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Morir en Suiza

¿Aumentará el turismo de la muerte en Suiza? RDB

Un 75% de los alemanes querrían decidir por sí mismos el momento de su muerte. Sin embargo, su esperanza de lograrlo se redujo aún más con la reciente decisión parlamentaria de prohibir la profesionalización de la asistencia al suicidio. Queda la opción de un último viaje a Suiza.

Sufrimiento amargo hasta el final sin ninguna perspectiva de alivio, una situación absurda para Anne Schneider. La esposa del expresidente del Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania, Nikolaus Schneider, contrajo cáncer en 2014: “Si llego al punto en el que quiera morir, espero que mi marido me acompañe a Suiza, se siente a mi lado y me coja la mano mientras ingiero el veneno”, señaló en una entrevista con el periódico ‘Die Zeit’.

Desde ese momento, los Schneider se convirtieron en las personalidades más prominentes en el debate sobre el suicidio asistido en Alemania. Anne Schneider expresa lo que muchos piensan. “Si mi país dificulta tanto mi libertad para elegir mi muerte, lo abandonará para morir en otra parte”.

El nuevo texto sobre la ayuda al suicidio

El 6 de noviembre de 2015, tras un debate muy emotivo, la mayoría del Bundestag (parlamento) alemán acordó el siguiente proyecto con 360 ‘sí’, contra 233 ‘no’ y 9 abstenciones:

“Cualquier persona que a título profesional ayude a un tercero a suicidarse será condenado a una pena de privación de libertad de hasta tres años o una multa. La asistencia al suicidio no será condenada si no es practicada de manera profesional o en el caso de un padre o un pariente cercano”.

El texto, enfocado a combatir la asistencia al suicidio organizado, será integrado al Código Penal, por debajo del pasaje que prohíbe el asesinato por encargo.

De manera contraria, Nikolaus Schneider, quien renunció a su cargo por la enfermedad de su esposa, preferiría que se hiciera la voluntad de Dios sobre el momento del final de aquella, pero respeta sus deseos. “Voy a acompañarla a la muerte por amor, incluso en contra de mis convicciones”.

Ahí reside la libre elección de una persona en sus últimas horas. El 78% de los alemanes están a favor del suicidio asistido. Quieren poder irse, con ayuda, cuando consideren que es el momento. Sin embargo ahora les será ahora más difícil.

“Muy a menudo, no queda otro camino que el de Suiza para los enfermos terminales”, lamenta Elke Baezner, presidenta de la organización alemana ‘Por una muerte digna’.

El lugar donde se puede encontrar este tipo de asistencia no es secreto. Las organizaciones suizas Exit y Dignitas son omnipresentes en el debate alemán. Simbolizan tanto la posibilidad de decidir su propio fin como la comercialización de la muerte.

Entre 2008 y 2012, el número de extranjeros que vinieron a morir a Suiza aumentó claramente. De entre ellos, 268 procedían de Alemania, 126 de Inglaterra y 66 de Francia, según cifras de un estudio realizado por el Instituto de Medicina Legal de Zúrich que data de 2013.

Tras la decisión de Berlín, el director de Exit, Bernhard Sutter, estima que se duplicarán las solicitudes desde Alemania.  

Exit acompaña únicamente a ciudadanos suizos a la muerte, los alemanes deben recurrir a Dignitas o a la organización Lifecircle, más pequeña. En 15 años de existencia, Dignitas ha ayudado a morir indirectamente a cerca de 900 alemanes, a través de la ingesta de un coctel letal a la hora convenida, en un lugar protegido.

Un suicidio asistido por Dignitas cuesta unos 10 500 euros, según el cálculo del fundador de la asociación, Ludwig A. Minelli, además de la cuota de afiliación. Esto incluye los preparativos y los gastos médicos y funerarios. Dignitas no saca ningún provecho con la muerte, subraya Minelli. Eso sería ilegal en Suiza.

Todavía es difícil de determinar lo que significará la prohibición alemana sobre el suicidio asistido para las organizaciones suizas. Exit, por ejemplo, ¿tendrá derecho a asesorar a los suizos que viven en Alemania? Una persona que acompaña el último viaje será castigada en Suiza en un futuro? “A la justicia le toca decidir”, explica a swissinfo.ch, Wega Wetzel, portavoz de ‘Por una muerte digna’, organización que realizó una importante campaña de movilización contra la previsible decisión del Parlamento.

Incluso los servicios científicos del Bundestag han descrito la aplicación de la nueva ley como legalmente problemática. No obstante, debe entrar en vigor en 2016. Minelli anunció que presentará una denuncia ante el Tribunal Constitucional Federal de Karlsruhe, si el presidente alemán Joachim Gauck firma la ley.

Pasado alemán

Indudablemente, la historia de Alemania influyó en el debate. La muerte de millones de judíos bajo el régimen nazi y el hecho de que en el país se haya practicado la eutanasia, hace que la manera de abordar el tema sea diferente que en Suiza.  A ello se agrega el aspecto paternalista de la política alemana, en la que el Estado pretenda proteger a sus ciudadanos incluso en contra de su voluntad se es necesario.

La reputación de la única asociación alemana del ramo ‘Asistencia al suicidio Alemania’ tampoco ayudó a los defensores de esta práctica en Alemania. Su fundador, Roger Kusch, es considerado por muchos como un empresario poco escrupuloso, a pesar de que ha rechazado haber lucrado con esas actividades.

En 2014, la asociación del exlegislador de la Unión Cristiana Demócrata (CDU) acompañó a 44 personas, en momentos en que la práctica era todavía legal, con lo que ascendieron a 162 casos de suicidios asistidos desde la creación de la entidad. Sus miembros pagan hasta 7 000 euros por la ayuda.

El fiscal de Hamburgo inculpó a Roger Kusch de homicidio voluntario. Su asociación ayudó a dos mujeres en buen estado de salud, a suicidarse. Así, incurrió en la práctica de asistencia al suicidio activo, lo cual está prohibido en Alemania como en casi todas partes en la UE y en Suiza. Solamente Bélgica, Holanda y Luxemburgo lo permiten, bajo ciertas condiciones.

Nuevos obstáculos para los médicos

La actitud de Roger Kusch y su controvertida personalidad influyeron mucho en el debate sobre el suicidio asistido en Alemania. Los 360 miembros del Parlamento tenían en mente ese caso, cuando votaron para prohibir la profesionalización de la asistencia al suicidio.

Hasta el momento, el suicidio asistido no era punible en Alemania. Ahora los médicos podrían ser considerados penalmente responsables en caso de asistir a más de un paciente que desee morir.

La ayuda en un caso particular está permitido. Pero si se produce en varias ocasiones, la ayuda es considerada “profesional” inclusive sin que implique algún pago ni se produzca en un contexto empresarial. Los médicos enfrentan hasta tres años de prisión, si ayudan a más de un paciente a suicidarse.

Los críticos de la ley temen que los médicos, por temor a las consecuencias, no acepten ayudar a sus pacientes en su suicidio. Paradójicamente, la ley empuja así a aquellos que desean morir, a las asociaciones que tienen estructuras casi profesionales, y que la ley justamente querría combatir. El hecho de que operen en el extranjero no es un obstáculo para quienes pretenden recurrir a sus servicios. La voluntad de morir no se detiene en las fronteras nacionales. Roger Kusch lo sabe. Creó una filial de su asociación en Zúrich.

Traducido del francés por Marcela Águila Rubín

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