Oración del viernes en la mezquita del barrio
¿Qué sucede en una mezquita y qué saben al respecto las autoridades locales? ¿Cómo predica el imán y qué dice? ¿Conoce las reglas de la democracia y puede ayudar a los creyentes jóvenes a abrirse camino en una sociedad secular? Reportaje en una mezquita ordinaria de las afueras de Berna.
La mezquita Kevser se encuentra en la comuna de Ostermundigen, en los suburbios de la capital helvética, a unos dos kilómetros de la redacción de swissinfo.ch. A pesar de conocer la zona, el periodista de la redacción alemana nunca había estado allí, ni su colega de la redacción árabe. De camino a la oración del viernes, el dúo bicultural debe informarse con los vecinos. No hay ninguna indicación en la fachada marrón del antiguo comercio de vinos, que indique que el edificio es ahora una casa de Alá.
Fue inaugurada en 2010 por la Asociación Turco-Islámica de Berna. La mayoría de sus 300 miembros tiene raíces turcas, pero la mezquita acoge a todos los musulmanes. Este viernes, hombres venidos de Somalia, Ghana, Túnez, Siria, Arabia Saudí y Egipto se encuentran entre los 200 fieles alineados para la plegaria. Dos o tres niños y algunos jóvenes se les han unido. Las mujeres y las jovencitas puedan seguir la prédica desde una habitación separada a través de un espejo bidireccional que las protege de la mirada masculina.
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Puertas abiertas en casa de Alá
Sus puertas también están abiertas a los reporteros de swissinfo.ch, independientemente de su fe. El imán Abdullah Dikmen predica en turco y cita el Corán en árabe. Poco después del fallido golpe de Estado en Turquía, su nombre circuló en la prensa suiza porque exigió vía Facebook que los enemigos del régimen fueran colgados. Las autoridades comunales lo convocaron entonces para que diera explicaciones.
Por la gracia de Erdogan
Argumentó que se había tratado de un desliz al calor de la emoción que le provocaron los dramáticos acontecimientos en su país, como explicó la consejera municipal Aliki Panayides. Esta arqueóloga con raíces grecochipriotas es también secretaria cantonal de la Unión Democrática de Centro (UDC/derecha conservadora) de Berna. Desde entonces, la funcionaria está en contacto regular con los responsables de la mezquita.
Abdullah Dikmen no aborda asuntos de actualidad en su sermón, ni políticos ni sociales, y se limita a temas puramente religiosos. Algunos extractos son proyectados en alemán, francés y árabe sobre una pared. Esos textos son distribuidos regularmente por la Diyanet, la Dirección de Asuntos Religiosos de Turquía.
Los recientes artículos de prensa sobre el presunto papel de las mezquitas en el proceso de radicalización, fortalecieron el llamado a una mayor transparencia en Suiza. Algunos políticos desearían, incluso, obligar a los imanes a predicar en una de las lenguas nacionales. A swissinfo.ch le habría gustado preguntar al respecto a Abdullah Dikmen al término de la oración del mediodía. Pero el religioso encomienda a Ahmet Cindir, presidente de la Asociación, responder nuestras preguntas.
Practicamos nuestra religión en nuestro idioma
A diferencia del imán, Cindir habla con fluidez el alemán e incluso el dialecto suizoalemán. “Somos una asociación turco-islámica. Esperamos que el imán se exprese en turco, lo que, por otra parte, establecen nuestros estatutos. Hemos informado a las autoridades suizas de que practicamos nuestra religión en nuestro idioma”. Otro responsable del comité añade que “la mayor parte de nuestros miembros hablan bien alemán, pero no comprenden el vocabulario religioso más que en su lengua materna. Eso no lo aprenden en las escuelas suizas”.
Ambos aseguran que no han advertido ningún signo de radicalización en el entorno de la mezquita. “Nuestros jóvenes están bien integrados”. A pesar de su modesta infraestructura y sus limitados recursos, la asociación pretende contribuir a su integración mediante la organización de actividades que los muchachos pueden aprovechar durante su tiempo libre. También ofrece cursos de computación y asistencia en la búsqueda de empleo.
Si las autoridades suizas exigieran una mayor transparencia, no nos opondríamos, señala Cindir, pero sería difícil. La asociación carece de recursos para pagar el sueldo del imán, de lo que se encarga la Diyanet. El presidente se contradice cuando le preguntamos si las autoridades religiosas turcas también participan en la financiación de los locales de la mezquita. El único propietario inscrito en el registro de la propiedad es la Fundación Turco-Islámica de Suiza que tiene sede en Zúrich y depende directamente de la Diyanet.
La Dirección de Asuntos Religiosos de Turquía envía los imanes a Suiza por un lapso de cinco años, como si fueran embajadores. A su llegada no saben nada más de lo que han oído acerca de cómo se vive aquí. Una situación que Ahmet Cindir lamenta. “Cuando por fin están familiarizados con la comunidad y su entorno, su mandato está por concluir”. Este es un problema, señala. “Idealmente, deberían tener una experiencia personal de ambas sociedades. La transparencia sería mayor si estuvieran formados en Suiza y si el Islam fuera reconocido como religión oficial”.
“El cristianismo es nuestro fundamento”
Las propuestas no siempre son bien recibidas, especialmente por las autoridades comunales. La consejera comunal Aliki Panayides las rechaza, convencida de que el Estado no tiene que apoyar una religión ni una cultura extranjeras. “El Cristianismo es el fundamento de nuestra cultura. ‘¡En el nombre de Dios Todopoderoso!’, anota el preámbulo de nuestra Constitución”.
La política de la UDC no cree que se pueda “revolucionar el Islam en Suiza mediante la formación de varias docenas de imanes en nuestras universidades”. Estima que las autoridades turcas reemplazan regularmente a los imanes para que no se habitúen al progreso social del país de acogida.
A sus ojos, los jóvenes musulmanes se integrarán más fácilmente “si no frecuentan ciertas mezquitas o si separan estrictamente la oración del cotidiano” Y “si ya no podemos garantizar el orden y la seguridad, tendremos que prohibir las mezquitas en Suiza, ¡y punto final!”
Este viernes, sin embargo, la mezquita parece a los periodistas un lugar de paz y de silencio donde las diatribas cargadas de odio no tienen lugar. Tampoco hay espacio para la agitación política, porque inmediatamente después de la oración del mediodía, los creyentes vuelven rápidamente a su trabajo. Se van tan discretamente como llegaron, atendiendo la consigna que se lee sobre la puerta de salida: “Favor de no molestar a los vecinos”.
Jóvenes musulmanes practicantes en Suiza
La mayoría de los jóvenes de confesión musulmana de Suiza no buscan respuestas a las preguntas relacionadas con su religión en los imanes de las mezquitas, los predicadores de internet o las organizaciones musulmanas que causan más alboroto. Son críticos y forjan su propia opinión. Es lo que muestra un estudio realizado por la Universidad de Lucerna que entrevistó a 33 musulmanes y 28 musulmanas de entre 15 y 30 años.
Traducido del francés por Marcela Águila Rubín
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