¿Emigrar es sinónimo de engordar?
La decisión de emigrar implica muchos cambios: empezar una nueva vida desde cero, adaptarse a otras costumbres, otro clima, otro idioma y también otros hábitos alimentarios. La aculturación dietética es, de hecho, un proceso difícil. Victoria Martínez Góngora, nutricionista española afincada en Zúrich, explica por qué y nos da pautas para llevar una dieta saludable.
swissinfo.ch: ¿Por qué nos cuesta tanto cambiar nuestros hábitos alimentarios cuando nos mudamos de país?
Victoria Martínez-GóngoraEnlace externo: Nuestras preferencias alimentarias forman parte de nuestra identidad cultural. Con 25 años, por ejemplo, ya tienes tus hábitos alimentarios adquiridos. De repente, haces la maleta y te vas a otro país, donde no encuentras especias o verduras que forman parte de tu vida diaria. Tienes que acostumbrarte a sabores y olores diferentes a los que tú traes en tu maleta. Y eso cuesta.
swissinfo.ch: ¿Debemos conservar nuestros hábitos o incorporar los del país de acogida?
V.M-G.: Yo aconsejo incluir gradualmente los alimentos y platos que nos ofrece la tierra de acogida. Pero lo fundamental es llevar una dieta basada en frutas, verduras y granos enteros.
swissinfo.ch: Pero el rösti con salchicha o la fondue de queso no son platos de los más saludables…
V.M-G.: Aun así, la gastronomía forma parte de la cultura de cada pueblo y, como reza el refrán, «donde fueres haz lo que vieres».
swissinfo.ch: Según un estudio, el estado de salud de la población inmigrante se sitúa por debajo de la media de la sociedad suiza. Y las mujeres se llevan la peor parte. ¿Por qué?
V.M-G.: Se ha visto que la población inmigrante sufre más enfermedades crónicas, se alimenta peor, fuma más y hace menos ejercicio que los nativos. Y en el caso de las mujeres se suma la brecha salarial.
swissinfo.ch: ¿Hay otros factores?
V.M.G.: La falta de disponibilidad de los productos a los que estábamos acostumbradas supone una barrera a la hora de alimentarnos. Nos da miedo preparar nuevos platos, a veces por desconocimiento. Además, los productos de comida rápida suelen ser más baratos. Y si no tenemos trabajo o nuestro empleo no nos proporciona suficientes ingresos, recurriremos a ese tipo de alimentos.
swissinfo.ch: También influye el estado de ánimo…
V.M.G.: Exacto. Si estamos tristes porque no conocemos a nadie y echamos de menos a nuestros amigos, nos atiborramos de patatas fritas en bolsa. A veces el estrés, el sentimiento de exclusión, nos llevan a refugiarnos en la comida, a comer más y a comer peor. Y luego no hacemos ejercicio.
Mujeres y mala alimentación
Un estudio Enlace externorealizado el año pasado en Suiza destaca que las principales barreras que impiden a las mujeres alimentarse de forma saludable son:
El precio, la falta de tiempo por compaginar trabajo y familia y nuestras propias limitaciones, como la debilidad por ciertas comidas y la falta de voluntad.
En menor medida, influye también la falta de apoyo de nuestro entorno cuando decidimos cambiar nuestra conducta alimentaria. Victoria Martínez Góngora cita un ejemplo: «Si optamos por una dieta vegetariana y nos dicen: ¿Pero vas a dejar de comer jamón?».
swissinfo.ch: ¿El nivel de formación y el poder adquisitivo influyen en nuestros hábitos alimentarios?
V.M.G.: Según un estudioEnlace externo realizado en Lausana, las mujeres con altos ingresos consumen menos hidratos de carbono y azúcares, y más grasas monoinsaturadas -aceite de oliva, frutos secos- que las mujeres con bajos ingresos. Y las que tienen un nivel de educación superior consumen más proteína vegetal, más fibra, que las mujeres con menor formación. Curiosamente, también más grasas saturadas, lo cual se puede atribuir a un mayor consumo de queso.
Las mujeres con menor estatus socioeconómico se ven más afectadas por enfermedades crónicas como el cáncer, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares que las que tienen más ingresos y posibilidades.
swissinfo.ch: ¿Emigrar nos engorda?
V.M.G.: Creo que sí. Si no seguimos unos patrones de alimentación saludables desde luego que sí. Ahora bien, si llevamos una dieta basada en frutas y verduras no tendría por qué pasar.
swissinfo.ch: ¿Podemos alimentarnos de forma saludable sin gastar mucho dinero?
V.M.G.: Por supuesto, es una cuestión de planificación: saber comprar, dónde comprar, qué comprar, cuánto comprar, cómo reutilizar los restos de comida. Suiza es un país caro y uno de los que más productos orgánicos consume. Mucha gente piensa que los alimentos ecológicos son mejores que los convencionales. Y no es así. Las propiedades nutricionales son las mismas. No hay ningún problema en comprar fruta y verdura de un supermercado, y aprovechar las ofertas.
Las frutas y hortalizas de temporada siempre son más baratas.
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El primer paso, una compra saludable
Y en lugar de carne o pescado, podemos comprar huevos, legumbres, que son baratas y una fuente de proteína vegetal. Y no pensemos solo en un guiso de lentejas o garbanzos, sino en hummus, hamburguesas vegetales… Hay mil posibilidades. Se trata de reinventar nuestra cocina.
swissinfo.ch: ¿Cómo podemos aprovechar la comida que se nos pasa?
V.M.G.: Con la fruta demasiado madura hacemos un postre y con las verduras un poco pasadas, una crema. Un plátano un poco pocho se lo agregamos a un yogur o lo utilizamos para endulzar una receta. La clave está en comprar lo menos posible y dar un nuevo uso a los productos que se nos pasan. Hay que reutilizar, así gastamos menos.
swissinfo.ch: ¿Los hijos están bien alimentados con una dieta baja en consumo de carne y pescado?
V.M.G.: Por supuesto. Una dieta vegetariana o vegana es totalmente compatible en todas las edades, desde que nacemos hasta que morimos. Lo único es que necesitamos un suplemento de vitamina B12. Si los padres optan por alimentar a sus hijos sin ningún tipo de carne, pescado o huevos, tienen fuentes de proteínas vegetales que son igualmente válidas. El problema no es la dieta en sí – vegana, vegetariana u omnívora-, sino la calidad de los alimentos y la planificación de la dieta.
swissinfo.ch: ¿Qué desayunamos?
Victoria Martínez GóngoraEnlace externo nació en Elche y tiene 26 años. Estudió Nutrición Clínica y Comunitaria en la Universidad de Alicante y está terminando la tesis del Máster de Estudios Avanzados en Nutrición y SaludEnlace externo en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich.
V.M.G.: Podemos desayunar lo mismo que cenamos, y cenar lo mismo que desayunamos. La pregunta es: ¿Qué no debemos desayunar? Es decir, evitar la bollería, los cereales y zumos azucarados. Es muy importante apreciar el sabor natural de los alimentos, tomar el café, té o yogur sin azúcar.
Yo recomiendo, por ejemplo, una bebida vegetal, avena con yogur y fruta; o pan integral con una crema de frutos secos y fruta. Si nos apetece incluso las lentejas de anoche. Y si no tienes ganas, no desayunes. Es mejor no desayunar que desayunar mal.
swissinfo.ch: ¿Entonces no es cierto el refrán «desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo»?
V.M-G.: Otro mito más…
swissinfo.ch: ¿Cómo nos alimentamos correctamente cuando el trabajo nos obliga a almorzar fuera?
V.M-G.: Una opción es llevar la comida de casa. En verano, por ejemplo, una ensalada fresquita, pero no de pasta no integral, con fiambre, queso y maíz, sino con lechuga, espinacas, legumbres… La alternativa es buscar un sitio donde tengamos productos de calidad y elegir siempre arroces o pasta integrales. Que la mitad del plato sean verduras y la otra mitad proteínas de calidad, como carnes magras, pescado, huevos o legumbres. Como bebida de preferencia, siempre agua. Y de postre, fruta, y mejor de temporada.
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La despensa de la nutricionista
swissinfo.ch: ¿Aumentó usted de peso al llegar a Suiza?
V.M-G.: Unos cinco o seis kilos, me puse como una bola (se ríe). En esa época era ‘au pair’, vivía con una familia y no estaba en disposición de elegir qué comer. Cuando tuve mi propia casa y retomé mis hábitos, esos kilos desaparecieron sin hacer gran cosa.
swissinfo.ch: Con un 20% de población extranjera, la oferta gastronómica en Suiza es muy amplia.
V.M-G.: Hay que aprovechar esa variedad que nos brinda un país tan multicultural y, por supuesto, disfrutar de vez en cuando del rösti, la fondue de queso, o una buena pasta italiana sin culpabilizarnos. Somos humanos y tenemos que vivir y socializar.
¿Qué productos de su tierra echa de menos en Suiza? ¿Cómo ha sido su adaptación dietética en este país? ¡Cuéntenos su experiencia!
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