Promover derechos de minorías en los Balcanes
Los Balcanes occidentales son la sede de la mayor operación sobre el terreno de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Pero no todo el mundo está de acuerdo en que el organismo internacional, presidido este año por Suiza, sea suficientemente eficaz.
Tome un puñado de analistas políticos o periodistas en Belgrado y Priština, mencione a la OSCE. Es posible que expresen serias dudas sobre el uso o la eficiencia de las misiones en Kosovo para llevar más estabilidad a la región.
Someta esas críticas a los representantes de los 57 Estados miembros de la institución o a las ONG sobre el terreno y… ninguna sorpresa: el tono es otro.
Un reciente viaje de investigación, organizado por el Ministerio de Exteriores de Suiza, permitió obtener algunas respuestas y planteó otras preguntas.
No pasó mucho tiempo antes de que alguien, en algún lugar en los pasillos de una oficina -o en una mesa durante la cena- creara un par de sobrenombres más o menos halagadores para la OSCE: Organización para servir el café en Europa se encuentra entre los más inocuos.
Besa Shahini, analista de alto nivel de la Iniciativa de Estabilidad Europea, un laboratorio de ideas, es más categórica.
“No sé por qué la OSCE necesita todavía 600 personas en Kosovo. Discrepo en que los necesitáramos para las elecciones (de 2013) en el norte, otra organización habría podido ayudar. Podríamos haber utilizado la misión de observación más bien para el proceso electoral”.
La experta lanza su ataque durante una mesa redonda informal con otros jóvenes especialistas. Subraya que aparte de las elecciones, la OSCE se ha limitado al rol de un grupo de expertos en Kosovo, observando la aplicación de diversas leyes relativas a las minorías en Kosovo y alimentando su aporte al proceso político.
La organización no obtiene una mejor calificación por parte de Leon Malazogu, cofundador de la Democracia para el Desarrollo, un laboratorio de ideas con sede en Kosovo.
En un debate cada vez más apasionado, describe a la OSCE como “de poca ayuda” y “90% inútil”.
“Aparte de las elecciones en el norte de Kosovo, y algunos informes útiles sobre el Estado de derecho, la OSCE difícilmente puede justificar su masiva presencia”.
Malazogu alude a la votación del año pasado, cuando la organización fue acusada de ponerse del lado de los políticos, en lugar de apoyar a las ONG que descubrieron casos de presuntas irregularidades.
Suiza ocupa la presidencia en turno de la OSCE (que cuenta con 57 miembros) y apoya a Serbia para el mismo papel en 2015. Es la segunda vez, desde 1996, que Suiza está a la cabeza de la organización.
El ministro suizo de Exteriores, Didier Burkhalter, hizo de la reconciliación y la cooperación en la región occidental de los Balcanes una de las prioridades de su papel al frente de la OSCE.
La organización mantiene un total de 16 campos regulares de operaciones. La misión en Kosovo es la más grande, con poco más de 600 empleados y un presupuesto de más de 20 millones de euros en 2013.
La misión de la OSCE en Serbia, dirigida por el suizo Peter Burkhard, está formada por 166 personas y tenía un presupuesto ordinario de 7 millones de euros el año pasado, según las autoridades.
Visibilidad
El escepticismo persiste también entre periodistas locales y corresponsales occidentales.
Jeta Xharra, directora en Kosovo de la Red de Periodismo de Investigación de los Balcanes (BIRN), no tiene pelos en la lengua cuando califica a la misión de la OSCE de “impotente”.
La reconocida periodista duda que la presidencia de Suiza este año vaya a lograr una gran diferencia.
Por su parte, Walter Müller, corresponsal de la radio pública suiza (SRF) para el sureste de Europa, no va tan lejos, pero pone en tela de juicio la eficacia y visibilidad de los esfuerzos de la OSCE en la región.
“La presencia de representantes de la OSCE, sobre todo en el sureño valle serbio de Presevo, ha sido muy útil para prevenir la violencia. Sin embargo, a veces me pregunto lo que la organización hace con todo su personal”, bromea.
Globalmente, la OSCE empleaba en 2013 a cerca de 2.900 personas en sus 16 misiones sobre el terreno y en la sede en Viena, y tenía un presupuesto de 144.800 millones de euros (176.600 millones de francos).
En el terreno
El mandato de la organización de seguridad más grande del mundo – creada como un foro para el diálogo entre el Este y el Oeste durante la Guerra Fría – es promover los derechos humanos y aportar su experiencia en el desarrollo de sociedades democráticas, incluyendo el estado de derecho y la buena gobernabilidad.
Uno de los temas principales de la agenda es la protección de las minorías nacionales en Kosovo y Serbia.
Entre los proyectos apoyados por la Swiss OSCE Taskforce (Fuerza de tarea suiza de la OSCE) figura un curso de cuatro meses en una escuela secundaria en la ciudad de Bujanovac . El objetivo es estimular el aprendizaje del serbio entre estudiantes de habla albanesa, ya que la falta de conocimientos lingüísticos suficientes a menudo refuerza la segregación en una de las regiones más pobres del sur de Serbia.
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En Serbia los albaneses aprenden el serbio
El desarrollo de un servicio de policía comunitaria multiétnica en la misma región es otro pregonado programa de la OSCE.
Patrullas mixtas conformadas por serbios, albaneses y romaníes han contribuido a crear confianza en las autoridades estatales, de acuerdo con funcionarios de la policía local y de la OSCE.
Sonja Licht, activista política de primer plano y figura clave en la resistencia contra el expresidente serbio Slobodan Milošević, elogia la cooperación entre las ONG y la OSCE.
“En los conflictos de baja escala, la OSCE desempeña un papel importante. Convenció al gobierno serbio de participar en la capacitación de la policía, los problemas de seguridad y en temas de género”.
Recuerda un proyecto apoyado por la organización para los jóvenes Roma.
“Generó esperanza entre los muchachos. Pero, por desgracia, el programa no logró atraer mucha atención del público”, lamenta.
Buena reputación
El jefe de la misión de la OSCE en Belgrado, el suizo Peter Burkhard, responde con presteza a la supuesta falta de visibilidad de su organización.
“En los Balcanes no se tiene que explicar lo que es la OSCE. Goza de una reputación muy buena”, asienta.
Dice que ayudó a facilitar la resolución de conflictos en el sur de Serbia y en las regiones de Sanžak con su sola presencia.
La comitiva de Burkhard, con diez de sus más altos colaboradores, supera en número al pequeño grupo de periodistas suizos durante una conferencia. El encuentro, en la oficina de Belgrado, versa sobre las actividades de esta misión, que abarcan la reestructuración del sistema de justicia, la experiencia en el campo de los medios de comunicación, el monitoreo del proceso de democratización y la lucha contra la corrupción.
“La OSCE ayudó a Serbia a romper el aislamiento”, comenta Paula Thiede, jefa adjunta de la misión.
Gordana Jankovic, responsable en la misión de los medios de comunicación, señala lo que parece ser un dilema inherente: “¿Cómo se puede ilustrar la creación de una buena ley?” Y continúa: “Actuamos entre bambalinas”.
El ministro suizo de Exteriores, Didier Burkhalter, en su papel de presidente de la OSCE este año, explica el interés de su país en la promoción de proyectos de integración en Kosovo y Serbia.
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Suiza y el oeste balcánico
¿Confuso?
Permanecer entre bambalinas parece un papel poco probable para el portavoz de la misión de la OSCE en Kosovo, Nikola Gaon. Es elocuente y nada, menos aún las críticas, parece escapársele.
Ya sea durante una visita a las oficinas en Pristina de la Red de Investigación de los periodistas o en la mesa de debate con analistas políticos, la voz de la OSCE sabe cuándo y cómo dejar las cosas claras.
A veces su trabajo es fácil, cuando Naim Rashiti, analista del Grupo de Investigación Política de los Balcanes, comenta: “Estoy feliz de que la OSCE desempeñe un papel en el diálogo, porque las Naciones Unidas perdieron la batalla para siempre”.
Rashiti contempla un papel más importante como monitor de la OSCE en el futuro, lo que provoca que Gaon agregue que “el desarrollo institucional” y el papel no ejecutivo de la organización son importantes.
“La OSCE es una víctima de los desacuerdos entre los Estados miembros. Rusia y Serbia han insistido en mantener la misión tan grande como lo es ahora y con un mandato modesto”.
Los indecisos sobre la presencia de la OSCE en los Balcanes pueden reconfortarse con otro apodo irreverente escuchado en Kosovo para la OSCE: la Organización para sembrar la confusión en Europa ….
El 8 de junio tendrán lugar elecciones generales en Kosovo.
Fueron propuestas en noviembre en un esfuerzo por romper el estancamiento en el Parlamento de una serie de temas, incluida la creación de las Fuerzas Armadas de Kosovo.
El apoyo de la OSCE al proceso electoral en los cuatro municipios del norte incluirá asesoraría a las comisiones electorales locales, apoyo técnico a los centros de votación y transporte del material electoral.
Unas 120 personas estarán en el terreno el 8 de junio, según el portavoz de la OSCE, Nikola Gaon.
Las autoridades esperan que las elecciones aporten estabilidad a las tensiones étnicas en el empobrecido Estado de Kosovo, que se separó de Serbia y declaró su independencia en 2008.
Las primeras elecciones locales de Kosovo, en noviembre pasado, fueron interrumpidas principalmente en las regiones étnicas serbias en el norte del país.
La OSCE envió observadores electorales para vigilar las urnas. Informó sobre una serie de incidentes en los que los opositores destruyeron las oficinas de votación, en particular en la dividida ciudad de Mitrovica.
Traducción, Marcela Águila Rubín
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