¿Quién será curado en Suiza y quién no?
En Italia, los hospitales están tan sobrecargados que el personal médico tiene que decidir, como en tiempos de guerra, quién será atendido y quién no. ¿Llegaremos a esa situación en Suiza? Y si es así, ¿sobre qué criterios decidirán los médicos?
Con la crisis del coronavirus, ¿se debe dar prioridad a los pacientes jóvenes en detrimento de los ancianos? ¿Vamos a reservar respiradores artificiales en primer lugar para padres de niños pequeños? ¿Habrá que dejar de lado a un paciente de 90 años, con el pretexto de su avanzada edad?
En Italia, los médicos que están en la primera línea de la lucha contra el virus tienen que enfrentarse a ese dramático dilema, ya que solamente hay un respirador artificial por cada cuatro pacientes con dificultad respiratoria. Por lo tanto, se ven obligados a prodigar a ciertos pacientes solamente cuidados paliativos.
La Academia Suiza de Ciencias Médicas (ASSMEnlace externo) estima, debido a la velocidad con la que el virus se está propagando , que en Suiza también “se podrían formar cuellos de botella en las unidades de cuidados intensivos”.
Según información de la agencia de noticias Reuters, retomada por la revista económica CashEnlace externo, Suiza no tiene suficientes camas, ni suficientes respiradores artificiales, ni suficiente personal para hacer frente al número previsto de pacientes del COVID-19. Los médicos suizos, por lo tanto, tarde o temprano tendrán que tomar esas decisiones tan delicadas.
Sobre todo, sobrevivir a la epidemia
En su sitio web, la ASSM hace referencia a sus directivas médico-éticas “Medidas de cuidados intensivos”, que datan de 2013, y especifica que “todavía son válidas y pueden ayudar a los médicos a orientarse”.
Un hombre de 70 años que tiene buenas posibilidades de sobrevivir con cuidados intensivos será conectado a un respirador. Una madre de 27 años con una prognosis negativa a corto plazo no será conectada.
Se lee en particular que “en caso de catástrofe, por ejemplo, de pandemia, si los cuidados intensivos no pueden ser prodigados a todos los pacientes, se debe garantizar que el triaje se realice de acuerdo con principios éticos” y criterios “objetivamente justificados y transparentes”.
Además, esos criterios deben aplicarse sin discriminación basada en “edad, sexo, cantón de residencia, nacionalidad, afiliación religiosa, condición social, estado del asegurado o discapacidad crónica”.
En principio, “los pacientes cuyo pronóstico es favorable con una terapia de cuidados intensivos, pero desfavorable sin cuidados intensivos tienen la máxima prioridad”. Y en este caso, “la evaluación del pronóstico se basa en la probabilidad de supervivencia a corto plazo después de la terapia de cuidados intensivos […] y no en la esperanza de vida a mediano o largo plazo”.
En este caso, eso significa tener en cuenta las posibilidades de sobrevivir al COVID-19 y no la esperanza de vida en general después de que termine la epidemia.
Así, un hombre de 70 años sin una enfermedad concomitante que tiene buenas posibilidades de sobrevivir con cuidados intensivos será conectado a un respirador. Una madre de 27 años con una prognosis negativa a corto plazo en virtud de sus graves enfermedades concomitantes no será conectada.
Traducido del francés por Marcela Águila Rubín
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