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¿A quién culpar por la ola de delincuencia?

Didier Ruef

De 2011 a 2012 aumentaron significativamente los asaltos y hurtos en Suiza perpetrados por inmigrantes sin permiso de estancia. Algunas voces reclaman medidas urgentes, como la prueba de ADN a ciertos solicitantes de asilo para frenar estos abusos.

De acuerdo con la Oficina Federal de Estadísticas, tres cuartas partes de las violaciones del Código Penal registradas en 2012 fueron perpetradas por miembros de la población que residente permanentemente en Suiza. Otro 7% concierne a solicitantes de asilo y 18% a personas que viven ilegalmente en Suiza (indocumentados).

Las policías cantonales helvéticas señalan que los solicitantes de asilo rechazados, los inmigrantes ilegales y personas que ingresaron al país arguyendo motivos turísticos, procedentes de Túnez, Argelia, Marruecos, Rumania, Georgia, de la otrora Yugoslavia y del este europeo destacan en el listado de nacionalidades de los delincuentes en los casos de robo y hurto ocurridos especialmente en la parte occidental del país –francófona- y en las ciudades de Zúrich, Basilea y Berna.

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Patrulla policial

Este contenido fue publicado en El fotógrafo pudo seguir a los equipos de policía que patrullaron día y noche la zona. (©2012 Didier Ruef)

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Gran incremento

El año pasado, 1.150 personas de Túnez, Argelia, Marruecos y Libia -principalmente hombres jóvenes solicitantes de asilo en los cantones de Zúrich, Argovia y San Gall-, fueron detenidos por la policía de Zúrich tras cometer un delito.

Entre 2009 y 2012, el número de casos de magrebíes se triplicó.

“Es un gran incremento y representa un serio problema para la población, cuyo sentimiento de inseguridad también aumenta”, indica Christiane Lentjes, al frente de las averiguaciones criminales de la Policía Cantonal de Zúrich.

En el cantón de Vaud, y especialmente en Lausana, la policía ha detectado a un grupo de 200 personas provenientes del norte africano que más de una vez han sido señaladas por robo, atraco de autos, agresiones sexuales o narcotráfico.

Este grupo de inmigrantes destaca por su actividad delictiva en regiones normalmente tranquilas, como el cantón rural del Jura, al noreste del país.

“Tenemos el caso de dos personas que asaltaron más de cien automóviles en un mes, antes de que pudiéramos detenerlos”, explica el jefe de policía del Jura, Olivier Guéniat. “Sin embargo, luego de un mes tras las rejas, estos solicitantes de asilo rechazados vuelven a las andadas. Si los vemos de nuevo, hacemos un informe, pero no se retienen y continúan los robos”.

En el Jura, solo un reducido número de personas, menos de 20, es responsable de más del 60% de los robos, advierte Guéniat.

“Grupo aparte”

En una entrevista con la edición digital de 20Minuten, el escritor tunecino Amor Ben Hamida arguye que sus compatriotas no vienen a Suiza para volverse delincuentes.

 

“Quieren trabajar y ganar dinero. Pero después de un año de vagar sin encontrar empleo, muchos terminan en asuntos delicados. Sobran quienes piensan que si el otrora dictador tunecino Ben Ali bien pudo esconder en Suiza millones de dólares, ellos pueden entonces tomar un poco de ese dinero”, comenta Ben Hamilda.

Guéniat resulta más crítico sobre el historial de estos infractores. “Antes de llegar aquí, provenientes de Italia, Francia o España, pasaron por un infierno para poder sobrevivir y permanecer en el continente. No le temen a nada. No tienen control social. Muchos de ellos están completamente desequilibrados. No guardan ya ninguna esperanza de obtener un permiso para permanecer en Suiza. Son un grupo aparte.”

Las averiguaciones criminales son difíciles y con frecuencia se vuelven “el juego del gato y el ratón”, explica Stephane Volper, jefe suplente de la división de investigaciones en Lausana.

“Estos grupos se mueven todo el tiempo por el país. Es muy complicado saber de qué región provienen. No tienen papeles que los identifiquen y dicen ser libaneses o sirios. Reconocemos sus rostros, pero ellos no colaboran con las autoridades y ya aprendieron a identificar la debilidad de nuestro sistema judicial a través de los frecuentes contactos que  tienen con nosotros”.

De acuerdo a la Oficina Federal de Estadísticas, un total de 750.371 delitos (+9%) se cometieron en Suiza en 2012.

Los crímenes en contra de la propiedad (alrededor de las tres cuartas partes del total de violaciones al Código Penal en Suiza), aumentaron por segundo año consecutivo. Los robos representan el 11% de los casos (+24,275). Los hurtos principales son de bolsos y carteras, además de los asaltos a casas y el robo de automóviles.

Tres cuartas partes de todas las violaciones al Código Penal implican a la población residente en Suiza; 7%, a los solicitantes de asilo rechazados (+38% con relación a 2011, +1,638 malhechores) y 18% a personas sin permiso de residencia (+14%,+1,776 delitos).

Según un seguimiento de los diarios SonntagsZeitung y Le Matin con base en los datos de 2012 de los servicios policiales de ocho cantones helvéticos, desde el inicio de la denominada primavera árabe, el número de delitos en los que aparecen implicados ciudadanos magrebíes ha crecido de modo espectacular: robo de autos (+1,500%), robo de tiendas (+390 %), asaltos (+150%) y robo de bolsos y carteras (+130%).

En el primer semestre de 2012, más de la mitad de los solicitantes de asilo rechazados que fueron acusados por algún delito penal, eran de Túnez, Argelia y Marruecos. Este grupo representa el 6% del total de los solicitantes de asilo rechazados o a la espera de que se tramite su solicitud.

Acusados en 2012 (cifras de 2011 entre paréntesis):

Rumanos: 2,475 (1.809), tunecinos 2,209 (1,667), argelinos 1,444 (1,229), marroquíes 1,120 (715), georgianos 625 (477).

Crimen y castigo

En Ginebra, una unidad especial de la policía logró identificar en abril de 2012 a un grupo de 400 norafricanos, delincuentes que multiplicaron sus fechorías durante más de cinco años. Este golpe parece “haber disuadido a algunos a volver a Ginebra”, declara François Schmutz, responsable de las investigaciones. Pero no se sabe exactamente a dónde se han dirigido.

El desafío es poder identificar de modo más sencillo a estos delincuentes, un tema que es motivo de un encendido debate en Suiza.

Una controvertida propuesta para realizar pruebas de ADN a determinados solicitantes de asilo rechazados y “susceptibles de cometer crímenes” fue aceptada la semana pasada por la cámara baja del Parlamento. Ahora tocará al Senado evaluar la medida.

 

Policías y criminalistas coinciden en que el Código Penal y el sistema judicial helvético no son lo suficientemente apropiados para combatir efectivamente a estos malhechores.  

“Nuestras leyes no son aptas para responder adecuadamente a estos casos”, indica Guéniat. “No estoy realmente a favor de los centros especiales de detención administrativa, pero parece que es la única solución para frenar a estos delincuentes reincidentes”.

En el cantón de Zúrich, la policía puede solicitar a las autoridades locales de inmigración que definan zonas especiales, prohibidas para determinados solicitantes de asilo rechazados.

“Sin embargo, desde la perspectiva de seguridad, probablemente sería más efectivo que estos delincuentes sean enviados definitivamente a su país de origen”, señala Christiane Lentjes.

Expertos en robos

Mientras que el número de delincuentes norafricanos ha descendido en Ginebra, en los últimos dos años han aumentado los robos en los que se encuentran implicados ciudadanos rumanos.

”Forman parte de grupos criminales profesionales; y hay que diferenciarlos de los mendigos romaníes“, explica François Schmutz.

Sobre estos robos, el investigador ginebrino anota que jóvenes mujeres romaníes, originarias de la otrora Yugoslavia -que tienen entre 12 y 25 años de edad y se asientan en campos cercanos a Milán o París-, se mueven en pequeños grupos de 2 a 6 personas para robar en apartamentos de la zona fronteriza de Ginebra.

El año pasado, el cantón del Jura también formó parte de las regiones en la mira de los ladrones rumanos y aquellos procedentes de Georgia.

“Identificamos a un grupo responsable de 40 robos a empresas y residencias privadas. Sus miembros oscilaban entre los 30 y los 40 años de edad. Robaban autos a los que cambiaban constantemente las placas. Este tipo de pandillas se desplazan en las zonas fronterizas e irrumpen en suelo helvético solamente para perpetrar sus robos. No operan en la zona donde viven y se mueven constantemente”, advierte Schmutz.

“Con el acuerdo Schengen hemos logrado muchos golpes que han tenido como resultado la exitosa identificación de sospechosos. Gracias al mandato Schengen sabemos que algunos fueron arrestados en otro lugar de Europa”.

Traducción del inglés: Patricia Islas

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