«El combate nunca está ganado para las minorías»
La homosexualidad no está penalizada en Suiza desde 1942. Sin embargo, 75 años después, la discriminación se mantiene vigente, especialmente en el trabajo. Hay que sensibilizar para crear un entorno profesional más abierto, sostiene Ferdinando Miranda, encargado de proyectos de género y LGBTQI en la Universidad de Ginebra.
Este miércoles es el Día Internacional Contra la Homofobia y la Transfobia. La celebración marca la eliminación de la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales de la Organización Mundial de la Salud el 17 de mayo de 1990.
Desde 1990, la homosexualidad no es considerada como una enfermedad mental por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, la transexualidad figura aún en la lista de trastornos mentales de la OMS, bajo el nombre de ‘disforia de género’.
Un hecho que refleja la situación actual de las minorías sexuales. En Suiza, si bien se han logrado avances sociales y legales respecto a la homosexualidad, las personas transgénero e intersexuales son particularmente vulnerables a la discriminación.
“La transfobia es mucho más fuerte que la homofobia. Suiza no ha avanzado en este campo”, señala Ferdinando Miranda, encargado de proyectos de género y LGBTIQ (lesbianas, gays, bisexuales, trans, ‘queer’ e intersexuales) en la Universidad de Ginebra. Cita en particular lo prolongado de los procedimientos para obtener un cambio de estado civil, así como la discriminación en las contrataciones. “El combate por ‘despatologizar la transidentidad’ está aún por efectuarse”, anota el especialista.
Bromas y estereotipos en el trabajo
La homofobia directa es más bien rara en Suiza. Las discriminaciones se expresan más de manera indirecta y, con frecuencia, en el lugar de trabajo. De acuerdo con el estudio nacional ‘Ser LGBT en el trabajo’Enlace externo, realizado en 2014 por la Universidad de Ginebra, el 70% de las personas en cuestión sufren diversas formas de discriminación en su contexto profesional.
“Los juicios pueden concernir la vestimenta o el comportamiento de una persona, y la discriminación puede asumir la forma de una serie de chistes malos”, dice Ferdinando MirandaEnlace externo. Son factores que contribuyen a crear un clima hostil y a desanimar a un 60% de los homosexuales a afirmarse abiertamente como tales.
Lagunas en la ley
Legalmente, Suiza está en retraso con respecto a sus países vecinos. Es cierto que las parejas homosexuales pueden registrarse como parejas de hecho, pero no pueden contraer matrimonio, lo que genera discriminación respecto a las familias arco iris: “La adopción queda excluida para las parejas del mismo sexo, incluso cuando se trata del hijo de uno de sus miembros”, precisa Ferdinando Miranda.
El experto subraya igualmente que la legislación suiza debería permitir sancionar la homofobia y la transfobia. “Hay que nombrar las formas específicas de discriminación para que sean reconocidas como tales”, comenta. Una iniciativa parlamentariaEnlace externo aún pendiente tiene previsto incluir la discriminación basada en la orientación sexual en el Código Penal (art. 261 bis, norma antirracista).
¿Un lenguaje más abierto?
La ley, sin embargo, no es suficiente, también es necesario sensibilizar, formar e informar, en las escuelas, las empresas o instituciones. “Esto requiere, entre otras cosas, el desarrollo de un lenguaje inclusivo, dejando preguntas abiertas. ¿Por qué preguntar sistemáticamente a una mujer si tiene marido y a un hombre si tiene esposa?”. Para Ferdinando Miranda, Suiza tiene un rezago en la representación de los modelos familiares. Los anuncios publicitarios, por ejemplo, raramente muestran una pareja de homosexuales.
Las sospechas de asesinatos de homosexuales en Chechenia, las condenas a muerte, la represión violenta en muchos países, el resurgimiento de los movimientos ultraconservadores: ¿Hay que preocuparse por el entorno internacional? “Con cada avance importante, hay retrocesos, reacciones de rechazo. Es poello que el combate nunca está ganado para las minorías. Hay que mantener la guardia”, responde el especialista.
Traducido del francés por Marcela Águila Rubín
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