo.ch: ¿Qué es lo que más le ha conmovido durante su mandato?

J.D.: Con seguridad, el ingreso de Sudán del Sur en la ONU. Me recordó además el momento de la adhesión de Suiza a la ONU, en la que estuve presente (como ministro helvético de Exteriores).

Tras el ingreso de Sudán del Sur en la ONU, nos retiramos de la Asamblea el vicepresidente de ese país (Riek Machar Teny), el secretario general de la ONU Ban Ki-moon y yo: el político sudanés se conmovió hasta las lágrimas. Un momento que los tres no olvidaremos jamás.

Otro momento emotivo fue la elección de Ban Ki-moon para un segundo mandato como secretario general de la ONU. Frente a nosotros teníamos la Carta original de Naciones Unidas, firmada en 1946 en San Francisco. Ese documento se encuentra en Washington y solo se transporta a Nueva York bajo estrictas medidas de seguridad.

swissinfo.ch: ¿Hubo momentos en los que no le resultó sencillo mantener su posición neutral como presidente de la Asamblea General de la ONU?

J.D.: Cuando estaban en juego los valores de la ONU, siempre los defendido con tenacidad, y en reuniones y conversaciones solicité que intercediéramos con mayor ímpetu.

Un día antes de la expulsión de Libia del Consejo de Derechos Humanos anunciada en Nueva York, dije en Ginebra en la sede de ese organismo: “Ha llegado el momento de que digamos a regímenes perversos que su tiempo ha terminado, que deben abandonar la escena y rendir cuentas de sus acciones”. Tras su exclusión declaré: “Hoy estoy orgulloso de ser vuestro presidente”. Nadie reclamó.

swissinfo.ch: ¿Ser suizo le ha facilitado la tarea?

J.D.: Con seguridad, cuando me tocó encabezar negociaciones, por ejemplo, sobre el presupuesto para operaciones de mantenimiento de la paz. La lucha entre los Estados miembros duró hasta las cuatro de la madrugada en la última noche de esas negociaciones.

Con frecuencia me recomendaron argumentar de una u otra manera, que era mejor que lo hiciera yo, puesto que como suizo resultaba neutral.

Es decir, a diferencia de lo que decían aquellos que se oponían al ingreso de Suiza en la ONU al indicar que al país no se le reconocería como neutral; aquí todos saben que Suiza lo es, lo que constituye una ventaja.

Ninguna de las oscuras previsiones de los que se oponían a la adhesión de Suiza se produjo: seguimos neutrales, soberanos e independientes.

Y nosotros, Suiza, se nos sigue considerando fiables, pragmáticos y empeñados en buscar soluciones. Se sabe que cuando prometemos algo, mantenemos nuestra palabra.

Me complace mucho que Suiza sea considerada como un modelo desde muchos respectos. Cuando yo participo en alguna conferencia mi país, suelo decir: “En el extranjero creen que vivimos en el paraíso, y los únicos que no lo saben son los suizos, que siempre se quejan”.

swissinfo.ch: ¿Ha estado confrontado a temas de Suiza como la prohibición de construir más alminares o la iniciativa para expulsar a los criminales extranjeros?

J.D.: Se supo de esas iniciativas, pero en realidad no se me hizo referencia de ellas. No creo que nuestra imagen se haya resentido mucho por ello.

Yo diría que el problema es a la inversa. Como dije antes, se nos ve como ejemplares y muchos suizos opinan que lo somos, que somos únicos, un caso especial. Nosotros mismos debemos cuestionarnos entonces: ¿Estamos a la altura de esos elogios?

Ese es mi mensaje a nuestros conciudadanos: Cuando ponemos en tela de juicio principios fundamentales como la libertad de religión de otros, también cuestionamos los nuestros. Es un aspecto al que debemos prestar atención.

Estoy convencido de que queremos realmente esos valores. Y si vivimos según esos valores, merecemos una buena imagen. Pero debemos esforzarnos cada día. No fuimos los primeros en conceder el derecho de voto a las mujeres…

swissinfo.ch: ¿Qué planes tiene para el futuro?

J.D.: No me aburriré, me siento con entusiasmo y motivación para nuevas empresas y no tengo la intención de volver a la política. En esta tercera fase de mi vida seré mi propio jefe y tendré más tiempo para la familia.

swissinfo.ch: Durante su mandato en Nueva York daba usted la impresión de sentirse como pez en el agua. ¿Extrañará a la ONU?

J.D.: Cierto, me siento en mi elemento. Ha sido un año maravilloso y lleno de sucesos. Y pese a la seriedad de los asuntos que corresponden al puesto, me permito decir que lo he disfrutado mucho.

Según Joseph Deiss, es muy importante que el concepto de “responsabilidad de proteger” (Responsality to Protect), en vigor desde 2005, se haya aplicado por primera vez en el caso de Libia, para justificar la resolución 1973 del Consejo de Seguridad.


Asimismo considera que la expulsión de Libia del Consejo de Derechos Humanos, con la resolución 1973 del Consejo de Seguridad, así como la decisión del Consejo de Seguridad de que el Tribunal Penal Internacional se ocupe del caso Gaddafi refuerzan los valores que defiende la ONU.

se asumen los valores que Naciones Unidas defiende.

En el caso de Siria, la reacción ha sido tardía. La declaración del Consejo de Seguridad que condenaba los sucesos en Siria solo se adoptó a principios de agosto. El ciudadano de a pie espera que la ONU defienda sus valores también en Siria, sostiene Deiss. Y lo subraya porque una de las críticas a la ONU es que el organismo no actúa por igual en todos los lugares.

Joseph Deiss nació en 1946 en Friburgo, Suiza.


Fue profesor de Economía de la Universidad de su ciudad natal.

De 1993 a 1996 fue ombudsman de precios en Suiza.

Durante su trayectoria política, que comenzó en 1981 en las filas del Partido Demócrata Cristiano, ocupó varios cargos a escala comunal y cantonal.

En 1991 fue elegido diputado nacional. El 11 de marzo de 1999 miembro del Gobierno colegiado helvético y sucedió a Flavio Cotti al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores.

En 2003 asumió la cartera de Economía.

En 2004 ocupó la presidencia rotativa helvética y en verano de 2006 presentó su renuncia.

Joseph Deiss fue elegido en Nueva York en junio de 2010 presidente de la Asamblea General de la ONU, función que asumió el 14 de septiembre de ese año.

Entre sus principales éxitos como ministro suizo de Economía figura la aprobación en las urnas de la ampliación del acuerdo de libre circulación de personas a los nuevos miembros de la Unión Europea (2005).

(Traducción: Patricia Islas)

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