Emigración (6): el tormento de las plagas
Al fin, después de innumerables peripecias, Yanick Iseli logró regresar a Nicaragua. Pero en lugar de encontrar sus árboles pujantes y sus plantas florecidas, halló un verdadero campo de batalla en sus cultivos dado que invitados indeseables los invadieron durante su ausencia.
La segunda tentativa para regresar al país centroamericano fue, finalmente, la vencida: voló con otra línea aérea diferente a la del primer intento. Hizo el trayecto de Zúrich a París, luego de la capital francesa a San José de Costa Rica, y el último tramo por tierra con un bus hasta Nicaragua. A fines de marzo llegó a su vivienda ubicada en las cercanías de San Ramón, en el departamento de Matagalpa, en el norte de Nicaragua.
Fue un «retorno a una situación desastrosa». Si bien su jardinero se había comprometido a estar presente en la propiedad para cuidar los árboles y las plantas durante su ausencia, no cumplió para nada su palabra. Literalmente, desatendió la responsabilidad contraída para ir a trabajar en una mina de oro recién abierta: «un trabajo muy duro, pero bien pagado», explica Yanick Iseli.
Este artículo es el sexto de una serie sobre la emigración. swissinfo.ch acompaña al ciudadano suizo Yanick Iseli en su aventura en Nicaragua. Al mismo tiempo brinda información y consejos sobre el tema de la emigración.
Aunque su empleado encargó a un joven para que lo reemplazara, “aparentemente, el sustituto no tenía la menor idea ni de su trabajo ni de las plagas que padecen los vegetales”.
Termitas grandes y en gran cantidad
Adicionalmente, una verdadera plaga golpeó la propiedad de Yanick. «¡Las termitas se comieron casi todo en mis cafetales!”. El joven suizo tuvo que intentar salvar las plantas de café y al mismo tiempo luchar contra las colonias de termitas, «¡grandes y numerosas!”.
Sin embargo, eso no fue todo. Caballos sueltos habían invadido su huerto y devorado casi todas las plantas de bananas, así como las hojas de los árboles. “Le había dicho muchas veces al jardinero que debía instalar un alambre de púa para proteger el terreno”, recuerda.
El jardinero, sin embargo, no había desaparecido completamente y Yanick Iseli lo convocó para mostrarle los daños. “Le dije que con todas esas faltas que cometió y sus mentiras, no podía emplearlo más. Que si él prefería trabajar en las minas, podía irse. Y así lo hizo, partió casi aliviado», cuenta el joven suizo originario del Jura.
Retomar energía
Abandonarse al destino no es, sin embargo, una actitud propia de la personalidad de Iseli. Rápidamente hizo circular un anuncio para encontrar un nuevo empleado y así entró en contacto con horticultor con más de 15 años de experiencia en el cultivo biológico y la permacultura. El suizo estaba muy interesado, dado que su objetivo es cultivar sus tierras de la forma más ecológica y sostenible posible. Sin embargo, ese candidato consiguió un empleo mejor pagado en otra parte.
“Luego encontré a alguien que ama su trabajo y lo hace bien. Es verdad que no tiene ninguna idea de lo que significa la agricultura biológica y que nunca escuchó mencionar la palabra albahaca… pero está abierto a aprender nuevos métodos”, explica riéndose, Yanick Iseli.
El joven suizo volvió a entusiasmarse con sus desafíos. Sigue trabajando en su vivienda recubriendo de arcilla las paredes, construidas con una mezcla de paja y tierra. Entre tanto, devolvió la casa que había alquilado en San Ramón y ahora se instaló definitivamente en su residencia a medio terminar. «Prefiero vivir entre mis propias cuatro paredes, aunque no estén completamente terminadas”.
Adaptado del francés por Sergio Ferrrari
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