Crisis migratoria y debate sobre cooperación
Suiza recorta recursos asignados a la ayuda pública para el desarrollo. Una estrategia que deploran la izquierda y las organizaciones de ayuda humanitaria, mientras que Europa enfrenta una crisis migratoria. La eficacia de la ayuda está en debate, algunos afirman incluso que podría estimular la inmigración.
“En un mundo globalizado con interacciones que nos afectan a todos, no veo otra solución que comprometerse”, señala Philippe Besson, director de la oficina suiza de cooperación en Sudán del Sur y antiguo responsable de las cuestiones de eficacia de la ayuda en la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE).Enlace externo
«En Sudán del Sur, retirar la cooperación significaría aceptar fríamente que decenas de miles de personas murieran»
Philippe Besson
La situación humanitaria en Sudán del Sur, devastado por la guerra civil desde 2013, consterna probablemente menos al público que aquella que vive Siria, pero es también muy grave desde diversos puntos de vista:
“Casi nada funciona ya en ese país. Cerca de la mitad de la población es vulnerable, ya sea porque está en una zona de conflicto o – en otras partes – porque corre el riesgo de hambruna”. En ese contexto, el trabajo de la COSUDE, en colaboración con diversas organizaciones no gubernamentales, se concentra en la ayuda humanitaria, en particular, en la protección de la población y en la seguridad alimentaria.
Resulta difícil implementar proyectos de desarrollo en situación de crisis, con una economía por los suelos y muchas infraestructuras destruidas. Empero, un proyecto de la COSUDE, relacionado con el agua y el saneamiento, sigue en pie en el noroeste del país. “Desde que estalló la guerra civil, sin embargo, nos vimos obligados a revisar nuestros objetivos a la baja. Nos concentramos en la consolidación del proyecto y por ahora renunciamos a la creación de un servicio público que funcione, porque el Ministerio del Agua ya no tiene recursos para asegurar la coordinación de la infraestructura”.
A pesar de los desafíos, para Philippe Besson seguir actuando es un imperativo ético: “Podemos reivindicar y documentar que la comunidad internacional ha salvado cientos de miles de vidas, pero también se puede decir que durante ese tiempo las partes pudieron llevar a cabo su guerra civil. Debemos preguntarnos constantemente cuáles son los límites y cómo vamos a seguir”.
Philippe Besson está firmemente convencido de que los argumentos en favor de la cooperación superan todavía a los que hablan de una supresión. “Algunos investigadores piden una retirada. Sin embargo, en Sudán del Sur, esa estrategia significaría aceptar fríamente que decenas de miles de personas murieran, y en primer lugar, aquellos que no luchan, las mujeres, los niños o las personas con discapacidad. Eso no es aceptable”, subraya.
100 millones menos
Más allá de las dificultades halladas en el terreno, Suiza se interroga sobre las orientaciones de su ayuda. Un debate intensificado aún más por la ola sin precedentes de refugiados en Europa.
Durante la revisión del presupuesto de 2016, el Parlamento, en el que la derecha es mayoritaria, aceptó recientemente recortes por 100 millones de francos al rubro de la cooperación y el desarrollo. La COSUDE no conoce todavía las consecuencias exactas de esas economías, pero indica que todos sus programas están concernidos.
Esta decisión generó la indignación del Partido Socialista (PS), que denunció “una política hipócrita que carece de visión a largo plazo”. La Unión Democrática del Centro (UDC/derecha conservadora) apoyó los recortes con el argumento de que “es necesario economizar en los sectores en los que el crecimiento ha sido más fuerte”.
Alliance SudEnlace externo, una coalición de ONG, considera esta decisión “miope y no solidaria”. Eva Schmassmann, experta en desarrollo dentro de la organización, estima que “Suiza debería, por el contrario, aumentar su ayuda, teniendo en cuenta los actuales desafíos globales”.
Le inquieta también un aumento de asociaciones con el sector privado. “Es la tendencia actual, pero tememos que la COSUDE siga todavía más por esa vía. El beneficio es el principal objetivo de los actores privados, pero es difícil verificar si respetan también los criterios de desarrollo”, indica la especialista.
El ejemplo de Turquía
La ayuda al desarrollo, sin embargo, no es necesariamente el arma adecuada para resolver la crisis de la migración, incluso cuando con frecuencia es presentada como tal en los debates políticos.
«Merced al crecimiento, los turcos dispusieron de más recursos, ganaron en autonomía y pudieron salir de la trampa de la pobreza que les impedía moverse»
Stefan Schlegel
Esta visión es problemática, dice Stefan Schlegel, miembro del grupo de reflexión ForausEnlace externo (Foro de Política Exterior), que codirigió un estudio sobre los vínculos entre la migración y el desarrollo (‘¿El desarrollo económico previene la migración?’Enlace externo). “Si entendemos la ayuda al desarrollo como una herramienta contra la presión migratoria, corremos el riesgo de instrumentalizarla y reducir así su eficacia”, arguye el investigador. Para él, la ayuda no debe alejarse de su objetivo primero; es decir, la autonomía personal y el desarrollo económico.
El estudio también muestra que el crecimiento económico hace posible la financiación de la migración y estimula, en lugar de restringir, la emigración. “Las posibilidades de que un país como Suiza pueda realmente cambiar la dirección económica de un país son débiles, e incluso si eso funcionara, el efecto sería más bien de aumentar la movilidad de la población”, estima el especialista. Cita el ejemplo de Turquía después de la Segunda Guerra Mundial. “Merced al crecimiento, los turcos dispusieron de más recursos, ganaron en autonomía y pudieron salir de la trampa de la pobreza que les impedía moverse”.
Los autores del estudio preconizan aceptar el aumento de la migración, abrir los canales legales para controlar la inmigración y sacar el máximo provecho de sus efectos positivos. “Hay proyectos que son muy eficaces, especialmente aquellos destinados a mejorar las instituciones que luchan contra la corrupción o mejorar los derechos de las mujeres”, dice Stefan Schlegel, al subrayar que la ayuda de emergencia sigue siendo importante.
“La ayuda al desarrollo no ha ayudado nunca a ningún país de África a desarrollarse”
Francis Kaptinde
“La ayuda al desarrollo no sirve para nada”
Algunos observadores adoptan posiciones todavía más radicales. “La ayuda al desarrollo no ha ayudado nunca a ningún país de África a desarrollarse”, afirma Francis KaptindeEnlace externo, exportavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados. El periodista, oriundo de Benín, y profesor en Ciencias Políticas en París, se dice en contra de la ayuda al desarrollo, ya que considera que “es inútil”. “Es una manera de sentirse bien, y que perpetúa la idea de dominados y dominantes”, lamenta.
Pregona la estrategia de dejar a los países africanos manejar solos sus problemas, mientras se lucha contra la corrupción, se les ayuda a mejorar su gobernanza y se les compran sus materias primas a precios justos. Para él, nada puede evitar que la gente tome el camino del exilio. “Si está desesperada, la gente partirá cualesquiera que sean las muros erigidos. Cuando uno es feliz en casa, no cruza el océano”.
Suiza quiere ayudar a los Estados frágiles
“En el 2016, tenemos la intención de reforzar nuestras acciones contra la pobreza en los lugares en los que las estructuras del Estado se han debilitado o fallan”, declaró el director de COSUDE, Manuel Sager, el 29 de enero durante la conferencia anualEnlace externo de la organización.
Más de 40 países en el mundo, con un total de casi 1,5 millones de personas, son considerados inestables, o se ven afectados por la violencia y los conflictos. La COSUDE precisa que no puede resolver los conflictos, pero sí contribuir a hacerlo.
La ‘Estrategia para el Desarrollo Sostenible 2016-2019’, aprobada a principios de este año por el Gobierno, también prevé la implementación de la Agenda 2030. Este documento marco aprobado en septiembre de 2015 por los 193 Estados miembros de la ONU fija 17 objetivos de desarrollo sostenible.
Traducido del francés por Marcela Águila Rubín
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