¿Hospitales desbordados? Pronósticos que tranquilizan, otros que preocupan
En Suiza la curva de progresión del virus no ha alcanzado todavía su pico. ¿Podrán los hospitales proporcionar cuidados intensivos a todos los pacientes que lo necesiten? Los médicos acaban de actualizar las pautas de clasificación de pacientes.
Este lunes 30 de marzo por la mañana Suiza contaba 14 963 personas que habían dado positivo al virus. Cuando usted lea este artículo podemos estar en 15 000 contagiados o más. Sin embargo, sabemos que la cifra real es mucho mayor: hay personas que sin tener síntomas claros (solo un poco de cansancio, por ejemplo) pueden de todos modos transmitir la enfermedad. Y están también todos aquellos que tienen síntomas, y que incluso llaman a la línea directa, pero cuyo estado general sigue siendo bueno y que, si no se hacen las pruebas, no entrarán tampoco en las estadísticas.
De todas las personas afectadas alrededor del 15% necesitarán ser hospitalizadas, un tercio de los cuales terminará en cuidados intensivos. Esto supondría que en la actualidad habría unas 750 personas en todo el país que necesitarían los famosos respiradores artificiales. Lo que no se suele decir sobre esos aparatos es que están lejos de ser una panacea, entre otras cosas, porque no hay panacea contra este virus.
Actualmente los hospitales suizos han reducido sus criterios de intubación, lo que significa que ya no se espera el momento crítico para introducir el tubo del ventilador en la tráquea del paciente. Sin embargo, cuando el virus ha atacado los pulmones hasta el punto de hacer necesaria esta máquina, las posibilidades de sobrevivir no son buenas. No disponemos todavía de cifras para Suiza, pero un estudio realizado en Wuhan y publicado por la revista médica The Lancet Enlace externoseñala que el 86% de los pacientes de COVID-19 entubados fallecieron, por término medio al quinto día. Los demás pudieron abandonar las salas de cuidados intensivos después de dos o tres semanas.
¿Saturación?
Según datos facilitados por la Sociedad Suiza de Cuidados Intensivos (SSMEnlace externoI, por sus siglas en francés), las 82 unidades de cuidados intensivos certificadas en todo el país ofrecen “entre 950 y 1 000 camas, capacidad que se puede aumentar en muchas unidades en situaciones excepcionales”. A esto hay que añadir “entre 400 y 450 unidades en cuidados intermedios”. Por lo tanto, hay margen todavía.
Sin embargo, no hay que olvidar que los pacientes de COVID-19 no son los únicos que necesitan cuidados intensivos. Los hospitales de todo el país se han reorganizado en un tiempo récord y han aplazado las operaciones no urgentes para disponer de más espacio. Pero a pesar de esto, las personas siguen teniendo ataques cardíacos, accidentes cardiovasculares o accidentes en la carretera.
Por lo tanto, predecir si el sistema llegará a verse saturado o no equivale a resolver una ecuación que incluye al menos dos incógnitas, cuyos valores cambian cada día: el número de camas disponibles y el número de pacientes afectados.
De ahí la importancia de hacer todo lo posible para suavizar la curva de progresión de la epidemia, como ya lo explicó hace dos semanas en RTSinfo el profesor Didier Pittet, de los Hospitales Universitarios de Ginebra.
Y como todo el mundo sabe ya, el mejor modo de participar en este esfuerzo es QUEDARSE EN CASA.
¿Y si hiciera falta seleccionar a los pacientes?
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¿Quién será curado en Suiza y quién no?
Los médicos no esperarán sin embargo un posible desastre para reaccionar. Ellas y ellos se ven obligados a tomar decisiones vitales incluso fuera de un periodo de pandemia. Imaginemos simplemente cómo reacciona un equipo de urgencias cuando le llegan al mismo tiempo varias personas gravemente heridas tras un accidente de tráfico…
Para estos casos, la Academia Suiza de Ciencias Médicas (ASSM) desarrolló en 2013 “unas directivas de ética médica sobre la clasificación de pacientes en caso de cuellos de botella”. Con la llegada del coronavirus esas directivasEnlace externo se han actualizado hace una semana.
El principio básico sigue siendo el mismo: “salvar tantas vidas como sea posible”. E incluso si se agotan los recursos, “los pacientes del COVID-19 y el resto de pacientes que tenga necesidad de cuidados intensivos serán tratados según los mismos criterios”, indica la ASSM.
La supervivencia, sobre todo
El primero de estos criterios es el pronóstico a corto plazo. El documento recuerda que “tienen prioridad absoluta los pacientes cuyo pronóstico para obtener el alta sea favorable con una terapia de cuidados intensivos y desfavorable sin ese tratamiento”.
Por lo tanto, no se trata de discriminar según “el sexo, lugar de residencia, nacionalidad, afiliación religiosa, estatus social, tipo de seguro o discapacidad crónica”. ¿Y la edad? Este no es un criterio directo, aun cuando la ASSM admite que, objetivamente, los pacientes de edad avanzada pueden ser los que tengan menos posibilidades de sobrevivir.
Por último, la Asociación destaca la importancia de “aclarar desde un primer momento, con todos los pacientes que tengan capacidad mental plena, que den su consentimiento en caso de complicaciones. En ningún caso deben utilizarse unos recursos limitados en tratamientos que el paciente no desea”. En otras palabras, no a la obstinación terapéutica.
En cuanto a los pacientes a los que eventualmente pudiera cerrárseles las puertas de las unidades de cuidados intensivos, tampoco serán olvidados. Estas batas blancas a las que todo el mundo aplaude por las noches desde su balcón se imponen como deber acompañarlos hasta el final, proporcionándoles todos los cuidados paliativos necesarios para que puedan irse con dignidad.
Traducción del francés: José M. Wolff
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