Agua potable gracias al microcrédito en un pueblo ecuatoriano
En San Vicente de Lacas, en el altiplano ecuatoriano, casi todas las familias están conectadas con una red hídrica realizada gracias a un préstamo de la cooperativa 4 de octubre.
Esta iniciativa, apoyada por la fundación suiza Swisscontact, concede créditos a aquellos que no pueden proporcionar garantías materiales a cambio del crédito.
A las nueve de la mañana, la plaza de la terminal este del autobús de Riobamba está repleta de automóviles, viajeros y pasantes. Los comerciantes provenientes de los pueblos asentados en las faldas de los volcanes Chimborazo y Tungurahua ofrecen sus productos en los puestos del mercado.
A un lado de la plaza, una puerta de vidrio es vigilada por un guardia. En el interior, cuatro o cinco personas vestidas de forma modesta esperan ante algunas ventanillas. Es una de las sedes de la cooperativa de ahorro y crédito 4 de octubre.
Difundir el crédito
Nacida en 1999, es una iniciativa del sindicato de los conductores de autobuses de Penipe, un gran poblado de la región. La cooperativa ha crecido significativamente en los últimos años, gracias al proyecto de microcrédito realizado con el respaldo de Swisscontact.
«Nuestro objetivo es dar acceso al crédito a personas sin solvencia», explica Marcelo Orozco, quien me recibe en la sede de Riobamba. Hoy, la cooperativa 4 de octubre cuenta con 6.700 socios y tiene centros de atención en varias localidades de la región.
Poco después se acercan José Moyón y Umbelina Melena, presidente y secretaria del consorcio Agua Potable de San Vicente de Lacas. A bordo de un vehículo todoterreno salimos de la ciudad para visitar la infraestructura de la red hídrica de ese asentamiento.
Trabajo colectivo
«San Vicente es la única comunidad del área que tiene agua corriente en casa las 24 horas del día», subraya José, mientras circulamos sobre una calle que conduce a las cisternas de captación del agua. En sus palabras transmite el orgullo de quien, con tenacidad y paciencia, ha aportado avances a favor de la colectividad.
Umbelina extrae de su bolsa fotografías tomadas durante los trabajos de construcción. «Casi toda la obra fue realizada gracias al sistema de la ‘minga’, del trabajo comunitario», explica. «Las familias debieron contribuir con horas de trabajo».
En las fotografías se ven hombres, mujeres y niños con palas y picos, grupos sonrientes retratados durante la pausa del almuerzo. «Se trabajaba los fines de semana», dice Umbelina. En sus ojos se asoma cierta nostalgia. «Al término del trabajo hicimos una gran fiesta», menciona al tiempo de guardar de nuevo las fotos en una bolsa de plástico.
Agua para 1.500 personas
El proyecto de la red hídrica de San Vicente inició en 2001, cuando la comunidad recibió el derecho de usufructo de un manantial. En el 2002, el consorcio solicitó un préstamo de 20.000 dólares a la cooperativa 4 de octubre.
«Se trata sólo de una parte de los costos del proyecto. Usamos el dinero para adquirir los tubos», precisa José. Otros recursos fueron reunidos a través del consejo provincial del Chimborazo y del Banco del Estado de Ecuador.
Hoy, la red hídrica de San Vicente beneficia a 244 familias, cerca de 1.500 personas. «La tarifa de base es de un dólar al mes por familia. Un metro cúbico de agua consumida cuesta 10 centavos», explica José. «Las familias llegan a pagar al mes entre 5 y 6 dólares».
El grupo como garantía
En el caso de una comunidad como la de San Vicente, cuyos habitantes trabajan sobre todo en la construcción, hubiera sido muy difícil obtener un crédito. «Los bancos solicitaban garantías que no podíamos proporcionarles», observa Umbelina.
La cooperativa ‘4 de octubre’ introdujo entonces en la región un sistema de microcrédito basado en la solidaridad del grupo. Grupos de entre 10 y 30 personas reciben los préstamos. Las cifras son relativamente modestas, alrededor de 500 dólares por persona.
«La garantía se basa en el control recíproco y en la responsabilidad solidaria en el interior del grupo», subraya Marcelo Orozco. «Esto ha permitido por primera vez a muchas personas la posibilidad de obtener un crédito.»
En San Vicente, el sistema llamado ventanilla rural, ha comprobado su buen funcionamiento. «La cooperativa ha requerido de una semana para decidir si aceptaba nuestra solicitud y para darnos el dinero», recuerda José Moyón. En el transcurso de nueve meses, gracias a las tarifas y a las contribuciones pagadas por los usuarios, el consorcio ha podido rembolsar el crédito.
«Ahora necesitamos de una red de alcantarillado», indica José mientras recorremos el camino de tierra que atraviesa el pueblo. «Después podremos poner asfalto a la calle». Umbelina sonríe. «Y pensar que aún hay nueve hijos por alimentar», dice con voz baja cuando José desciende del vehículo y se aleja
swissinfo, Andrea Tognina de retorno de Ecuador
(Traducido del italiano por Patricia Islas Züttel)
Personalidades de los sectores de la economía y de la ciencia fundaron en 1959 la fundación suiza para la cooperación técnica, Swisscontact. Aún hoy se considera la organización de la economía helvética dirigida a la ayuda al desarrollo.
Sus actividades se concentran sobretodo en la promoción de la economía privada con proyectos en los ámbitos de la formación profesional, de la oferta de posibilidades de crédito y de ahorro (microcrédito) y de la protección del ambiente (reducción de la contaminación en las ciudades).
Actualmente Swisscontact está presente en 22 países donde emplea a 400 personas. En Suiza, la fundación emplea a 25 personas. Sus proyectos son financiados a través de contribuciones públicas y privadas. En muchos casos realiza proyectos por encargo de otras entidades, como especialmente es el caso de la Agencia Suiza de Cooperación y Desarrollo (COSUDE).
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