La popular rumba congoleña busca ser Patrimonio de la Humanidad de la Unesco
Prince Yassa
Kinshasa, 25 mar (EFE).- La rumba congoleña conquistó África hace décadas y ahora quiere seguir la estela de otros géneros musicales, como el flamenco o la bachata dominicana, para integrar el Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.
La rumba aspira a ser el tercer elemento de África Central en integrar esa prestigiosa lista, tras la inclusión de las tradiciones orales de los pigmeos Aka de la República Centroafricana y la danza ritual del tambor real burundés.
La Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), ya acusó en 2020 recibo de la candidatura conjunta presentada por los dos países que llevan ese sonido en el corazón: la República Democrática del Congo (RDC, antiguo Congo Belga) y la República del Congo o Congo-Brazaville (antiguo Congo Francés).
La candidatura está, pues, en manos de la secretaría de candidaturas de la Unesco y los dos países esperan ansiosos una decisión que podría adoptarse el próximo diciembre.
«Esta es la etapa más difícil. Donde hay técnicos que apreciarán a fondo esta demanda. Entonces llegará la opinión del comité intergubernamental, integrado por diplomáticos. La rumba congoleña ya ha sido reconocida como patrimonio nacional», dice a Efe el profesor Lye Yoka, presidente de la comisión de la promoción de la rumba.
«Elegimos la rumba porque, para nosotros y para muchos practicantes, es un elemento excepcional que tiene historia. Una historia fuerte, una historia que es muy indicativa de lo que hemos sido, lo que somos y lo que podríamos ser», explica el profesor.
Fue alrededor de 1936 cuando la palabra rumba apareció en la historia y quienes la emplearon no eran congoleños. «Es el cantante corso Tino Rossi quien la emplea por primera vez», asegura a Efe el director general del Centro Internacional de Civilizaciones Bantú (CICB), el investigador congoleño Manda Tchebwa.
La rumba congoleña, que hunde sus raíces en el son cubano, se originó en la cuenca del Congo durante los años cuarenta del pasado siglo y en las décadas de 1960 y 1970 ganó una enorme popularidad en todo el continente africano que perdura hasta la actualidad.
Esos sonidos llegaron a Léopoldville (actual Kinshasa) gracias al establecimiento de las primeras radios y estudios de grabación en el Congo Belga, de donde salieron artistas como el mítico Joseph Tshamala Kabasele, conocido como «Le Grand Kallé» y líder de la banda African Jazz.
Según Tchebwa, esta rumba nació de la fusión de muchos sonidos: de la estética rítmica de África Occidental, de Angola con la llegada de los portugueses, de grupos como San Salvador y de legendarios artistas congoleños como Kabasele, Wendo Kolosoy o Léon Bukasa.
La canción «Indépendence Cha Cha», de Kabasele, fue «el mayor éxito que influyó en el continente africano y atravesó los océanos en el momento de las independencias africanas», recuerda el investigador.
Este tema fue compuesto e interpretado por primera vez en 1960, el llamado «Año de África», para celebrar la inminente independencia del Congo Belga (actual RDC).
Pese a estar cantado en lingala (idioma hablado por los kinois, los habitantes de Kinshasa, capital de la RDC), «Indépendence Cha Cha» se convirtió en un himno de los países africanos que accedieron a la soberanía internacional y en una gran influencia musical.
«La rumba es muy fuerte», comenta Yoka, también director general del Instituto Nacional de Arte (INA) de Kinshasa, al evocar, por ejemplo, que Tabu Ley Rochereau, uno de los grandes nombres de este género musical, «fue el primer músico africano negro en tocar» en la famosa sala de conciertos Olimpya de París.
La rumba congoleña no sólo sigue siendo la reina de los clubes nocturnos y los grandes eventos africanos, sino que se ha abierto camino en Europa e incluso en Japón gracias a estrellas clásicas como Papa Wemba (el «Rey de la Rumba Rock» africana) y Koffi Olomide; o artistas más jóvenes como Fally Ipupa.
Aunque la pandemia de la covid-19 «puso las cosas patas arriba» y echó el freno a muchos conciertos, «la RDC es la cuna de la música africana», afirma Tchebwa, al destacar el ascenso de Fally Ipupa, que «está presente en todos los eventos culturales de África»
El guitarrista y cantante congoleño Jean Goubald Kalala, quien fusiona la rumba con otros estilos como jazz, blues o reggae, sueña también con la posible inclusión del género musical congoleño en la reputada lista de la Unesco.
Sería «un orgullo para el país (RDC) que nuestra rumba sea parte del patrimonio mundial», suspira Kalala. EFE
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