Las proteínas animales vuelven al menú para cerdos y aves de corral
Más de 20 años después del brote de la enfermedad de las vacas locas y de la prohibición de las harinas animales, algunas proteínas animales podrían volver a estar permitidas, bajo estrictas condiciones. El lunes, el Departamento Federal de Interior envió a consulta propuestas de modificación de la legislación.
Las enmiendas propuestas incluyen la posibilidad de alimentar a los cerdos con proteínas procesadas de aves de corral y viceversa. Esto permitiría aprovechar mejor los subproductos de alta calidad de los mataderos que no se utilizan en la alimentación humana: las proteínas procesadas son, de hecho, muy adecuadas para alimentar al ganado omnívoro, indicó el lunes el Ministerio de Interior.
La modificación legislativa había sido solicitada en varias intervenciones parlamentarias. Responde a la voluntad de fomentar la agricultura sostenible y la industria agroalimentaria, y mantiene la equivalencia con la legislación europea.
Basándose en los últimos conocimientos científicos, la Unión Europea ha autorizado el uso de determinadas proteínas animales en la alimentación animal desde septiembre de 2021. En Suiza, el Ministerio del Interior tiene previsto modificar una ordenanza y promulgar una nueva sobre subproductos animales y sobre el uso de subproductos animales, como pienso o abono, respectivamente.
También los insectos
Según estos textos, que se someterán a consulta hasta el 15 de diciembre, los piensos para aves de corral y cerdos podrán contener proteínas transformadas de cerdos y aves de corral, respectivamente, en condiciones bien definidas. También sería posible utilizar proteínas transformadas de insectos en los piensos para cerdos y aves de corral.
Para garantizar la seguridad de los alimentos de origen animal y evitar cualquier contaminación, las empresas de los sectores de la alimentación, la transformación, la fabricación de piensos y el almacenamiento estarán sujetas a estrictas normas de higiene, según el Ministerio del Interior.
A principios de la década de 2000, se prohibieron las harinas de carne y huesos tras determinarse su implicación en la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), también conocida como enfermedad de las vacas locas, que diezmó la cabaña ganadera y mermó la confianza de los consumidores en determinados cortes de carne y despojos.
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