A la baja, la tasa de suicidio es aún alarmante
El suicidio es un problema mayor de salud pública en Suiza, donde cada año 1.300 personas se quitan la vida y entre 15.000 y 25.000 lo intentan. Los programas de prevención poco a poco dan frutos.
Sin una ley federal relativa a la prevención del suicidio -como ya existe para reducir el consumo del tabaco o promover la seguridad vial- Suiza no puede establecer una estrategia nacional de prevención en la materia. El problema queda así en manos de cada una de las autoridades de salud pública de los 26 cantones helvéticos.
“No hay base legal con la que se pueda emprender algo a escala nacional sobre la salud mental y el suicidio. En cambio tenemos leyes sobre adicción, consumo del tabaco o enfermedades transmisibles; y con ellas es posible establecer programas nacionales sobre cada problemática”, indica Barbara Weil, de la organización Ipsilon, que aglutina a todas las instituciones dedicadas a la prevención del suicidio en Suiza.
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Tentativas de suicidio en una ciudad
En Riesgo
De acuerdo con Weil, entre los elementos fundamentales para la prevención del suicidio se encuentra el de terminar con el tabú en torno a las enfermedades mentales y trabajar con profesionales, maestros y todas aquellas personas que puedan estar en contacto con alguien que sufra de depresión o tenga pensamientos suicidas.
Un estudio reciente de los intentos de suicidio en Basilea indica quiénes son las personas con mayor riesgo (ver infográfico).
El documento, publicado en el Semanario Medical Suizo, ofrece la primer información hecha pública sobre el caso de un cantón helvético en concreto. Los resultados concluyen que los esfuerzos de prevención “deben focalizarse en personas de riesgo: jóvenes, extranjeros, desempleados y que viven en solitario”.
Los investigadores identifican dos grupos de edades en las que el riesgo de actitudes suicidas aumenta: entre los 30 y los 34 años, primeramente, y entre los 20 y los 24 para el caso de los hombres. Para las mujeres, el momento más crítico se sitúa entre los 20 y los 24 años de edad, seguido del grupo de entre los 25 y los 29 años.
Uno de cada cinco suicidios en Suiza son asistidos; la mayoría de ellos realizados por dos organizaciones: Dignitas y Exit.
La ley suiza tolera el suicidio asistido cuando el acto se comete por el paciente y el ayudante no tiene ningún interés directo con él.
Las cifras del suicidio asistido se incluyen en los datos de la Oficina Federal de Estadísticas a partir de 1999 (con 63 casos) y hasta 2008 (con 297 casos).
Atención postraumática
El grupo de mayor riesgo es el de aquellos que ya han pretendido quitarse la vida una vez. Más de la mitad vuelve a intentarlo, indica la autora principal del estudio, Anita Riecher-Rössler, de la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Basilea.
“De acuerdo a nuestro estudio, 98 % de los pacientes afectados ha sido diagnosticado con algún trastorno psiquiátrico. Todos ellos deben tener atención postraumática intensiva, no solo para prevenir un nuevo intento, sino para tratar el desorden psiquiátrico”, anota.
¿Una atención asegurada en el ejemplar sistema de salud helvético? En teoría, sí, observa Riecher-Rössler, al señalar que la atención se ofrece, pero solo si la gente decide acudir a las consultas. Debido al fuerte énfasis de la autonomía del paciente en Suiza, “esta atención termina si el paciente no acude a sus citas”.
Riecher-Rössler considera que se deben también restringir las posibilidades que llevan a cometer suicidio. “Hay muchas en Suiza, por ejemplo, lar armas de fuego (del servicio militar) conservadas en casa, y la prescripción de medicamentos muy tóxicos, como paracetamol”.
“Tenemos con regularidad intentos de suicidio, no solo con somníferos, sino también con calmantes para el dolor, que son muy tóxicos. No pueden ser salvados aquellos que ingirieron muchas de estas tabletas”.
Una de cada diez personas ha intentado suicidarse alguna vez en su vida y la mitad de la población admite haber considerado en algún momento el suicidio.
Los índices de suicidio son más altos entre los hombres y entre las personas de edad avanzada. Ocurre exactamente lo contrario si de intentos de suicidio y de pensamientos suicidas se trata.
Entre el 60 y 90 % de los pacientes suicidas reúnen los criterios del diagnóstico de enfermo psiquiátrico, especialmente afectados por depresión. Una crisis transitoria es con frecuencia el detonante de un comportamiento suicida entre los más jóvenes.
Fuente: Foro de Prevención del Suicidio y la Investigación sobre el Suicidio de Zúrich
Suicidio asistido
Luego de haber sido una de las más altas del mundo, el índice de suicidio en Suiza ha disminuido en las últimas dos décadas, para situarse en 12.5 por 100.000 habitantes en 2009.
“En la sociedad helvética la opinión generalizada es que yo puedo hacer de mi vida y de mi cuerpo lo que quiera. Esto tiene una influencia en cómo la sociedad observa el problema del suicidio. La gente piensa que la decisión ha sido bien reflexionada, que se trata de una expresión de libre albedrío, y que uno no debe hacer nada al respecto, lo que, por supuesto, no es el caso”, subraya Weil.
“En mi opinión, hay espacio para el suicidio asistido solamente si brindamos la misma atención tanto a las personas que desean morir con esta asistencia (normalmente personas en etapa terminal de alguna enfermedad, de edad muy avanzada, ndlr), como a las personas que han intentado suicidarse”, agrega.
En mayo, la Corte Europea de Derechos Humanos ordenó a Suiza especificar bajo qué condiciones específicas debe ayudarse a una persona a poner fin a su vida con asistencia médica, cuando no se trata de padecimientos terminales.
En el estudio de Basilea, el segundo grupo de riesgo de suicidio se observa entre los hombres de entre 85 y 89 años de edad, y entre las mujeres de 60 a 64 años.
“Estamos tan centrados en la prevención del suicidio juvenil que olvidamos los índices de suicidio entre las personas de edad avanzada. Este es un problema enorme. Justamente, porque son ancianos, la gente considera aceptable su deseo de morir, pues ya vivieron sus vidas, lo que no es correcto”, reitera Weil.
“La detección temprana de la depresión y el sentimiento suicida en la tercera edad son también muy importantes en la tarea de sensibilización, además de los esfuerzos centrados en el grupo de riesgo más joven”, especifica.
Este servicio de atención y consejo trabaja las 24 horas del día con el número telefónico 143.
“Cuando gente con sentimientos suicidas nos llama, es muy importante respetar sus deseos y no cuestionarlos de inmediato”, indica Franco Baumgartner, de la organización.
“Gente con una crisis suicida aguda con frecuencia tiene una percepción muy borrosa de la realidad. No ven otras opciones de solución de sus problemas en ese momento”, agrega.
Ayuda
Una de las organizaciones que más tratan con las personas que tienen deseos suicidas es La Mano Tendida, el número de ayuda telefónica en Suiza, instaurado desde 1957. Aunque hoy se ocupa de una gama de preocupaciones muy amplia, aún unas 1.500 personas que llaman anualmente al número 143 describen sentimientos suicidas.
“Cuando gente con características suicidas nos llama, es una señal de que aún quieren mantenerse en vida, pese a que expresan su deseo de morir. La conversación se centra en el fortalecimiento del apoyo para hacer posible que la persona dé el primer paso para salir de su crisis suicida”, explica Franco Baumgartner, de La Mano Tendida.
De acuerdo con Riecher-Rössler, cada vez más personas continúan normalmente su vida, pese a haber cometido ya un intento suicida. “Con frecuencia dicen: “Sencillamente ya no podía salir adelante. Solo quería dormir. En realidad, no quería morir, solo quería salir de esa espantosa situación’.”
Traducido del inglés por Patricia Islas
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