Rusia liquida definitivamente su deuda de los tiempos de la Unión Soviética
Cerca de un cuarto de siglo después de la caída de la URSS, Rusia está a punto de liquidar las deudas heredadas de la época soviética y aspira a convertirse en un país económicamente fiable pese a las sanciones occidentales.
El ministro ruso de Finanzas firmó esta semana un acuerdo con Bosnia-Herzegovina para pagarle en un plazo de 45 días 125,2 millones de dólares de deuda en concepto de intercambios comerciales entre las antiguas Unión Soviética y Yugoslavia.
El pago «pone fin a la deuda pública exterior de la antigua URSS y es un evento histórico», se felicitó el viceministro de Finanzas, Serguei Storchak.
En febrero, Rusia pagó por el mismo concepto otros 60,6 millones de dólares a Macedonia.
Cuando cayó la URSS tenía una deuda exterior acumulada de 70.000 millones de dólares, contraída principalmente durante los tiempos difíciles de la Perestroika (1985-1991). Rusia fue reconocida como heredera única de esa deuda.
El pago ha sido largo y complejo. Los años 90 fueron muy duros económicamente para Rusia y culminaron con un cese de pagos en 1998.
No fue hasta el principio de los años 2000 cuando el país empezó a recibir ingresos importantes de gas y de petróleo gracias a la explosión de precios de las materias primas.
Y en 2006, tras intensas negociaciones, Moscú pagó por adelantado la deuda con 17 países acreedores de la URSS reunidos en el llamado Club de París.
El pago se hizo cuando se cumplían ocho años del impago y fue simbólico para el presidente ruso, Vladimir Putin, que quería dejar atrás la deuda y recuperar el orgullo nacional.
En los últimos años, Rusia incluso se permitió el lujo de perdonar algunas deudas que otros países habían contraído con la URSS a cambio de contratos con empresas rusas. Fue el caso de Cuba, en 2014.
– Reputación –
Tras el pago al Club de París (el 95% de la deuda exterior soviética) sólo quedaban algunas deudas «comerciales», es decir, el resultado de importaciones de mercancías de países amigos de la URSS pero que eran complicadas de cifrar.
Hasta el punto de que un responsable parlamentario ruso, Anatoli Axakov, criticó la «extraña manera» con la que algunos países terminaron siendo «acreedores de la Unión Soviética, un país muy rico».
En el caso de la ex-Yugoslavia, la URSS proporcionaba equipamiento militar y recibía a cambio productos de consumo corriente. Aquí la devolución de la deuda se complicó aún más porque hubo que repartirla entre los distintos países que nacieron tras su disolución.
Para Rusia el fin de la deuda soviética «es importante para su reputación» porque demuestra «su capacidad de devolver el dinero a tiempo, su responsabilidad», asegura a la AFP Iuri Iudenkov, un profesor de la universidad rusa de Economía y Administración Públicas RANKHIGS.
Iudenkov compara la actitud rusa con la de Ucrania, que rechaza devolver 3.000 millones de dólares que Rusia le prestó cuando en Kiev todavía había un gobierno prorruso.
Moscú quiere dar una imagen irreprochable en un contexto de sanciones económicas occidentales provocadas por el conflicto en Ucrania y que podrían alejar del país a posibles inversores.
La prioridad de Vladimir Putin es ahora mantener saneadas las cuentas. En 2016 Rusia tuvo un déficit de 3,16% del Producto Interior Bruto (PIB), consecuencia de la caída de los precios de las materias primas, lo que obligó a llevar a cabo importantes recortes.
Por el momento la deuda pública se mantiene en menos del 15% del PIB, un nivel inferior al de las grandes potencias occidentales como Estados Unidos, Francia o Japón, que llevan décadas pidiendo prestado en los mercados internacionales.
Rusia ha logrado recientemente volver al mercado de la deuda y las agencias de calificación financiera parecen más optimistas que hace unos meses.