La escasez de agua también afecta a Suiza
La falta de agua genera conflictos en el mundo entero, aunque en Suiza este recurso tan preciado siempre ha sido abundante. Durante años, ni siquiera se controlaba su uso. Ahora, en cambio, las sequías frecuentes y su elevada demanda hacen que aumenten las tensiones; al igual que crecen las peticiones para que se regule su uso.
En Suiza no faltan recursos hídricos: lagos, ríos o arroyos. El país alpino alberga el 6 % de las reservas del agua dulce del continente, por lo que no es casual que ostente el título de “depósito de agua de Europa”. Suiza también es un país rico en agua subterránea: hasta 150.000 millones de metros cúbicos fluyen a través de rocas y sedimentos, frente a los 100.000 millones de metros cúbicos que tiene, por ejemplo, FranciaEnlace externo y los menos de 49.000 millones, AlemaniaEnlace externo.
Si no fuera porque este recurso hoy se encuentra bajo presión, la historia del agua en Suiza podría terminar aquí felizmente. Los largos periodos de sequía consecuencia del cambio climático, la urbanización y la contaminación del agua son algunas de las razones. Y algunas zonas del país se verán afectadas especialmente en el futuro.
Oro azul: cómo el depósito de agua de Europa gestiona la escasez de agua
En muchos lugares del mundo el agua comienza a escasear. Incluso Suiza —que cuenta con gran parte del agua de Europa— debe replantearse su gestión hídrica y prepararse para las cada vez más frecuentes sequías. Esta serie explora los potenciales conflictos relacionados con el consumo del agua y las soluciones para gestionar mejor este preciado recurso.
Baja el uso doméstico, pero no mejoran los hábitos de consumo
Desde los años 90, gracias a unas infraestructuras hidráulicas y una tecnología doméstica más eficientes, el gasto de agua ha pasado de 400 a 300 litrosEnlace externo por persona y día. Y sin embargo los hábitos de consumo no han mejorado: la población suiza utiliza una de las mayores cantidades de agua per cápita de Europa. Casi la mitad —142 litros diarios— corresponde a las actividades domésticas. Cisternas, duchas y baños representan más del 50 % del gasto de agua.
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Faltan datos del uso industrial y agrícola
Aunque sabemos qué cantidad de agua utilizan los hogares, la historia es muy diferente cuando se trata de conocer los datos relativos a la industria o a la agricultura.
La mitad del agua que se usa en la industria y la agricultura se extrae de manera privada. En la mayoría de los casos no se mide, por ejemplo, el agua que el sector agrícola bombea de ríos y lagos, e incluso de los acuíferos subterráneos. Esto se debe a que siempre ha habido tanta agua en Suiza que calcular el consumo total nunca ha sido prioritario. La mayoría de los cantones —la administración responsable de la gestión del agua— no han establecido un sistema para recopilar estos datos. Uno de los pocos cantones que ha impuesto un control más estricto del agua —debido al gran uso de las industrias químicas de la región— es el cantón de Basilea Campiña.
Ahora que durante las sequías estivales el agua empieza a escasear esta falta de datos se está convirtiendo en un problema. “Si no sabemos cuánta agua gastamos, ¿cómo podemos cambiar nuestro comportamiento en respuesta al cambio climático?”, se pregunta Bettina Schaefli, directora de la unidad de Hidrología de la Universidad de Berna. Una situación que es propia de Suiza. En Europa, varios países están más avanzados en materia de control de los recursos hídricos. En Alemania, por ejemplo, es obligatorio llevar estadísticas sobre el uso del agua que se extrae de manera privada.
El Gobierno federal se ha dado cuenta de este problema, según indica la subdirectora de la división hidrológica de la Oficina Federal de Medioambiente (FOEN, por sus siglas en inglés), Petra Schmocker-Fackel. “Estamos trabajando en ello”, afirma Schmocker-Fackel, quien explica que este año la FOEN, junto con la Oficina Federal de Estadística, lanzará un proyecto para recopilar datos sobre otros tipos de uso del agua, además del doméstico.
La calidad del agua disminuye en Suiza
Aunque la presencia de numerosos lagos y ríos pueda sugerir lo contrario, la expansión de los centros urbanos y la agricultura intensiva están degradando la calidad del agua de manera considerable en todo el país. “La calidad del agua es una de las principales preocupaciones en Suiza”, dice Schaefli.
Hasta ahora, solo una cuarta parte del agua potable helvética —procedente sobre todo de acuíferos subterráneos o manantiales— debía ser tratada antes de su uso.
En la actualidad los cosméticos y productos químicos utilizados en las zonas urbanas y los pesticidas y fertilizantes agrícolas se acumulan en las aguas subterráneas. Y esto tiene consecuencias nefastas para el medioambiente y la salud humana.
“Hay que encontrar una solución para hacer cambiar las normas sobre el uso de estos componentes químicos”, advierte Schaefli.
La sequía tiene efectos desiguales
La creciente sequía que en los últimos 20 años ha afectado a Suiza podría convertirse en un problema para el abastecimiento del agua, especialmente en las áreas remotas del país. La red suiza de abastecimiento se gestiona a nivel local, lo que en varias regiones dificulta la distribución del agua de manera uniforme.
Algunas zonas de las montañas del Jura y de los Alpes no tienen acceso a reservas subterráneas, y dependen del agua almacenada en los mantos nevados, los glaciares y los manantiales. Y estas serán las zonas más afectadas por las consecuencias de una sequía prolongada. En los Alpes, las comunidades agrícolas ya están sufriendo, sobre todo en verano.
Algunos municipios están aplicando soluciones para distribuir el agua a otras regiones, tal y como indica Urs von Gunten, investigador del Instituto Federal de Ciencia y Tecnología Acuáticas Eawag. La ciudad de Zúrich, por ejemplo, suministra agua potable a más de 60 comunidades de todo el cantón, en función de las necesidades. “Para superar la sequía estival este proceso debe mejorarse en el futuro”, añade von Gunten.
Von Gunten cree que, para compensar la escasez de agua, los municipios deberían trabajar de manera conjunta, pero reconoce que es más fácil decirlo que hacerlo. “El agua a nivel local se considera un privilegio. Y hay muchas comunidades que prefieren seguir siendo independientes”, dice.
Se intensifican las tensiones en torno al agua
Aunque faltan datos precisos sobre su alcance, los conflictos en torno al uso del agua están muy extendidos en SuizaEnlace externo. Los períodos de sequía prolongados, por ejemplo, han aumentado la necesidad de agua para regar los campos agrícolas; agua que a veces se extrae de las mismas reservas subterráneas que abastecen nuestros hogares. Y la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas por la actividad agrícola disminuye el agua potable disponible y aumenta su coste. Estos conflictos entre el sector agrícola y la población podrían convertirse en un problema en el futuro, afirma Schmocker-Fackel.
La industria energética —que necesita el agua para producir electricidad— intenta llegar a un acuerdo con el sector agrícola sobre el acceso en verano a las cuencas lacustres. Con el aumento de las temperaturas, las industrias química y nuclear necesitan más agua para refrigerar sus plantas. Y lo mismo ocurre con los sectores financiero y tecnológico, que utilizan agua subterránea o fluvial para mantener sus servidores fríos.
Las tensiones por la explotación de los recursos hídricos aumentan en las fronteras helvéticas. Francia quiere que —para poder enfriar sus instalaciones nucleares en verano— Suiza libere más agua de la presa ginebrina de Seujet, mientras que Italia quiere almacenar en el lago Mayor (lago Maggiore) más agua para el regadío.
Sed de recursos
Para Schmocker-Fackel, conciliar todos estos intereses es complicado, aunque también, posible. La experta considera que las soluciones pasan por gestionar mejor el agua a nivel cantonal, controlar el consumo y ampliar las redes de abastecimiento. Invertir en técnicas de riego más eficientes contribuiría a reducir el despilfarro y la evaporación de agua, al igual que si se reciclan las denominadas “aguas grises” (desagües de cocina y ducha) y se introduce en los hogares hábitos de consumo más ahorradores.
Pero Suiza, aunque hiciera todo esto, no reduciría su huella hídrica total. De hecho, según un informe federal,Enlace externo más del 80 % del consumo de agua del país está “oculto” en bienes de consumo importados, como productos agrícolas e industriales y servicios. Puede que Suiza sea el “depósito de agua” de Europa, pero también tiene mucha sed. “Debemos asumir nuestra responsabilidad: no solo es una cuestión de solidaridad internacional, sino de desarrollo de nuestro país”, sostiene en el informe Martin Dahinden, exdirector de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE).
Texto adaptado del italiano por Lupe Calvo
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