Sitio emblemático de la guerra en Colombia da esperanzas tras primeros hallazgos de cuerpos
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El hallazgo de cuatro cuerpos en una ladera de Medellín es un punto de quiebre en dos décadas de búsqueda de desaparecidos en Colombia, afligida por el conflicto armado. Las familias de las víctimas pasaron de la incertidumbre a la «esperanza» en una nueva etapa de investigaciones.
La Escombrera, sitio emblemático del prolongado conflicto armado que se ha cobrado 9,8 millones de víctimas, es un vertedero de unas 50 hectáreas ubicado en la Comuna 13 de Medellín.
Para grupos de mujeres buscadoras, es un punto donde cientos de cadáveres de víctimas de desaparición forzada podrían estar enterrados.
Excavadoras hoy remueven la historia entre toneladas de tierra de esta arenosa montaña amarillenta que contrasta con el primaveral aspecto de la ciudad asomada en el horizonte.
La AFP recorrió este viernes la zona donde se adelantan pesquisas para encontrar los cuerpos de unas 500 personas reportadas como desaparecidas, la mayoría entre 2001 y 2004, en más de 30 operaciones de la fuerza pública en el sector.
«Esa escombrera siempre ha sido para nosotros un lugar de impunidad», relata María Auxilio Arenas, de 74 años, integrante de una asociación de mujeres que buscan a sus familiares desaparecidos.
Su esposo, Arnoraldo Moreno, desapareció el 5 de junio de 2005. «Recibimos una llamada al número de teléfono de mi casa y me dicen que si él puede bajar un momentico a la iglesia, que le trajeron una encomienda (…). No regresó», recuerda la mujer de cabello lacio y gris.
Desde el inicio del conflicto a mediados del siglo XX, Colombia reporta más de 200.000 víctimas de desaparición forzada.
– Disputas históricas –
La deprimida Comuna 13 fue una zona disputada por décadas entre milicias urbanas de las guerrillas, bandas narcotraficantes y grupos paramilitares.
En 2002, durante el gobierno del derechista Álvaro Uribe (2002-2010) y bajo el pretexto de un plan de recuperación, fue intervenida por la fuerza pública en la llamada «Operación Orión», que dejó casi un centenar de desaparecidos y más de 80 muertos, la mayoría a manos de paramilitares que operaban allí, según denuncias.
Esa intervención le costó al Estado colombiano en 2023 una condena de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Hoy la Comuna 13 es un circuito turístico que al año recibe cientos de miles de visitantes.
Fue en 2014 cuando el exjefe paramilitar Juan Carlos Villa señaló a La Escombrera como un sitio de inhumación.
En 2024, los generales retirados de la policía Mario Montoya y Leonardo Gallego fueron llamados a dar versión por los crímenes en la Comuna 13 ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), que juzga los peores crímenes del conflicto. El mismo año, el tribunal de paz ordenó iniciar nuevas excavaciones en esta herida abierta del conflicto.
Asistidos por imágenes satelitales, investigadores trazaron un polígono de unos 8.000 metros cuadrados donde se presume hay mayor probabilidad de hallar restos humanos. Y allí empezaron a buscar.
En diciembre se encontraron los primeros cuatro cuerpos y dos de ellos ya fueron identificados.
«Se trata de dos personas jóvenes, una mujer de 20 años que se dedicaba a actividades deportivas en un club» desaparecida en 2002, asegura el magistrado de la JEP Gustavo Salazar.
El segundo cuerpo pertenece a «un muchacho con una discapacidad física y mental, de 28 años», un vendedor ambulante de la zona. Según las investigaciones, ambos fueron desaparecidos por paramilitares.
– «La tierra empezó a hablar» –
Tras los primeros hallazgos en diciembre, los forenses de la estatal Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) esperan abrir una nueva etapa en las investigaciones.
«Sigo llegando con la esperanza de que podamos encontrar más inhumaciones», cuenta Juan David Arias, antropólogo forense de 36 años. «Ya esa luz que veíamos que brillaba poco por las probabilidades de hallazgo, en un contexto de alta complejidad, se encendió más», considera.
Desde diciembre, la frase «las cuchas (madres) tienen razón» se ha escrito en decenas de murales en las principales ciudades del país. Varios han sido borrados, censurados y vandalizados, una muestra de la polarización que hasta el día de hoy genera la guerra en la sociedad colombiana.
Para las buscadoras, los hallazgos son una oportunidad para «demostrarle, no solo a ciudad, sino al departamento, al país y al mundo entero que nosotras, desde el momento que veníamos denunciando, estamos diciendo la verdad, que no estábamos locas», afirma Luz Elena Galeano, que desde 2008 busca a su esposo Luis Javier Laverde, un comerciante local.
Galeano se aferra a una cinta amarilla que señala el límite de la escena del crimen. En este lugar, dice, «empezó a florecer la verdad, la tierra empezó a hablar y eso para nosotros ha sido muy importante».
vd/atm/arm