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Autonomía, clave para frenar la violencia doméstica

Para resguardarse, pero de la violencia, una de las acciones de sensibilización. cfd-ch.org

Las casas de acogida de mujeres resultan un salvavidas para muchas víctimas de la violencia doméstica. Sin embargo, alcanzar la autonomía para estas mujeres es tarea difícil, señala la responsable de la organización Femmes Solidarité, que ofrece uno de estos refugios en Biel.

«La violencia es la principal causa de muerte entre las mujeres de 16 a 44 años en Europa». Con una voz cálida y serena, Claire Magnin aborda la magnitud de este fenómeno en nuestra sociedad presuntamente civil.
 
La responsable de Solidarité Femmes (SF) de Biel (cantón de Berna) se confronta a diario con la brutalidad ejercida contra mujeres. Este centro de acogida, que incluye una clínica desde su creación en 1993, ayuda a las víctimas de la violencia doméstica.
 
No existe una tipología precisa de las mujeres que llegan a la casa. Pertenecen a todas las clases sociales, edades, nacionalidades y niveles de formación. «En este amplio abanico, hay un grupo ligeramente dominante de mujeres sin recursos», señala Magnin.
 
La casa cuenta con 12 camas y casi siempre está llena. «A menudo sucede que no tenemos lugar, pero nunca abandonamos a su suerte a quienes acuden a nosotros. Siempre buscamos alternativas», dice Claire Magnin.
 
Cada situación se examina detalladamente con la persona afectada para encontrar la mejor solución posible. Y, por ejemplo, si existe el riesgo de que la pareja violenta pueda hallar el paradero de su mujer en fuga, SF coloca a la víctima de violencia en otro cantón.

Lugar seguro

«No podemos permitir que en esta casa de acogida haya un peligro. Lo primero que ofrecemos es seguridad”, subraya la directora. Por ello, los empleados tienen la obligación de no divulgar la dirección del lugar a personas no concernidas.
 
SF también proporciona ayuda material, asesoramiento en general, apoyo legal, social y psicológico.
 
Personal especializado se ocupa de los niños que llegan con sus madres. Por la tarde participan en un programa de entretenimiento a cargo de un hombre. «De esta manera, los niños también tienen una imagen masculina positiva», señala Claire Magnin.
 
A diferencia de la mayoría de las casas de mujeres en Suiza, en Biel los asistentes que trabajan en ella dejan cierta libertad de acción a las ocupantes «con la idea de dar a las mujeres la oportunidad de recuperar su plena autonomía para que asuman toda la responsabilidad de sí mismas, de sus hijos y dentro del marco de las actividades de esta casa”.
 
Todas las mujeres acogidas tienen la obligación de realizar tareas repartidas en turnos y en beneficio del grupo en general: hacer las  compras, cocinar y ocuparse de las tareas cotidianas.
 
«No se tolera la violencia contra los niños o las otras mujeres en el grupo», dijo Claire Magnin. 
 
«No hay plazos determinados para abandonar la casa de Biel. Las mujeres siguen aquí hasta que sea necesario. En principio, una vez que liberan la tensión, están listas para buscar un sitio donde vivir», explica Magnin. Incluso después de abandonar esta casa, pueden recibir un determinado número de horas de acompañamiento por parte de los asistentes de Biel.

Desigualdades salariales, freno a la autonomía

El camino de la libertad para muchas de estas mujeres es, sin embargo, extremadamente difícil. «Nuestro trabajo es proteger y restaurar la autonomía de las mujeres. Hoy en día podemos protegerlas, pero se vuelve cada vez más difícil restaurar su autonomía, a causa de la coyuntura negativa», dice Claire Magnin. Encontrar un trabajo para la mayoría de ellas se ha convertido en un serio desafío.
 
«De este modo, pasan de un trabajo temporal a otro, con salarios miserables. Si hubiera igualdad de remuneración entre hombres y mujeres, un tercio de las mujeres que hoy dependen de la asistencia social no la necesitarían, serían autónomas. El salario mínimo sería esencial para permitir a estas mujeres obtener esa independencia; en cambio actualmente reciben apenas una remuneración de 13 francos por hora de trabajo», señala, con amargura, quien día a día escucha los esfuerzos de estas mujeres por salir adelante.
 
El deterioro de la situación económica y la reducción de las prestaciones sociales en Suiza son factores de preocupación, y que bien pueden conducir a un empobrecimiento de la población, teme Magnin. «La pobreza es un factor de riesgo en el círculo de la violencia. Por lo tanto, bajo estas condiciones existe el peligro de que aumente», advierte.
 
Mientras tanto, SF multiplica sus esfuerzos de información para asegurar que todas las víctimas de la violencia doméstica se liberen del yugo de su agresor. En sus primeros 18 años de existencia, esta casa de acogida ha llevado a cabo varios programas de sensibilización con otros asociados. «Nuestra política siempre ha sido de apertura, con actividades externas para darnos a conocer en la ciudad, y esto nos ha permitido abrir las puertas a muchas mujeres”.

Por vigésima vez se realiza la campaña anual ‘16 días de activismo contra la violencia a la mujer’, que ideó el Instituto para el Liderazgo Global de la Mujer (WGLI) en 1991.
 
Los promotores han optado por vincular simbólicamente el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer –el 25 de noviembre- con el Día de los Derechos Humanos –el 10 de diciembre- a fin de generar una conciencia de este problema global.
 
Más de 50 organizaciones en Suiza se dedican a sensibilizar a la población acerca de las múltiples formas de violencia contra las mujeres.
  
El lema de 2011 es ‘Huir, en lugar de soportar’.

Solidarité Femmes en la región de Biel (cantón de Berna) celebra el 2 de diciembre la reunión constitutiva de la asociación para crear una Casa de Jóvenes.
 
Se trata de un centro de acogida y asesoría especializado para adolescentes y mujeres menores de 22 años.
 
Las solicitudes de asesoramiento de las jóvenes en los últimos años han aumentado considerablemente, pero las casas de mujeres no se adaptan a sus necesidades.
 
Por otro lado, la oferta de plazas en un centro especializado para este grupo de edad es insuficiente.
 
En Suiza hay solo una casa para jovencitas Zúrich.
 
Las jóvenes son también las más afectadas por un nuevo tipo de violencia a través del  móvil e Internet, sobre todo, con casos de acoso y chantaje (por ejemplo, amenazas de publicar fotografías ‘comprometedoras’ o revelar asuntos íntimos que ejerce el ex novio si la chica no acepta restablecer su relación con él).
 
Los asistentes de clínicas y centros de asesoría han debido asistir a cursos para saber responder a esta nueva forma de violencia.

(Traducción: Patricia Islas)

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