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Qelbinur Sidik, voz de uigures que llevó su testimonio al Parlamento belga

Jorge Ocaña

Bruselas, 5 (EFE).- Qelbinur Sidik trabajó como profesora en uno de los campos chinos de internamiento para “reeducar” a los uigures y ahora su testimonio es uno de los principales escuchados en el Parlamento belga, que se dispone a votar esta semana una resolución que reconoce el “genocidio” sufrido por esa minoría.

“Decidí hablar por ellos. Porque no podía ser feliz pensando en la gente que estaba en los campos, en las torturas, en las violaciones”, explica en una entrevista con Efe Sidik, una uigur profesora de chino que, tras su traumática experiencia, hace un par de años decidió hacer las maletas y mudarse a Países Bajos.

Amnistía Internacional y Human Watch Rights, entre otras asociaciones internacionales, han denunciado crímenes de lesa humanidad contra los uigures y minorías musulmanas en la región noroccidental de Sinkiang por parte de China, a la que acusan al mismo tiempo de llevar a cabo políticas generalizadas y sistemáticas de detención masiva y tortura y enviar a centenares de miles de personas a campos de internamiento.

Aunque no se disponen de datos oficiales, expertos de Naciones Unidas alertan de que hasta un millón de represaliados habrían sido encerrados en algunos de estos campos con los que el régimen de Xi Jinping pretende “reeducar” a los uigures en la cultura china.

Sin embargo, el hermetismo que caracteriza al país asiático hace que la información disponible sobre lo que ocurre dentro llegue a cuentagotas. Lo que se conoce hasta el momento ha sido gracias a investigaciones realizadas por medios de comunicación y ONGs, y al testimonio de supervivientes como Sidik.

“La vida dentro del campo era extremadamente horrible. La gente vivía en celdas, las ventanas estaban cubiertas, por lo que no se podía ver el exterior. Dormían en el suelo porque no tenían camas. Estaban hambrientos todo el tiempo”, detalla con voz firme y gesto serio Sidik sobre lo que fue testigo en los seis meses de 2017 que trabajó como profesora de chino.

Muchos días los pasillos se llenaban de gritos de personas que estaban siendo torturadas, según Sidik. Cuenta que al menos cinco o seis personas eran llevadas a diario para aquellos interrogatorios y afirma que fue uno de los policías que trabajaba en el campo de internamiento quien le dijo lo que ocurría.

Su contrato terminó en agosto de 2017, pero la sombra de todo lo que había sido testigo se prolongó en el tiempo.

“Cuando llegué a Países Bajos estaba psicológicamente afectada porque millones de nuestra gente estaban sufriendo, pero no podía contar nada”, ya que las autoridades chinas le prohibieron hablar bajo amenazas, dice Sidik.

“Si no mantenía el secreto mi vida estaría en peligro. Pensaba en mi familia porque sabrían que serían castigados”, afirma.

Su silencio se fue haciendo un nudo en la garganta, que comenzó a desatarse una vez empezó a hablar con la prensa y asociaciones, pero las amenazas que recibió se materializaron.

“Cuando empecé a hablar con los medios, el gobierno de China interrogó a mi marido. Le forzaron a hablar en un vídeo contra mí en el que decía que yo mentía y en el que me maldecía”, cuenta Sidik, y su voz se quiebra en un sollozo.

“ELIMINAR HASTA EL ÚLTIMO UIGUR”

“El Gobierno de China está masacrando a nuestra gente. En todos los términos, esto es un genocidio”. Así de tajante se muestra por su parte Ekber Tursun, de la organización belga de uigures, quien denuncia a Efe que el objetivo de Pekín es “eliminar hasta el último” de ellos.

El régimen no solo se está sirviendo de los campos de internamiento, señala este activista; la lengua y la cultura uigur están siendo borradas, algunas mujeres son forzadas a casarse con hombres chinos y pueblos y ciudades están siendo completamente vaciados, asegura Tursun.

Además, para que no puedan tener hijos, muchas mujeres están siendo esterilizadas a la fuerza, lo que fue el caso de Sidik. Por ello, pide a la comunidad internacional “medidas efectivas” para detener el “genocidio en China”.

Porque “si las potencias internacionales no hacen nada, puede que dentro de diez o veinte años nuestros hijos lean sobre los uigures, pero no puedan ver ninguno”, zanja.

Si este jueves el Parlamento de Bélgica vota el reconocimiento del “genocidio” de los uigures seguirá los pasos de Países Bajos, Canadá. Lituania, República Checa y el Reino Unido.

Y EE.UU. acusó en marzo pasado a China de “genocidio” y “crímenes de lesa humanidad” contra los uigures y otras minorías musulmanas en la provincia noroccidental china de Xinjiang en su informe anual sobre Derechos Humanos, el primero que se publicó bajo el Gobierno de Joe Biden. EFE

jop/cat/jgb

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