Recortar sueldos y reparto a domicilio para la supervivencia de los restaurantes libaneses
Rosa Soto
Beirut, 4 nov (EFE).- Las cuentas no salen para los restaurantes y cafeterías libaneses que han visto reducidas sus ventas en un 70 % desde el inicio de la campaña de bombardeos masiva de Israel a finales de septiembre. En un intento de sobrevivir al cierre, algunos han recortado salarios, mientras que muchos se han sumado al reparto a domicilio.
Así lo explica a EFE Hamza M., el responsable de una hamburguesería en el barrio beirutí de Gemmayzeh, quien detalla que la carga de trabajo disminuyó considerablemente desde entonces, hasta el punto de reducir los pedidos de ingredientes porque no los gastaban y se ponían en mal estado.
«Los salarios disminuyeron casi un 20 % y se retrasan en su pago», lamenta sobre la situación que dista muchísimo de la previa al conflicto: «Antes las ventas eran increíbles, solíamos cerrar nuestra caja (diariamente) con más de 1.000 o 2.000 dólares. Ahora las ventas bajaron alrededor del 70 %, con suerte cerramos con 300 o 400 dólares».
El Sindicato de Propietarios de Restaurantes y Cafeterías del Líbano situó en un 30 % las pérdidas del sector en su último informe publicado a mediados de agosto, prácticamente un mes antes de la campaña militar israelí, en el que previó pérdidas de hasta el 75 % si el conflicto se agravaba y se extendía en el tiempo, escenario que los hosteleros consultados por EFE corroboran dos meses después.
Por zonas, Gemmayzeh y Mar Mikhael, conocidos barrios de restauración de la capital, registraron un 34 % de pérdidas en este tiempo, mientras que la cifra se situó en un 30 % en el centro de Beirut.
Las demarcaciones de Dbayeh y Naghash, al norte de Beirut, registraron un 40 % de pérdidas; seguidas de Batrún con un 31 %, mientras que Trípoli, en el extremo norte del país, perdió el 54 % de sus ingresos. Solo la región septentrional de Ehden obtuvo un exiguo 3 % de beneficios.
Al este de Beirut, Brumana también contabilizó pérdidas del 30 %, mientras que al sur, el sector de la restauración en Tiro cayó un 24 %.
Parches para sobrevivir
La hamburguesería de Hamza está vacía. Los trabajadores pasan el rato pendientes de la puerta y de la aplicación móvil, esperando recibir una notificación que les dé la señal para volver a la cocina y preparar un pedido para entregar a domicilio. Sin embargo, las horas muertas se acumulan y temen que la situación sea insostenible en algún momento.
Hamza trata de calmar los ánimos: «Afortunadamente, el dueño tiene muchos otros negocios, también fuera del Líbano. Así que la recuperación pasa cuando él, a veces, transfiere del extranjero y ayuda a la tienda. En un mes todo estará mejor, esperemos».
No todos los hosteleros cuentan con esta baza, por eso la entrega a domicilio se ha convertido también en un salvavidas para los restaurantes que no ofrecían este servicio y querían recuperar clientes con promociones especiales y la comodidad de recibir la comida en casa.
Robin Hameidan es el jefe de sala de otro establecimiento especializado en todo tipo de sándwiches, también hamburguesas y montaditos, y reconoce que el conflicto ha forzado al negocio a adaptarse para sobrevivir, ya que antes solo servía en el local o preparaba para recoger.
«No teníamos reparto porque la comida se enfría con el tiempo, pero al empezar la guerra tuvimos que encontrar otra opción», afirma sobre esta reconversión en un momento en el que «en un periodo de una semana solo venían dos o tres clientes al local, no más».
Con la entrega puerta a puerta lograron reducir las pérdidas. «En porcentaje, entre el 80-90 % de las cenas se redujeron, pero cuando empezamos a repartir (el crecimiento) fue muy fuerte. En total, no tengo el porcentaje exacto, pero aproximadamente el 30-40 % ha disminuido», apunta.
Temporada alta, en mínimos
Según Hameidan, otoño es la temporada alta para el sector de la restauración en el Líbano, porque los ciudadanos que se marcharon de vacaciones ya han regresado, sigue habiendo turistas y empiezan las clases en las universidades, pero ahora todo eso se ha trastocado por la guerra.
«En verano trabajaba mucho más que ahora», dice sobre la afluencia de clientes «en esta zona, que no ha sido golpeada en absoluto por la guerra».
Para Mohamed H., jefe de servicio de un restaurante especializado en carnes, la guerra ha afectado a la temporada de verano, cuando «disminuyó el trabajo alrededor del 80 %», y teme que la situación se mantenga durante la temporada de invierno.
Como reclamo para estudiantes que acaban de empezar las clases, afirma que siempre trabajan con promociones en redes sociales; aunque reconoce que «la gente tiene miedo y está ahorrando para mañana porque no saben qué les depara».
Mientras echa cuentas sobre la jornada, estima que necesitarán entre cuatro y ocho meses para remontar y sanear el balance, pero solo si el conflicto se detiene. De no hacerlo, es incapaz de formular qué pasará con su puesto de trabajo y el sustento de su familia. EFE
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