Siria recibe el Ramadán en una fase de transición política y económica
Edgar Gutiérrez
Damasco, 1 mar (EFE).- El bullicio se expande e inunda el zoco en la parte vieja de Damasco, un mercado abarrotado por las compras de adornos y de comida con un ruido y un ambiente que, además de recordar a cualquier capital europea en la víspera navideña, dan paso al mes sagrado de ramadán.
El ramadán es el noveno mes del calendario islámico y representa un período sagrado para los musulmanes de todo el mundo. Durante este mes, que dura aproximadamente 29 o 30 días, los musulmanes practican el ayuno (sawm), uno de los cinco pilares del Islam.
En la capital de Siria, este Ramadán está marcado por el nuevo cambio de gobierno después de que Hayat Tahrir al Sham (HTS), la ahora disuelta coalición rebelde islamista dirigida por el presidente transitorio, Ahmed Al Sharaa, y heredera de la filial siria de Al Qaeda, derrocara en diciembre al régimen de Bashar Al Asad.
Alegría religiosa y dificultades económicas
«Estamos muy contentos en este Ramadán, lo recibimos con alegría, pese a que la situación económica es muy negativa en el país», asegura a EFE Basel Mohamed, de 52 años y trabajador de una pastelería en la parte antigua de la ciudad.
También asegura que «es un mes de bondad, de exaltación a Dios», pero se encuentra en una situación complicada: «La presión económica hace que no pueda comprar cosas básicas para mi familia».
Al igual que Basel, muchos habitantes de la ciudad consideran que la situación económica en el país ha empeorado en los últimos meses, convirtiendo el acceso a suministros básicos en una tarea complicada que afecta a la manera de vivir este Ramadán.
Umm Hassan, trabajadora del Ministerio de Asuntos Religiosos sirio durante 14 años, asegura a EFE que las dificultades económicas complican la posibilidad de comprar carne: «El salario mensual que recibo son 270.000 libras sirias, alrededor de 27 dólares», y añade que «nadie está comiendo carne, es un sueño tener carne, el kilo de cordero cuesta unos 13 dólares».
Seguridad ante todo
El iftar es la comida que marca el fin del ayuno diario durante el mes sagrado de ramadán. Es un momento de unión familiar y comunitaria, donde se comparten alimentos comenzando con dátiles y agua, seguidos de una comida más sustanciosa.
Umm Hassan romperá el ayuno con arroz, patatas y garbanzos junto a sus seis hijos y 13 nietos. Otras personas decidieron celebrar el iftar en la Plaza Marjeh, también llamada Plaza de los Mártires, pero por cuestiones de seguridad este año no podrá ser.
Alrededor del monumento central en esa plaza hay sillas de plástico y taburetes usados como mesas, pero vacíos, escena que se repite en otro lugares de la capital como sucede también cerca de la Gran Mezquita de los Omeyas.
El supervisor de este templo cuenta a EFE que el Ramadán en la capital siria se hace menos visible en sus calles no solo debido a los problemas económicos de la población, sino también a cuestiones de seguridad, sobre todo después de que el pasado 10 de enero cuatro personas murieran y otras 16 resultaran heridas por una estampida en la mezquita, lo que llevó a las autoridades a controlar las aglomeraciones en el lugar.
Una celebración diferente
Estas circunstancias hacen que este Ramadán se viva de una forma distinta, especialmente el cambio político que ha derivado en un proceso para reconfigurar el país.
«Estamos haciendo el Ramadán en medio de un ambiente verdaderamente musulmán. Como puedes notar, la cara de la gente está feliz, está alegre después de tantos años de tiranía», dice a EFE un comensal en un restaurante en plena ruptura del ayuno.
Este hombre habla sin tapujos: «Como estamos sin el anterior régimen, la verdad no sentimos hambre ni sed, incluso podemos ayunar dos días sin sentir ayuno porque ya nos deshicimos del régimen anterior, estamos muy bien».
Delante de él, una mesa llena de los platos típicos le espera para celebrar el primer día de este mes sagrado para la comunidad musulmana, mientras el escenario político sigue su curso en medio de interrogantes todavía por resolver. EFE
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