Los 70 años de la ONU
Naciones Unidas conmemorará su 70º aniversario cuando los líderes mundiales se reúnan esta semana en su sede de Nueva York. Los festejos no reflejarán suficientemente el valor de la ONU no solo como la más importante innovación política del siglo XX, sino también como la institución más rentable para mejorar el planeta. Aun así, si la ONU quiere preservar este papel único y vital debe ser actualizada en tres ámbitos fundamentales.
La ONU han tenido dos triunfos recientes y hay dos más que se producirán antes del final de año. El primero es el acuerdo nuclear con IránEnlace externo no con Estados Unidos, sino con la ONU representada por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (China, Francia, Rusia, el Reino Unido y los EE UU) más Alemania. Un diplomático iraní, al explicar por qué su país cumplirá escrupulosamente el acuerdo, lo expuso expresivamente: “¿De verdad cree usted que Irán se atrevería a engañar a los propios cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad que pueden decidir el destino de nuestro país?”.
El segundo gran triunfo es la conclusión lograda de los Objetivos de Desarrollo del MilenioEnlace externo (ODM), que han sustentado la mayor, más larga y más eficaz empresa mundial de reducción de la pobreza jamás emprendida. Dos secretarios generales de la ONU han supervisado los ODM: Kofi Annan, los introdujo en 2000, y su sucesor, Ban Ki-moon ha dirigido vigorosa y eficazmente su consecución.
Los ODM han engendrado unos avances impresionantes en materia de reducción de la pobreza, salud pública, escolarización, o igualdad entre los sexos en la educación, entre otros ámbitos. Desde 1990 (la fecha de referencia para los objetivos), la tasa mundial de pobreza extrema se ha reducido en más de la mitad, es decir, que se ha cumplido el objetivo número uno del programa.
Inspirados en este éxito, los miembros de la ONU aprobarán este mes de septiembre los Objetivos de Desarrollo SostenibleEnlace externo (ODS), encaminados a acabar con la pobreza extrema en todas sus formas y en todo el mundo, a reducir las desigualdades y a velar por la sostenibilidad medioambiental de aquí a 2030. Ese tercer triunfo de la ONU podría contribuir a la consecución de un cuarto: un acuerdo mundial sobre el control del clima, con los auspicios de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio ClimáticoEnlace externo, el próximo mes de diciembre en París.
El valor preciso de la paz, la reducción de la pobreza y la cooperación medioambiental que ha hecho posible la ONU es incalculable. Si tuviéramos que expresarlo en términos monetarios, podríamos calcular su valor en billones de dólares al año. En cambio, el gasto en todos los órganos y las actividades de la ONU –desde la Secretaría y el Consejo de Seguridad hasta las operaciones de mantenimiento de la paz, pasando por las reacciones de emergencia frente a epidemias y las operaciones humanitarias en caso de desastres naturales, hambrunas y refugiados– ascendieron a unos 45 000 millones de dólares en 2013, unos seis dólares por persona del planeta. Es una inversión muy insuficiente. Con su presupuesto actual, la ONU sencillamente no puede hacer frente a la creciente necesidad en materia de cooperación internacional.
En vista de ello, la primera reforma que yo propondría es un aumento de la financiación, en la que los países de renta alta contribuirían al menos con 40 dólares anuales por habitante, los países de renta media alta con ocho dólares, los países de renta media baja con dos dólares y los países de renta baja con un dólar. Con esas contribuciones, que ascienden al 0,1% aproximadamente de la renta media por habitante del grupo, la ONU tendría unos 75 000 millones de dólares anuales con los que fortalecer la calidad y el alcance de unos programas decisivos, comenzando por los necesarios para la consecución de los ODS. Una vez que el mundo emprenda el camino hacia los ODSEnlace externo, disminuirá la necesidad de operaciones de mantenimiento de la paz y de ayuda en situaciones de emergencia, a medida que disminuirán también en número y magnitud los conflictos y podrán prevenirse o anticiparse mejor las catástrofes naturales.
Esto nos lleva al segundo eje importante de reformas: velar por que la ONU esté preparada para la nueva era del desarrollo sostenible. Corresponderá a la ONU fortalecer su pericia en ámbitos como la salud de los océanos, los sistemas de energías renovables, la planificación urbana, la lucha contra las enfermedades, la innovación tecnológica, las asociaciones público-privadas y la cooperación cultural. Se tratará de fusionar o suprimir algunos programas de la ONU y crear otros nuevos relativos a los ODS.
La tercera reforma afecta a la gobernanza de la ONU, empezando por el Consejo de Seguridad, cuya composición hoy no refleja las realidades geopolíticas mundiales. El grupo de Estados de Europa Occidental y otros Estados ocupan tres de los cinco escaños permanentes del Consejo de Seguridad (Francia, Reino Unido y EE UU). Queda así solo un puesto permanente para el grupo de Europa del Este (Rusia), uno para Asia-Pacífico (China) y ninguno para África o Latinoamérica.
Punto de vista
swissinfo.ch reúne en esta columna una selección de textos escritos por personas ajenas a la redacción. En ella publicamos los puntos de vista de expertos, líderes de opinión y observadores sobre temas de interés en Suiza con el fin de alimentar el debate.
El sistema rotativo del Consejo de Seguridad no restablece adecuadamente los equilibrios regionales. Aun cuando ocupa dos escaños no permanentes en el Consejo de Seguridad, Asia-Pacífico sigue insuficientemente representada. Esta región representa alrededor del 55% de la población mundial y el 44% de su renta anual, pero tiene solo el 20% (tres de 15) de los escaños en el Consejo de Seguridad.
La insuficiente representación de Asia plantea una grave amenaza para la legitimidad de la ONU, que no hará sino aumentar al cobrar la región más populosa y dinámica del mundo un papel cada vez más importante. Una posible forma de resolver ese problema sería la de añadir al menos cuatro puestos asiáticos: uno permanente para la India, uno compartido por Japón y Corea del Sur (tal vez con una rotación de dos o un año), uno para los países de la ASEAN (el grupo como un solo miembro) y un cuarto otorgado por rotación a los demás países asiáticos.
La ONU entra en su octavo decenio y es una fuente de inspiración para toda la humanidad. La Declaración Universal de Derechos Humanos constituye hasta hoy la principal carta moral del planeta, mientras que los ODS prometen ser una nueva guía para la cooperación mundial en materia de desarrollo. Sin embargo, la capacidad de la ONU para hacer realidad sus inmensas posibilidades en un nuevo siglo estimulante requiere que sus Estados miembros sigan comprometidos con el apoyo a la organización con los recursos, el respaldo político y las reformas que esta nueva era exige.
(Este artículo se publicó originalmente en el portal Project SyndicateEnlace externo)
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Traducido del inglés por Carlos Manzano
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