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«Comienza la fiesta, pero el gusto es un poco amargo»

Intervención de la policía, en abril, en la favela Pavao-Pavaozinho, de Río de Janeiro, para sofocar una violenta protesta tras la muerte de un joven, aparentemente por fuerzas del orden. Keystone

Desde el 12 de junio, cientos de millones de televidentes estarán pegados a las pantallas para exultar ante las proezas de sus equipos. Sin embargo, para la mayoría de los brasileños, la magia del mundial se ha resquebrajado, como lo han mostrado los sondeos.

…duas tantum res anxius optat panem et circenses, el pueblo “solamente ansía dos cosas: pan y circo”. La frase de Juvenal resurge periódicamente, en cada magno evento deportivo. Y los líderes del mundo del fútbol no parecen pensar de manera muy diferente a la del poeta latino.

Disfruta la Copa del Mundo y suspende las protestas, al menos durante un mes, afirmó en sustancia, a principios de mayo, el presidente de la UEFA, Michel Platini. Y hace un año, mientras las plazas brasileñas hervían, durante la Copa de Confederaciones, el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, había dicho que “el fútbol es más importante que la insatisfacción de las personas”, y que no debería “ser utilizado para sus reivindicaciones”.

La mayoría de los brasileños, sin embargo, no parecen satisfacerse con pan y circo. Los enormes costos del Mundial –que pasaron de 6.000 millones de francos suizos inicialmente previstos a 13.500 millones – han atizado las brasas en un país en el cual, pese a sus grandes avances en los últimos años, la brecha entre abundancia y pobreza sigue siendo enorme. El 10% del sector más rico de la población tiene más del 40% del ingreso, mientras que el 10% más pobre, menos del 1%. En Suiza, las proporciones son, respectivamente, 19% y 7,5%.

Oportuna vitrina

La Copa del Mundo ha cristalizado una serie de reivindicaciones, relacionadas directa o indirectamente con el evento, señala Sergio Haddad, economista y director de la ONG Açao Educativa (acción Educativa ), así como uno de los promotores del campeonato mundial de fútbol callejero, que se celebrará en São Paulo, al mismo tiempo que la copa.

“Hay muchas cosas en juego. Hay violaciones de derechos humanos y laborales, desalojos forzosos, las imposiciones de la ley general de la copa (ndlr: El conjunto de reglas del acuerdo con la FIFA, en vigor durante el mundial). Entonces, hay toda una serie de movilizaciones que no están directamente relacionadas con la copa, por ejemplo, huelgas para lograr acuerdos sindicales, manifestaciones para exigir mejorías en salud, educación, agua… El Mundial, en este caso, representan un oportuna vitrina. Imagine una huelga del transporte público durante el mundial, dice Haddad, quien estuvo en  Suiza el mes pasado como parte de una campaña de sensibilización denominada  Brasil, goles contra la injusticia, organizado por E-CHANGER, una ONG suiza que envía voluntarios a países del Sur.

Haddad, quien se reunió en la sede de E-CHANGER en Friburgo con un grupo de periodistas, destaca un tercer punto importante: Brasil ha entrado en  campaña electoral en vista de las elecciones presidenciales de octubre. Tanto es así que según algunos, la actual jefa de Estado, Dilma Rousseff,  “se juega el puesto en el mundial”, como tituló el diario británico Financial Times.

No se puede hablar de legado durante o poco después de la copa del mundo. Se puede advertir solamente unos años después. Hay diferentes niveles. El primero concierne a la infraestructura del fútbol. Brasil tendrá estadios y centros de formación de gran calidad. (…)

 

Enseguida, las ciudades evolucionan desde que deciden acoger la copa del mundo y el período en el que se juegan los partidos. La movilidad urbana, vivienda y carreteras progresan. En Sudáfrica, en algunas ciudades, la vida de la gente ha cambiado, ya que las ciudades han invertido mucho dinero para cambiar su estructura.

 

Cuando la gente dice que el dinero utilizado para la copa del mundo se podría haber utilizado para otros proyectos es falso. Cuando un país presente su candidatura para una copa del mundo, no lo hace contra su voluntad. Es en su interés. La copa del mundo es una forma de acelerar una serie de inversiones en un país. Es fácil criticar a la FIFA y es fácil utilizar la Copa de Confederaciones o el mundial para organizar manifestaciones. Si se quiere responsabilizar a la FIFA de cuanto sucede, es un error. Si un país presenta su candidatura para un mundial, lo hace con la idea de desarrollarse, no para destruirse.

Extracto de una entrevista con el secretario general de la FIFA Jerome Valcke, publicada en la web de la FIFA el 12 de mayo.

“Se rompió el encanto”

“¿Qué va a suceder durante la copa? Yo creo que habrá protestas. Pero dudo que alcancen el nivel de las del año pasado. Por un lado, la represión ha aumentado significativamente. Por otro, asistimos a una criminalización de todo el movimiento por parte de muchos medios de comunicación”, afirma Haddad. Una represión que ha denunciado Amnistía Internacional, que lanzó una petición contra las restricciones a la libertad de expresión y la violencia de la policía.

“Se rompió el encanto”, subraya Haddad. Entre el 80% en 2007 -cuando la FIFA atribuyó a Brasil la organización del evento deportivo-, la proporción de brasileños que ven con buenos ojos la copa cayó a menos del 50%. “El sentimiento que prevalece es que empieza la fiesta, pero el gusto es un poco amargo”.

“No estoy segura de que en 2007 sabíamos bien que lo que podría ocurrir”, observa Celia Alldridge, coordinadora de E-CHANGER en Brasil. “El Mundial de Sudáfrica (2010) aún no se había llevado a cabo y solamente después se hicieron visibles las violaciones de derechos humanos a que podían conducir los mundiales, como la expulsión de los habitantes de ciertos barrios y las imposiciones de la FIFA”.

Regresión de derechos laborales

Aunque a años luz de las estadísticas de “conflicto armado” registradas en la construcción de los estadios de Qatar (que será sede de la Copa del Mundo en 2022), donde habrían muerto ya más de 400 trabajadores, según denunció a principios de abril Pierre Cuppens, uno de los vicepresidentes la Federación Internacional de Trabajadores de la Construcción, también en Brasil ha habido muertes (nueve hasta ahora). “Hay una gran presión para trabajar con rapidez, lo que se traduce en una disminución de los derechos de los trabajadores, que tienen que hacer muchas horas extras. Nuestro temor es que esta involución se mantenga después del mundial” , agrega Celia Alldridge.

La coordinadora de E-CHANGER destaca también la militarización creciente, especialmente en las favelas, y los temores de un aumento exponencial de la prostitución.

¿Entonces, hay poco o nada rescatable del mundial? ¿Avances en  infraestructura? Sergio Haddad señala que Brasil ha hecho frente a la crisis de 2008, con un aumento del gasto público y no con las medidas de ajuste estructural, como sucedió en Europa. “Sin embargo, ¿teníamos que construir 12 estadios -algunos, como el de Manaus, destinados a convertirse en elefantes blancos-, en lugar de invertir en cosas más importantes?”.

“Ya se habían previsto muchos proyectos de infraestructura en los planes de desarrollo y se han hecho algunos”, añade Celia Alldridge.

En una entrevista publicada en el sitio web de la FIFA, su Secretario General , Jérôme Valcke, dice en cambio que “cuando la gente dice que el dinero para la Copa del Mundo podría ser utilizado para otros proyectos, es falso. Cuando un país presenta su candidatura para una copa del mundo, no lo hace contra su voluntad. Es de su interés. La copa es una forma de acelerar una serie de inversiones”.

“Ha habido algunos avances en materia de movilidad urbana, vivienda y carreteras”, continúa Valcke.

Sergio Haddad

La perspectiva de tener el Mundial actuó un poco como un sortilegio. Muchos políticos se dejaron encantar por la posibilidad de acoger  a los equipos, de tener un nuevo estadio, de tener la oportunidad de mostrar su ciudad

La FIFA en la mira

El resentimiento es grande contra la FIFA, que ha dictado, como en otros mundiales, toda una serie de condiciones, tales como áreas de exclusión alrededor de los estadios y en las zonas de los hinchas, a las que no se puede entrar sin billete y donde solamente los patrocinadores pueden vender sus productos.

“La legislación brasileña establece que en los estadios no se puede vender bebidas alcohólicas. Bueno, la regla fue suspendida para vender la cerveza que patrocina la copa”, ejemplifica Haddad.

¿Pero no es la FIFA un poco “un chivo expiatorio”? Las normas relativas a la zona concedida a los patrocinadores estaban claras desde el principio. Y con respecto a los estadios, “la FIFA exigía un mínimo de ocho. La decisión de construir 12 fue de Brasil”, según lo confirmó Jerome Valcke. La medida, según declaró a swissinfo.ch el ministro de Deportes de Brasil, Aldo Rebelo, obedeció al deseo de involucrar a todo el país en el evento.

“Esto es en parte cierto. La perspectiva de tener el Mundial actuó un poco como un sortilegio. Muchos políticos se dejaron encantar por la posibilidad de acoger a los equipos, de tener un nuevo estadio, de tener la oportunidad de mostrar su ciudad”, dice Haddad. “Por otro lado, sin embargo, la FIFA es un canal en la estrategia de los grandes capitales financieros. La atribución del mundial a Brasil, fue la atribución a un país que tiene dinero y poco control social. Lo mismo es cierto para Sudáfrica, Qatar o Rusia, donde todo estaría por construirse y podría ser impuesto desde arriba sin ningún tipo de consulta. En países como Estados Unidos, no fue construido ningún nuevo estadio, en Francia o Alemania, con infraestructura existente, las ganancias potenciales serían mucho más pequeñas. En resumen, todo es un gran negocio y el fútbol pasó definitivamente a un segundo plano”.

Traducción del italiano, Marcela Águila Rubín

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