Portugal se viste de luto por Paula Rego, su artista plástica más reconocida
Paula Fernández
Lisboa, 8 jun (EFE).- Portugal llora hoy la muerte de su artista plástica más reconocida, la pintora Paula Rego, que falleció a los 87 años en Londres tras décadas de proyección mundial y será recordada con un día de luto nacional.
El fallecimiento de Rego, que estaba radicada en Londres desde la década de los 70, ha provocado una cascada de reacciones en Portugal, que pierde a uno de sus principales referentes culturales de las últimas décadas.
«Es una pérdida nacional», dijo el presidente luso, Marcelo Rebelo de Sousa, a periodistas minutos después de conocerse la muerte de Rego, a quien consideró la artista plástica portuguesa «con mayor proyección en el mundo desde que nos dejó (Maria Helena) Vieira da Silva», fallecida en 1992.
Rego tuvo una proyección «muy larga, muy rica y muy prestigiosa para Portugal», destacó Rebelo de Sousa, a pesar de que hacía muchos años que no vivía en suelo luso.
Residía en Londres pero mantuvo siempre «intacta» su relación con Portugal, manifestó por su parte el primer ministro, António Costa, en un comunicado divulgado por su gabinete, en el que señaló que «sus pinturas, dibujos y grabados encierran imágenes poderosas que quedarán siempre con nosotros y con las generaciones por venir».
El Gobierno portugués declarará un día de luto nacional para recordar a su «contadora de fábulas», que sumaba desde hace tiempo varios problemas de salud -incluido un contagio de covid- y falleció en su residencia londinense y rodeada de sus hijos, según aseguraron fuentes próximas a la familia.
Desde diferentes instituciones ya han empezado a evocar su figura.
«La cultura portuguesa pierde así a una de sus más importantes e irreverentes creadoras, alguien que se distinguió como mujer, ser humano y artista», lamentaron desde el Ayuntamiento de Cascais y la Fundación D. Luís I, ligada a la creadora.
Cascais y esta fundación son los responsables de la Casa das Histórias de Paula Rego, un museo enteramente dedicado a la artista en esa localidad costera portuguesa inaugurado en 2009 y que, en el momento de su muerte, ya estaba preparando una nueva exposición dedicada a sus obras de los años 70, según confirmaron a EFE.
Paula Rego «supo explorar nuestros sueños, nuestros miedos, nuestras historias, nuestra condición. Cada uno de sus cuadros es un dardo lanzado contra los prejuicios, la dominación, la indiferencia», dijo por su parte el presidente del Parlamento luso, Augusto Santos Silva.
También han llegado reacciones desde Londres. La galería británica Victoria Miro describe a Rego como una artista con una poderosa visión propia y «una narradora sin igual», que ha aportado desde la década de 1950 «una inmensa perspicacia psicológica y poder imaginativo al género del arte figurativo.
La artista nació en Lisboa en 1935, en plena dictadura salazarista, y deja como legado una obra en la que las historias y fábulas de su infancia, adolescencia y juventud, su miedo a la oscuridad, el dolor y el descubrimiento del amor y la muerte son una constante.
También su rechazo a la dictadura lusa: en 1960 pintó a António Oliveira de Salazar vomitando a la patria.
Con educación británica, acabó por afincarse en Londres en los años 70 y se casó con el también pintor Victor Willings, con quien tuvo tres hijos.
En sus temas se repiten el feminismo, la violencia, la tristeza, la pobreza y la depresión, un fantasma que la acompañó durante gran parte de su vida.
Su obra ha sido reconocida con premios como el Turner (1989), el Bordalo (1998), la Orden del Imperio Británico (2010) o la Medalla del Mérito Cultural (2019), entre otros. EFE
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