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Religioso, honesto y diferente: Así ven sus votantes al ultra que revoluciona Rumanía

Antonio Sánchez Solís

Bucarest, 8 dic (EFE).- Un hombre que cree en Dios, que no es corrupto, que defiende la paz y que es «diferente». Así ven sus votantes a Calin Georgescu, el ultranacionalista que ganó la primera vuelta de las presidenciales rumanas, un proceso anulado por sospechas de injerencia de Rusia y financiación ilegal de su campaña.

Georgescu sorprendió a todos con su victoria del 24 de noviembre, dejando muy atrás al resto de candidatos, incluidos los de los partidos socialdemócrata (PSD) y liberal (PNL) que han dominado las últimas décadas la política en esta antigua dictadura comunista, miembro ahora de la OTAN y de la Unión Europea (UE).

«De repente, hemos despertado», aseguró Alexandra, que acudió este domingo a apoyar a Georgescu ante el colegio electoral donde el líder ultranacionalista debería haber votado en la segunda y definitiva vuelta de las presidenciales.

Pese a corear «prensa mentirosa, prensa mentirosa» durante la protesta, esta abogada de 34 años atendió con amabilidad a EFE y explicó que, si bien no votó por Georgescu en la primera vuelta, sí lo habría hecho en la segunda, prevista inicialmente para hoy.

El principal motivo: «Él ha elevado el nivel moral y el nivel espiritual de la gente». «Nunca debemos dudar de las buenas intenciones de Dios hacia nosotros, y el resto vendrá después», afirmó.

Un complot contra Georgescu

Alexandra tiró de sus conocimientos jurídicos para decir que no fue correcta la anulación de las elecciones por parte del Tribunal Constitucional, que justificó esa decisión para «garantizar la imparcialidad y legalidad del proceso electoral».

Aunque esa Corte rechazó inicialmente las solicitudes de impugnación a las elecciones, el pasado viernes, apenas dos días antes de la segunda vuelta, ordenó la anulación ante la aparente acumulación de indicios de irregularidades.

Mientras la Fiscalía está investigando la posible financiación ilegal de la campaña electoral, los servicios de inteligencia han concluido que en las elecciones interfirió un país extranjero, que EEUU y varias investigaciones periodísticas identifican con Rusia.

Alexandra aseguró que hay un «complot» contra Georgescu, en el que estarían implicados los medios de comunicación, el Constitucional, la Fiscalía, los servicios secretos y los partidos tradicionales, y que el país lleva años sumido en un «sistema corrupto».

«Está a punto de caer, y eso es bueno para los rumanos pero no para «ellos», confió la mujer.

A ese «ellos» también se refirió Andrei, de 35 años, dueño de una empresa de grúas.

«Habría ganado seguro. Por eso ellos anularon las elecciones. Ellos no quieren perder el poder», dijo delante de uno de los colegios electorales en el centro de Bucarest, cerrado como el resto, adonde acudió a una protesta convocada por AUR, un partido ultranacionalista que apoya a Georgescu.

Andrei afirmó que desde el fin de la dictadura comunista hace 35 años, esa élite política viene haciendo «cosas asquerosas».

«Voté por él, y lo habría votado hoy, porque es algo diferente de lo que hemos tenido los últimos 35 años», dijo.

Sorin Scuratovschi, un empleado en ventas de 43 años, destacó de Georgescu que «es un hombre que cree en Dios y defiende los valores que definen a los rumanos desde hace 6.000 años».

Dios y la paz

«Ni nos gustan las guerras ni somos esclavos. Siempre hemos amado a Dios y la paz», señaló durante una concentración de apoyo a Georgescu mientras sostenía en sus manos un icono de la Virgen María y el Niño.

Scuratovschi criticó el apoyo que Rumanía viene dando a la vecina Ucrania para defenderse de la invasión rusa, y denunció que los recursos naturales del país son robados por los mismos que «han matado la democracia» al anular las elecciones.

Georgescu, un admirador de Putin, crítico con la OTAN y la UE y que considera inferiores a las mujeres, convenció en la primera vuelta electoral al 23 % de los votantes con su mensaje casi mesiánico y su tono partenalista y sacerdotal.

Sin ningún partido detrás, sin aparecer apenas en los medios ni en mítines, ejecutó su campaña principalmente en la red social TikTok, donde el número de sus seguidores y la reproducción de sus mensajes se disparó en poco tiempo, algo que la Fiscalía investiga.

Georgescu se presenta como un «soberanista» que defiende una Rumanía semiautárquica y neutral, que vuelva a sus raíces y que identifica su programa con «la bandera de la Verdad, el Amor y el Despertar de la Conciencia hacia el Bien y la Belleza».

Costin Ciobanu, un politólogo experto en el comportamiento de los votantes, ve en él al «típico populista capaz de identificar las causas, pero sin decir realmente demasiado en términos de posibles soluciones».

Con una inflación récord del 10 % en 2023 y 5 % para 2024, y un tercio de la población en riesgo de pobreza, lo cierto es que muchos rumanos no ven que el país se haya beneficiado del ingreso en la UE en 2007, y desconfían de los dos grandes partidos.

El año pasado, Transparencia Internacional situó a Rumanía como el tercer país con el índice de corrupción más alto entre los 27 socios comunitarios, sólo por debajo de Bulgaria y Hungría, una situación que lleva años sin mejorar. EFE

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